Partida Rol por web

El corso está luchando en el interior del campamento, intentando contener a un grupo de bárbaros que han conseguido entrar por otro flanco de la muralla y están intentando prender fuego a las tiendas y las reservas de laña. Cuando el último de los germanos cae, mira hacia lo alto de la muralla en busca de buenas noticias... y ve caer el cuerpo del decano.

A cámara lenta, el cuerpo de Rusi cae desde la empalizada, con el hacha de un guerrero berserk aún clavada en su costado. La batalla parece pararse momentaneamente...

- Ruse! No puedes morir! Que tipo de maldad o locura es esta? Muerte, muerte muerte! La muerte nos lleve a todos! Por Minerva y por Marte, matar y morir! Somos legionarios de Roma! Arriba, legionarios! Fuego y muerte! MUERTE! Luchad, legionarios, luchad hasta la ruina y el fin del mundo!

Dejándose llevar por su ira y sus instintos, el corso pelea solo, sin saber de dónde viene ni a donde va, y parece haber crecido hasta tener la talla de un titán. El rugido de su voz suena como tambores y cañones, y destroza guerreros germanos por todo el campamento como si estuvieran hechos de paja y plumas. Varios legionarios están intentando defender el cadáver de Rusi de los bárbaros. El corso ataca a los germanos al pie de la muralla por un flanco y rompe su cerco como el golpear de un trueno. Entonces Marcus Annius Africanus, al que llaman el corso, se agacha; coge el cadáver del decano, cuya lorica está llena de fragmentos de flechas, y se lo lleva lejos de la zona de peligro, junto a Otón. Rápidamente vuelve a la batalla, y su ira es aún el doble de lo que era antes, y nada ni nadie puede oponérsele, y pareciera que ninguna arma pueda hacerle daño.

Oton, cae de rodillas frente a Ruso agarrandole la mano. Un rayo de luna pasa entre los jirones de nubes e ilumina a los dos legionarios: uno tirado inmovil en el suelo y el otro, obeso, cogiendole la mano y llorando. Llorando porque sabe quien cubria el flanco de Ruso y lo ha dejado indefenso para salvarle. Llorando porque por su incompetencia y debilidad han muerto hoy dos romanos. Dos buenos romanos dando la vida por el, Caius Iunius Oton, gordo y cobarde. La pena y el miedo se convierten rapidamente en furia. En odio. En ganas de hacerle pagar a alguien la muerte de su decano que quizas le despreciase pero no merecia morir por su culpa.

Oton se levanta con el gladio en alto y los ojos rojos del llanto. Con una mirada de puro odio apunta a los germanos y grita uno de los motos de la Legion desde lo mas profundo de sus pulmones, oyendosele en todo el campo de batalla

Los legionarios morimos! Para eso estamos aqui. Pero Roma vivira siempre. Y eso significa que nosotros viviremos por siempre! Roma Aeterna! Neci! Neci! Neci!

Sube las escaleras corriendo (todo lo rapido que le permiten su constitucion) mientras sigue gritando Neci!. Al llegar a la muralla, donde un grupo de germanos ha conseguido mantener posicion, se lanza contra ellos escudo por delante y les tira empalizada abajo (con Oton cayendo detras) gritando

Minerva!!!

Fabio vió que Otón se retiraba, que lloraba al lado de Ruso... y luego su heroicidad contra los germanos, que le podría haber costado la vida. Y luego siguió a sus camaradas de armas fuera de la empalizada, con furia, desequilibrando con el escudo y matando con el gladio, como le habían enseñado, como estaban haciendo todos.

Esto iba a ser como en una de esas tragedias griegas en las que moría todo el mundo y que Fabio nunca había pagado por ver... pero iba a ser todo el mundo del otro lado, se aseguraría.

La boca ya no le pedía agua, tenía litros de sangre enemiga cerca. ¡Y más que iba a derramar!

Empujado por el furor de sus compañeros, Silo se lanza al combate junto a ellos al otro lado del muro y prosigue con la matanza de germanos.

La batalla para Viridio solo era perceptible por dos cosas, los gritos que escuchaba a su alrededor y las heridas que iban colocando en forma de legionarios delante suyo para coser.

