Partida Rol por web

No te pongas en peligro, a la mínima pide ayuda.

  Asdra estuvo satisfecha con la forma en la que tomaban los grupos y especialmente cuando la permitieron pasar al segundo turno, así su sueño estaría roto, pero al menos podría disfrutar de una ventana de horas de sueño que falta la iban a hacer.

  -Pues si los grupos quedan así por mi perfecto, de hecho agradezco el cambio de turno, para que engañarnos, avisadme cuando lleguéis al cambio de guardia.- Esbozando una sonrisa mientras comenzaba a ahuecar el espacio en el que recostarse dirigió unas palabras a Freya. -No podría haberos tocado mejor compañero para el turno, seguro que como mínimo se te hace más llevadera la guardia, estas veladas nocturnas casi siempre resultan pesadas.-

  Mientras la bárbara digería la broma y esperaba a que el resto pudiera soltar alguna carcajada o comentario al respecto la chica aprovechó para responder a la llamada de Sully. 

  -Puedes estar tranquilo, si pasa cualquier cosa te avisaré, de todos modos se que aunque tengáis vuestras diferencias Aldar es un buen tipo, de lo contrario no habría llegado hasta aquí.-

  Si el grupo tenía la intención de poder seguir al día siguiente la marcha en condiciones estaba claro que iban a necesitar descansar y si no se empezaban a acostar temprano la noche se les iba a echar aún más encima y mañana estarían exhaustos. Así que tras aclarar los turnos y la manera en la que dividirse los bostezos empezaron a contagiarse entre los afortunados que podrían irse a acostar como una agradable plaga. Hoy apenas necesitarían ropa de abrigo y el murmullo del arrollo les serviría para tener un sueño tranquilo lejos de los sonidos de la ciudad y sin tener que preocuparse ni por fieras o alimañas del bosque.

  Las llamas seguían crepitando aunque ahora se habían atenuado de intensidad en comparación al fuego que les había acompañado en la cena. Los minutos fueron pasando poco a poco mientras el resto se quedaba dormido y el silencio ganaba presencia conforme el gnomo le permitía hasta que Freya y Avlin quedaron como guardianes del grupo.

El gnomo avanzó con paso alegre y de un pequeño salto se posó en un saliente de roca que nacía de la mismísima tierra rodeado de verde musgo. Con aquella luna, brillante y luminosa, en el cielo perlado de estrellas, el hombrecillo parecía sacado de un cuento de hadas, envuelto en todo su feérico misterio.

- Ivvy- llamó hablando con su serpiente, el familiar que siempre la acompañaba. La coral del este se movía entre las pertenencias y extremidades del hombrecillo como si fuera parte de su propio ser y a veces era difícil distinguir sus anillos rojos, negros y blanquecinos de las ropas de tono carmesí de Avlin. Un ojo astuto pronto deduciría que las vestimentas del mago no habían sido escogidas por casualidad- debemos permanecer atentos- instruyó al animal- cuento contigo.

Avlin se giró hacia Freya, invitándola a acercarse.

- La historia de Marvin el Conjurador es un clásico entre los jóvenes gnomos de mi ciudad de origen- empezó- pero no es lo más adecuado para una guardia- la sonrisa traviesa del gnomo era a veces desconcertante- en una ocasión me sorprendieron durante una guardia por estar más pendiente de mis historias que de la vigilancia, no volverá a suceder. Ivvy me ayuda enormemente con esa tarea- las escamas del animal parecieron reaccionar ante las atentas caricias del hombrecillo- Háblame un poco más sobre ti y tu gente- pidió- no conozco apenas nada de los tuyos- para variar, esta vez las palabras de Avlin era genuínamente sinceras, sin dobles sentidos ni chanzas.

Bostecé sonoramente, abriendo la boca como si fuese la entrada de una mina... Festoneada aqui y alla por una barba musgosa. Chasqueé la boca, aclarandome la pastosa sensación con un buen buche de agua y entrando en calor con trago de licor. Recogí mis pertenencias, dejandolas listas para marcharnos en cuanto nuestro guía lo indicase. Satisfecho, busqué el lugar donde asentar nuestras posaderas y acomodarlas para una guardia sin sobresaltos.

