Partida Rol por web

El agente miró a Elías y luego de nuevo a Domingo:

- Pues sí me importa.- parecía algo ofendido - No se encuentra de servicio, señor Torres, y por el momento su actuación no se ajusta a lo que manda el protocolo.

Cogió del brazo a Agustín mientras el otro policía ya llegaba a su altura. El que estaba al cargo le dio la orden:

- Llama a la central y pide otra unidad para llevar al herido a un centro de salud. Luego que lo traigan a la comisaría para realizar la denuncia.

Mientras el policía se llevaba a Agustín y esperaba que Elías se aproximase al coche las miradas del grupo se dirigieron al coche patrulla al cual se llevarían al muchacho. En ese momento Agustín no pudo reprimir un escalofrío. Sentado en la parte de atrás había un individuo, un tipo vestido con un traje gris arrugado. Había algo extraño, y no era solo que estuviese sentado en la parte de atrás de un coche de policía como podría estar un cliente en un taxi. Era su rostro... No estaba definido. No era que no se viera desde esta distancia - el coche estaba a menos de una veintena de metros - sino que parecía extrañamente nublado, como inexistente. Incluso desde aquí podía sentirse el aura de miedo que aquel ente emanaba... Parecía como si solo esperase a que metiesen a Agustín a su lado para... para algo. Aparte de eso parecía que ninguno de los dos policías que se estaban haciendo cargo de la situación se daban cuenta de la presencia de aquel tipo que esperaba en su coche.

Mientras el policía se llevaba a Agustín y esperaba que Elías se aproximase al coche las miradas del grupo se dirigieron al coche patrulla al cual se llevarían al muchacho. En ese momento Elías no pudo reprimir un escalofrío. Sentado en la parte de atrás había un individuo, un tipo vestido con un traje gris arrugado. Había algo extraño, y no era solo que estuviese sentado en la parte de atrás de un coche de policía como podría estar un cliente en un taxi. Era su rostro... No estaba definido. No era que no se viera desde esta distancia - el coche estaba a menos de una veintena de metros - sino que parecía extrañamente nublado, como inexistente. Incluso desde aquí podía sentirse el aura de miedo que aquel ente emanaba... Parecía como si solo esperase a que metiesen a Agustín a su lado para... para algo. Aparte de eso parecía que ninguno de los dos policías que se estaban haciendo cargo de la situación se daban cuenta de la presencia de aquel tipo que esperaba en su coche.

Mientras el policía se llevaba a Agustín y esperaba que Elías se aproximase al coche las miradas del grupo se dirigieron al coche patrulla al cual se llevarían al muchacho. En ese momento Macarena no pudo reprimir un escalofrío. Sentado en la parte de atrás había un individuo, un tipo vestido con un traje gris arrugado. Había algo extraño, y no era solo que estuviese sentado en la parte de atrás de un coche de policía como podría estar un cliente en un taxi. Era su rostro... No estaba definido. No era que no se viera desde esta distancia - el coche estaba a menos de una veintena de metros - sino que parecía extrañamente nublado, como inexistente. Incluso desde aquí podía sentirse el aura de miedo que aquel ente emanaba... Parecía como si solo esperase a que metiesen a Agustín a su lado para... para algo. Aparte de eso parecía que ninguno de los dos policías que se estaban haciendo cargo de la situación se daban cuenta de la presencia de aquel tipo que esperaba en su coche.

Mientras el policía se llevaba a Agustín y esperaba que Elías se aproximase al coche las miradas del grupo se dirigieron al coche patrulla al cual se llevarían al muchacho. En ese momento Domingo no pudo reprimir un escalofrío. Sentado en la parte de atrás había un individuo, un tipo vestido con un traje gris arrugado. Había algo extraño, y no era solo que estuviese sentado en la parte de atrás de un coche de policía como podría estar un cliente en un taxi. Era su rostro... No estaba definido. No era que no se viera desde esta distancia - el coche estaba a menos de una veintena de metros - sino que parecía extrañamente nublado, como inexistente. Incluso desde aquí podía sentirse el aura de miedo que aquel ente emanaba... Parecía como si solo esperase a que metiesen a Agustín a su lado para... para algo. Aparte de eso parecía que ninguno de los dos policías que se estaban haciendo cargo de la situación se daban cuenta de la presencia de aquel tipo que esperaba en su coche.

