Partida Rol por web

Una tenue sonrisa se dibuja en mi rostro una vez Freya me da la espalda, regresando al campamento, cerca del fuego. Una sonrisa mucho menor, y menos alegre, que la que mostraba mientras ella me miraba. He tratado de calmarla cuando no estoy yo calmado, de buscarle algo de reposo cuando no me veo capaz de concedérmelo a mí mismo. Porque, a pesar de las tranquilizadoras palabras de Asdra acerca de la escasa probabilidad de la intervención de Nimble en todo este asunto, a las cuales por alguna razón concedía cierto crédito, todo sigue siendo demasiado incierto.

De modo que, tras las rudas, y al mismo tiempo cariñosas, maneras de Freya, golpeando sin fuerza mi cuerpo y colocándome la capucha, me giro y camino hacia la zona más apropiada para vigilar, donde Asdra espera sentada en la roca que le indicara anteriormente.

Gracias, Asdra... -Digo escuetamente al alcanzarla, dejando claro que ese breve instante, a solas con Freya, era importante para mí.

Me dejo caer lentamente sobre una roca cercana a ella, de costado, dejando la oscuridad a mi derecha y el campamento a mi izquierda, con Asdra de frente. Apoyo mi espada en la roca a mi diestra, lista para ser extraída de su vaina a la menor indicación de peligro. Por el contrario, a mi siniestra dejo el carcaj, del que extraigo un proyectil clavándolo en el suelo, con el arco a su lado en el suelo. Si algo surge de la oscuridad, no tendré tiempo de tensar el arco antes de tenerlo encima, de modo que la espada será el recurso más fiable. Por el contrario, si algo surgiera en el extremo opuesto del campamento, el arco sería la mejor manera de cubrir a nuestros compañeros.

No es demasiado complicado, las tácticas de supervivencia raramente lo son. El sentido común suele decidirlo todo...

Si surge algún contratiempo, yo te cubro y tú corres a despertar a los otros, ¿de acuerdo? -Propongo lanzándole una mirada amigable, mientras saco un pequeño rollo de piel y lo abro, extrayendo mi pipa y llevándomela a la boca, mientras saco de un pliegue algo de tabaco y comienzo a prepararlo para fumarlo con calma- Hmmm... Dime, Asdra, ¿conoces bien a ese Heinrich? -Digo afanándome en rellenar el hornillo de la pipa, tratando de hacer ver que la pregunta es casual, o al menos no tan intencionada como lo es realmente. A fin de cuentas, parece que una recompensa pesa sobre mi cabeza, de modo que no es tan raro mi interés- Se cuentan historias acerca de él, y no coinciden demasiado con eso que has dicho de que es un hombre "honorable"...

  La chica había esperado pacientemente a que el explorador despidiera a Freya, sabía que esos no eran sus asuntos y que mientras no creasen problemas al grupo estaba mejor dejar que las cosas pasaran así. Desde su roca observaba entretenida el cielo nocturno tratando de dejar un poco de lado las preocupaciones anteriores pero sin bajar la guardia del todo, en verdad era una hermosa noche de primavera y pese a que se encontraran allí por negocios no era complicado sentirse cómoda en aquel ambiente.

  Cuando Aldar se la unió esta se encontraba comprobando el filo de su daga mientras vigilaba los alrededores, las primeras palabras del explorador fueron algo inesperadas así que la reacción de respuesta se limitó a un "de nada" bloqueado en la garganta y un movimiento de cabeza acompañado por una leve sonrisa. Tras ello siguió con la mirada el pequeño rito de preparación de su compañero, estaba claro que sabía lo que hacía y que no era la primera vez que se encargaba de algo así, cuando este le comentó como debía de reaccionar en caso de apuros demostró que estaba conforme y que entendía de lo que hablaba pero aún así permaneció en silencio hasta que recibió una pregunta más directa acerca de alguien que estaba claro que estaba muy presente en los pensamientos del grupo en esos momentos... Heinrich, ni más ni menos.

