Partida Rol por web

El Limite del Imperio

Acta Est Fabula

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03/06/2014, 15:58
Director

El grupo vuelve a tierras romanas, sin que nadie ni nada se interponga a su paso. Al llegar con la cabeza de Arminius sois recibidos como heroes. No en vano, habeis salvado al pueblo y al campamento de ser aniquilados, y a Roma de recibir otra invasion por un frente poco defendido, con el grueso de la Legion luchando en el Danubio.

Notas de juego

Pues nada, poned aqui los epilogos

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08/06/2014, 00:06
Martinus Camilius Fabius "Fabio"

Fabio cumplió sus compromisos, pagó religiosamente las mujeres que el médico quería y las heridas fueron sanando. Se ocupó también de las adecuadas ofrendas a los Dioses y a sus Lares, por el favor que le habían otorgado.

Y con los compañeros que quisieron, fue a ver a la Sacerdotisa, para informarla de lo ocurrido, para contar que existía aquel templo. 

En su memoria los compañeros caídos, las batallas ganadas y una vida por delante. Una vida unida a la legión, gracias al optio traidor, pero eso no era tan malo.

 

Notas de juego

No se cuanto tiempo es el epílogo, si el destino final del pj o unos meses.

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09/06/2014, 15:28
Director

Notas de juego

Unos meses/annos

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11/06/2014, 20:32
Spurius Vibius

Vibius insitió en pagarles una ronda de lo que fuese a sus compañeros una vez volvieran al campamento. A pesar de la herida, que dolía un cojón y mitad del otro, se sentía feliz. No podía esperar a que se le curase para fardar de la cicatriz recibida en servicio a Roma con un grupo de legionarios.

El auxiliar remoloneó todo lo posible antes de regresar con su regimiento, lamentando profundamente tener que abandonar a los legionarios. Quizá, si hacía los amigos adecuados, pudieran hacer la vista gorda y dejarle servir con ellos. Pocas cosas le habrían hecho más ilusión en la vida...

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12/06/2014, 11:43
Titus Silo

Como cada día, el canto del gallo sorprendió a Titus Silo ya despierto, haciendo sus ejercicios calisténicos al lado de la tienda de su contubernio sin más ropa que los calzones con que dormía. Pero las cosas ya no eran como antes. No se trataba solo de las nuevas cicatrices, o de que el combate hubiera cambiado a Silo, que al fin y al cabo no era ningún novato. Había algo más tomando forma en su cabeza lentamente, empujando y luchando débil pero constantemente para alcanzar su consciencia.

Acabó la primera serie que tenía por costumbre realizar, descansó un rato, y mientras se ponía la armadura para hacer la segunda, ocurrió. Su mente, vagando libremente mientras cerraba las cinchas de la lorica, le llevó de nuevo a rememorar el combate contra la extraña criatura que había resultado ser Arminius.

Recordó como, tras darle muerte y ver al corso cortando su cabeza, cayó de rodillas soltando el escudo y sudando como un cerdo tras el esfuerzo. Recordó como allí mismo, sin la habitual ceremonia, levantó ambas palmas hacia el cielo y dio gracias a Minerva y Marte, tal como era su costumbre. Se detuvo por un momento mientras recordaba las palabras exactas que profirió, semanas atrás.

"Padre Marte, poderoso Dios de la guerra, señor de la batalla, tu que te complaces en el combate cuando es honorable, acepta como ofrenda las vidas de este hombre y sus bestias, y permite que mis compañeros y yo podamos seguir luchando con valor, protégenos de las tretas del enemigo y guia nuestro brazo. Padre Marte, Madre Minerva, gracias por vuestras bendiciones en el día de hoy. Permitid que la Prima Legio pueda seguir sirviéndoos como hasta ahora y protegednos de todo mal con vuestro favor, así como lo habéis hecho hoy contra esta fúria germana encarnada en el tal Arminius."

Recordó como, en contra de lo habitual, sintió un calor desconocido en el pecho y el vientre en cuanto acabó de recitar sus loas. Recordó la perplejidad que sintió en ese momento, hasta el punto de que iba a examinarse por si hubiera resultado herido sin darse cuenta cuando, al ponerse de nuevo en pié, un rayo de sol se filtró entre las nubes y el muro medio derruido del templo, impactando en sus ojos con la fuerza de mil soles. Aturdido, cegado, el calor que sentía se expandió por todo su cuerpo, llenándole como una ola de calma y serenidad que no recordaba haber experimentado antes.

Recordó como, por unos instantes, se sintió como si fuera uno con todo el cosmos; sintió las nubes moviéndose en el cielo, ajenas a las trifulcas que atareaban a los hombres debajo suyo. Sintió el rumor del viento en las hojas de los lejanos árboles, el zumbido de un moscardón posándose sobre las tripas derramadas de un lobo. Durante esos preciosos instantes fue consciente simultáneamente de todo lo que le rodeaba, con una claridad y una calma como ni el más vigoroso de los ejercicios le había proporcionado jamás. Si fuera más culto habría podido describir el momento como una epifanía, una revelación, una experiencia catárquica. Silo se limitó a registrarlo hasta que pasó, y luego lo arrinconó en su mente.

