Partida Rol por web

Desde la altura del árbol, recobro cierta seguridad. El muslo me duele, pero parece que no es algo demasiado importante. Al menos ahora puedo observar desde arriba a los lobos. Uno de ellos no se esperaba el ataque y se va rengueando. Pero todavía quedan varios. 

Con la intención de alejarlos nada más. Ya que si bien me interesaría hacerme con uno de ellos para tener una buena comida se que no puedo contra todos ellos, preparo un conjuro de Ácido. No es algo muy efectivo, pero tirar salpicaduras y que le ardan a los lobos probablemente permitiría que se retiren y yo pueda descansar correctamente. De no hacerlo ya tendría que idear algún otro plan. 

Los lobos empiezan a arremolinarse junto al árbol. Algunos, los más intrépidos, ponen la fuerza en sus cuartos traseros y saltan apoyándose en el inclinado tronco del arbol, pero todos sus intentos son infructuosos, se quedan cortos. El árbol se mueve con cada sacudida de los grandes lobos.

Creas runas en el aire a tu alrededos y de un manotazo las esparaces a tu alrededor, transformándose en un lluvia de ácido que espanta a los lobos que están cerca, que se alejan con aullidos y gruñidos. Tras unos momentos de confusión se mueve de aquí para allá.

El del pelaje negro, el más grande, mira sus malvados ojos como el resto de su manada lo intenta. De repente lanza un gruñido y todos los demás se quedan quietos. Entonces demostrando su inteligencia, él y y otros dos enormes lobos se lanzan contra el árbol, dándole una sacudida, que aun agarrándote a la rama, sacude todo violentamente.

Si bien todo parecía ir a mi favor y por un misero y mínimo momento podía saborear la victoria, esta duró poco al ver que la manada de lobos se reagrupaba y dejaba de actuar independientemente, cosa que me iba a generar un problema significativo, más viendo que todos al unísono se agazapaban preparados para cargar. No era ninguna novedad saber que querían voltear el árbol. Tenía que pensar en algo... y rápido. Sino sería mi final en forma rápida y abrupta. 

Observo casi en cámara lenta como todos los lobos empiezan a tomar carrera, me sujeto lo mejor que puedo a las ramas y al tronco. Todo pasa en unos pocos segundos, pero me parecieron minutos. La adrenalina fluyendo por mi sangre, sintiendo cada bombeo de mi corazón mientras mis manos me dolían de la fuerza que le estaba haciendo a las ramas para aferrarme. 

El golpe fue duro, y tuve la clara sensación de que iba a caer irremediablemente. Pero afortunadamente logre retenerme de las ramas a pesar de que mis pies se resbalaron y me dejaron momentáneamente en el aire colgada. 

El corazón casi se me sale de la boca ante la desesperada situación.... definitivamente no estaba preparada para estar en el laberinto... pero ¿acaso alguno de mis hermanos lo estaba? 

Me aferro nuevamente, esperando el próximo movimiento de los lobos, pero no sin antes tratar de canalizar la adrenalina a mis brazos y piernas. Si venía una nueva carga la cosa cambiaría, porque me voy a cargar al lobo negro y voy a vestir su piel durante mucho, mucho tiempo... este pensamiento vino acompañado de unos ojos que comenzaban a inyectarse de sangre y sed asesina. 

El solitario árbol se estremece con fuerza bajo el peso de los tres grandes lobos combinados, se sacude como azotado por un huracán. Cada uno de los canes tiene que pesar más de 100 kilos, llegando al metro de altura en la cruz. Pero ese resistente árbol no está ahí por nada, ha aguantado mucho desde hace mil años. No será esto lo que lo derribe y el Patryn arriba agarrado tampoco parece que vaya a caer, se afianza con pies y manos como un mono.

El gran lobo negro te mira con odio, da un par de vueltas al árbol, lentamente con el rabo agitándose nervioso, como en concordancia con su interior, tras cruzar una última mirada contigo, gira su peluda testa a ambos lados, sus hermanos parecen heridos por el ácido y gruñendo y gimiendo por igual.

Sin decir nada más se da la vuelta y se marcha a la carrera. El resto de la manada se gira y lo sigue. En un momento desaparecen en la lejanía, camino a las montañas. Cuentas unas dos docenas de ellos. Aunque estabas a punto de tomar otras medidas, parece que no hará falta.

Suspiro más que aliviada al ver que los lobos se retiran. No tenía ningún tipo de posibilidad ante una manada tan grande, aunque al principio solo había visto unos cuantos de ellos.

Esta vez he tenido la bendición de haber vivido un día en el laberitno, a pesar de casi haber muerto dos veces... y todavía me quedaba la noche.

Creo que tengo raciones todavía, por lo que busco en el morral y le pego un mordizco, mientras me mantengo arriba del árbol. No creo que baje hasta el día siguiente.

- Bueno laberinto. Veamos que tal nos va mañana. - susurro mientras trato de cerrar el círculo, cosa difícil arriba de una rama, para poder curar la herida de la mordida del lobo. 

Logras cerrar el círculo tras lograr acomodarte un poco mejor contra el tronco. No es el lugar más perfecto del mundo, pero no será la primera vez que duermes en una rama. Las heridas empiezan a cerrarse lentamente, mientras con la runa de corazón brilla inténsamente.

Quedarte encima del árbol ha sido una buena idea, a mitad de noche te despierta el ruido de pasos, algún gruñido bajo y el olfateo de animales en las cercanías. Tus ojos de Patryn, acostumbrados a la penumbra, distinguen las siluetas de lobos aquí y allí.

el amanecer llega lentamente, perezoso, otro día gris en el laberinto, un día lleno de desesperanzas, miles de Patryn morirán hoy y unos pocos nacerán. Hay que encontrar la salida, tu pueblo se desangra poco a poco. No hay lobos en los alrededores, y las montañas están a un par de días de viaje todavía. Tus heridas están cerradas, pero estás un poco cansada de ayer, el descanso no ha sido el adecuado, pero es lo que hay.

El descanso no ha sido propicio. Pero al menos ha sido continuo y sin interrupciones, más allá de los lobos que parecen no darse por vencidos en querer hacerme su cena.

Antes de bajar del árbol me paro sobre la rama y trato de otear hasta donde me de la vista para evaluar potenciales depredadores o peligros que debería de evitar.

No he caminado mucho desde que salí y tengo que llegar hasta donde vi la brillante luz en las montañas. Si es una puerta, en una de esas, logro salir de este maldito lugar... Aunque seguramente me lleve a otro lugar mucho peor de donde estoy actualmente.