Partida Rol por web

Al salir al exterior, echo un largo vistazo a los alrededores antes de indicar al gnomo la situación de la pila de agua que hay cerca nuestro, donde un hombre puede refrescarse con algo de agua del pozo para despejarse al levantar.

No quería comentarlo delante de los otros, y mucho menos delante de ese tipo, a saber quién es y para quién trabaja... -Comento en tono afable- ¿A qué venía lo de anoche, compañero? Te vi escondido, espiando al patrón, O'Sullivan... ¿Algún interés personal o sólo desconfías de él?

Los primeros rayos del sol llegaron hasta mi rostro, haciendo que mis ojos empezaran a abrirse, molestos, hasta que fui consciente de mi situación. Entonces los abrí de repente, con una gran sonrisa, tirada en aquella maltrecha cama, despatarrada, con parte de mis extremidades sobresaliendo de la cama, y la vieja manta quien sabía dónde. En seguida mi levanté y la vi tirada en el suelo, recogiéndola y echándomela sobre los hombros, antes de abrir la ventana y asomarme a esta.  El olor era nauseabundo, y ya se escuchaba vociferar a más de un mercader, pero todo aquello me parecía la gloria.

Respiré profundamente, dejando que los rayos del sol calentaran unos segundos mi piel, y volví al interior, tirando la manta sobre el camastro y cogiendo mi armadura para ponérmela. En poco tiempo ya me encontraba lista para aquel viaje. Atusé un poco mi pelo y tomé mi hacha, no sin antes envolver el preciado objeto y volver a guardarlo entre mis pechos.

Salí con una sonrisa de la habitación, expresión que no se borró de mi rostro mientras bajaba las escaleras, momento en que escuché lo que decía el hombre joven de las cicatrices; siendo Aldar quien le ofrecía una respuesta. Tras ello, Aldar y Avlin se dirigieron a la puerta.

- ¡Buenos dí…! - dije alzando algo la voz, y también mi mano, pero los dos hombres ya no parecían oírme. – Es igual… - me giré al hombre que allí se encontraba de pie, caminando algo nervioso. – Buenos días, esperemos que no tarde. – le dije amablemente, sin pararme demasiado en él.

Me llamaba mucho más aquella humeante marmita, que no sabía que contenía, pero que olía deliciosamente. Posé mi hacha contra la pared, tomando asiento en seguida y cogiendo uno de los cuencos para servirme. Al hacerlo acerqué el cuenco a mi nariz, olisqueándolo una vez más.

- Huele que alimenta… - murmuré, mirando después de reojo al hombre, sin estar segura de si me habría escuchado.

Bajé entonces mis manos y acerqué el recipiente a mi boca, probando el desconocido plato.

Jake se despertó a su hora. Había acostumbrado a su cuerpo a no necesitar dormir mucho, aunque de vez en cuando necesitaba un día de descansar para recuperar. Este no iba a ser ese día y seguramente los que se avecinaban tampoco.

Vació la jarra en la tina y se aseó. El agua fría hizo que se despejara rápido y que su cuerpo saliera rápidamente del entumecimiento de la somnolencia. Se terminó de vestir y tomó sus pertenencias.

Al salir por la puerta de la habitación escuchó las voces de Avlin y de Aldar más una tercera voz que no reconoció.

Yo soy Jake. - Comenzó a bajar las escaleras con calma, sin quitar la vista del tipo. Estaba acostumbrado a tratar con gente de esa calaña y sabía que podía esperar cualquier cosa de aquel tipo.

¿Qué es lo que quieres?- Jake suponía que habían mandado a aquel rufián para decirle que ya tenían todo preparado, o eso esperaba.

El pícaro le dedicó una rápida mirada a Freya, que había comenzado a desayunar, pero no le dijo nada. Si aquel rufián tenía otras intenciones que no fuesen hablar no quería darle ningún tipo de ventaja. 