  -Heinrich... en verdad dudo que alguien lo conozca del todo bien a parte de él mismo.- Espero por unos momentos para reincorporarse en la roca y guardar de nuevo la daga en su vaina buscando una manera más cómoda de poder seguir con la conversación con Aldar. -Por mi parte solo se que me acogió cuando era pequeña, mi madre era una de las prostitutas que trabajan para él, pues como ya debéis de haberos supuesto controla todo lo que ocurre en las zonas bajas de la ciudad y puede que incluso en otras zonas también... Supongo que el único motivo por el que no acabé siguiendo los mismos pasos que mi madre o los de una camarera de alguno de sus locales fue simplemente que creyeron que podía ser más válida para otras labores y por ello empecé a trabajar con Longbert... hasta ayer.- Ahí hubo otra pausa, Longbert había sido de alguna manera quien les había metido de manera indirecta en todo aquel lío cuando los contrató como escoltas para llegar a Saduj y estaba claro que por el modo en el que los había tratado a todos y especialmente a Asdra resultaba complicado que hubiera alguna clase de vínculo afectivo entre ambos, pero pararse a pensar en lo que había sido de su camarada la afectó lo suficiente para retomar la historia por otro camino.-...Él tiene su manera de hacer por la cual se le podría considerar despiadado y cruel, como ya dije antes, pero lo hace para mantener el orden entre los suyos y quienes trabajan para él por eso tengo la certeza de que mientras estemos realizando esta encomienda no levantará su mano contra nosotros y si cumplimos con lo que ha pedido dad por hecho que pagará sus deudas e incluso más si se siente especialmente satisfecho. De haber problemas estos se tratarían después del modo en que creyera conveniente ya que tampoco le gusta dejar cabos sueltos...- Por un momento pareció que iba a continuar hablando, pero en su lugar la joven bajó la mirada y se paro a observar el pasto bajo sus pies sin dejar muy claro si esperaba una respuesta o si daba por zanjado el tema.

Atiendo a las explicaciones de Asdra sin permitirme mirarla directamente más que en breves instantes separados en el tiempo. Mi deber principal es observar la oscuridad, a pesar de necesitar conocer la veracidad de sus palabras. Mientras habla, termino de encender la pipa y doy varias bocanadas de la misma, disfrutando de ese aroma que se interna en mis pulmones, ese que queda prendido en mi aliento y que, recientemente, he descubierto que trae agradables recuerdos a la mujer que descansa en el campamento junto al fuego.

Lamento decirte esto, Asdra, pero lo que yo he oído dista un poco de tu experiencia con él. -Le digo con escaso tacto, pero visible sinceridad, a pesar de ocultar mis fuentes- He oído historias de gente que trabajó para él, cumplió el encargo, y a pesar de ello sufrió un cruel destino a sus manos. Comprenderás que, más en mi delicada situación, esté preocupado por ello... -Comento en un vago intento de tirarle más de la lengua.

  Escuchando la respuesta de Aldar, Asdra fingía distraerse dejando colgar sus piernas a peso desde la roca, seguía con la mirada baja cuando dejó escapar unas palabras. -Y seguramente tu postura sea la más sabia, el fue quien se aseguró de que durante mi niñez pudiera sobrevivir y apartarme de las calles más adelante pero eso no quiere decir que piense ingenuamente que se trate de alguien de a bien. Como te digo tiene su propio código y ambiciones y es por eso que dicta como deben de hacerse las cosas y castiga de modo atroz a quienes no respetan lo primero o a quienes se interponen contra las segundas. No puedo hablar por aquellos que hablas ni mucho menos decir que mienten, pues sospecho quien puede ser una de esas persona, yo solo hablo por como ha sido lo que ha tratado conmigo y las personas de mi entorno.- Al terminar aquello detuvo sus piernas para levantar la cabeza y mirar directamente al hombre de la pipa. -Por favor, no tomes esto como que me quiera desentender de aquellos que no se encuentran en ese círculo, no apruebo en absoluto lo que hizo con Freya... al igual que muchas otras cosas... Lo mejor será que acabemos esto cuanto antes y que cada uno regrese a su camino.-

  Tras las palabras de Asdra se formó un silencio por unos momentos mientras ambos se mantenían la mirada hasta que un susurro en la lejanía hizo volver a los dos la vista en dirección al campamento. Apenas lograban entender lo que transmitían aquellas palabras, pero no cabía duda de que venían del mismo sitio en el que sus compañeros dormían.

