Partida Rol por web

Todo el equipo pudo disfrutar de una ducha refrescante y de un cambio de ropa. La anterior estaba casi directamente para tirar a la basura.

Con la ayuda de Pancho y Arthur, Jason pudo terminar de fotografiar el diario. Al final tuvo que optar por fotografiar las páginas a pares (abriendo el diario), pero la resolución era buena y el guardado fue ejecutado a la perfección. Tenían una copia del diario por si algo salía mal. Incluso le dio tiempo a ducharse.

Una vez preparados, los cinco accedieron a la suite presidencial del Hotel donde Marilyn les dio la bienvenida y les hizo pasar. Una enorme estancia cuidada con todo detalle para maximizar la comodidad y la experiencia del huésped. En un pequeño salón, se había preparado una cena frugal con todo tipo de pequeños platillos delicatessen que podían degustar. Era bastante tarde para una cena en Paris -pues sería cerca de medianoche- pero el Hotel se distinguía por atender a sus huéspedes en lo que necesitaran fuera la hora que fuera.

Marcus observaba la noche parisina desde el ventanal, aunque cerca de la esquina. La suite tenía unas excelentes vistas al Museo del Louvre, el Sena y la Ille-de-France.

Al sentir la presencia del equipo, pareció suspirar de forma nostálgica un momento, como perdido en sus pensamientos y luego se giró a los presentes.

-Por favor, sentaos y disfrutad de la cena. Desde luego no esperaba recuperar el diario tan rápidamente, pero, por lo que he entendido, no sólo ha sido recuperado, sino que hemos frustrado los planes de los Hijos del Tercer Reich. -hizo una mueca de desagrado, para luego mirar las miradas del equipo. Debió darse cuenta que reinaba cierta "tensión" en el ambiente, porque su gesto se relajó e incluso se permitió una breve sonrisa.

-Igual tenéis preguntas que hacerme... espero poder saciar vuestras dudas...

A ninguno se le escapó la cara de extrañeza de Marilyn, que parecía algo perdida en ese punto.

- PSSSSSSST- se escuchó desde la parte de atrás del grupo.
Las cabezas giraron y vieron a Jason, congelado en el sitio con una estatua, con expresióin asustada, la mano puesta en la anilla de una lata de Monster recien abierta.

- Perdón - dijo en voz baja - seguid seguid -

Se deslizó hacia uno de los sofás de la suite y se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en el asiento.

Aunque Janet había pasado en el baño un tiempo sorprendentemente largo, Luna pudo darse una ducha larga y reconfortante, que la ayudó a liberarse de toda la tensión del día. El agua que se colaba por el sumidero iba tan sucia, que la cazadora se preguntó si se atascaría y rezumaría por algún otro baño. Por unos segundos, sonrío mientras se apretaba el pelo para escurrirlo, imaginando los baños de algún tipo vomitando mierda. Claro, que era consciente de que aquello era muy poco probable. Los hoteles pijos no fallaban así.

Luna entró en la habitación, seria pero más tranquila y miró con cierto disgusto los platillos que les habían preparado. Canapés pijos con mucho trabajo pero que más que quitar el hambre provocaban más. Entendía que, a aquellas horas era imposible cenar decentemente, pero con el hambre que tenía hubiese preferido algo de comida grasienta y nada de calidad, como un kebap o cualquier cosa de un supermercado 24 horas. Mientras pensaba eso, el ruido de la lata de Jason le trajo de nuevo a la realidad y miró a Butter. De pie, apoyada a la pared y con los brazos cruzados, esperó a que otro hablase, porque si lo hacía ella lo mismo tenían problemas.

—Igual tenía que habernos contado algo—señaló a Marilyn con la cabeza, que parecía profundamente confundida, por lo que decidió indicárselo con sutileza— Y parece que a ella también. Lo merece dado que casi la palma por usted.

Una cosa era las intenciones, y otra las acciones...

Janet se presentó en la suite con un vestido de volantes verde. Llevaba tiempo sin gustarse y pensó que ese conjunto combinaba elegancia con cierta movilidad. Además, ¿no habían dado las 12 y estaban en una suite en París?