Dejé pasar un rato, antes de echar mano a un trozo grueso de madera, acomodarla entre mis rodillas y empezar a tallarla con ayuda de la cabeza de mi hacha de batalla... Más para hacer algo que con fines artisiticos.

- Sully...- Llamo su atención en voz baja, para no perturbar el descanso de mis camaradas... y eludir oidos curiosos.- ¿Todo bien? Me da la sensación de que estas a punto de perder los nervios... Y eso no es saludable para un lider.

Dejo de tallar un momento y le paso el licor. Acto seguido, acomodo de nuevo el pedazo de madera y vuelvo a la matraca.

- Yo tambien estoy preocupado por los jueguecitos del montaraz pero creo saber que se traé entre manos... Diria que esta intentando cortejar a la muchacha pelirroja. De ahi esas miraditas, esos gestos y el ansia por robarle un beso en la espesura... Puaj... Moradin tiene un infierno especial para aquellos que se aprovechan de la inocencia de los demás...

Detengo el deslizar del hacha a medio golpe y le dedico una torva mirada por debajo de mis pobladas cejas.

- Sully, creo que Heinrich esta jugando con todos nosotros y que, por alguna razón, nos estamos metiendo en un lio. A nadie le gusta este asunto... excepto a tí, según parece.

Alzo la mano, conteniendo a Sully.

- Yo me rijo por un codigo de honor. Freya, por otro. Aldar, por uno que, seguramente no tiene pies ni cabeza... Supongo que hasta Avlin tiene una pequeña brujula moral, en algún lugar de esa cabeza loca. Creo que tú estas soslayando el tuyo, obligado a colaborar en este asunto a tu pesar. Y, yo quiero ayudarte. Asi que, aquí me tienes. Explicame porque colaboras con un tipo como Heinrich y que sabes de sus planes, porque tengo intención de enviarle al infierno.

Acto seguido, sigo trabajando con mi hacha, escuchando atentamente lo que quiera contarme.

Caminaba lentamente tras Avlin, a varios metros de él, portando un par de mantas para poder cubrirnos de ser necesario. Mi compañero parecía murmurar algo, seguramente a aquel animal que iba con él, pero no puse mucha atención en ello. En seguida levanté la vista al cielo, viendo como la bóveda celeste se encontraba repleta de estrellas.

Una noche preciosa…

Al bajar mi mirada, vi al gnomo haciéndome una seña para que me acercara, viendo que ya se había situado en un saliente de piedra. Aceleré el paso, no tardando en darle alcance, anticipándome a sus palabras y temiendo que la larga velada plagada de rocambolescas historias iba a dar comienzo. Sin embargo, no podía estar más equivocada. Para mi sorpresa, mi compañero me confesó cómo centrarse más en sus historias que en la vigilancia era algo que había vivido, y que no parecía dispuesto a repetir, apuntando que aquella serpiente le ayudaba en la tarea.

Pero mayor aún fue mi sorpresa cuando, mientras tendía una manta sobre la hierba, escuché cómo me pedía que le hablara sobre mi y mi gente. Por una vez parecía más dispuesto a escuchar que a hablar.

Me senté con las piernas cruzadas sobre la manta, acercándole la otra por si quería hacer uso de ella, y volví a mirar al cielo; suspirando antes de posar mi vista en el camino y comenzar a hablar.

- Los míos… ¿Te refieres a los bárbaros? – sonreí, melancólica. – De todo hay sobre el suelo que pisamos, pero… Además de lo que ya ves. – dije refiriéndome a los rasgos físicos que me caracterizaban. - Los bárbaros somos gente que amamos la naturaleza y admiramos la fuerza, que respetamos a quien se respeta y socorremos a quien no tiene el valor de hacerlo. A veces somos un poco temperamentales… - reí ligeramente – Pero como decía mi madre “El corazón de un bárbaro es tan grande como sus manos”.