Las explicaciones de Asdra no me ofrecen demasiado, la verdad. Al menos, logro explicarme esa doble cara, ese contraste entre las historias que me han llegado por una parte y las que me llegan por otra. No hablan de hombres distintos, sino de experiencias diferentes con el mismo hombre. Un ser brutal y despiadado que, sin embargo, es capaz de hacer el bien por alguien si responde a sus intereses.

Aunque eso hace que me pregunte qué interés tiene realmente en Asdra...

Sin embargo, sosteniendo la mirada de la mujer, un sonido en la distancia hace que eso carezca de importancia. Palabras, en un susurro ininteligible. Y lo que me hace reaccionar de forma más apresurada, es el origen. De nuestro propio campamento. A pesar de valorar en mi cabeza la posibilidad de que Avlin pueda estar desvelando a alguno de nuestros compañeros con alguna historia de su verborrea habitual, eso no impide que coja con firmeza mi espada, introduciéndola por mi cinturón, y me cargue el carcaj a la espalda a toda velocidad. Arco a la mano siniestra, flecha a la izquierda, una significativa mirada a Asdra solicitando que permanezca a mi espalda, y avanzo hacia el campamento con decisión, la cuerda del arco tensa, dispuesto a usarla en cualquier instante.

  Una vez que Aldar y Asdra quedaron al tanto de la situación la labor de Avlin quedó reducida a acostarse y descansar, al parecer Aldar y Freya quisieron un momento de intimidad y quedaron en una parte alejada hablando, por suerte fueron lo suficientemente considerados como para hacerlo en un tono que no molestase para que el gnomo pudiera realizar sus rituales previos al sueño que pensaba tomarse en unos instantes...

*******

  En cuanto cerró los ojos, Avlin no tardó mucho en caer dormido, las luces se apagaron y su merecido descanso le llegó al fin... O eso creía pues poco a poco un sonido fue ganando intensidad, al principio no tenía muy claro de que se trataba pero no tardo demasiado en caer en la cuenta de que era en verdad se trataba del murmullo del agua... y nada más, aquello era extraño, si en verdad estaba despierto debería de poder alcanzar a escuchar el sonido del crepitar del fuego, la respiración de alguno de sus compañeros o incluso el volar de los insectos, pero no, solo estaba el fluir del agua. Desconcertado decidió quitarse aquel problema de encima y abrir los ojos de una vez por todas.

  La escena de la que fue testigo entonces resulto desconcertante, Balakar, Freya, Jake, todos ellos se habían esfumado, es más, no había rastro alguno de ellos ni del campamento, se encontraba solo. Pero lo que faltaba no era lo único que lo extrañó, ahora el bosque no se encontraba en la lejanía, es su lugar estaba rodeado por él y el arroyo ahora era un gran lago iluminado por la luz de una enorme Luna llena.

  Sin embargo todo parecía demasiado real para ser un sueño ¿Qué demonios estaba ocurriendo allí? Frustrado y con la esperanza de lograr encontrar una explicación razonable a aquello se puso en pie de un salto. En ese momento se percató de algo más, una melodía lo acompañaba, pero no estaba siendo realizada por instrumento alguno, alguien la estaba silbando y le era familiar en cierta manera, miro a su alrededor y justo ahí fue cuando logro verlo por segunda vez. De pie frente a la orilla del lago se encontraba la silueta de aquel que los había estado observando momentos antes, silbaba aquellas notas contemplando el horizonte, aquello no podía considerarse una coincidencia y si quería obtener respuestas seguramente él las tendría.