- ¿Espiar?- se mostró fingidamente ofendido- eso es lo más- hizo una pausa dramática- lo más ofensivo que me han dicho jamás. Yo nunca espiaría a un amigo, a un colega, un compañero de armas...- miró de reojo y observó como parecía que su actuación no estaba convenciendo demasiado al explorador que esperaba impaciente- tal vez escuché un poquito, accidentalmente por supuesto- se excusó enseguida haciendo gestos exagerados con las manos- aunque nada que merezca la pena ser contado- ahora su gesto era de decepción pero claramente no fingida- nada de nada- golpeó una piedra de un puntapié y se perdió entre las hojas de un arbusto cercano- ¿podemos ir a comer algo ya antes de que se enfríe?- al instante toda decepción o atisbo de culpa desapareció del rostro del gnomo mientras daba por suficientes las explicaciones y se encaminaba canturreando a la puerta.

Mi expresión se vuelve genuinamente divertida ante la teatralidad del gnomo. Incluso hago un gesto comprensivo cuando reconoce haber escuchado un poco. Accidentalmente. Por supuesto. Y me encojo de hombros cuando, esta vez con un genuino aire de sinceridad, admite no haber escuchado nada digno de mención. Incluso se diría que se sienta profundamente decepcionado de no tener algo interesante que contar.

De acuerdo, Avlin... -Cojo con mis manos unidas algo de agua y me mojo el rostro, pasando acto seguido mis dedos húmedos por el pelo, sacudiendo la cabeza después y respirando profundamente, algo más despejado- Pero, si en alguna ocasión oyes, accidentalmente por supuesto, algo que merezca la pena ser contado... -Me encojo de hombros, sonriendo- No nos olvides a tus compañeros de armas, colegas, y amigos, ¿de acuerdo? -Le doy una palmada en el hombro- Anda, vamos a desayunar, no sea que Freya y Balakar hagan una competición de comida y nos dejen sin nada... -Bromeo en dirección al interior.

¡Buenos días! -Digo en voz bien alta en cuanto entramos Avlin y yo de nuevo en el comedor, comprobando que Sully ha bajado ya y está conversando con el tipo ese, y que Freya ya se ha sentado a desayunar- Sopla viento de levante, ideal para dar un buen paseo fuera de estas murallas, ¡Si señor! Cuanto antes nos pongamos en marcha, tanto mejor ¿Aún no ha bajado ese enano gandul? -Bromeo, haciendo gala del buen humor con que me he levantado esta mañana. Apoyo mi equipo en el respaldo de la silla contigua a donde se encuentra Freya y me siento junto a la bárbara, viendo cómo degusta un cuenco de eso que nos han preparado para desayunar- ¿Has dejado algo o te lo has comido todo? -Bromeo, guiñándole un ojo.

Avlin entró a la taberna y se movió entre taburetes y mesas con la agilidad de un niño que busca un trozo de tarta de cumpleaños para situarse al otro lado de la muchacha de pelo rojizo con la mirada ávida y el estómago haciendo ruidos elocuentes.

- Gracias a los dioses que todavía no se ha levantado Balakar- comentó mientras cogía un cuenco de allí y unos panecillos de allá- pensé que me había quedado sin desayuno. 

Miró a la muchacha que comía a su lado con timidez y casi se atraganta cuando intentó volver a hablar. Se golpeó el pecho con fuerza y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja mientras la comida le atravesaba el esófago.

- ¿Te he contado ya cuando mi tío Bablin tuvo que dar de comer a un troll para evitar que se lo comieran? Esa sí que es una historia digna de ser contada. Iba de camino a Vahen cruzando las montañas blancas por el paso del buitre... ¿has estado alguna vez en Vahen? Deberías, es un pueblo pintoresco de gentes amables...

La inacabable cháchara del gnomo invadió la sala hasta entonces bastante taciturna. De hecho, ni se dio cuenta de que había interrumpido la conversación entre Jake y el rufián que se miraban perplejos ante la aparición del pequeño hombrecillo.

Mientras comía, el líder del grupo hizo acto de presencia, pero se dirigió directamente al hombre joven de las cicatrices; sin tan siquiera saludar. Me encogí de hombros y proseguí con el desayuno, cuando Aldar y Avlin volvieron al interior. La voz del explorador me sorprendió a mi espalda, haciendo que me girara con los carrillos aún llenos. Entusiasmado, informó de que había viento de levante, y de lo propicio que era este para comenzar aquel viaje que tantas ganas parecía tener de emprender.

La verdad es que yo también tengo ganas.