Hasta hoy. Ahora lo recordó todo. Luego recordó la críptica conversación con la sacerdotisa, a la que visitó junto con Fabio y otros de sus compañeros. Mucho se dijo ese día, y nada o casi nada entendió de todo ello, hasta hoy. Ahora entendía que durante unos preciosos momentos había sido tocado por los dioses como reconocimiento a su devoción. Y ahora comprendía también lo que la sacerdotisa había querido decir.

Aparentemente nada había ocurrido; unos segundos de inmobilidad, acabó de ceñirse armas y armadura, y reinició de nuevo su serie de ejercicios. Pero Silo ahora era más, mucho más, que el tosco legionario que era antes de empezar el día.

Ahora era un hombre con una misión.

Notas de juego

Me sumo a las felicitaciones por la partida, la he disfrutado muchísimo y solo lamento no haber podido participar más durante el final. Ojalá retomemos estos personajes. 

Master, tengo mucha curiosidad por saber como se resuelve la conversación del prólogo.

Con los avances que toquen me gustaría coger combate a dos manos, y también un Hindrance: o Fanatic o Vow (ya lo pensaría de cara a la siguiente aventura ;)

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18/06/2014, 18:22
Caius Iunius Oton

Oton nunca supo que había ocurrido en el templo, y la verdad nunca le importo. Asumió simplemente que se habría desmayado del miedo o por la herida. Tampoco es que importara, lo importante es que había vuelto a las comodidades del campamento, y sus compañeros no le habían denunciado por cobarde. Sería mejor que continuará preparándoles esas patatas rellenas que tanto le gustaban, si no era por su comida no entendía porque aún no estaba en la cruz.

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19/06/2014, 12:04
Decimus Larcius Viridio

Viridio folló más en el primer mes tras la incursión a territorio bárbaro que lo que había follado en los últimos años. Total, pagaba el muchacho bocazas y nunca se sabía cuando iba a tratarse del último polvo que echase.

Estaba claro que el bárbaro tenía que haber quemado algún tipo de droga alucinógena en el templo, lo que había creado aquella sensación tan horrorosa cuando les rodearon los lobos y motivo por el su enemigo había aguantado tanto tiempo en pie.

Había leído un par de manuscritos sobre cómo afectaban ciertas plantas lanzadas a una hoguera y cómo reaccionaban aquellos que respiraran su humo.

No le cabía duda de que aquello, junto con una piel de lobo, era lo que confundía a unos cuantos soldados asustadizos.

Evitó salir del campamento en lo posible, ya no era un chaval y estar a punto de morir tres veces en menos de una luna era suficiente para lo que quedaba de año. Prefirió dedicarse a asegurar la salubridad del campamento y de los legionarios que albergaba.

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19/06/2014, 12:43
Marcus Annius Africanus "Corsicanus"

El corso lidera al contubernio en el camino de vuelta al campamento. Cuando se da cuenta de que lleva la armadura llena de sangre le pide un trozo de tela a Viridio... bueno, a Viridio, no, que gruñe y eso mina su autoridad. Se lo pide a Fabio, que nunca dice que no, y se limpia la armadura lo mejor que puede. Cuando lleguen al campamento es importante estar presentable. Eso da puntos.

Cuando salen del bosque, el decano se asegura de que el chico esté a su lado en todo momento y de que la cabeza de Arminius se vea en su mano. Toma un pequeño rodeo para asegurarse de que en el campamento les vean desde bastante distancia. La estratagema da resultado: cuando llegan al campamento hay una gran expectación, y el propio centurión Vulsus lidera el grupo que les da la bienvenida. El corso se cuadra ante su centurión y se golpea el semi-limpio pecho de la lorica con el puño que tiene libre.

- Estamos en deuda contigo por el valor demostrado, Marcus Annius Africanus.

 

Después, mirando al chico que el corso tiene a su derecha, añade:

- En cuanto a ti, mi joven Decime, seguiremos tu carrera con mucha atención.

 


 

Una hora más tarde, un grupo de legionarios parte hacia Bonna para reunir al niño con sus padres y con el pueblo. El corso se presenta voluntario para liderar el grupo; Vulso empieza a protestar porque sus heridas requieren tratamiento, pero la imagen del lider de los héroes es tan grande que al final no puede negarse. Cuando Africanus dice "Esto es algo que le debemos a Ruso, lo hacemos por él" un gran clamor se oye en el campamento. Un mensajero va por delante para avisar al gobernador y a las autoridades.

El gobernador recibe a los legionarios y al niño en la plaza principal del pueblo. El corso se planta delante de Gnaeii y saluda con la cabeza.

- Enhorabuena por su reciente promoción, decano.

