Partida Rol por web

Mel habia salido algo mas que contusionada por las ratas, ademas pasaban cosas raras y chungas esos malditos bichos...pero ya no se podia hacer mucho para remediarlo, asi que lo echo pechos.

Yo voto a tirarles cuerdas y apresarlos para estudiar el motivo de esa inactividad, algo no concuerda...antes de atacar sin ton ni son...seria averiguar el porque.

Las malditas ratas ya eran sólo un apestoso recuerdo. Parecíamos recién salidos de matadero. Cubiertos de restos y sangre, no debíamos distar tanto de la imagen horrenda que mostraban esos pasmarotes carcomidos.

Con mi martillo en mano, miro de reojo a mis compañeros. Parecen igual de extrañados que yo. ¿Por qué no se mueven estos no-muertos? No son mucho de observar esos apestoso embrujados, más bien de lanzarse al cuello sin dudarlo.

- ¿En serio debo ser yo el primero, chicas? - digo agarrando con las dos manos a Abrazo invernal con los músculos tensionados, listo para blandirlo y destrozar cabezas. - Podría llevarme como mínimo dos de un martillazo si están lo bastante juntos.

Espero sólo un instante por si mi compañero ladronzuelo me lanza alguna divertida respuesta, ...o empieza antes que yo. Aunque tengo ganas de quitarme esos no-muertos de delante, me regalo ese pequeño respiro.

Visto el momento de duda creado por la actitud de esos no-muertos y creyendo que nos atacarán en cualquier momento, sin pensarlo ni un instante más, de un salto me acerco a ellos y aprovechando el empuje de mi carrera, levanto mi martillo por encima de mi cabeza y hago un semicírculo con él intentando rebentar como mínimo una cabeza. Mi descuido por no limpiarme los botines de la sangre y restos de ratas pegados a las suelas hace que en el último momento resbale y no fije bien los pies.

Otra vez en batalla. Me sienta bien... gozo repartiendo justicia invernal. Ese es mi designio por la gracia de Ylias. Pero esta vez no se produce el esperado impacto. Ante tal fracaso quedo lleno de rabia y frustraciòn. Esa emoción la descragaré en mi próximo ataque.

En silencio, como si eso fuese a mantener los no-muertos en ese estado catatónico, ya preparo mi siguiente golpe.

Quizás el enano no esperaba que el zombi, que hasta ahora había permanecido impasible, se moviera en el último momento. Justó cuando comenzó la agresión tanto ese cadáver como los otros siete empezaron a moverse en dirección al grupo. Por suerte para ellos eran lentos y ya conocían como enfrentarse a ellos. El grupo, aunque superados en número, se preparó para el combate.

Te das cuenta de que algunos zombis, o quizás todos aunque no les ves bien, tienen un frasco de color verdoso enterrado en las tripas. Es posible que el resto también lo tenga pero esté dentro y no lo puedas ver.

Y tras el audaz ataque de mi compañero paladin he aquí que arqueo una ceja pues no nos tiene acostumbrados a fallar.
No obstante, entrecierro los ojos en la penumbra mientras aquellos horrores, empezaban a avanzar con su característico arrastrar de pies hacia nosotros.
Las distancias se acortan, sus ululantes voces resuenan en la penumbra y yo, con mi zurda, ya aparto mi capa de la empuñadura de mi leal sable.
No obstante, antes de empezar a bailar, digo.
Amigos míos, ¿que es eso que portan nuestros pútridos oponentes en sus tripas?. Se diría que es algún tipo de recipiente.
Preparo mis manos atento al objetivo pues me ha despertado la curiosidad mas no logro agarrar el frasco en cuestión. El zombi, es mas ágil de lo que parece
No puedo evitar chasquear la lengua fastidiado. Me hubiera gustado poder examinar el fluido misterioso que portan en sus tripas estos despojos andantes.
Atentos, sabemos de sobra que cualquier cosa nueva en el campo de batalla, suele convertirse en una sorpresa desagradable.

Vamos a ser un poco listos a ver si consigo crearlo donde toca... 