Elías apretó los dientes ensangrentados y la cólera se encrespó en su interior: “En paz vas a quedar con el demonio, pelotudo. Ni te imaginás lo que te vas a tener que bancar.” Pero, como buen prestidigitador, pudo ocultar la emoción con celeridad ante la cercanía del nuevo agente.

- Gracias oficial, agradezco su ayuda en un momento como éste –dijo, y se dejó hacer.

Pero sus ojos se obstinaban en escrutar la parte posterior del coche-patrulla. ¿Para qué molestarse en designar como persona a esa presencia indefinida que nadie más parecía advertir, aquella misma figura que ya había captado en el andén el día anterior? No se trataba tan sólo del efecto de los cristales entintados, no; Elías asistía horrorizado a la negación del rostro, cimera en los confines de un traje animado por el vacío o por un millón de fauces, hacia los cuales había consentido en arrojar a Agustín.

Movió los labios, pareció querer hablar más las palabras nunca salieron de los labios del policía. La mirada estaba fija en el coche patrulla. Y ningún músculo se movió.

Durante un par de minutos más la mirada de Domingo se mantuvo fija en la ventana de atrás del coche patrulla en el que se llevaban a Agustín.

- Como quiera ... agente - logró decir al final aunque dudó que su compañero pudiera oir sus palabras.

Como un rayo sintió un cosquilleo recorrer todos y cada uno de los puntos de su espalda, y se le encrespó el vello.

La vida le había dado muchas sorpresas y ante todas y cada una de ellas nunca supo como reaccionar. Esta vez no sería distinto.

La mirada clavada en el asiento trasero del coche. En lontanaza el coche se alejaba mas la mirada del policía no podía abandonar ese asiento trasero del coche patrulla.

Mientras caminaba hacia la patrulla con el policía agarrado de su braso Agustin se freno al ver eso en el patrullero... se volteo a mirar el rostro de el resto de las personas y todo parecian indiferentes menos Domingo, Agustin mira a su carcelero

-Tío no me voy a subir a ese patrullero ni de coña

Agita su brazo tratando de hacer safar al del policía y tirar a este al suelo

La Maca parecía algo enfurruñada y miraba a la estación en vez de al coche. Pero cuando Agustín habló se dio la vuelta y pudo ver por que al chico no le hacía ninguna gracia montarse en aquel coche.

Un escalofrió reocrrió el cuerpo de la chica.

Miró a Elías.

-Elías... estoy segura de que podemos arreglar esto aquí, ¿verdad?-dijo, apretando los dientes en la última palabra. Estaba claro que no era la única que lo había visto esta vez. ¿Por que Elías no mostraba el más mínimo temor?

La Maca todavía estaba hablando cuando Agustín, visiblemente nervioso, intentó librarse del policía derribándolo en el suelo. Sin embargo el ex-presidiario no tuvo suerte y lo único que logró fue soltarse del policía. Éste, por puro instinto, se apartó del muchacho mientras echaba la mano a la porra que llevaba al cinto. Su compañero, que venía desde atrás y contemplaba la acción con más perspectiva, hizo el mismo pero con la mano a la cartuchera. Todo estaba pasando tan rápido que la gente aún no se había dado cuenta de lo sucedido.

Domingo salió del trance cuando el muchacho intentó zafarse de su compañero. Como por instinto intentó agarrar a Agustín y sujetarle.

De vez el cuando la mirada se le iba a la ventanilla de atrás del coche, pero era un policía, tenía que hacer si trabajo.