Aldar preguntó por Balakar, que aún no había llegado, mientras que Avlin agradecía su ausencia temiendo por el desayuno. Sonreí ante el comentario del gnomo, viéndome de pronto flanqueada por ambos hombres, que se disponían también a desayunar a mi lado. Aldar me preguntó por el desayuno, guiñándome un ojo mientras bromeaba con si había dejado algo.

- Aún voy por el primer cuenco. Sí, he dicho el primero… - sonreí socarrona, terminando lo que en este quedaba y rellenándolo. – Tendré que contenerme y dejarle algo al enano, sino a parte de deberle la vida, empezará a decir que le debo una comilona. – reí, volviendo a tomar el cuenco con ambas manos y acercándolo a mis labios.

En ese momento observé como Avlin me miraba tímido, para después golpearse el pecho al atragantarse.

- Tranquilo, no me como a nadie. – le dije, apartando el cuenco de mi boca. – Bueno, casi nunca… - reí y miré a Aldar con complicidad, siendo el único que me había visto en combate; al margen de lo vivido en la arena. 

Entonces Avlin me dedicó una amplia sonrisa y comenzó a relatar algo sobre un tío suyo llamado Bablin. Al principio puse atención en ello, pero pronto mi mente se dispersó, hablaba demasiado. Preferí volver a la comida, mientras fingía escuchar al hombre; deliciosa, caliente y silenciosa comida.

Como invocado por las palabras de Avlin, hice mi aparición sin demasiada pompa o circunstancia. Antes de tomar asiento, apoyé la cabeza del hacha en el suelo y puse las manos cruzadas sobre el pomo, agachando la cabeza. Una rápida plegaria a Moradin invocando su ayuda y una bendición para el desayuno, entonado en reverente voz baja y en la lengua enana concluyó con un sonoro:

- ¡¡Hooray!!

Dejé la mochila junto a la mesa y, agarrando un cuenco de madera, empecé a servirme un generoso desayuno.

- Y bien...- Dudé un instante entre añadir una última cucharada de lo que habia en la marmita... Y lo añadí.- ¿Quien es nuestro nuevo amigo?

Trepé sobre la silla para sentarme directamente sobre la mesa, con el hacha colgando del cinturón y empecé a comer usando un chusco de pan vaciado a modo de cucharón.

- ¿Habeis dormido bien, niños?- Espeté, sarcasticamente, con una sonrisa pringosa y barbuda plantada en el rostro.- Tengo que reponer la munición para la ballesta, Avlin... Y conseguir un hacha arrojadiza tambien seria de utilidad.

Limpiandome los dedos con el faldón de la basta tela que aleteaba sobre mis muslos, extraje un trozo de papel garabateado, dejandolo sobre la mesa.

- He hecho una pequeña lista de equipo adicional, para que añadais o descarteis lo que considereís oportuno.

Dediqué una socarrona sonrisa a la parejita, ahogando una punzada de celos sorbiendo ruidosamente del cuenco de sopa.

- Podeís añadir una tienda de campaña más grande para vosotros dos, tortolitos.- Espeté, sonriendo. Arrojé un trozo de pan al hombre d elos bosques.- Chitón, abuelo... ¡¡JAJAJAJAJAJA!!

Río ante el comentario de Freya sobre su primer cuenco, mientras cojo el mío y me echo una buena ración, sabiendo que la jornada, presumiblemente, será larga. La forma en que recalca que es el primero, dejando claro que vendrán otros, y asumiendo el esfuerzo de no dejar a Balakar en ayunas, me recuerda a otros tiempos y en otro punto de reunión más agreste.

Jajaja, sigues siendo una mujer con buen apetito, no has cambiado nada... -Me carcajeo, recordando que, ya cuando la conocí, devoraba las raciones del campamento con avidez. Claro que, al igual que ahora, venía de una temporada de penurias- Puedo atestiguarlo, casi nunca se come a nadie. -Afirmo con decisión, levantando la mano con un trozo de pan entre los dedos, antes de hundirlo en la salsa y comenzar a comer.

Balakar aparece por fin. Su llegada me pilla con la boca llena, de modo que le saludo con la cabeza mientras sigo comiendo. Le oigo hablar de equipo adicional, de reponer munición. No fueron muchas las flechas que alcancé a gastar anoche, pero no me vendría mal reponer lo gastado o incluso contar con munición adicional.

