Partida Rol por web

Lentamente el enfermero se acercó al altar. No estaba acostumbrado a hacerlo, generalmente vivía las ceremonias desde los bancos de madera. Pero esta vez sabía que estaría mas cerca de la tarima

Aprovechando que aún no había tantos trasgos avanzó lentamente, con su mochila al hombro y sus nervios a flor de piel, tratando de adivianr donde se ubicaría esta vez.

 Para cuando finalmente os haceís con las provisiones y las cargais en las bestias, y adquirís de las provisiones que Grolm considera necesarias para el pequeño grupo en esta travesía y os haceis con piezas nuevas para vuestro armamento el tiempo ha avanzado a pasos agigantados. Y la tormenta que se acercaba y prometía truenos y lluvia finalmente alcanza el poblado.

 Cuando vais por el poblado veis como son varios los trasgos que salen del comedor, barracones e incluso del barracón de los matasanos para dirigirse hacia la Casa del Oscuro, el templo de Maglubyet. Esta noche posiblemente solo se queden unos pocos vigías custodiando los accesos al poblado y los más enfermos de los trasgos en el barraacón de los matasanos.

  La Casa del Oscuro es una de las dos edificaciones de mayor tamaño del pueblo, y también de las más lujosas. Este se compone de dos partes. La primera, y más importante, es una espaciosa sala donde tiene capacidad para albergar a todos los miembros del pueblo, primero es un espacio despejado salvo por unas columnas, donde se ponen los snagas de menor rango, y a medida que se adentra en el interior de la sala hay primero unos bancos senciloos de madera y después unos bancos más trabajados de piedra. Estos terminan colocados en posición de media luna antes un sólido y oscuro altar de granito oscurecido. Este último se encuentra en la parte superior de una especie de tarima con peldaños de piedra. Carcando esta tarima, hay cuatro postes metálicos altos, con un alambre espinoso que los une entre ellos y luego se pierde por la sala hasta anclarse a los muros y columnas de la edificación.

 Es encima de esta tarima, donde el Hijo de Maglubyet y sus acólitos, realizan las cerimonias en honor al Oscuro, algunas veces realizando sacrificios de esclavos o incluso snagas. Las celebraciones más importantes se celebran en noches tormentosas.

 Recordaís las palabras de Lerb: Partiréis tras la celebración, junto con las bandiciones del Oscuro...

Uhm... ¿justificante? No sabría decirte... Formo parte de la misión esa de ir a la montaña y...

¡Ah, lo dices por esto! Una tontería, si no fuera porque la gente enfermó, ya habrían mandado a algún curandero a curarlo. Pero esto demuestra que corro menos peligro que un snaga con fiebre, ¿no? Además, no voy a usar el hombro para comer, así que la pinta que tenga no me influye a la hora de pedir provisiones.

Espera, con toda la epidemia seguro que no hay más gente para hacer otras misiones, así que deberías saber a qué misión me refiero, ¿no?

Podían decir lo que quisieran, pero a mí ir a esas ceremonias aburridas no es que me gustara nada. Puede que fuera divertido cuando sacrificaban a alguien, pero dejaba de serlo cuando al cabo de un rato te dabas cuenta de que podías haber sido tú.. en mi caso siempre lo recordaba después de haber tenido que contener la risa, pero es que yo era así.

- No necesitamos bendiciones, sólo buenas armas y no encontrarnos con nada molesto.. - protesté para que sólo mi compañero pudiera escucharme, aunque tampoco esperaba que respondiera nada, simplemente era una queja.

- ¿ Tenemos que meternos ya ahí dentro o nos da tiempo a tomarnos un trago? Un licor de cualquier cosa ahora me ayudaría a no dormirme ahí dentro.. - Sonreí porque eso era una broma, aunque verme sonreir siempre era algo desagradable.

 El tipo te mira desconfiado, durante unos momentos cuando hablas sobre la posibilidad de ser él uno de los enviados en la misión, parece que la idea no le gusta, pero finalmente se cuadra y niega con la cabeza.