Escuchó gritos de Ruso, Minerva y alguna cosa más pero sabía como eran los hombres cuando empezaban la refriega y necesitaban algo a lo que agarrarse, algo por lo que combatir.

Él siguió cosiendo y vendando sin parar, solo levantando la vista en algún momento para asegurarse que ningún bárbaro le pillaba desprevenido después de que algún impetuoso dejase un hueco en la defensa.

Oton se levanta del charco de barro donde ha caído, preguntándose porque aún no le han rematado los germanos. Pronto se da cuenta de que es gracias a que se ha quedado retrasado: sus compañeros luchan fuera del muro empujando sin piedad a los germanos.

Torpemente se levanta y ata el pantalón, coge el gladio y se lanza al combate buscando el lugar que parezca menos peligroso.

[PNJotizado]

Valerius sigue a sus compañeros, matando germanos. Ruso se ha marchado sin esperarle pero por Marte que no esperara solo al barquero.

Como un relampago a traves de la oscura noche, los legionarios se adentran en las filas enemigas que pese a la masacre tras la muerte de Ruso siguen siendo mas numerosas. Pero eso no ralentiza a los legionarios que cual Aquiles a las puertas de Troya solo tienen una idea en la cabeza: Muerte. 

La horda germana, incapaz de contenerlos, es masacrada metro a metro por los gladios y los scutums de los romanos que parecen inmunes a las heridas y al cansancio. Presas del panico, viendo un enemigo invencible que ataca fuera de sus murallas, se rodea de enemigos y a pesar de ello sigue matando por docenas, los germanos restantes huyen del campo de batalla hacia sus tierras. La centuria les persigue y mata a muchos. No mas de dos docenas consiguen escapar al otro lado del rio.

A la vuelta al campamento, ante un Vulso exultante, descubris que los dioses han sido benignos. Gracias al trabajo de Viridio y los auxiliares casi no hay que contar victimas mortales en la centuria. Hay unos tres contubernios heridos, algun legionario de gravedad pero a parte del vigia y Ruso, el resto habeis sobrevivido. Varios legionarios lo atribuyen a que Ruso ha seguido batallando despues de la muerte, evitando que las almas saliesen de los cuerpos de los heridos. Otro, cristiano de Antioquia, dice que Ruso habia hecho un pacto con San Judas Tadeo, patron de las causas imposibles. A cambio de su vida, ha salvado a la centuria y a Roma.

Entonces Marcus Annius Africanus, al que llaman el corso, se agacha; coge el cadáver del decano, cuya lorica está llena de fragmentos de flechas, y se lo lleva lejos de la zona de peligro, junto a Otón. Rápidamente vuelve a la batalla, y su ira es aún el doble de lo que era antes, y nada ni nadie puede oponérsele, y pareciera que ninguna arma pueda hacerle daño.

Con la fuerza de sus embestidas dispersa a los escoltas y tira al suelo al líder de los bárbaros y lo destroza. El desánimo se apodera de los germanos y huyen en todas direcciones. Pero el cansancio empieza a hacer mella en ellos, y los legionarios ---entrenados para resistir marchas de varios días bajo sol, lluvia, y nieve--- les persiguen por todo el campo, e impiden que huyan a ningún sitio donde puedan esconderse. Empujan a muchos de ellos hacia el gran río, y muchos se ahogan así; y los que intentan huir hacia el sur u oeste son perseguidos hasta el bosque, y allí la mayoría de los fugitivos encuentran su fin; mientras que los que se acercan en dirección al pueblo de Bonna son masacrados por un grupo de legionarios liderados por Fabii Festii.

Y esa noche se cantan canciones que narran cómo Marte y el espíritu de su hijo Rusus han guiado a sus hijos a masacrar a tres partes de las tropas bárbaras del Norte, y cómo la Germania Inferior tendrá paz por muchos años.

mientras que los que se acercan en dirección al pueblo de Bonna son masacrados por un grupo de legionarios liderados por Fabii Festii.

Fabio había saltado el muro para seguir matando germanos, y cuando se pusieron a huir, trató de atrapar al máximo número posible y pasarlos a cuchillo. 

Mejor matarlos ahora que cuando vuelvan.