¿Ohm? -Me sorprendo, con la boca llena, cuando el barbudo empieza a hablar de una tienda más grande para Freya y para mí. Apenas cierro los ojos cuando un trozo de pan impacta en mi frente, aterrizando sobre mi comida.

Hmmm... Pan extra, esto no se desperdicia... -Murmuro cogiendo el trozo de pan, untándolo en la salsa y llevándomelo a la boca- No seré yo quien se niegue a tener una tienda mayor ni grata compañía. -Respondo encogiéndome de hombros, tras tragar con un gesto de dificultad- Pero que decida la bella dama, no quisiera interponerse en vuestra hermosa historia de amor... -Culmino cerrando los ojos mientras muevo mi mano libre en un gesto teatral, recordando la pantomima de anoche en la arena...

...Y preparándome para una sonada y, posiblemente, dolorosa respuesta de Freya.

El gnomo cogió la lista de Balakar y la observó con un par de miradas aprobadoras, asintiendo. Finalmente, miró al enano con cara de reprobación y gesto torcido.

- Vaya forma más torpe de desperdiciar papel. Debes tener una sesera bien pequeña si no eres capaz de recordar una lista como esta- pegó un sorbo ruidoso a un cuenco con una especie de guiso de carne- y no olvides las mantas.

  Pese a que Freya no fue la primera en bajar las escaleras logró ser la primera en disfrutar del guiso. En la marmita flotaban patatas, zanahorias y demás verduras de la temporada junto con algún que otro pedazo de carne. En cualquier caso daba igual quien hubiera cocinado aquello o la calidad de los ingredientes, después de la bazofia con la que la habían alimentado semanas atrás aquello era la gloria y a juzgar por las pocas quejas de quienes vinieron detrás quizás no estviese tan lejos de serlo.

  Mientras Freya se servía Jake bajó a atender al hombre que les estaba esperando. Poco después tomaron asiento Avlin y Aldar y tras ellos Asdra quien paso inadvertida a causa de la llegada de Balakar tras ella. La primera ronda de cuencos había sido servida pero O'Sullivan parecía seguir pendiente de obtener una respuesta de aquel potencial secuaz de Heinrich.

  El hombre lanzó varias miradas furtivas por encima del hombro de Jake, estaba claro que pese a su porte algo le preocupaba pero que aún no se había atrevido a compartirlo con Sully. Finalmente se atrevió a comenzar hablando en un susurro al ver que la mesa ya estaba llena.

  -Me han enviado... Bueno en verdad no tengo muy claro que hago aquí, deberíamos hablar fuera, no se si es recomendable que todos se enteren de lo que ha pasado. El equipo que pedisteis ayer está en las cuadras ¿Podríamos salir ahora a comprobarlo o prefieres desayunar primero y que nos juntemos allí después?- Los nervios le hacían complicado mantener el tono de voz pretendido, pero por suerte para él los "hombres de Sully" estaban demasiado ocupado en sus bromas y saludos mañaneros como para enterarse de lo que acababa de decir.

Me quedé algo pensativa ante las palabras de Aldar, acerca de mi apetito y de que no había cambiado nada. ¿Era así? ¿Seguía siendo la misma chiquilla de entonces?

Supongo que he cambiado más por fuera que por dentro. No lo sé.

- Jaja, este cuerpo no se mantiene solo. – le respondí finalmente. – Además, si hubieras estado tanto tiempo como yo comiendo insípidas gachas servidas por una orca que te quitaba hasta las ganas de comer… Veríamos si no acabábamos peleándonos por esa marmita. – añadí, guiñándole yo esta vez el ojo.

Pescaba un trozo de carne del tazón con los dedos y me lo metía a la boca cuando Balakar apareció. Pretendí tragar rápido, viendo que el enano se aproximaba, pero al ver que no saludaba y se sumergía en una especie de ritual, preferí guardar silencio.

Finalmente se sirvió y preguntó por el hombre que se encontraba con Jake, sobre el cual tampoco tenía mucho que decir.

- Quién sabe. No estaba de muy buen humor y esperaba al jefe, es todo lo que sé. – dije encogiéndome de hombros, para retomar después el desayuno.