 - No me vaciles, si no quieres que te termine de tullir. O me lo dice uno de los mandamá o de aquí no se quita nada.

 Durante la conversación con el tipo este que se niega a darte acceso a las provisiones ves como el tiempo ha avanzado a pasos agigantados. Y la tormenta que se acercaba y prometía truenos y lluvia finalmente alcanza el poblado.

 Ves como son varios los trasgos que salen del comedor,  barracones e incluso del barracón de los matasanos. Esta noche posiblemente solo se queden unos pocos vigías custodiando los accesos al poblado y los más enfermos de los trasgos en el barraacón de los matasanos mientras los demás se van dirigiendo hacia la Casa del Oscuro.

  La Casa del Oscuro es una de las dos edificaciones de mayor tamaño del pueblo, y también de las más lujosas. Este se compone de dos partes. La primera, y más importante, es una espaciosa sala donde tiene capacidad para albergar a todos los miembros del pueblo, primero es un espacio despejado salvo por unas columnas, donde se ponen los snagas de menor rango, y a medida que se adentra en el interior de la sala hay primero unos bancos senciloos de madera y después unos bancos más trabajados de piedra. Estos terminan colocados en posición de media luna antes un sólido y oscuro altar de granito oscurecido. Este último se encuentra en la parte superior de una especie de tarima con peldaños de piedra. Carcando esta tarima, hay cuatro postes metálicos altos, con un alambre espinoso que los une entre ellos y luego se pierde por la sala hasta anclarse a los muros y columnas de la edificación.

 Es encima de esta tarima, donde el Hijo de Maglubyet y sus acólitos, realizan las cerimonias en honor al Oscuro, algunas veces realizando sacrificios de esclavos o incluso snagas. Las celebraciones más importantes se celebran en noches tormentosas.

Escúchame bien, porque no pienso repetirlo...

En ese instante, la lluvia obliga a Siomorang a resguardarse. Se aleja del desagradable guardia y busca techo en la Casa del Oscuro.

A sus pasos se va mezclando con el resto de trasgos acudiendo al sacrificio. Una vez dentro, se queda lo más retrasado posible, con los snagas más humildes, y para pasar aún más desadvertido se corre varias posiciones hasta alcanzar una de las columnas laterales.

 Estás dando un vistazo mientras te acercas cuando ves que algunos de los acólitos te auyenta.

 - Estos bancos te quedan demasiado grandes, mejor vete para los de atrás antes no venga Tharkish, Lerb, Dash o algún otro...

 Por aquel entonces te das la vuelta y ves que el templo se va llenando rápidamente, empiezas a ver algunos de los grandes trasgos del pueblo que se van aproximando hacia los puestos delanteros.

Por una vez el goblin se siente valeroso y niega con su cabeza - No, esta vez me quedo aquí. Lerb me lo dijo - comenta como al pasar - Así que si quieres lo discutes con el - agrega con una sonrisa socarrona - Si es eso lo que quieres -

Sin animarse, sin embargo, a ocupar una de las bancas, el elementalista se queda de pie mientras insiste - Quien te crees que trajo a las víctimas del sacrificio de esta noche - Sonriendo, demostrando más seguridad de la que realmente tiene le solicita al acólito - Solo dime donde se sientan los invitados del maestro y no pretendas que me vaya de donde debo estar -

 El acólito, poco acostumbrado a que los snagas normales le chisten, y mucho menos en la Casa del Oscuro, te mira con recelo.

 - Bueno, tu mismo renacuajo. Disfrutaré viendo como te azotan por tu insolencia.- Señalando con un dedo parecido a una garra uno de los bancos de piedra de los que se ubican a la izquierda.- Allí se posa Lerb.