—Tiene un auditorio completo para escuchar sus respuestas, señor Butter —dijo Janet mientras extendía los brazos para abarcar a todos los presentes—. Si quiere una sugerencia, desde esta noche ha aumentado el interés por esa figura que aparece en el cuadro y que guarda cierto parecido con alguien de esta habitación.

Ante las menciones de Luna y Janet, Marcus sólo pudo elevar los hombros y sonreir levemente, como si fuera un crío al que le han pillado robando una piruleta.

Pero Marilyn seguía en ascuas y casi enfadada por no entenderlo.

-¿Qué ocurre Marcus? -comentó nerviosa- ¿Qué le pasa al cuadro? -miró a los miembros del equipo e hizo un gesto para que se lo dejaran ver*.

Miró el cuadro... luego miró a Butter, volvió a mirar el pequeño cuadro y finalmente abrió mucho los ojos llevandose una de las manos a la boca.

-E-eres tú. Tú... tú eres el Judío Errante...

El multimillonario asintió levemente y luego suspiró volviendo a elevar los hombros.

-Así es. Yo soy José Cartafilus, el judío eterno. Nacido dos años antes de nuestro señor Jesucristo, al cual injurié y golpeé con mi vara y por lo que fui castigado duramente. Han pasado muchas vidas desde entonces y ya tan sólo soy capaz de atrapar algunos fragmentos de recuerdos, aunque son peores mis pesadillas donde revivo los peores momentos de mi larga existencia como si acabaran de suceder. -hizo una pausa. Su mirada era triste, no parecía orgulloso de ser quien era.

-Te pido perdón Marilyn... a ti y al resto de Hermanos de la Alianza. También te pido perdón a ti y a los tuyos Janet. -dijo con aparente honestidad paseando su mirada por todos los presentes- Sólo diré, que en mi experiencia, la revelación de mi verdadera identidad siempre causa un gran mal seguido de caos y muerte, por lo que he intentado mantenerlo lo más secreto posible. -sonrió de nuevo, pero esta vez de forma amarga, acercándose a Marilyn y tomando el cuadro de forma gentil. Al ver su propio rostro en el cuadro hizo una mueca- Cuando llegamos aqui, sabía que esto terminaría ocurriendo pero... Supongo que no pude evitar que mi amigo Lepaulle me hiciera este retrato. Se había convertido en aquel entonces en un famoso autor y hubiera sido más extraño negarme. Supongo que fue un error... como tantos otros que he cometido. -su mirada se perdió un momento en el infinito, pero sólo fueron unos segundos. Suspiró.

-Pero lo importante es que han recuperado el Diario. No puedo más que compartir su contenido con todos mientras degustan la cena. Espero encontrar en él, el recuerdo que no llega a mi mente y que llevo toda una vida intentando recordar. El lugar donde escondí el Grial. -hizo un gesto para que le entregaran el libreto y otro para que empezaran a degustar el contenido de la mesa...

Para todos los presentes, fue evidente el pesar y el arrepentimiento que parecían hacer presa del judío eterno.

Marilyn se quedó pensativa un momento. 

-Lo... entiendo. Entiendo porqué mantuviste tu identidad en secreto... sobretodo con esos desgraciados pisándonos los talones. -Marcus asintió agradecido porque la que había sido su compañera de fatigas en aquellos últimos tiempos, lo comprendiera.- Aunque no deja de ser... bueno, supongo que a nadie le gusta que le oculten cosas.

—Hay cosas peores que pegar a alguien con un palo— gruño entre dientes pensando que el dios de aquella gente era más cabrón y cruel que ninguno de los de sus antepasados— pero pocas peores que ser inmortal

Por un momento, la joven pensó en añadir que no tenían porque haberse dado tanta prisa en sacarle de esa ratonera nazi, pero consiguió refrenarse. Al fin y al cabo, tampoco era algo que se pudiese decir alegremente. De hecho, si se lo hubiese dicho a principio, no le habría creído. Luna podía ser supersticiosa, pero todo tenía un límite, y presentarse diciendo que eres inmortal, superaba con holgura el nivel. Como tampoco creía que se hubiesen cargado a todos los nazis en aquellas alcantarillas.

