Partida Rol por web

Arthur y Luna se dirigen al encuentro de Janet. Parece que ya ha conseguido adquirir la obra y por una buena suma tres millones. Esto supone un total de 300.000 para ellos, siempre y cuando el grabado llegue a su sitio.

En ese momento uno de los equipos que han contratado para hacer de señuelo también se encamina hacia el punto de encuentro. Es importante que esta parte del trato salga bien. El señuelo tiene que salir antes que ellos del edificio con un contenedor como el suyo para despistar a posibles incordios.

- Pues de hecho... - dijo Jason mientras le enseñaba las manos a Pancho.

Las tenía cubiertas con unos guantes de caucho de cuyos nudillos sobresalían unas patillas metálicas. Esperó a que Pancho centrase su atención, para dar más dramatismo, y activó el circuito. Unas arcos voltaicos azulados corrieron sobre sus puños haciendo que el hombretón diera un respingo. 

- No debería necesitarlos, pero llegado el caso aquí están - dijo sonriendo. 

Satisfecho tras haber fardado de juguetito se sentó en el asiento del copiloto y echó un vistazo alrededor desde las ventanillas de la furgoneta. Por una lado se aburría un poco de esperar y por otro vigilando se sentía un poco más útil. 

A Pancho lo sobresaltó la repentina descarga que corrió por los guantes, pero tras la explicación de Jason se levantó quedando delante del chico, puso las manos a la altura de su pecho y crujió los nudillos y los dedos. 

-No tienen mala pinta, espero que sean tan efectivos como estos. Soltó Pancho en un tono distendido, alejado de su anterior estado de ánimo mientras realizaba la maniobra con las manos. Bueno, creo que nos toca trabajar. Cuando todo este listo encargaté de dirigirlos hacía aquí y nos pondremos camino del Banco. 

Pancho seguía vigilando la ruta más factible de salida para tomar la dirección del puente. 

Sonrió de manera automática al hombre, y dejó que hablara mientras ella lo radiografiaba. Supuso que habría lucha por la obra, y sin duda así había sido, pero mientras que uno parecía no estar tan interesado y otra tendría claro que incluso la tarjeta de crédito de su marido tenía un límite, era ese hombre de apellido germano quien con mayor ahínco se había resistido. ¿Casualidad? Dejó de creer en ellas hace tiempo, más aún en su oficio. Así que observó cada detalle, la inflexión de cada palabra, su lenguaje corporal... todo aquello que hablara, y que no saliera por su boca

-Quizá porque al igual que usted, herre Göering, soy una apasionada de esa época. Janet Weissmann -se presentó a su vez, remarcando ligeramente y de forma divertida el origen alemán que parecían compartir. Aunque en su caso de la pequeña Alemania

Una llamada al móvil del Sr. Göering interrumpe la conversación. Él saca el móvil y se aleja unos metros para atender al otro lado de la línea a la vez que te ofrece una disculpa. Al teléfono, conversa en alemán. Intentas prestar atención a lo que dice, y únicamente logras entender cómo le explica a un tal Markus que no ha podido hacerse con el grabado, antes de desaparecer.

Pronto, una marea de gente proveniente de la subasta llena el lugar, a la vez que tus compañeros también hacen acto de presencia. Parece que todo está listo para trasladar el grabado.

Os reencontraís con Janet en medio de una sala abarrotada de gente. Porta el grabado en sus manos. Es hora de ponerse en marcha.

Subís todos al furgón con Pancho frotándose las manos antes de agarrar el volante. Disponéis de unos veinte minutos antes de llegar al río, así que tenéis tiempo en la parte trasera para preparar un paquete falso para el banco, por un lado, y meter el grabado en un recipiente hermético, por otro.

No hay mucho tráfico, así que Pancho se toma la libertad de encender la radio. La música y acompaña el resto del viaje por las calles de Nueva York mientras el puente asoma al fondo. Ya casi lo habéis conseguido.

El Puente de Queensboro se eleva un centenar de metros sobre la superficie del agua y está dividido en dos tramos, separados por la Isla Roosevelt. El tramo oeste mide trescientos cincuenta metros, mientras que el tramo este mide tan sólo trescientos. Tal y como la cita estaba prevista, un pequeño yate de recreo se acerca a la sección oeste del puente río arriba. Es el momento de lanzar el grabado.

Pancho conducía tranquilo sin perder de vista los retrovisores, no quería que una posible sorpresa arruinara toda la misión. Puso la radio, pero a un volumen que les permitiera oír lo que sucedía fuera, para distraerse un poco. El puente se podía ver a lo lejos y de momento no habían tenido ningún percance. 

-Estamos cerca, cuando lleguemos detendré el furgón y alguien deberá tirar el paquete. No quiero estar parado durante mucho tiempo, así que necesitamos que sea una maniobra rápida. 

Pancho no confiaba en el viejo rico, un trabajo tan fácil por ese dinero. Algo no cuadrada. 