Levantando su mentón con algo parecido a la insolencia, Akrate buscó con la mirada la ubicación que le indicaban y se dirigió hacia esa zona sacando pecho. Sin embargo, más allá de sus infulas estaba atemorizado. O, más bien, aterrorizado. Sabía que no iba a usar el asiento reservado para su maestro y sin saber quienes estarían a su alrededor, no se animaba a instalarse en ninguno de los asientos cercanos.

Finalmente optó por el piso. Lentamente se acuclilló delante del asiento de Lerb y miró con atención a la puerta, para asegurarse de verlo cuando se acercase. Ese sería el momento de ponerse de pie, bajar la cabeza y esperar que el le indicara donde ubicarse "Y espero que no me mande al fondo... ni al sacrificio" se planteó algo asustado por su propia osadía

Levanta la mirada al cielo antes de contestar en voz baja a Thokk, me parece que no tendremos tiempo... el rito no tardará demasiado en empezar. Será mejor que vayamos a nuestro puesto Sin embargo, su carácter previsor hace aparición una vez más busca un sitio apropiado en el que atar las cabras para evitar que escapen con todo el material cuando la tormenta comience a descargar rayos..

Una vez ha atado los animales y comprobado que el nudo aguantará los tirones de éstos vuelve sus pasos hacia el templo, refunfuñando

Nos tocará comenzar el viaje bajo la lluvia... menudo fastidio

No había mucho más por lo que protestar, así que tras ayudar al " otro " a atar a las ratas cornudas para que no se nos escaparan cuando comenzara la " fiesta " porque eran un poco miedosas, me dirigí tras él hacia el interior del templo, quizás un poco más tranquilo que de costumbre porque sabía que si había algun sacrificio no seríamos nosotros..

- Eso creo... aunque nos han podido buscar a otros que vayan de nuestra parte..

Empecé a dudar yo solo mientras iba a ocupar mi lugar correspondiente, no sin perderme un par de veces.

 Así te encuentra Lerb cuando llega junto con las demás autoridades en los bancos delanteros. Parece que se sorprende al verte allí a primera fila. Pero tu instinto de supervivencia, en parte ganado a base de amenazas y castigos a lo largo de la vida, surte efecto cuando te muestras humilde y cabizbajo ante la llegada de Lerb.

 Junto a él acuden Tharkish, Dash el Maldito y demás miembros importantes de la tribu. Te sientes muy pequeñito e intentas escorrer el bulto. En parte por que casi todos ellos te doblan en tamaño al ser grandes trasgos.

 Finalmente, tras una mirada que te parece eterna, como si estuviera pensando que hacer, ves como Lerb te indicara con un gesto autoritario que te sientes a un lado, en el suelo, junto al banco.

 En poco tiempo, acelerado tal vez por el temporal que hay en el exterior, la Casa del Oscuro se llena pronto. La sala se llena de una mezcla de olores intensos y en su mayoría desagradables, el olor a perro mojado que emiten la mayoría de los trasgos al mojarse por la lluvia, la gran cantidad de enfermos con un residual olor a vomito y los dulzones inciensos que arden junto a los braseros repartidos por el templo, dando una iluminación titilante y rojiza, llenando de sombras grotescas y danzarinas por los muros del salón.

 Las personalidades de la tribu ya se hallan sentados en las primeras filas, luego vienen sargentos, artesanos y acólitos de los eruditos y finalmente el resto.

 Los acólitos de Gums se mueven por la tarima preparando cosas con gestos ceremoniales.

 Finalmente por una apertura al fondo, a la izquierda del altar, aparece Gums ataviado con ricos ropajes negros y carmesis. En una mano lleva un cetro y envainada en su fajín hay una daga que todos identificaís como el Suplicio. Es la herramienta usada tan frecuentemente para obrar los sacrificios.

 Tras hacer unos mudos saludos a las distintas autoridades el gran trasgo se gira, dando la espalda al pueblo y alza las manos ante la imagen del Oscuro que hay labrada en el muro que hay detrás del altar.