—¿Y para qué quieres el Grial? Marilyn dijo que era para que otros no buscasen la inmortalidad, pero visto lo visto, quizás haya algo más en la historia— la chica se quedó unos segundos mirando a Butter, tratando de procesar mentalmente todo eso de que era un inmortal y levantó las manos. Estaba claro que aquello no era lo suyo— Sin acritud. 

Arthur se quedó como nuevo después de la ducha, y decidió que varias de sus prendas ni siquiera pasarían por la lavandería, sino que se irían directamente a la basura. El olor le traía malos recuerdos, de los meses que pasó como un fugitivo y de las pocas ganas que tenía de volver a dormir en los lugares en los que había tenido que hacerlo. "Nunca más", se dijo.

Por eso se esmeró en afeitarse, peinarse y oler bien; eran más las ganas de estar bien consigo mismo que de quedar bien con Butter. Aún así, cuando vio a Janet se dio cuenta de que Butter iba a quedar impresionado: su jefa tenía un aspecto increíble.

Tenía hambre, así que estaba expectante: no sólo le intrigaba lo que su patrón tuviera que decirles, sino que, cuanto antes terminara, antes podrían comer algo. Pero la revelación de Butter cayó como una bomba. Arthur ahogó una palabrota y se quedó con la boca abierta. En su cabeza se fueron agolpando imágenes: el calvario, la Cruz, los romanos... ¿La Edad Media? ¿El viaje de Colón? ¿Realmente tenía Butter dosmil años? ¿Por qué no le habían perdonado?

Miró a Butter a los ojos. Parecía un hombre arrepentido; y en dos milenios daba tiempo para hacer muchas cosas de las que tener que arrepentirse.

Algo de todo aquello le resultaba extraño a Arthur; es decir, más extraño que la idea de un hombre condenado a la inmortalidad. Por lo que él sabía de religión, los pecados se le perdonaban a quienes se arrepentían, y Butter lo había hecho. Incluso aceptaba a Jesucristo como su Señor. ¿Qué más hacía falta para que le perdonase? ¿Un acto de contrición?

La pregunta de Luna arrancó a Arthur Kronin de sus pensamientos con tanta brusquedad que casi dio un respingo.

-¡Quiere que le perdone! - exclamó, antes de añadir en un tono más tranquilo - Es eso, ¿verdad?
Cree que Dios le perdonará si encuentra el Grial.

El Monster le había despertado el hambre. Mientras los demás hablaban se levantó en silencio y se acercó a la mesa de los canapés. Escudriñó rápidamente los materiales y concluyó que podeía hacerse lo que él llamaba un "especial de queso con jamón".

Cogió cuatro lonchas de queso curado y las juntó de dos en dos, colocando algunas migajas de pan tostado entre cada pareja (las migas aumentaban el coeficiente de fricción y mantenían las lonchas de queso juntas). A continuación seleccionó tres tipos diferentes de fiambre diferentes y alternó dos lonchas de cada uno de ellos, colocando de forma alternada mermelada de cebolla y paté. Partió un par de lonchas de cammembert y finalmente seleccionó unas aceitunas deshuesadas a las que, dándoles un pequeño corte, "desenrolló" hasta conseguir varias tiras.

Con todos los ingredientes preparados, colocó una servilleta de tela y empezó a montar su obra. Dos de las lonchas de queso curado con migas de pan, las dos lonchas de cammembert, el fiambre alternado con paté y mermelada, las aceitunas y finalmente las otras dos lonchas de queso curado con migas de pan. Dobló la servilleta sobre el resultado, dio un bocado y asintió.

Mientras degustaba su creación paseó por la habitación despreocupado y se paró delante de la ventana a echar un vistazo al exterior.

Pancho se mantuvo callado ante el cruce de palabras entre sus compañeros el judio.

-A mi el cuate me parece sincero. -comentó por lo bajo a los demás, para luego elevar los hombros.

Viendo que Jason se acercaba a la comida, él también miró a todos sitios y también le acompañó. Le rugían las tripas.

Ante la pregunta de Luna y los comentarios de Arthur, Marcus volvió a suspirar, sonriendo de forma triste.