Agaché la cabeza, llevando mis manos hasta el pasto que crecía delante de mis piernas, jugando con este nerviosa. No tenía por costumbre ahondar con los demás en mis sentimientos y pensamientos, pero aquella noche me encontraba más predispuesta a abrirme.

- Los míos, mi gente… A veces pienso que ya no son mi gente. – sonreí con amargura, sin querer enfrentar su mirada, levantando la cabeza solo para seguir con la obligación de vigilar. – Mi tribu fue casi exterminada cuando apenas comenzaba a hacerme mujer… Me capturaron, me vejaron, fue así como conocí a Aldar. Él me ayudó a escapar. – esta vez sí, miré al gnomo mientras le explicaba de qué conocía al explorador, regresando en seguida a mirar alrededor. – Desde entonces me he movido de aquí para allá, no es que haya pasado mucho tiempo con los míos. Soy una bárbara, mi corazón es tan grande como mi mano. –reí, abriendo una de estas y mirando mi palma unos segundos. – Pero me he sentido sola en el mundo muchas veces…

Hice una pausa y me giré hacia Avlin, mirándole a los ojos.

- Es por eso que me planteaba ayudar a esa gente… Mi tribu, mi familia, fue aniquilada sin más, no tuvimos la oportunidad de que nadie nos ayudara. O quizás si, pero también se echaron atrás… - desvié la mirada, pensativa. – Pero no se trata sólo de eso. – volví a dirigirme al gnomo. – Suponiendo que terminemos la misión con éxito, y Heinrich tenga lo que quería… ¿Qué nos asegura que no continúe pidiendo nuestras cabezas? ¿Has pensado en ello? – le planteé, echando un vistazo a la serpiente, acercando mi mano lentamente hacia ella. - ¿Puedo tocarla? – añadí en un susurro.

  Freya se había sincerado ante el gnomo haciéndole testigo de una parte muy importante de su pasado antes de haberse vuelto envuelta en toda aquella sangrienta historia de la arena, salidas precipitadas de ciudades corruptas y "rescates" de reliquias en ciudades olvidadas. El interés por saber más sobre aquellas gentes hizo que Avlin perdiera por un momento la noción del tiempo por un rato mientras transcurrían las horas de su guardia, sin embargo algo lo altero cuando la joven lo miró a los ojos, no estaba seguro del que se trataba pero juraría haber visto una figura que los observaba desde fuera del circulo de luz, Ivvy parecía ajena a ello pero el ilusionista sabía que había visto algo por lo que se alzó para poder ver mejor ignorando la súplica de la pelirroja por poder tocar a la serpiente.

  Al erguirse por un instante le dio un vuelco el corazón, un hombre estaba sentado con las piernas cruzadas ateniendo en la misma dirección en la que se encontraban ellos dos, en verdad no tenía aspecto amenazante, pero ahí estaba como salido de la nada, pese a la luminosidad de los astros resultaba difícil identificarlo fuera de que su rostro estaba cubierto. Avlin trató de dar la alarma pero de su garganta no salió sonido alguno. Haciendo acopio de fuerzas tomo por el hombro a Freya con la mano libre para hacerla entender que debía de girarse, sin embargo, como una especie de broma, cuando esta comenzó a comprender la gravedad de la situación en la mirada del gnomo la figura se había desvanecido sin dejar rastro alguno de haber estado allí en algún momento.

  Pese a que en todo momento el gnomo realmente había parecido atento a las palabras de Freya acerca de su pasado, la bárbara pudo detectar que en cuanto se aproximó a Avlin para preguntarle por su serpiente este la ignoró por completo, en lugar de ello, el hobrecillo se puso en pie sobre la roca, como si estuviera tratando de escrutar algo que se encontraba a espaldas de la joven. Freya pudo ver como en un instante el rostro de Avlin parecía desencajarse como si tuviese al mismo diablo frente a sí pero de lo único que fue capaz este fue de tomarla por el hombro para animarla a girarse con la mano en libre de su familiar.