Una vez consiguió acercarse al muchacho le susurró al oído.

- Haz lo que te dicen, necio, luego me encargaré yo.

El policía más cercano ya tenía la porra en la mano y se había adaptado rápidamente a la situación. Desde luego Agustín parecía lo suficientemente peligroso como para utilizar toda la contundencia que fuera necesaria pero ¿por qué el otro oficial había desenfundado su arma? ¡Aquello iba contra las normas! Agustín, pese a su tamaño y fuerza, no iba armado.

- ¡Alto o disparo!- gritó con voz temblorosa el policía de la pistola - Sus ojos estaban fijos en Agustín.

- ¡Quédate quieto chaval y deja que esposemos, no compliques esto más de lo que está!- dijo el de la porra sin parecer darse cuenta de que su compañero había desenfundado el arma.

Domingo se acercó por detrás a Agustín e intentó agarrarlo por detrás antes de que la cosa fuera a mayores. En esos momentos era cuando se daba cuenta de que la edad y la falta de ejercicio le habían ganado la partida. Pese al entrenamiento policial solo logró agarrar durante un momento al muchacho y susurrarle las palabras. Casi de forma instintiva el chico se deshizo con facilidad de su presa.

Allí estaba de nuevo: las circunstancias lo situaban en el trance de tener que decidir si cernirse o no como la causa indirecta de la muerte de otro muchacho (que, con toda seguridad, iría a enquistarse en un mal sueño). ¿O se trataba de otro delirio, como la contemplación del hombre del traje gris? Sin embargo, la reacción del policía recién acudido lo llenaba de una terrible certidumbre; ¿no era un tanto desmedida? Veía relucir el arma, a poca distancia de él, un artefacto de otro mundo. Y se sumaba además aquella nota de pánico en lo dicho por Macarena. ¿Acaso ella también lo veía? ¿Pero cómo, si los dos policías parecían ajenos a su presencia fantasmagórica?

“Van a matarlo..."

"Dejá que lo maten. Mirá lo que te hizo, ¿qué le dirás a Adela ahora, eh, qué le dirás, mago sensiblero de tres al cuarto? Dejá que lo maten, te hizo daño, se lo merece.

“Nadie se muere de esto, no es tan grave…”

“¡Y un carajo! ¡Que le arranquen la cabeza de un balazo! Forzá un poco más la situación, vos podés.”

“También puedo interceder para salvarle la vida.”

“¡Ese está en el mundo porque tiene que estar, ¿no lo ves? ¡Es un inútil, un mantamojada!

“Ah, vete a la mierda. Odio los dramones.”

-Agentes, por favor –declamó con voz profunda. –La novia de mi ahijado tiene razón. Podemos arreglar esto en privado. El muchacho necesita un poco de ayuda psicológica, eso es todo. –Y presentó las palmas de sus manos en actitud conciliadora. –Agustín, cálmate, querido. Cálmate, vamos, haz caso a Domingo.

El policía que portaba la porra miró de soslayo a Elías sin dejar de prepararse para tratar con medidas más contundentes contra Agustín. No obstante el que había desenfundado la pistola ni siquiera parecía escuchar al mago, solo tenía ojos para los movimientos de Agustín. Tenía con su arma aferrada con tal fuerza que los nudillos se estaban quedando blancos.

Luego de safarse de Domingo levanta la mirada, el policía con el arma se refleja de lleno en los lentes de Agustín, mientras se ve como sobresale una ceja levantada detrás del marco

-Hey tranquilo... no crees que es demasiado insignificante la situación para empesar a repartir plomo y en especial con tantos civiles a mi alrededor... y con ese pulso que tienes seguro que le termine dando a cualquier otro menos a mi

Agustin se queda parado mirando fijamente a los ojos, esperando un momento de duda o una distraccion del policía para darse media vuelta y salir corriendo para perderse entre la gente