-Eso no es tan fácil de responder. Debéis tener en cuenta que el Grial es una reliquia divina. El lugar donde se realizó la primera transustanciación... Ese objeto dejó de ser un simple cáliz para convertirse en el receptáculo de la sangre del Hijo de Dios. En malas manos, puede traer la ruina. Yo sólo lo quiero para completar mi destino pues... y en cierto modo el señor Kronin tiene razón, en estos últimos tiempos se me ha revelado mi destino... tras dos mil años de castigo. Y eso es lo que pretendo hacer con él. Ni más, ni menos. -elevó los hombros.

-Una vez alcanzado, el Grial pasará a manos de Marilyn y de la Alianza, que se dedicaran a su custodia y a ponerlo lejos de las manos de gente como los Herederos del Tercer Reich. Si seguís adelante, ese será mi encargo para vosotros: que os aseguréis de que conseguimos el Grial, que yo pueda realizar lo que me ha sido revelado y, por último, que el Grial acaba en manos de Marilyn. Puedo aseguraros que después de este encargo tendréis tanto dinero que podréis dedicaros a descansar por una buena temporada... o incluso retiraros. -la mujer rubia asintió y miró expectante al resto, esperando que siguieran "en el barco".

-Y ahora, por favor, comed y bebed. Seguro que lo estáis deseando. -comentó con una sonrisa amable, mientras veía cómo Jason y Pancho ya habían cogido la delantera. El más joven se puso a mirar por las ventanas*.

Dicho aquello, y una vez que todos se dispusieron a comer, Marcus tomó el diario y comenzó a leerlo en voz alta.

"Mi nombre es José Cartafilus y soy inmortal a causa de mis pecados..."

Al menos, el diario empezaba tal y como Janet había logrado traducir. A continuación, el judío errante comenzó a leer la primera de las entradas del diario, datada en 1095, cuando comienza la primera Cruzada, momento en el cual parece grabarse en su memoria por la guerra que supone sobre su tierra natal. Para él es una catástrofe donde pierde seres amados, un momento triste que le emociona. José tiene que detenerse al leer y contener lo que esas palabras evocan en su memoria.

No fue el primero de los momentos dolorosos que tuvo que recordar el lector, asi, fecha tras fecha, José va saltando a través del tiempo... a veces sólo es un breve testimonio de personas que quiere hacer pervivir en su memoria, otras veces son sólo reflexiones ante un evento señalado, las continuas Cruzadas que le hacen irse de su tierra y viajar por el resto del mundo conocido,  o la llegada de la Peste Negra, o la caída de Bizancio o el ascenso del renacimiento cultural italiano pasando por el descubrimiento de América. Cartáfilus lleva una vida itinerante en la mayor parte de los pasajes, siempre en movimiento, siempre testigo o pequeño protagonista de algunos sucesos.

Son varias las veces que se detiene un momento y su vista parece perderse en esas evocaciones. Todos comprueban que hace verdaderos esfuerzos por continuar sin dejarse embargar por las emociones que todo eso le provoca.

Todos terminan de cenar y el relato continúa bien entrada la madrugada. El cansancio se apropia de sus cuerpos, pero escuchar esos pedazos de historia provoca en los presentes una atención casi mágica... como si estuvieran bajo el influjo de alguna clase de sortilegio.

Es entonces cuando llegan a principios del s. XVI. Entonces a Cartafilus parece iluminársele la cara.

"Abril del año 1509

He viajado hasta Roma para reencontrarme con mi buen amigo el pintor. Ha encontrado un sitio fabuloso para esconder el Grial y tras escuchar su sugerencia he aceptado. Ya está en el lugar seguro y allí permanecerá hasta la próxima era. Cuando lo necesite, el propio Dios me señalará dónde se encuentra."

José se queda meditando un momento. Sus ojos se abren de par en par y finalmente sonríe de forma cansada... parece que ha encontrado lo que busca...