Arthur cogió la caja del grabado cuando Pancho les aviso de que estaban llegando al punto de entrega. De momento todo estaba saliendo muy bien. Si todo iba a sí estarían en casa para la cena y con un buen pellizco a pesar de los gastos que habían tenido para aquella misión.

El furgón se paro en el lugar acordado y Arthur agilmente se acerco al borde del puente para lanzar la caja como habían acordado. Abajo recogerían el paquete y ellos solo tenían que continuar su camino.

— Listo vayamos hacia el banco. 

-Parece que todo va según lo planeado, chicos -comentó, sin quitar ojo a cuanto podía ver desde su posición en la furgoneta. De hecho, en principio, ya habían terminado el trabajo. Habían llevado a cabo la tarea tal y como se les había pedido, y no tenían por qué hacer nada más, salvo volver a su casa y continuar disfrutando de unas buenas pizzas. Una sonrisa comenzó a iluminar lentamente el rostro de Janet

-Adivinad por cuánto se ha vendido la pieza... -hizo una pausa dramática, mirándolos a todos uno por uno. -¡Tres millones de dólares! -soltó, elevando las manos cuanto pudo y cerrando un puño en señal de victoria. Estaba claro que habían pegado un señor pelotazo, y sus cuentas corrientes tendrían un bonito subidón en cuanto se les ingresara la pasta

- Entre 62 y 72.000 por cabeza cuando quitemos los gastos - dijo Jason al instante con una sonrisa - No está nada mal por un paseo - dijo estirándose en el asiento del copiloto como un gato perezoso.

- Debo decir que esperaba algo más entretenido, pero bueno, casi que mejor así - dijo encogiéndose de hombros - Hay que hacer más tratos con este tío.

Arthur estaba intranquilo, aquel asunto no olía bien y no solo por el barco basurero que estaba pasando justo en ese momento bajo el puente.

— Compañeros. lleguemos al banco al menos antes de cantar victoria. Todavía no hemos acabado.

Hacía poco tiempo que se vio envuelto en aquel turbio asunto del intento de asesinato. Desde entonces habías aprendido a no confiar en nadie hasta que todo hubiera acabado. Aquel enigmático trabajo acompañado con una suma exagerada de dinero, no era para estar tranquilo.

Todo iba según lo acordado. Demasiado sencillo, hasta ahora. Luna veía por las miradas de sus compañeros que todos tenían la misma sensación de intranquilidad. Cuando se abrió la puerta del furgón la chica aprovechó para echar un vistazo al exterior. En cuanto volvió Arthur de lanzar el grabado, cerró el portón.

Había permanecido en silencio pero en alerta durante todo el trayecto hasta el puente. Presionó el intercomunicador para ponerse en contacto con el furgón señuelo.

– Equipo 2: ¿Cuál es vuestra posición?- preguntó al mismo tiempo que miraba su reloj.  –¿Pancho cuanto falta para llegar?- le inquirió sin utilizar el intercomunicador, esta vez.

Se acercó a una de las rejillas que habían preparado en los laterales para ver el exterior.

Pancho escuchó a Janet y se le estaba haciendo la cabeza un lío de números hasta que Jason le dio la respuesta sin pedirla, agradeció poder volver a concentrarse en la carretera. Seguía sin fiarse del viejo, en eso pensaba como Arthur, y él parecía un tipo inteligente, así que siguió conduciendo hasta que Luna le preguntó sobre el viaje. 

-En condiciones normales no más de una hora, si el tráfico nos respeta. Le contestó antes de volver a mirar por el retrovisor, le pareció haber visto algo. 

Tus años viviendo en la Reserva te entrenaron a tener buena vista. De ello dependía detectar comida o amenazas en la distancia. Ahora, oteando desde el puente, logras ver sobre la cubierta del yate, a lo lejos, un sonriente Sr. Butter que alza una copa en dirección vuestra y luego da un trago.

No logras ver gran cosa por el retrovisor, más allá del tráfico habitual cruzando el puente.

Cuando os estáis alejando del puente, solapando al lejado ronroneo del motor de la lancha, aparecen varios zumbidos más. De un lateral del río, ocultos entre las sombras y la vegetación, aparecen tres motos acuáticas y una lancha rápida que abren fuego contra la lancha y el yate. El capitán del yate cae abatido casi al instante, mientras que el tipo sobre el yate corre a ponerse a cubierto. Una de las motos alcanza rápidamente el paquete con el grabado y, con un hábil giro de ciento ochenta grados, pone rumbo a la lancha rápida para marcharse.

Logras ver, además, que los tipos que van sobre las motos de agua llevan trajes de neopreno y van armados, con lo que parecen ser, subfusiles. No logras distinguir quién va sobre la lancha rápida, al estar más lejos esperando. El Sr. Butter deja caer la copa sobre la cubierta y corre a ponerse a cubierto.