Cuando ya se han alejado mucho (y matado más, vuelve junto a su grupo). El muro tiene ahora mucho más espesor, pero la mayor parte son cadáveres germanos, el olor es horrendo y cuando chapotean en el barro se dan cuenta de que es mucho más rojo, pero ahora los legionarios sólo piensan en que han triunfado, y en el elevado coste que han pagado.

La fatiga de después de la batalla comienza a invadirles pero Fabio siente algo en su cabeza que no le deja tirarse a dormitar. Así que después de beber agua del tonel que tienen abierto en mitad del campamento se dirige a buscar a algún germano vivo para sacarle información.

—Sí— le dijo un compañero— hemos atrapado a varios heridos y los hemos llevado a la enfermería para que el médico les sane, luego les interrog...— Fabio cerró los ojos...

—¿Para qué me traéis a éstos?— El chidillo de dolor de un germano se elevó y quedó cortado, junto con su garganta, por el cuchillo de amputar del médico. —¡Iros a la mierda!—Varios legionarios salieron disparados de la tienda.

Fabio rebuscó, hasta que encontró a varios Germanos heridos... —¡No los matéis, tenemos que montar unas cuantas cruces... y averiguar más de su ejército!

—¡Otón! ¿Donde te has metido? Vamos a tener que hablar en germano un poco con nuestros nuevos amigos.

Oton marcha con Fabio, admirando un collar de bonitas piedras de colores que arranco a un germano mientras caia de la muralla con el. Por su parte, Valerio se ha quedado con unas pieles de lobo que llevaba uno de los germanos como capa.

Oton yace al lado de los heridos, incapaz de levantar un brazo, gastando el tiempo que queda para la cena decidiendo que parte del cuerpo le duele más. Todo iba bien hasta que oye la voz de Fabio. Bufando se levanta renqueante y se acerca al legionario.

- A sus ordenes - dice tranquilamente, asumiendo que sera el próximo decano.

"Oh Marte, poderoso Dios de la guerra, señor de la batalla, tu que te complaces en el combate cuando es honorable, acepta como ofrenda las vidas de estos hombres y sus bestias, y permite que mis compañeros y yo podamos seguir luchando con valor, protégenos de las tretas del enemigo y guia nuestro brazo."

Tras su oración Silo se siente mortalmente cansado, de cuerpo y de mente. Vuelve directamente al campamento, dejando que otros den cuenta de los germanos heridos. Se ha alejado mucho. Lo único que quiere ahora mismo es reunirse de nuevo con su contubernio, lavarse un poco y prepararse para darle un entierro decente a Ruso al alba.

Fabio contempló a Otón con horror y se lo llevó aparte —Calla esa boca, por favor— Fabio tragó saliva, o sangre o algo, hablando muy en serio — No se me da bien mandar a la gente, no me llames señor.  Vamos a interrogar a estos germanos. Vamos a preguntarles sobre por qué nos atacan, quién es su líder o cuantos son. Tradúceme las respuestas que yo no entendería nada.

Tras el combate, mucho después de que los germanos se rompieran y comenzaran a a huir, cuando llego la hora de analizar las perdidas, toda la centuria descubrió con sorpresa que estaba casi intacta.

“Es un milagro de los dioses” “Fue el espíritu de Ruso” Se podía escuchar decir a los soldados.

A pesar del triunfo rotundo sobre los bárbaros, Valerius se sentía derrotado; la muerte de Ruso pesaba mucho sobre su espíritu.

Aun faltaba mucho trabajo por hacer: reunir a los muertos, reparar las brechas, reunir las armas útiles, etc, etc. Pero Valerius no estaba para todo aquello, así que en cuanto pudo se perdió entre el caos que reinaba en el campamento y se encamino a uno de sus muchos escondites donde solía ocultarse a tomar una siesta cuando se suponía que debía estar trabajando.

De camino, se cruzo con Fabio y Oton. Era evidente que algo tramaban, pues el pobre de Oton no podía ocultar nunca nada; su mirada lo delataba siempre.

Dioses, ahora en que se van a meter estos dos. Su curiosidad pudo mas que el y acabo por seguirlos hasta un grupo de germanos capturados.

Los observo desde cierta distancia, esperando descubrir que es lo que hacían antes de decidir si unirseles o no.