  Desconcertada y alterada por el momento la salvaje se tornó al momento tratando de divisar algo en la basta pradera, pero en su lugar dio con nada, no había nada ni nadie en todo lo que alcanzaban a avistar de campo, que no era poco, que pudiera justificar tal actuación por parte del pequeño mago.

Mi pregunta no recibió respuesta, y es que en lugar de hablarme, Avlin se puso en pie sobre la roca; pareciendo querer divisar algo tras de mí.

- ¿Avlin? ¿Qué pasa? – pregunté confusa, sin comprender lo que sucedía, viendo entonces como su rostro se llenaba de auténtico horror.

El gnomo me sostuvo en seguida del hombro para que me girara, y así lo hice de inmediato, atemorizada y alarmada por lo que pudiera suceder; pero al darme la vuelta allí no había nada, absolutamente nada.

No tardé en volver a girarme hacia Avlin en busca de respuestas, poniéndome en pie con rapidez.

- Avlin, ¿Qué pasa? ¿Qué has visto? – le pregunté con gran inquietud.

Mientras Freya narraba su historia, Avlin mantenía una mirada tranquila y serena, libre de emociones. La obsesión del gnomo de conocimiento, de comprensión del mundo, le hacía escuchar a la gente, observar su pasado y tratar de comprender su presente. No juzgaba, no opinaba, sólo escuchaba.

Incluso cuando la bárbara le confesó cómo había conocido a Aldar, su sufrimiento y su dolor. El gnomo se limitó a asentir, a mirarla tranquilo, a escucharla. Era una cualidad poco conocida de su personalidad.

Algo llamó su atención. Avlin se levantó despacio de la roca y dio un par de pasos hacia la oscuridad, inseguro. Freya le preguntaba nerviosa, dudando -pensó- de si desenvainar su arma. El mago no podía contestar, ni pensar, sólo observaba. 

- He visto algo- susurró Avlin- a alguien- avanzó un par de pasos, despacio, escudriñando en la oscuridad- podría haber sido una ilusión quizá, pero había algo, estoy seguro. 

Avlin me confirmó en un susurro que había visto algo, cosa que resultaba más que evidente, pero en seguida concretó que se trataba de alguien. Mientras el gnomo intentaba ver algo en aquella oscuridad, comentó que podía haberse tratado de una ilusión, pero que estaba seguro de que algo había allí.

- ¿Y cómo era? – pregunté, cogiendo mi arma antes de continuar mirando alrededor. – ¿Ha desaparecido así, sin más? – añadí, aún inquieta, mirando hacia nuestros compañeros para comprobar que se encontraban bien.

- Estaba ahí- señaló a la lejanía- sentado tranquilamente, con las piernas cruzadas, mirándonos- la cabeza del gnomo daba vueltas tratando de buscar todas las posibles explicaciones- me extraña que Ivvy no notara nada y eso me hace pensar que podría tratarse de una ilusión, nada realmente físico. En cualquier caso- su voz cambió, mostrando extrañeza- hubiera jurado que no era nada...maligno...quiero decir...no sentí que corriéramos peligro en ningún momento es...es extraño.

Sin pensar demasiado, Avlin se alejó por sorpresa para acercarse al punto en el que había divisado al hombre.

  Estaba claro que el gnomo estaba dirigiéndose directamente a Freya sonaba claramente ausente, como si su atención estuviera siguiera en otra parte, de hecho en cuanto terminó la frase pareció esfumarse. En verdad simplemente se había aprovechado de su talla y agilidad para escabullirse entre las piernas de la mujer e ir directo al punto de la discordia donde al parecer había tenido lugar la aparición que lo había dejado tan descolocado para tratar de estudiar el terreno, de todos modos resultaba loable la celeridad mostrada para alguien con las piernas tan cortas.

  Avlin logró escabullirse entre las piernas de la mujerona e ir directo al lugar en el que hasta hacía un momento había contemplado aquella aparición, dar aquellas explicaciones a medias para un instante después desvanecerse ante la joven quizás no fuese lo más productivo para darla seguridad de que estaba en sus cabales, pero aquella pequeña perdida de papeles merecería la pena si a cambio lograba algo de información.

