Partida Rol por web

Valeria asintió

- Si, estoy mucho mejor. Como ya dije, no era tan grave como parecía. Un poco de descanso y un buen desayuno y puedo ir a donde haga falta.

---Bien, así no tendremos que preocuparnos mas durante el viaje ¿ vamos pues a recoger nuestra "mercancia"?- le comento a Valeria mientras me levanto de la silla y me dispongo a salir para reunirnos con Yami y que nos guie al lugar donde se haya la piedra.

Tras desayunar y preparar vuestros equipajes os preparáis para partir. Según os dijo Yari, había otro portador de una de las piedras que se encontraba cerca, en el pueblo de Dupois, en el principado de Gabriel, y según Yari parecía querer ser encontrado, aunque no podía decir la razón.

Emprendéis vuestro viaje dejando poco a poco atrás el pueblo de Zabil, por delante os queda un largo camino y viajar a otro principado, al menos ahora sois tres otra vez, lo que hace el viaje más agradable.

- Hmmm yo pensaba que aquel gigantón iba a acompañarnos. ¿Solo te ha dicho donde encontrar al otro tipo? -preguntó Valeria a Shalash -Supongo que al menos te habrá dado su fragmento, ¿no?

- Esos fragmentos... - dijo inmiscuyendose en la conversación - Shalash, me puso al tanto sobre ellos el otro día. ¿Son mágicos? Supongo que no los buscaríais si fueran simples pedruscos. -

- Forman parte de algo mágico, de eso estoy segura -comentó Valeria; no sabía que le había dicho Shalash y que había omitido, pero no veía razón para pasarse de cautelosa - Y para ese tal Yari parecía algo "especial", pero desconozco si por si mismos tienen algún poder

--- No, pero dijo que nos llevaria donde estaba, aunque era mejor aprovechar la información que nos han dado y luego volver aqui, dudo que Yari falte a su palabra, no parece de esos- digo encojiendome de hombros mientras  camino con el macuto con mis cosas.

Tras varios días de camino y después de salir del principado de Phaion Ein Seimon y adentraros en el principado de Gabriel acabáis llegando a la ciudad de Dupois, la cual os deja maravillados.

Dupois, la ciudad del cisne blanco, es una deslumbrante urbe que ha ganado un gran prestigio entre los poetas y soñadores de toda la costa del comercio. Situada en un paraje verde llenos de lagos cristalinos, la armonía que se respira en ella es mayor que en ningún otro lugar de Gabriel y casi que en cualquier otro lugar del mundo. La ciudad rinde tributo a la belleza y todos sus habitantes tienen una clara obsesión por la pulcritud y la bello, pasear por sus calles, ajardinadas en las zonas más pudientes, y observar sus construcciones de mármol blanco, puede resultar una sensación casi fantasmal para los que no están acostumbrados a ella. En el centro de esta gran metrópolis hay un gran lago de cisnes sobre el que se erige el Palai Du Blanc, un inmenso palacio de mármol y cristal.

Además de todo esto no hay que olvidar la disposición geográfica de la ciudad de Dupois, en el centro del principado y paso casi obligatorio para ir o salir de Chaville, la capital del principado.

De nuevo en Gabriel. Pensaba que no volvería nunca a aquel principado; demasiados recuerdos dolorosos. Y sin embargo allí estaba, acompañada por dos hombres a los que apenas conocía, buscando a un solo hombre en una ciudad atestada de gente. A veces se preguntaba si es que estaba loca, o quizás desde que escapó de Alberia se había visto envuelta en una locura y ella solo formaba parte de una cadena de acontecimientos más grande. Aquel pensamiento la oprimía, y agarró instintivamente el pomo de su arma, para darse confianza.

- Bueno, ¿por donde deberíamos empezar? Se supone que nuestro hombre quiere ser encontrado, ¿no?

Al llegar a la ciudad Ichiro no podía contener su entusiasmo. Todo en ella le fascinaba, las calles, los edificios de un blanco casi inmaculado; y sobre todo, en inmenso palacio que parecía sacado de alguna antigua leyenda o cuento de hadas.

- Si quiere ser encontrado no habrá problema con que solo caminemos por la ciudad ¿verdad? - dijo sin disimular su intención de ver todo cuanto pudiera, con una amplia sonrisa iluminándole el rostro - La ciudad es maravillosa, pero tengo curiosidad por el lago. Me gustaría verlo más de cerca. -

Contemplo la ciudad con cierto desagrado, la pulcritud del lugar y la elegancia que habia en todas partes le recordaba a su vida anterior y eso no le gustaba, aparte que ahora mismo desentonaban en ese lugar como  manchas en un mantel de lino blanco...

