Partida Rol por web

La cara de Oton va empeorando a medida que el grupo va haciendo visitas, pero ya no dice nada, solo pide a los dioses una muerte rápida e indolora.
 

Bárbaros descendientes de bárbaros. - simplificó Viridio al ver el rostro de Otón.

Ya sabes que no todos los hijos salen a sus padres. - dice con cierta sorna. - Por lo que estos no tienen que tener nada que ver con aquellos salvajes que tuvieron un golpe de suerte hace un par de siglos.

A Fabio le suena la historia, pero no sabía que eran precisamente esos bárbaros los que habían causado al Imperio aquella derrota.

¡Cherusci delenda est!

—Pues me temo que han vuelto, no aplicamos el método de Cartago y así nos va...— pensó en voz alta Fabio. —Bueno, al menos sabremos a quienes nos enfrentamos.

A algunos de los más encarnizados enemigos de Roma.

El corso no está cómodo con tanta charla. Empieza a ponerse nervioso, a pensar que las paredes tienen oídos. Caepio parece de fiar, pero quién escucha detrás de las cortinas y de las puertas entreabiertas?

- Gobernador, si la ciudad está segura creo que es el momento de volver a nuestros quehaceres en el campamento. Muchas gracias por su ayuda y por su información. Si recuerda alguna otra información que pueda ser relevante, seremos todo oídos. En otro caso, el deber nos llama. Ave!

- Gobernador, si la ciudad está segura creo que es el momento de volver a nuestros quehaceres en el campamento. Muchas gracias por su ayuda y por su información. Si recuerda alguna otra información que pueda ser relevante, seremos todo oídos. En otro caso, el deber nos llama. Ave!

Que listo es el decano, aplicando la técnica de desinformación. Ahora espero que nadie abra la boca y diga "¿Volvemos al campamento? Pero si íbamos a por los Germanos, a romper su ritual"

Oton mira sorprendido al decano, claramente le ha sorprendido bastante. Abre un par de veces la boca, pero no dice nada.

- Que los dioses on sean propicios, gobernador. Ave!

Y con un golpe en el pecho, sale a la lluvia seguido por sus hombres.

Dejando atras el pueblo, os encaminais hasta el paso del rio. Una vez al otro lado, mirais a vuestro decano esperando ordenes. Teneis que encontrar al niño romano e impedir el sacrificio pero no sabeis donde puede estar.

Los legionarios se pararon al lado del río y todos se quedaron mirando al Decano.

Ahora es cuando lo miras y no dices nada, para que se vea que no tiene idea de nada y...

Fabio no hizo caso a sus demonios interiores —Domine, no tenemos ni idea de donde pueden estar con el niño, suponemos que al otro lado del río en territorio de los Cherusci... pero...—una idea cruzó su mente— ¡Podemos seguir el rastro de los atacantes! Tanto más de cien hombres y lobos de venida como los pocos supervivientes de vuelta... ¡Es un rastro que ni la lluvia habrá podido borrar. Y al tipo que crucificamos sabía lo del ritual, así que lo había visto. 

—Solo tenemos que volver un poco hacia el campamento, encontrar el rastro de los atacantes y listo.— Miró al nuevo —¿Se te da bien rastrear, chaval? Valerio no es malo en ello, pero es un poco vago, y cuatro ojos ven más que dos... ¡Y puedes ser nuestro novato de la suerte! 

Que nos hace falta que nos la cambien, desde luego. La nuestra está muerta. Defunctorum fortunae 

Vibius escupió entre los dientes y le dedicó a Fabio una sonrisa encantadora.

-Poh claro que se me da bien rastrear. ¿Qué crees que he estado haciendo los últimos meses? -Se frotó la mejilla, poco acostumbrada al roce de los protectores del casco de legionario-. Yo siempre soy el novato de la suerte, hasta lo era para mi antiguo contubernio, y ya ves que es verdad. -Su sonrisa empalideció levemente; aunque siempre se mostrase alegre, la suerte corrida por sus compañeros no era cosa que le animase demasiado-. Dejarme echar un vistazo y seguirme, tíos, que esto está chupado.

Con la ayuda de Valerius, Vivius, despues de seguir un par de pistas falsas, encuentra el camino a seguir. Os adentrais de nuevo en los bosques germanos, tan amenazadores como siempre. Caminais en silencio y tan furtivamente como os lo permiten vuestras armaduras, intentando evitar una emboscada.

El bosque se hace mas frondoso a medida que os adentrais en el, y mas oscuro. Se oyen graznidos de cuervos y otros animales de vez en cuando, pero en general el bosque esta silencioso. Despues de varias horas caminando, os parais a descansar y comer alguna de las raciones que llevais encima.

- Descansen!

El corso se sienta encima de una roca baja, entre sus compañeros a disfrutar de las viandas que portan. Ha dejado de llover, pero el suelo está embarrado y se pega a las sandalias. Tiene hambre. 

- Valerie, Vivie! Cuánto creéis que falta hasta que encontremos a los chochi, o cheruchi, o como se llamen? Los demás, alguna idea de cómo deberíamos enfocar este asunto?

...

- Y qué tal os encontráis? Todos bien de pies y de ánimo?