  Por desgracia aquel no fue el resultado, aunque había medido sus pasos con una precisión absoluta para llegar justo al punto en el que aquella presencia les había observado, el lugar no tenía nada fuera de lo común, ni si quiera la hierba estaba aplastada, incluso Ivvy parecía seguir ajena a todo aquel lío ¿Le habría jugado una mala pasada el cansancio? A fin de cuentas estaba claro que aún pagaba las consecuencias de solo haber tenido una noche para descansar de un viaje que a poco les había costado la vida para volver a tomar una marcha que podía haber sido de todo menos tranquila con tantas tramas internas dentro del grupo. Definitivamente aquello podría ser la respuesta más razonable, pero seguía sin poder quitarse de la cabeza a aquella imagen sombría observándolos desde el lugar en el que se encontraba.

A pesar del rostro que había mostrado el gnomo en un principio, al preguntarle por lo visto no tardó en aclarar que creía que no se trataba de nada maligno, aunque no respondió a mi pregunta acerca de cómo era aquel ser; la verdad es que parecía bastante ausente, seguramente conmocionado por lo sucedido.

Sin tan siquiera darme tiempo a insistir, Avlin se escabulló, queriendo acercarse al punto donde había visto aquello.

- ¡E-espera! – grité, sin percatarme de que los demás dormían, bajando el tono después. - ¿Podría ser Zafira? – pregunté girándome y me acerqué a donde Avlin se encontraba.

- No- aseguró el gnomo mientras negaba con la cabeza- era un hombre.

Avlin pareció concentrarse un momento y Freya observó que el hombrecillo parecía hacer pequeños gestos con las manos mientras susurraba unas palabras.

  Aquel era el lugar y sin embargo seguían sin aparecer evidencias físicas de que alguien hubiera estado allí pero Avlin no pensaba darse por vencido ante el primer obstáculo. De manera hábil comenzó a pronunciar y realizar los gestos que le permitirían realizar uno de los conjuros más sencillos pero efectivos que todo mago debía saber, aquel que permitía ver si alguien había realizado magia en los alrededores.

  El ritual terminó y en un principio no pareció haber sido capaz de revelar nada hasta que concentrándose empezó a vislumbrar algo bajo sus pies, era como una especie de torbellino, un remolino multicolor a punto de extinguirse. El vórtice brillaba lanzando destellos tornasolados, el espectáculo era en cierta manera hermoso pero aquello no eran más que un remanente de lo que había tenido lugar y en un instante el remolino se disipó haciendo que la noche pareciera mucho más oscura y fría que antes. Aquello provocó un escalofrío que recorrió la espalda del gnomo al ser invadido por una extraña sensación de congoja y agonía que le hizo sentir la necesidad de regresar al cobijo del fuego junto con Freya quedándole como consuelo que su guardia terminaría en nada lo que le permitiría descansar y olvidarse de aquello.

Comenzaba a exasperarme ante la actitud del gnomo, que continuaba actuando sin contar conmigo y respondiéndome demasiado escuetamente.

- ¿Y físicamente? ¿Cómo era? – insistí, mientras Avlin parecía susurrar algo y yo continuaba vigilando, tratando de guardar su espalda y la de nuestros compañeros.

- Aquí hay restos de magia- murmuró mientras permanecía en cuclillas, al lado de la roca- no es fruto del cansancio o la locura. No podría decir si ha sido una ilusión, una proyección astral o algún otro tipo de conjuro. Es evidente que físicamente quienquiera que fuera ese hombre no ha estado aquí puesto que no hay restos pisoteados de hierba ni ninguna otra evidencia pero no trató de esconderse, estuvo aquí y quiso que le viéramos. 

Avlin se levantó con una brizna de hierba entre los dedos que dejó escapar mientras levantaba la vista hacia Freya, que parecía un gigante al lado del pequeño gnomo.

- Debemos advertir a los demás. No creo que haga falta despertarlos a todos, el descanso nos hará falta. Pero avisaremos a Aldar y a Asdra y, si no pasa nada, que ellos avisen a Balakar y Sully. Debemos estar alerta.