--- No me gusta- digo ante el comentario de nuestro nuevo integrante- No me trae buenos recuerdos, pero no negaré que podemos dar una vuelta mientras buscamos a la persona, es mas, podriamos dividirnos y encontrarnos en el lago ese del que hablas...

- Me parece bien. Supongo que lo normal sería empezar por las tabernas y posadas, a ver si escuchamos algún rumor -comentó Valeria.

De paso, se preguntaba si podría echar el guante a algo. Los gabrielenses solían tener mucho más dinero del que necesitaban; no echarían en falta una o dos monedas.

Tras andar por la ciudad disfrutando la inmensa belleza de la misma no tardas mucho en verte atraído por el lago central y el imponente Palai Du Blanc que resplandece en medio del mismo. El lago de aguas cristalinas y perfectamente cuidado está habitado por bandadas de majestuosos cisnes blancos que se desplazan por el agua de forma coordinada. Muchos habitantes de la ciudad se encuentran aquí disfrutando del día y de las vistas de forma relajada, el lugar inspira orden y paz.

Preguntando a algunos transeúntes descubres que el palacio de mármol y cristal es en realidad una enorme sala de conciertos donde se suelen preparar espectáculos para aquellos que se lo pueden permitir.

Caminas por la ciudad y puedes apreciar que la gente no te mira bien, normalmente no sueles causar buena impresión, pero aquí incluso parece que estas más fuera de lugar de lo habitual, como i la ciudad entera no desease tu presencia. La gente con la que hablas aunque de forma perfectamente educada, consigue encontrar una u otra excusa para no intercambiar más que unas pocas palabras contigo, por lo que consigues poco más que unas leves indicaciones para moverte por la ciudad.

Te adentras en la zona más comercial de la ciudad y por lo tanto algo mas bulliciosa pero aun así perfectamente limpia y ordenada, los habitantes de la ciudad resultan ser muy educados y amigables, por lo que no te cuesta entablar conversación y enterarte de cómo funciona la ciudad. Su principal industria es el soplado de vidrio y cristal y sus vasos y figuras decorativas tienen prestigio a nivel mundial como unas de las más bellas que se pueden encontrar. También es famoso por las "plumas de cisne" un pequeño estilete hueco de cristal lleno de veneno.

El canciller de la ciudad es Jacques Mordaunt, conde de Dupois, al parecer un hombre feo y contrahecho pero con una gran habilidad para la política y la oratoria, se le ve poco en público y para esos compromisos suele delegar en sus apuestos hijos Alphonse y Louis que son la imagen pública del gobierno de la ciudad.

Moviéndote por las calles no te resulta difícil localizar presas fáciles para tus habilidades como ladrona y consigues hacerte con algunas monedas, monedas que te dan ganas de gastar según vas viendo las tiendas colmadas de productos de calidad, ves algunas botas de tacón que podrían sustituir a las tuyas que empiezan a estar gastadas o incluso te fijas en algunas vestidos de fiestas que son más propios de otra época de tu vida, aunque no disfrutabas especialmente con eso actos, no por ello dejaban de gustarte y como te veías con ellos, por lo que te imaginas con alguno de ellos.

Conforme la gente se esta mostrando mas "despreciable" comienzo a sentirme mas molesto, odiaba ese lugar y mas aquellas miradas, sabia lo que significaban y aunque no lo pareciera, me dolia muchisimo verlas en aquellas personas que ni siquiera conocia, solo esperaba que con el tiempo desaparecieran...

La verdad es que su ropa empezaba a estar hecha un desastre; la armadura seguía siendo útil y debajo de la chaqueta se podía esconder, pero el resto estaba algo rota allí donde le habían alcanzado, manchada de sangre y barro, y no le vendría mal una sustitución. Aprovechando las monedas que había conseguido, Valeria optó por hacer una renovación completa de su vestuario, incluyendo una nueva pluma para su sombrero, más colorida y brillante que el penacho mustio y sucio que llevaba. A fin de cuentas, estaba en Gabriel; añadir un poco de calidad y glamour a su indumentaria no estaría nada mal.

Los vestidos le tentaron, pero a menos que tuviese que meterse en algún baile, optó por dejarlos en el apartado de los "quizás".