  Avanzando furtivamente el veterano explorador pudo sentir como aquellos susurros paulatinamente iban tomando forma y transformándose en algo diferente. Aquello era extraño, hasta cierto punto familiar, pero no lo hacía menos extraño, no se trataba de simples palabras, si no más bien de un canto que alguien estaba realizando y ese alguien era uno de sus compañeros. Cuando se encontraba a poco metros de entrar en el perímetro acotado por la luz de la fogata identificó de quien se trataba, Avlin estaba cantando y cuando pudo encontrarlo a simple vista, Aldar confirmó que además lo estaba haciendo de manera inconsciente mientras dormía.

  -(...) Pasaron los años y este despertó

  y entre susurros al elfo llamó:

  Hijo de la Luna os puedo entregar

  lo que vuestro linaje os quiso negar (...)-

Con el arco tenso, avanzo mirando en todas direcciones, apuntando con el proyectil allá donde mi vista busca el origen de ese murmullo. Sin embargo, al alcanzar el campamento compruebo lo que más me temía, para bien. Que se trata del gnomo, aunque ni siquiera parece despierto. Guardo la flecha en mi carcaj, mirando en todas direcciones, por si acaso, y me inclino junto a Avlin dispuesto a despertarle. Sin embargo, algo en esa tonadilla suya me resulta familiar, especialmente al escuchar esa palabra.

Elfo...

¿No iba de eso la historia que cantara aquel juglar, cuando abandonamos Saduj? Aquella canción, precisamente acerca de esa montaña... Con la mano cerca del rostro del gnomo, me detengo antes de llegar a tocarle, atendiendo a la letra, curioso por escuchar lo que venga después...

Temiendo los misterios que nos esperen en ese lugar.

Ummm- pensó- esto podría ser un sueño, o algo más y creo que estoy más cerca de lo segundo que de lo primero- la figura misteriosa volvía a estar allí, esperándole. Avlin sabía lo suficiente de magia como para saber que aquello no tenía la pinta de un sueño inocente. También sabía que quién le... convocaba, por decir algo, era considerablemente más poderoso que él. Si podía meterse en su mente y manipular sus sueños, sólo los dioses sabían qué más era capaz de hacer.

No obstante, Avlin tenía muchas preguntas y no había nada que le gustase más al gnomo que las respuestas. Y aquel hombre parecía tener muchas respuestas o, al menos, tenía la esperanza de que así fuera.

El hombrecillo cogió aire y se acercó al hombre que, de espaldas, observaba tranquilo el horizonte. Sabía que no hacía falta que le observara frente a frente, él era consciente de su presencia al igual que Avlin lo era de la suya, aún sin mirarle. Caminó hasta que sólo les separaron unos pocos metros y esperó, pues sabía que siempre era mejor escuchar, aunque su actitud habitual pareciera querer demostrar lo contrario. Con un hombre como aquel, tenía la certeza que las máscaras y los disimulos servían de muy poco.

  Cuando Avlin se aproximo a la figura pudo ser consciente de que el tamaño de esta era mucho superior del que había creído a simple vista, de hecho, de haberse encontrado allí sus compañeros, habría dejado atrás a casi todos ellos en estatura quedandose a la par con Freya en estatura. Sin embargo su complexión era delgada, no lo suficiente para darle un aspecto enfermizo, pero si para que generase cierto contraste con la altura que alcanzaba. A parte de aquello también destacaban sus ropajes, parecían haber sido castigados severamente por el paso del tiempo quedando descoloridos y desgastados, incluso en algunos puntos parecían roídos, pero aquellos detalles quedaban de lado cuando llegaba a la capucha que cubría la cabeza de aquel ser coronada por tres picos alargados que caían por sus extremos de los que colgaban cascabeles.

  En cuanto el gnomo termino de examinar a aquella criatura esta cesó su canturreo para sentarse en el suelo sin darse la vuelta. El silencio se prolongó por varios minutos, en los que Avlin supo aguardar pacientemente, hasta que el personaje se decidió a romperlo.