 

- Minerva nos llevó en brazos hacia la victoria. Con sus rezos, la sacerdotisa Porcia ha salvado a nuestra gente. Es ella quien merece las felicitaciones.

El corso se gira hacia la sacerdotisa de Minerva y añade con su mejor sonrisa:

- Juntos, traeremos paz y prosperidad al Imperio.

 

Porcia le dedica una sonrisa educada, pero sus ojos dicen claramente: "No me fío de ti".

 


 

A la noche, hay una gran pira celebratoria en el centro del campamento. La cabeza de Arminius arde en el centro, en una alta estaca. Los legionarios comen y beben sin medida. Por una noche, los peligros que acechan a la Paz Romana parecen pequeños y lejanos. Sólo Otón, aún preocupado por la cruz, no parece disfrutar del todo. El corso se acerca a él y le pregunta sin palabras, sólo enarcando una ceja, por qué esa cara tan larga (y tan ancha, pero eso sí se sabe por qué):

- Qué será de mí ahora?

 

- Tras relatarle lo que hiciste en aquel templo, el centurión me ha dado permiso para entrenarte. Serás un legionario de los mejores del campamento. Te lo prometo.

La cara de Otonis no cambia. No le convencen las palabras del grandullón. Mientras tanto, al otro lado de la hoguera, el centurión Vulsus mantiene una discreta conversación con un númida: Tercius, el hermano del fallecido Secundi.

- No cabe ninguna duda. Ese misterioso guerrero cuya cabeza que arde en lo alto de esa estaca era un cambiaformas.

 

- Mmhmm... siempre hay dos, ni más ni menos. Un alfa y un beta.

 

- Pero cuál murió? El alfa? O el beta?

- Tiradas (2)

Notas de juego

Qué mejor modelo para un trepa que el gran Palpatine?

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19/06/2014, 17:34
Hombre misterioso

El puño golpeo el apoyabrazos con fuerza.

Imposible!

Fuera de las ventanas de la sala del trono, un rayo ilumino el cielo un instante, seguido de un trueno ensordecedor. La lluvia que golpeaba las ventanas redoblo su intensidad, como espoleada por la reaccion del hombre sentado en el trono. El hombre, de unos 55 - 60 años, tenia el pelo y la barba del color de la escarcha, pero se mantenia en buena forma fisica. Miraba un mapa y su cara era incapaz de contener la ira que le embargaba.

Traicion. - escuchaba como un mantra una y otra vez en su mente - Traicion. Traicion. Traicion.

Se levanto colerico, casi de un salto, mientras otro rayo surcaba el firmamento, enseñando en el hombre una expresion salvaje, casi rozando la locura . Se acerco a la mesa, cogio una vara que estaba apoyada y abrio la boca para decir algo pero se detuvo.

Querias verme? - dijo una voz a su espalda

El viejo se dio la vuelta. Detras de el, sentado en el trono, habia un chico aparentemente de no mas de 18 años, lampiño y con un pelo rubio y rizado. El hombre entrecerro los ojos y le miro, sopesando algo.

Ella. - dijo de pronto entendiendolo - Te ha embaucado con sus mentiras. Con su belicismo. Me has fallado por ultima vez, mensajero.

No. Eres tu el que ha fallado.  - respondio el joven - Eras el elegido. Debias acabar con el ciclo, no abrazarlo. Tenias que devolver el equilibrio al mundo, no sumirlo en tinieblas. Te destruira - le advirtio - y despues acabara con esta locura.

El viejo le devolvio una sonrisa feroz

No podeis vencer - dijo y se rio con una risa brutal, casi inhumana - Te he dado la oportunidad de ayudarme libremente, pero tú has elegido ¡la senda del dolor!

Sin mediar aviso, lanzo el baston hacia el joven. Sin embargo, este ya no estaba alli, desapareciendo tan rapido como habia llegado. El baston golpeo en el brazo del trono y reboto hacia abajo, atravesando el suelo mientras se convertia poco a poco en un haz de luz cegadora.

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Abajo, en el mundo de los hombres, un rayo golpeo con fuerza un arbol a escasos pasos del campamento de Bonna, tirando a los vigias hacia atras y atronando a los legionarios que se guarecian del tiempo de perros bajo la tienda principal

Los dioses estan descontentos - dijo un legionario gordo, con cara de miedo - Ese ha caido muy cerca.

No es mas que un rayo, cojones - dijo un legionario mas mayor, con una ramera sentada en su regazo mientras bebia de una jarra - Ya estais como en el Templo. Dejad a los Dioses tranquilos. Poco van a hacer por vosotros, bueno o malo.

El viejo legionario habia visto mucho mundo y mucha muerte. Pero en esto se equivocaba. Y para bien o para mal, lo iban a descubrir muy pronto
 

Notas de juego

Pues nada, gracias por llegar hasta aqui. Algun dia si tengo mas tiempo lo retomamos.