Mel empezo a concentrarse y a canalizar la magia que recorria su cuerpo y el mundo la proyecto primero en su mente y luego en el plano fisico, de la nada unos huesos como un costillar pero de gran tamaño empezaron a brotar del suelo rapidamente empezaron a crecer hacia arriba y entre ellos aparecieron varios huesos de diferentes tipos y tamaños, haciendo de muro 

Estaba claro que sus compañeros no estaban dispuestos a pasar por aquel lugar sin plantar cara, aunque aquellos cadáveres andantes no tuvieran ninguna intención de hacernos nada. Pero ya no se podía hacer nada al respecto y tendrían que pelear. Por suerte yo ya estaba con el arco preparado ya que, al ver la amplitud de la cueva, prefería usar mi arma favorita.

Con cuidado, aunque sin demorarme demasiado, apunté hacia el muerto que tenía más cercano y, sin detenerme demasiado a buscar el mejor lugar donde clavar mi flecha, solté la cuerda escuchando el agradable sonido de la pluma y la madera hendiendo el aire.

—Casi...  

No iba a negar que había sido un buen tiro aunque claro... no creía que le hiciera todo el daño que yo quería hacer al muerto.

Dispuesto a lanzar mi siguiente ataque escucho a Marcus decir:

Amigos míos, ¿que es eso que portan nuestros pútridos oponentes en sus tripas?. Se diría que es algún tipo de recipiente.

- Hummm... cuando estén yaciendo te lo diré. 

No tengo tiempo ni intención de examinar al no-muerto que se dirige hacia mi, así que sin más dilación lanzo mi martillo hacia el no-muerto más cercano, ahora sí, afianzando mi posición y postura de ataque. El mismo que se libró de mi primer ataque, "no sea que lo cuente a alguien", pienso medio en serio medio en broma, haciendo brotar una sonrisilla malévola y salvaje en mi rostro. Y esta vez sí se escucha el potente ruído del impacto de mi arma en su asqueroso cuerpo.

- ¿Quién quiere ser el siguiente? - digo tranquila y burlonamente mirando el rostro de otro de esos engendros que se acerca a mi.

Como si aquel osario se hubiera puesto de acuerdo con ella la hechicera creó un enorme muro de varios metros de altura que dividió la sala prácticamente en dos separando a los zombis en dos grupos de cuatro frente a ellos.

Marcus por su parte había intentado agarrar algo de uno de los zombis. No lo había conseguido pero lo que si consiguió fue ponerse demasiado cerca de ellos. Por suerte para él Zorro disparó una flecha por encima de su cabeza y acertó al zombi que trastabilló hacia atrás. Hacia falta más para acabar con ellos. 

Ramel se abalanzó contra uno de los muertos vivientes partiendo su cráneo en dos, al instante su cuerpo cayó al suelo como un fardo. En ese momento un humo verde empezó a salir del cadáver, un humo que apestaba más aún que los propios cuerpos en descomposición...**

Con calma, ya que precipitarse sólo llevaría a cometer errores, volví a colocar una flecha en la cuerda mirando detenidamente a mi próximo objetivo. Que Mélura hubiera conseguido separar a los muertos era una ventaja para nosotros ya que, mientras nos deshacíamos, o por lo menos lo intentábamos, de unos, los otros no podrían llegar hasta nosotros.

Abrí el arco sin dejar de mirar a mi objetivo y, cuando estuve segura de poder alcanzarlo, solté la cuerda volviendo a escuchar el agradable sonido de la flecha surcando el aire. Teníamos que acabar con los que teníamos más cerca para tener alguna oportunidad de seguir avanzando.

Pues sí que llevaban algo con ellos, como decía Marcus. ¡Y apestaba! Pero haciendo caso omiso de tal molestia en mi pituitaria, emprendí un nuevo ataque contra el incauto que se acercaba a mi. El no-muerto atravesado por la flecha de Zorro era suyo y además no suponía un reto para mi aturdido como estaba después del certero flechazo de mi compañera.

El golpe de mi martillo contra su cabeza hizo otro de esos chasquidos acuosos que indicaban que el golpe había destrozado su cráneo dejando al descubierto su pulpa obscena e infernal. 

- ¡Yace para siempre engendro! - escupí sobre él para luego apartarme de un salto por si, como el anterior, éste también destilaba esa pestilencia.