Al comenzar con el suyo, Balakar nos preguntó por cómo habíamos dormido, antes de pasar a hablar del equipo con Avlin.

- Yo he dormido así, como una niña. – reí, tras lo que comencé a chuparme los dedos, pero pronto los saqué de mi boca con serio semblante.

Balakar había sacado una lista para completar el equipo ya obtenido, bromeando después con que anotáramos una tienda más grande si así lo queríamos y lanzando aquel trozo de pan a Aldar. El explorador en seguida respondió al enano, comiéndose con chulería lo tirado, para después lanzarme a mí aquella broma. Sin embargo, yo, había enmudecido. Miraba aquella lista de soslayo, sin pestañear y sin saber cómo actuar.

- Una tienda mayor voy a necesitar en cualquier caso, por aquí no abunda lo grande… - respondí finalmente, tratando de disimular mostrando una pícara sonrisa.

Ni siquiera respondí al comentario de Aldar sobre mi fingido amorío con el enano, mi humor se había desvanecido de repente. Por suerte no así el de los demás, y es que el gnomo bromeaba con la inteligencia de Balakar, mientras proponía agregar las mantas a aquella lista.

Porque estará bromeando… ¿No?

Tras bromear siguiendo las tonterías de Balakar, es Avlin quien comienza a meterse con él. Me echo a reír, escapándose un trozo de patata de mi boca al estar comiendo, cuando Freya comenta que no abunda lo grande por aquí. ¿Se dará cuenta de lo que esa frase puede significar? Su pícara sonrisa da a entender que sí...

Sin embargo, esa sonrisa desaparece, como desaparecida estaba justo antes del comentario. ¿Le habrá molestado la broma del enano? No creo que sea eso...

Eh, ¿estás bien? -Le pregunto en voz baja, y de repente esas palabras me transportan a otro lugar, al día en que nos conocimos, al final de aquella puta escaramuza que tanta sangre derramó y tanta pérdida y sufrimiento cargó sobre nuestros hombros. Recuerdo estar apoyado en el tronco de un roble, cuando el último de ellos cayó. Me había quedado sin flechas, mi espada estaba quebrada, y entre las muchas heridas destacaba un gran tajo en el brazo izquierdo que sangraba con generosidad. Y ante mí, arrodillada sobre una pila de cadáveres, una niña salvaje se sujetaba a un hacha mellada, con su piel cubierta de sangre y una fea herida en el muslo, luchando por recuperar el aliento. "Eh, ¿estás bien?", le dije. Se giró, me miró de arriba a abajo, y con una amplia sonrisa respondió "mejor que tú". Y reímos, en medio de aquel campo de batalla, heridos y extenuados, con todo lo que habíamos perdido, estallamos en carcajadas. Nunca he vuelto a reír como aquel día- Sólo bromeamos, ¿eh? No te lo tomes a mal...

Pero los ojos de la bárbara están sumidos en algo, observando esa nota. Frunzo el ceño, recordando algo también pasado. De cuando por fin el grupo de supervivientes alcanzamos aquel cruce de caminos que nos llevaría a la aldea de Sierramojada. Freya no sabía leer el letrero... ¿Acaso sigue sin saber? Era una cría entonces, ha tenido tiempo...

A ver, Avlin, déjame esa nota... -Le digo al gnomo, cogiéndola y comenzando a leer en alto- Veamos, carga adicional de munición, hacha arrojadiza, muda de ropa de abrigo... -Y así hasta completar la lista- Me parece bien. -Concluyo devolviendo el papel a la mesa y continuando con el desayuno, lanzando apenas una mirada de soslayo a Freya.

Nos vemos en un rato en las cuadras, tenedlo todo preparado para nuestra partida inmediata. Allí ya me dirás todo lo que tengas que decirme.

Jake no tenía ningún interés en salir a solas con aquel rufián. Si por algo seguía vivo era por no fiarse de nada ni de nadie.