 - ¡AQUÍ ESTAMOS, SEÑOR!- Su voz suenta poderosa y llena todos los rincones de la sala.- NOS PROSTAMOS ANTE TU MALIGNIDAD.- Dice arrodillándose.- ACUDIMOS ESTA NOCHE DE TORMENTA ANTE VOS PARA SATISFACEROS Y AGRADECEROS VUESTRA PRESENCIA.

 Acto seguido los cuatro acolitos junto a su mentor, Gums. Se ponen a recitar unos salmos en la lengua oscura.

 Durante los salmos, en el exterior se escucha la violencia de la tormenta, agua, viento y truenos se suceden en el exterior. El reflejo blanco nuclear de los relámpagos se filtra por las estrechas y escasas aperturas de la Casa del Oscuro, llenando la sala de flashes.

 Unos cuantos snagas se remueven incómodos en la parte posterior.

 Finalmente el canto recitado de los acólitos termina y Gums se gira para miraros a todos.

 - ESTOS DÍAS HEMOS SIDO ATACADOS, PERO GRACIAS AL OSCURO HEMOS ENCONTRADO A LOS CULPABLES Y ESTÁN PAGANDO POR ELLO.- Hace una pausa, dejando que cada cual imagine lo que significa eso.- PERO EL PELIGRO NO HA CESADO, LOS VENENOS DE NUSTROS ATACANTES NOS HAN DEBILITADO, TENEMOS QUE RECUPERARNOS. Y PARA ESO MANDAREMOS A UNOS DE NOSOTROS PARA IR EN BUSCA DEL REMDIO... PARA QUE CUANDO REGRESEN PODAMOS CASTIGAR A LOS VERDADEROS CULPABLES COMO MERECEN.

 Entre los truenos del exterior llega la mole de Gurd, tirando de dos pesadas cadenas que apresan los cuellos de dos criaturas con cuerpo de lagartijas, parecen estar muy magulladas, una de las dos figuras está hecho un guiñapo, tiene las garras mediovendadas y donde debería tener una cola lagartuna hay un muñón.

 Gurd arrastra más que guía a los dos esclavos que identificaís como los kóbolds que trajisteis de las cuevas inferiores. Una de los cautivos chilla y patalea, intentando escapar de las pesadas cadenas que le llevan inexorablemente hacia el altar. La otra, la más maltrecha, no se resiste, parece como si no tuviera ni energías para eso.

  Los trasgos abuchean y aullan ante los esclavos que van a ser ejecutados.

  - ¡JAJAJA, no os resistáis, venga MIERDAS, avanzad!

 El kóbold que se resiste se intenta escapar aferrándose a una columna para que no lo arrastren hasta el altar, Gurd va para allá para patearle pero la lagartija no afloja su presa en la columna, entonces Gurd da un fuerte tiron de la cadena y lo arranca de la columna de piedra... salpicaduras de sangre caen al suelo al romperse una garas el kóbold al intentar aferrarse, en medio de aullidos de dolor y miedo.

 La mayoría de snagas se ríen grotescamente del comportamento de la lagartija.

Por primera vez Akrate observa el esplendor de la ceremonia desde los primeros sitios. Es cierto que se encuentra sentado en el suelo y no en los bancos de piedra, pero está tan cerca de la tarima que puede observar como el blanco de los ojos de Gums... y la locura, algunos la llamarían fe, que se destila de ellos

Al comentar que "algunos" serán los encargados de buscar el remedio, no puede menos que sentirse orgulloso de la misión que les encomendaron y saca pecho... aunque su ubicación, sentado en el piso de la sala hace que su gesto pase desapercibida para los grandes trasgos que se encuentran a su lado... y comodamente ubicados, mucho más altos que el.

Todo aquello no me interesaba lo más mínimo. Tampoco tener que ir a recoger setas, pero si el precio a pagar por no hacerlo era que me usaran para un sacrificio de pirados, no iba a ser yo quien dijera que no iba.