¿Cuál sería mi siguiente objetivo? Dependía de la acostumbrada actuación magistral de mis compañeros. Un grupo como el nuestro podía conseguir mejores objetivos en esta guerra que limpiar las sucias alcantarillas de la ciudad. Pero si eso nos tocaba hacer, lo haríamos con nuestra habitual maestría.

Mélura trató de usar un hechizo para dañar a los muertos, pero no lo consiguió.

La flecha de Zorro atravesó el cráneo de uno de los zombis haciendo que se desplomase al instante. Por su parte el enano hizo lo propio con su hacha. Los dos cayeron al suelo, por suerte para el enano y el ladrón esta vez no salieron más nubes tóxicas de su interior.

El zombi que quedaba se acercó renqueante hacia el enano dispuesto a atacarle pero el cadáver del que acababa de tumbar le entorpeció el paso y no logró golpearle. Al otro lado del muro de huesos se escuchaban los golpes de los otros muertos, llenos de ira.

Y de pronto, aunque mis compañeros reaccionan con la presteza acostumbrada, por mi parte toso, e incluso casi vomito haciendo que me vea obligado a retroceder a causa de los espasmos que me sacuden. Afortunadamente, no llego a vomitar sobre mis ropas pues ya hubiera sido inaceptable para mi presencia.
Entrecierro los ojos de mal humor, bastante cabreado si. Y me preparo pues aunque Merula ha logrado dividir al grupo oponente y Zorro y Ramel han hecho su parte, al otro lado del muro levantado por nuestra compañera, ya se escuchan los golpes de los putridos oponentes que restan.

Marcus sentía como se ahogaba con aquel gas. Le ardía en los pulmones como si fuese ácido. Cayó de rodillas, sin casi poder respirar mientras se tapaba la boca con la mano para no respirar más de ese gas que se disipaba por encima de su cabeza.

El salto en el preciso momento (y el no-muerto que acababa de dejar tieso entre ellos) impedió que el burdo ataque del último no-muerto que quedaba en ese lado me alcanzara.

Con una ágil maniobra consigo acercarme los suficiente y descargar la fuerza gèlida de mi martillo de guerra sobre él. Noto que no ha sido mi mejor golpe por lo complicado de mi maniobra y estoy atento a la posible réplica de mi pútrido adversario.

Nuestra maga está consiguiendo mantener a raya los demás no-muertos que frustrados y con su habitual agresividad visceral golpean el muro de huesos levantado entre ellos y nosotros. 

- Tranquilos lefas endemoniadas, pronto os tocará a vosotros descansar eternamente - grito, regocijándome de la situación de dominación a la que los teníamos sometidos.

El enano* acabó de un hachazo con el último zombi. Con la mala suerte, o quizás el poco cuidado, que de nuevo empezó a emerger de su interior una nube de vapor venenoso.

Se habían quedado solos en aquella mitad de la estancia, iluminada solo por las pequeñas luces violáceas que desprendían algunos hongos que habían crecido con el paso del tiempo. Frente a ellos se alzaba el muro de huesos que la hechicera y tras él se escuchaba el ruido que hacian los cuatro cadáveres que lo golpeaban intentando abrirse paso hasta los aventureros.

Mi martillazo ha sido suficiente para acabar con la vida del no-muerto insuflada a base de encanterios oscuros y tras unos breves instantes de duda cae como un saco lleno de desperdicios al suelo haciendo un ruído sordo.

Pero no he reculado a tiempo para evitar la emanación pestilente que ha desprendido con su traspaso definitivo. Y me alcanza otra vez amenazando en provocarme una anosmia irreparable.

Cubro mi rostro y mantengo la respiración. Cuando creo que se ha disipado pero sin atrever a descubrir mis vías aereas comento a mis compañeros para saber si tienen un buen plan para enfrontarnos con los que quedan detrás del muro.

- ¿Dónde está la maldita salida de este agujero infectado? - observo la cueva por si la encuentro  - ¿si está detrás del muro, tenéis alguna táctica pensada para acabar con ellos o me los dejáis también para que Abrazo Invernal les dé buena justicia?

No me importaba acabar con todos ellos pero es justo también compartir la gloria del combate con tan capaces compañeros y no llevarme yo todas las medallas, pues eso fortalecería su motivación para próximos combates. Además ya estaba acostumbrado a llevarme la gloria en la batalla y aunque no me pesaban los honores, con este grupo me apetecía compartirlos.