  -Me gusta venir aquí las noches de luna llena, es bello ¿Verdad? Supongo que será porque me recuerda a mi hogar...- Aquella voz profunda sonaba cargada de pesar como si arrastrara una penitencia que hubiera durado siglos. -...Avlin, en verdad no estoy del todo seguro de por qué te he hecho venir, pero creo que debía advertiros de algo, se que no servirá de nada, pero debéis de tener mucho cuidado con el lugar al que os dirigís pues ya es inevitable que acabéis por alcanzar la montaña.-

  Bajo la atenta mirada del explorador el gnomo prosiguió su cántico en aquel estado de sonambulismo:

-(...) encerrados en la roca mis hijos están

  liberadlos a ellos y os servirán"

  Ante esta promesa el príncipe descendió

  y en el corazón de la montaña el arca encontró (...)-

  El sonido de la hierba al ser pisada hizo que Aldar volviera la mirada por un momento con cierto sobresalto. Al parecer, el canturreo de gnomo lo había despistado un poco y por un momento había olvidado que no se encontraba solo, Asdra lo había seguido al ver que no regresaba tratando de hacer el mínimo ruido posible y desde las lindes del campamento atendía también a aquel extraño espectáculo.

  Pasmada por aquello volvió su atención al explorador para hablarle en voz baja. -¿En verdad está dormido?- Aquella pregunta se respondía por si sola y estaba hecha más para ella misma en voz alta que para ser respondida por el hombre que se encontraba inclinado ante el menudo mago. -¿Qué hace cantando la historia del "Príncipe Exiliado"?-

Me giro, sobresaltado, tomando mi arma instintivamente como medida de precaución. Tan sólo es Asdra, acercándose a comprobar lo que sucede. Sonrío al verla dudar de que el gnomo esté realmente dormido, supongo que es difícil creer que este menudo hombrecito no sea capaz de callar ni dormido. Sin embargo, enarco una ceja cuando nombra la canción como si conociera su historia.

¿La conoces? -Pregunto, interesado- La estaba cantando un juglar cuando abandonábamos Saduj, supongo que se le habrá pegado. Tuve la impresión al oírla de que guardaba relación con el lugar al que nos dirigimos, ¿es así? De serlo, estaría bien que nos la comentases mañana, ¿en el desayuno, quizás? -Propongo con una sonrisa, antes de girarme y sacudir al gnomo un par de veces por el hombro, buscando importunarle lo suficiente para que se calle, pero no tanto como para despertarle. Entonces me pongo en pie, girando mi cuello en una y otra dirección, y enderezando la espalda- Creo que es ya bastante tarde. Deberíamos despertar al último turno de guardia, y ponerles al corriente de lo sucedido en el turno anterior para que estén sobre alerta. ¿Te parece? Despierta tú a Jake, yo me encargaré de sacudir los pesados hombros de Balakar... o tirar de su barba. -Bromeo.

Me acerco al lugar donde descansa el enano, clavando una rodilla junto a él y poniendo una mano firme sobre su hombro. Le sacudo un par de veces, comprobando si reacciona.

Vamos enano, despierta, no me hagas tirarte de la barba... -Bromeo, esperando que se despeje- Ha llegado la hora de hacer guardia, y tenemos algo que contaros. Nuestro turno ha sido tranquilo, pero el anterior... ahora os comentaremos. Además... -Me giro, comprobando cómo Asdra despierta a Jake, asegurándome de poder hablar con libertad. Aún así, lo hago en voz baja, acercándome más al enano- ...hay otra cosa. Mañana quisiera tener la oportunidad de hablar contigo en privado. Es un asunto importante. ¿De acuerdo?

El gnomo, por alguna razón, no se sorprendió en absoluto de que aquel ser conociese su nombre. Era evidente que sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

- Algo turbio encierra todo este asunto, así como el objeto que se supone debemos recuperar de la montaña- dijo- yo también puedo sentirlo. En modo alguno todos los sienten aunque no sepan exactamente de qué se trata. Pero tú si pareces saberlo. Muchas preguntas y muy pocas respuestas, ¿Qué es es ese misterioso objeto que debemos recuperar? ¿Porqué es tan importante? ¿Quién eres tú y porqué nos adviertes?

