Partida Rol por web

Oton suda a pesar del frío, golpea cada rama que se mete en camino, se queda retrasado y tiene que dar pequeñas carreras, sangra por las palmas de los pies y en general sufre todo el camino un infierno. Finalmente parece que paran a descansar, y cuando esta a punto de derrumbarse oye al decano:

- Y qué tal os encontráis? Todos bien de pies y de ánimo?

No contesta, pero la cara de sorpresa, odio, y cabreo que pone deja claro que es más por miedo a los latigazos que por no querer hacerlo.

Sin más se tira cerca de un árbol, demasiado cansado ni para preparar la comida.

¿Qué es enfocar?. Pensó Fabio. A saber. Para luego responder a su decano. —Creo que deberíamos ir matando a los germanos rezagados que encontremos, porque seguro que hay heridos, y una vez lleguemos a su campamento o guarida decidiremos matarlos si son pocos y desprevenidos o una incursión nocturna si son muchos. A rescatar al crío, claro.

—Y sí, bien de ánimo, pero tengo que... mear.— dijo separándose del jefe y volviendo al poco.

Una vez respondido a su Decano, mientras todos descansaban. Se acercó como no quiere la cosa a Vibio y Silo, hablando claramente sólo para ellos.

—Ei, vosotros, ¿Os gustan las peleas de gladiadores*? Pues si es así, tengo un negocio que proponeros, no va a ser fácil pero podemos ganarnos unos sestercios.

Fabio tiene razón. - acordó Viridio. - Mientras localizamos a esos chonis encontraremos heridos o rezagados, podremos sacarles la información antes de degollarles.

Paso rápido y un explorador - mira al novato con una sonrisa - adelantado por si tienen patrullas...

-Hombre, gustar me gustan, pero prefiero las carreras de cuádrigas. Aunque sólo he visto una, pero fue tremenda. Ahora que por unos buenos sextercios hago lo que me pidan. ¿Qué me comentas? -preguntó el axulia.

- Vivie! Habla y comparte con nosotros lo que te dicen las huellas! Crees que falta mucho hasta que encontremos a los chochis? Hay varios grupos? Has visto rastros de rezagados?

-Bueno... -Vibius se rozó la mandíbula en la que empezaba a crecer la barba, algo más suave y accidental de lo que le gustaría-. Hum... Digamos que están aún a varias horas de nosotros, pero creo que no tardaremos en darles caza si después de esto vamos rápido. -No había visto mucho más. La verdad es que la lluvia había hecho estragos-. Pero por lo que me ha parecido... hum... quizá tengan a varios heridos, y parecen cansados. -Esto era suposición propia, pero no les vendría de más algo de confianza extra-. Yo creo que... bueno, eso.

- Muy bien! Pues nos ponemos en marcha de nuevo! Legionaaaarioooos!!! Ar!

A pesar de la gordura debe haber algo de legionario en Oton, apenas oye las ordenes del decano se levanta inmediatamente como impulsado por un resorte bien engrasado por años de latigazos. Incluso tarda varios minutos en empezar a resollar, sudar y quejarse por la caminata.

Seguis caminando tras los pasos de Vivius, con mayor o menor soltura, dependiendo de cada uno. La ultima hora y media, ya al atardecer, es de subida por la ladera de una montaña bastante escarpada. Silo se resiente de todo el dia andando pero apreta los dientes y no dice nada. Oton, sin embargo, sube arrastrando los pies, jadeando con la lengua fuera y sudando como si todas las aguas del Mar Nuestro intentasen salir de su orondo cuerpo.

Al llegar a la cima podeis ver una explanada bastante amplia, sin arboles, y con restos de lo que parece ser un campamento semi-permanente con tiendas de cuero de animales. Parece haber sido abandonado a toda prisa, o al menos bastante desierto. En el centro de la explanada hay un templo de marmol, medio derruido. Parece de corte romano, pero no teneis constancia de que Roma se haya aventurado tan lejos del Rhin desde hace mucho, mucho tiempo.

El decano observa la explanada y sus alrededores con mucha atención...

- Vibie, Viridie! Vosotros sois capaces de moveros con la agilidad del zorro y el silencio de Eolo. Acercaos al campamento abandonado con cuidado. Nosotros vigilaremos desde aquí y os cubriremos si ocurre algo. Abrid  bien los ojos, como lechuzas de Minerva!

Viridio notó que el camino le costaba mucho menos de lo habitual y durante el trayecto comenzó a repasar un par de veces el equipo que llevaba encima, convencido de que se había tenido que olvidar algo...

Así seguía, dandole vueltas al asunto, cuando el Corso detuvo la marcha.

Observó el templo extrañado pero no vio nada que le llamara la atención.

Suspiró, desganado, ante las palabras de Decanus e hizo un gesto al muchacho nuevo para que abriese él la marcha.

Seguro que, de liarla, corre más rápido que yo al menos...

-Ahora mismo, decano -dijo Vibius con docilidad. El muchacho auxiliar caminó sin prisa pero sin pausa hasta llegar a las ruinas del templo. Inspeccionó los alrededores en busca, primero de enemigos, luego de pistas acerca de lo que había ocurrido allí. Él no era ningún sabio, pero no había que ser idiota para darse cuenta de que los bárbaros no tenían ni idea de cómo construir un templo como aquel.

Viridio dejó que el muchacho se adelantase un par de decenas de metro antes de avanzar tras él pero llevando una ruta un tanto diferente.

Mejor él que yo era un lema que le había hecho vivir más años de los que pensaba...

Oton esta muerto, casi no respira, ha sudado tanto que los germanos podrán probablemente olerle y las heridas que la loriga hace en su cuerpo orondo están al rojo vivo. Pero en cuanto el decano ordena a otros explorar y a él cubrirles desde la montaña sonríe mientras se sienta despacio en el suelo, esperando una bronca en cualquier momento.

El decano había estado encima en todo momento y Fabio no había podido encontrar el hueco para proponer a Vibio y a Silo el negocio de vender los germanos capturados a un lanista*.

Sí sólo tenían que evitar que el viejo los degollara a todos. Pero claro, el viejo era un maldito demonio y se las sabía todas, era imposible conspirar con él cerca, aunque no fuera contra él.

Pronto estuvieron en lo que tenía que ser el campamento de los bárbaros germanos, abandonado, claro, pues habían dado buena cuenta de los atacantes.

Y el decano realizó su primera decisión correcta, mandando a los mejores exploradores a explorar sigilosamente el templo. Si ellos caerían, no caería todo el contubernium. Y eran los más sigilosos y prudentes... al menos el viejo era prudente.