Por mucho que se pudieran a alabar a dioses, a mí no acababa de gustarme la idea de tener que rezar a alguien cuando mi verde culo peligraba, así que casi prefería ser yo mismo quien se asegurara de tener un buen arma dispuesta para la ocasión.

- Ehh ! Esos son mis kobold! Debería ser yo quien se los cargase.. Si lo sé los traigo muertos..

Esto está mal... No sé porqué... Rendir culto al Oscuro, que no deja de ser un trasgo... tiene algo de patético. Como si retratase el ocaso de una civilización.

...

¿Qué me pasa? Yo antes no pensaba en esas cosas...

Es por la piedra... Ahora que sé que hay algo más grande que todos nosotros soy capaz de comparar. Y en comparación, un rey trasgo no se merece todo esto.

Bueno, ¿y a mí qué? Dios o trasgo, el acto representado es el mismo. Pantomimas y teatralidad, nada más.

 Finalmente los maltrechos esclavos son conducidos hasta el altar y el Hijo de Maglubyet toma la cadena del que fuera, en otros tiempos, un arrogante líder entre los suyos y lo conduce hacia encima del altar. Los acólitos lo sujetan y lo ponen encima del frío bloque de piedra, sin que ese se resista mucho, mientras que el el otro cautivo solloza y aulla ante lo que le espera.

 La tormenta en el exterior se recrudece, los truenos cobran relevancia, haciendo competencia a los gritos y abucheos de los snagas.

 Entonces Gums saca de su vaina la daga usada para ofrecer los presentes al Señor Oscuro. Todo pronunciando en voz alta.

 - COMO HIJOS TUYOS TE MOSTRAMOS QUE HACEMOS A LOS QUE NOS PLANTAN CARA, PARAN CON SU PROPIA VIDA SU DESFACHATEZ, PARA QUE SUS ALMAS PASEN A ENGROSAR LAS FILAS DE TUS ATORMENTADOS.

 Sin prisa el gran trasgo desliza la daga de sacrificios por la piel y escatas del kóbold, despertando agudos aullidos de inmenso dolor al hasta ahora impertérrito cautivo.

 Los acólitos entonan nuevos salmos acompañando el jaleo reinante.

 La sangre del kóbold emana de su cuerpo para besar el altar y gotear por un surco labrado en la piedra.

 Entonces, de forma inesperada un estallido cegador aparece de la parte superior del templo, los alambres espinosos que recorren las picas y se dirigen hacia los pliares se ven sacudidos por chispazo azulado en toda su extensión. Un instante despues un trueno ensordece todo el jaleo... la voz del Oscuro suena.

 - ¡EL OSCURO NOS ESCUCHA, EL OSCURO NOS BENDICE!- Aulla el sumo sacerdote.

 El ritual prosigue al tirar a un lado el cuerpo sin vida del jefecillo kóbold y al pone al otro kóbold, a pesar de sus esfuerzos nada puede hacer para evitar seguir con el sádico espectáculo.

 La cerimonia se prolongo durante un espacio de tiempo difícil de precisar, tres relámpagos sacuden las picas y el alambrado con su energía, tres oraciones son formuladas en lengua antigua. Finalmente el sacerdote, con los antebrazos embadurnados de sangre lanza las últimas palabras.

 - ¡EL OSCURO HA ABLADO, NOS HA DICHO QUE NOS VIGILA, PARA BIEN Y PARA MAL. CASTIGAD A LOS QUE SE OPONGAN AL IMPERIO O PAGAD CON VUESTRAS VIDAS!

 Se da por concluida la oscura ceremonia, los snagas van desalojando el templo, en el exterior la tormenta lanza destellos en los cielos y los truenos reinan en el mundo, pero parece que la lluvia haya cesado.

 Al terminar, cuando la mayoria de los snagas han abandonado el templo, el sumo consejero te mira con atención.

 - El momento de partir ha llegado, no defraudéis al Oscuro. No me defraudes a mí.