  Jake despidió al hombre cruzo unas pocas palabras con el hombre, que todos suponían había venido en nombre de Heinrich, y lo despidió. Tras ello solo quedaba que tomase asiento en la mesa para descubrir que la generosa marmita de guiso que habían dejado para ellos ya se encontraba por la mitad. Antes de salir por la puerta el joven se despidió

  -Qué os aproveche, cuando terminéis os estaré esperando a la vuelta de la esquina junto a las monturas y todo lo que hemos podido reunir de cuanto pedisteis. Por cierto, mi nombre es Gerard.- Y sin esperar a respuestas, dado que tampoco creía que debiera recibir alguna, salió por la puerta abandonando al grupo hasta que este terminara de comer y ponerse de a cuerdo.

- Jajajajajaja- Solte una risotada alegre y me puse a dar cuenta del desayuno, compitiendo instintivamente con Freya por devorar la mayor cantidad de raciones del desayuno.- Por las barbas de mi abuela, que asi es... Come y duerme mientras puedas, porque nunca sabras cuando será la última vez que lo haras en condiciones.

El ambiente se enfrió un poco, mientras el montaraz y la muchacha se sumian en un silencio meditabundo. El sonido de las cucharas de maderas contra los tazones, los soplidos y ruiditos de los trozos de carnes estofada al pasar de unos dedos a otroas antes de entrar en la boca y el resto de ruidos producidos por gente más preocupada en llenarse la panza que en los modales llenaban la estancia.

Gruñí al pequeñajo cuando se quejaba por el uso del papel... "Como si no pudiese seguir usandose para limpiarse le culo". Por suerte, Aldar comprendió rápidamente que no era aquella mi primera excursión a las montañas y asintió, conforme.

Un poco más alejados, el nervioso desconocido y nuestro jefe terminaban de concretar lo que fuera que estaban tratando. No le habia prestado excesiva atención, sobre todo al catalogarlo como "no pleigroso". Sin embargo, el momento de marcharse llamó mi atención y alce la cabeza, mirandole por encima del cuenco de estofado.

- Hooray, Gerard.- Respondí apresuradamente cuando se despidió despues de espetarnos las buenas nuevas.- Moradin te guarde.

Acto seguido, serví dos cuencos rebañando en la cada vez más vacia marmita, salte de la mesa, y le acerque uno a Sully.

- Desayuna y cuentanos de que va toda esta historia, Sully.

Jake cambió de cara y volvió a lucir una espléndida sonrisa. Se acercó a una de las sillas y aceptando el cuenco que le tendía el enano comenzó a dar buen uso de él.

Vino para decirnos que estaba todo listo para nuestra partida.- Jake aguardó un segundo pensativo si dar el resto de la información o no.

Al parecer ha ocurrido algo que tiene que comentarme en privado y lo he emplazado a las cuadras, no conozco al tipo y no estaba dispuesto a salir a algún callejón en solitario. Cuando estemos en los establos y me separo para hablar con este tipo, que alguno de vosotros no nos quite la vista de encima.

Jake levantó la vista del cuenco de comida y miró al rsto del grupo, a los que en estos momentos formaban parte de su grupo y esperaba, si todo iba bien, que entraran dentro de sus planes futuros. No dudaba que podía formar un buen grupo de aventureros con ellos.

Ya conocisteis a Heinrich, esa clase de tipos suele crearse multitud de enemigos, todos dispuestos en desbaratar sus planes, en usurpar su puesto. A muchos les vendría bien que nuestra compañía fallase en su cometido y no lo podemos permitir. A partir de ahora cuidado con quien habláis de nuestra misión. ¿De acuerdo?

Jake no pudo evitar mirar directamente al gnomo cuando hizo esa pregunta. 

- ¿Por quién me tomas?- respondió Avlin a la mirada inquisitiva de Jake. Nuevamente se dibujó en su cara el gesto que demostraba sentirse absolutamente ofendido. ¿Qué le pasaba a todo el mundo esta mañana? - Soy un tipo discreto y reservado- miró a Freya pidiéndole confirmación con la mirada.

Se cruzó de brazos y observó imperturbable todo el tiempo que su voluble mente fue capaz de mantener la atención hasta que decidió que podría haber algo infinitamente más divertido y dibujó una sonrisa radiante- Si quieres yo podría ocultarme en el establo por si ocurriera algo, sólo por tu seguridad, claro está- aseguró convincentemente- seguro que se puede entrar por algún otro lado desde la posada. Siempre hay una segunda puerta.