Los secos zarandeos me arrancar de mi sueño de trolls, enanas pelirrojas, voceras de varias cabezas y, no se muy bien por que, una enorme jarra de sal de frutas.

- Grumpf... Ras...- Abro un ojo y lo dirijó como si fuese el de un dios vengador hacía el rostro barbudo -aunque ni de lejos tanto como el mio- que se cierne sobre mí.- Si me tocas un pelo de la barba tendras que aprender a tirar con los dedos de los pies, ¿estamos?.

Le aparto ligeramente para incorporarme, sentandome entre las mantas, y rascandome.

- Vale, estoy despierto.- Respondo en voz baja, procurando no despertar a los demás. Sigo la mirada de Aldar hacia Sully y enarco la ceja cuando me da novedades de la guardia.

- Joder...- Me levanto y me sacudo, limpiandome las manos y echando mana del hacha.- Como quieras... Pero si es para pedirme permiso para cortejar a Freya, vete olvidando, estamos...

"Como si necesitases permiso."

- Que descanseís. Os prepararé el desayuno, si eso...

Sonrío ampliamente, divertido por la expresión de su rostro, al verme fulminado por el iracundo despertar del enano. Su amenaza posterior y la forma en que me aparta con el brazo me arrancan una ligera risita, cediéndole su espacio mientras se incorpora, va despejandose y se sacude las manos. Me gusta ver el modo en que aferra su hacha, con una destreza en esos toscos dedos que podría engañar a la vista del ojo inexperto. Balakar es un gran guerrero, eso lo sé, lo he visto en el campo de batalla. También, por lo que le conozco, se que alberga un buen corazón. Pero no puedo evitar preguntarme si eso será suficiente...

¡Vaya! -Reacciono con sorpresa a su comentario acerca de "cortejar a Freya", sonriendo acto seguido al considerarlo evidentemente como una chanza, por lo que doy una fuerte palmada en su espalda- Y yo que iba a pedirte que fueras mi padrino de bodas... -Me echo a reír, en voz baja para tratar de no despertar a los otros, ni llamar innecesariamente la atención de Jake y Asdra- Pero no, se trata de otro asunto un poquito más importante... y peligroso. -Le indico, ya con gesto más serio- Mañana, ¿de acuerdo? Quizás en la aldea, cuando hayamos cruzado el bosque y estemos tranquilos. Ahora acompáñame, debemos poneros al día... -Le digo encaminándome en pos de los otros.

  Jake sintió como alguien lo tomaba suavemente por el hombro y trataba de agitarlo con suavidad para despertarlo mientras lo llamaba provocando que abandonase las tierras del sueño.

  -Jake, Jake, levanta...- Su voz sonaba atenuada para tratar de evitar despertar a sus otros compañeros. -...toca cambio de guardia y hay un par de cosas que contaros.-

Balakar y yo nos reunimos con los otros, apartándonos ligeramente del fuego y de nuestros compañeros dormidos. Miro a Asdra, en una tenue solicitud de la palabra, y paso a dar las novedades a la guardia entrante. Bueno, os comento. Nuestra guardia ha sido bastante tranquila, más allá de avisaros que Avlin no se calla ni durmiendo. He tenido que sacudirle para que dejase de cantar en sueños. -Sonrío, rompiendo un poco el hielo con la anécdota, que no pasa de ser algo gracioso, aunque nos pusiera en alerta- Sin embargo, la primera guardia fue algo más movida. Avlin vio a alguien sobre aquella roca. -Señalo el lugar- No es capaz de recordar sus rasgos, ni tampoco pudo hablar mientras duró esa... aparición. Fue algún tipo de sortilegio. -Aclaro con gesto hosco- Lo que sí parece tener claro es que, quien fuera, pretendía dejarse ver. ¿Una advertencia? A saber... Pero andaos con ojo, ¿de acuerdo?