Partida Rol por web

Parece ser que la sala de vigilancia no se encuentra en el mismo piso que la exposición, sino en un sótano al que solo se puede acceder mediante una tarjeta magnética que se pasa por el lector del ascensor.

Marielle busca a algún empleado o algún vigilante de seguridad que esté solo. Quizá podría convencerlo de que le abra, o sustraerle la tarjeta si eso no es posible.

Hay guardias en prácticamente cada sala del museo

Marielle se acerca al guardia más cercano que esté un poco aislado, y tras carraspear para hacerse oír dice con seguridad: Buenas tardes. Soy Marielle Watson. Quizá haya oído hablar de mi. Soy programadora de software, especialista en seguridad, y me han encargado que venga a revisar, e incluso mejorar, los sistemas de seguridad del museo. Parece ser que tienen una colección de arte clásico muy importante- dice mirando alrededor- y no me cabe duda de que alguna de estas piezas son demasiado llamativas para los ladrones. Pero si me permiten encargarme de las redes de seguridad y protección le aseguro de que ni el más experimentado de los cacos podrá poner un pie aquí.

El guardia parece algo dubitativo

- Si, he oído hablar de usted, pero no me consta que tenga ninguna cita con el jefe de seguridad

Bueno, quizá se le haya olvidado, o quizá su cargo no es lo suficientemente relevante como para que se le informe de mis idas y venidas.- le dice con un poco de mal humor. Vamos, ¿de verdad cree que estaría aquí si no me hubieran hecho llamar? ¿Qué otro interés podría tener en la sala de seguridad de este museo?

El guardia parece algo confundido pero no del todo convencido

- Espere aquí, le comunicaré que ha llegado

Marielle asiente con la cabeza en silencio, pero por dentro está nerviosa. Quizá si llega el encargado de seguridad todo su plan se vaya al traste, aunque puede que consiga convencerle usando su labia. Pensé en tratar de escabullirse para entrar durante la ausencia del vigilante, pero ese plan sería una locura. No podría entrar, y descubrirían que sus intenciones no son del todo honestas. Y además, tampoco podía marcharse por donde había venido, pues llegarían a la misma conclusión. De modo que optó por quedarse allí esperando, observando las piezas expuestas con las manos en la espalda.

El encargado de seguridad aparece acompañado por el guardia al cabo de unos minutos

- Bien, señorita Watson, ¿que le trae por aquí?

Supongo que su amable vigilante ya debe haberle informado. Aun así se lo diré-dice Marielle con un deje de hastío. No tiene mas que mirar alrededor para saber que está usted rodeado de una fortuna. Lo que aquí exponen son reliquias de gran valor, que podrían alcanzar una gran suma en el mercado negro. Por ello, no me cabe duda de que alguien estará interesado en ellas, y que podría pensar en sustraerles unas cuantas piezas, si no todas. Por supuesto, usted es el encargado de que tal hecho no ocurra, y a eso debe su sueldo. Pero un golpe bien urdido sería altamente difícil de evitar, pero yo le ofrezco mis servicios como programadora de software. Si me deja entrar en su sala de seguridad le aseguro que instalaré los programas más sofisticados y efectivos que la ciencia actual pueda conseguir, desarrollados por mí en persona, y que harán de la red de seguridad del museo un bastión inexpugnable.

- Su reputación le precede, señorita Watson, pero ¿a que se debe esta amabilidad? ¿Ha elegido nuestro museo para probar un nuevo producto o algo así?