Poco a poco, Luna iba bajando la guardia hasta que, sin darse cuenta de ello, se encontró sentada en el suelo, con las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en la mano. Los ojos abiertos igual que cuando era pequeña y la contaban alguna historia asombrosa. Y aunque no estaba tan vinculada culturalmente como otros con las leyendas judeocristianas, lo cierto es que aquella era igual de interesante. O incluso más, porque al fin y al cabo, no era una leyenda, sino una realidad que estaba viendo, tan claro como el yeti de las montañas.

—¿Y qué lugar podría...?— Luna se quedó unos segundos en silencio, tratando de recordar lo poco de lo que se había ido enterando por alguna película o historia que había oído y de pronto ladeó la cabeza, como si acabase de comprender algo.

Arthur aceptó la invitación de Butter... o de José Cartafilus, claro: aunque se le hacía raro llamarle así. En cualquier caso: tenía hambre, así que se sentó dispuesto a ponerse tibio de canapés. Mientras picoteaba fue escuchando el relato de su cliente, y, poco a poco, cayó fascinado por la historia hasta que se olvidó de la comida por completo. Aquella historia era, simplemente... increíble.

Más allá de promesa de un pago capaz de jubilarles anticipadamente, a Arthur le atraía el formar parte de esa aventura única, y el saber que estaban haciendo lo correcto: si evitaban que los nazis accedieran al Grial, estarían salvando el mundo. Sólo con eso ya estaría dispuesto a darlo todo en aquella misión.

No pudo evitar preguntarse cómo estaba tan seguro José de dónde se encontraba la reliquia...

- ¿Y por qué no destruirlo? - preguntó Jason sin dejar de mirar por la ventana.

- Quiero decir - continuó volviéndose para mirar al millonario - Si el único objetivo de la Alianza es custodiarlo para que no caiga en malas manos...bueno, la mejor manera de que algo no caiga en malas manos es que ese algo no exista. ¿No? ¿O sirve para algo bueno? ¿Qué podría pasar si cae en malas manos? -

Hizo una pausa. Suponía que la idea de destruirlo no iba a gustar, pero aún no sabían con qué tipo de artefacto se la estaban jugando.

- No se lo tome a mal, ¿eh? Entiendo que es una reliquia histórica y sagrada y todo eso, pero si no hace nada bueno... no sé... me parece que es como tener guardada una granada de la segunda guerra mundial con el explosivo intacto, tiene su valor histórico y tal, pero igual te revienta en al cara - terminó encogiéndose de hombros.

Janet estaba completamente entregada a la narración de Butter. Con las primeras palabras del judío se sirvió una copa de vino y llenó su plato de varios canapés. Pasados los minutos y las épocas, todo seguía intacto, el rostro de Janet estático, su espalda encorvada hacia el narrador, el plato lleno de comida y su mano abrazando la copa de vino. Con cada salto entre acontecimientos, Janet se sentía acongojada, pues no alcanzaba a distinguir qué valor podía tener su vida frente a la existencia milenaria de Butter/Cartáfilus. Ese ser mitológico acababa de destrozar la forma en la que Janet había concebido su mundo.

Cuando Cartáfilus interrumpió la narración y sonrío, Janet ni siquiera se escuchó gritar "¡Dónde!". Tampoco sintió cómo el cristal de la copa de vino se fragmentaba entre sus dedos.

Ante la interrupción de Jason, la rubia negó con la cabeza y Marcus se detuvo un momento en su lectura.

-Pero es que también puede servir para hacer cosas buenas. Y ese es el objetivo de la Alianza. Preservarlo y estudiarlo para ver en qué modo puede ayudar a la humanidad. No por nada, debes darte cuenta que es un objeto tocado por Dios ¿Realmente crees si acaso que pasará si intentamos destruirlo? -comentó con una sonrisa y elevando los hombros. Estaba claro que la mujer era una ferviente creyente, o al menos creía en la naturaleza sobrenatural del objetio y las consecuencias que podría tener siquiera intentar manipularlo.

El judio errante asintió y prosiguió la lectura.

Al escuchar las palabras de Cartófilus, Janet, Arthur y Luna mantuvieron estas en la cabeza asociando cosas:

Roma... año 1509... un famoso pintor... el propio Dios señalando el lugar....

Y entonces a los tres les vino la misma imágen: