Partida Rol por web

Viridio ya sujetaba el mazo antes de que Fabio dijera nada.

Lo daba vueltas entre las manos, sonriendo a los bárbaros, con una sonrisa que prometía dolor y huesos rotos mientras el matasanos fallaba el golpe limpia que se debería proporcionar para romper las piernas y que los crucificados se asfixiaran más rápidamente al oprimirse el esternón.

Torturais y crucificais a un par de ellos. Uno de los que queda, aparentemente mas cobarde que el resto pide piedad y responde a vuestras preguntas

¿Cuál es ese ritual? ¿Y quién es Armin?

Armin es nuestro nuevo lider. Dice que ya derroto a los romanos una vez y volvera a hacerlo. Que les ha robado su conexion con la loba. Es cierto! - dice con miedo de que no le creais - Dice que todos podemos ser como el, si nos entregamos a Þunraz. Recientemente, capturaron a un joven germano que respondia a la descripcion deseada para el ritual. Cuando este se complete en el viejo templo, Armin podra hacernos invencibles y destruir Roma. - se calla un segundo -  Yo lo hacia porque me obligaban! Solo soy un campesino. Puedo trabajar aqui. Soy bueno arando la tierra  dice con una sonrisa desdentada

Moriras por traidor! - dice otro de los prisioneros y le escupe - No creais que sirve de nada esa informacion, escoria romana. Sereis derrotados. Sois pocos en numero y debiles, como cualquiera de las tierras calidas.

Sereis derrotados. Sois pocos en numero y debiles, como cualquiera de las tierras calidas.

"Si, tan débiles que anoche estando en inferioridad os masacramos, y así te ves ahora..."

Sin molestarse en pedirle a Otón que traduzca, Silo se limita a darle un cabezazo al germano, rompiéndole la nariz con el borde del casco, para dejarle claro lo que opina de su comentario.

Reflexionando un momento, se gira hacia el resto.

"He tenido un sueño muy raro esta noche, con Ruso adivirtiéndonos, y un niño que no era tal."

Se detiene por un momento, mirando al bosque.

"Los dioses son testigos de que no me pongo nervioso con facilidad, pero el incidente con los cuervos no me pareció normal" y aquí lanza una mirada rápida de reojo a Corsicanus, apartando enseguida la vista para no ofenderlo. "Y por la noche, durante el combate... en un claro de luna me pareció ver un lobo que andaba sobre sus patas traseras mientras dirigía el ataque. Podría haber sido un disfraz, pero juraría que le ví mordiendo el aire en nuestra dirección, y no conozco máscaras que puedan hacer eso."

Se rasca la barbilla un momento, pensativo, y prosigue.

"Están pasando cosas muy raras desde hace unos días, y parece que todo el mundo sabe más que nosotros sobre el tema. Brujería o no, los germanos lo creen, y como legionarios los temas sobrenaturales no son nuestro elemento. Quizá la sacerdotisa de Minerva pueda aclararnos algo más".

Luego yergue la espalda y se pone aún más serio si cabe. "Además en cualquier caso está el tema del niño. Aún no le hemos rescatado, y según este infeliz, sigue con vida. Nuestra obligación como legionarios y como romanos es hacer todo lo posible por evitar que sea sacrificado en alguna ceremonia impía, como una res. Deberíamos sacarle a ese la ubicación de ese viejo templo y cualquier otro detalle sobre la ceremonia y cuando se celebrará, aunque signifique descolgarle durante un par de días hasta que volvamos. Tiempo tendremos para hacerle pagar por su rebelión."

-Tuve un sueño parecido -le explico al resto del contubernio-. El niño era en realidad el opto traidor y después se convertía en un gran lobo. Ruso lo mataba con un gladio que se transformaba en dos monedas de plata. ¿Es posible que sea el mismo sueño? Es una señal -y recordando viejas historias que su madre le contaba de niño para mantenerlo alejado de los bosques-: ¡El niño, van a sacrificar al niño!

Oton parece muy contento de la aparición de Vivius y no lo disimula nada, con un poco de suerte sera él quien se lleve las bromas y los golpes. Por otro lado crucificar gente no es de su gusto y prefiere mantenerse en un segundo plano limitándose a traducir lo que Fabio le manda.

Viridio miró a Silo y Valerius comentar sus sueños, como niños de teta, y recordó haber leído algún escrito respecto a gente teniendo sueños parecidos tras pasar por situaciones tensas.

Debía ser algo similar, sí.

Dejaos de mariconadas. - espetó a los legionarios. - Terminemos de subir a estos hijos de puta y dejemos que el sol y los cuervos hagan su trabajo, esperemos que tarden en morir por atreverse a alzarse contra el Águila.

Se dirigió entonces al Corso.

¿Cuándo partimos, Decanus?

Terminados de interrogar los germanos, Fabio hace una señal para que sus compañeros bajen y se lleven al que ha hablado. —Bien, tú vivirás, no tenemos problemas con los germanos leales, tú has elegido la libertad mientras que vosotros elegísteis crucifixión— dijo mientras le hace la señal del pulgar hacia arriba a Viridio. Roma no paga traidores y el desdentado perderá el cuello a manos del médico en cuanto estén fuera de la vista de los crucificados.

—Si alguno más quiere hablar, y tiene algo que le compre el que bajemos, que grite mucho.— dijo antes de partir.

Una vez solucionado el problema de la "liberación" del que habló, se dirigieron a hablar con el Decano, donde ahí Silo, reflexivo les habló:

"He tenido un sueño muy raro esta noche, con Ruso adivirtiéndonos, y un niño que no era tal."

Se detiene por un momento, mirando al bosque.

"Los dioses son testigos de que no me pongo nervioso con facilidad, pero el incidente con los cuervos no me pareció normal" y aquí lanza una mirada rápida de reojo a Corsicanus, apartando enseguida la vista para no ofenderlo. "Y por la noche, durante el combate... en un claro de luna me pareció ver un lobo que andaba sobre sus patas traseras mientras dirigía el ataque. Podría haber sido un disfraz, pero juraría que le ví mordiendo el aire en nuestra dirección, y no conozco máscaras que puedan hacer eso."

Se rasca la barbilla un momento, pensativo, y prosigue.

"Están pasando cosas muy raras desde hace unos días, y parece que todo el mundo sabe más que nosotros sobre el tema. Brujería o no, los germanos lo creen, y como legionarios los temas sobrenaturales no son nuestro elemento. Quizá la sacerdotisa de Minerva pueda aclararnos algo más".

Luego yergue la espalda y se pone aún más serio si cabe. "Además en cualquier caso está el tema del niño. Aún no le hemos rescatado, y según este infeliz, sigue con vida. Nuestra obligación como legionarios y como romanos es hacer todo lo posible por evitar que sea sacrificado en alguna ceremonia impía, como una res. Deberíamos sacarle a ese la ubicación de ese viejo templo y cualquier otro detalle sobre la ceremonia y cuando se celebrará, aunque signifique descolgarle durante un par de días hasta que volvamos. Tiempo tendremos para hacerle pagar por su rebelión."

 Una vez había hablado Silo, Valerius tomó la palabra:

Tuve un sueño parecido -le explico al resto del contubernio-. El niño era en realidad el opto traidor y después se convertía en un gran lobo. Ruso lo mataba con un gladio que se transformaba en dos monedas de plata. ¿Es posible que sea el mismo sueño? Es una señal -y recordando viejas historias que su madre le contaba de niño para mantenerlo alejado de los bosques-: ¡El niño, van a sacrificar al niño!

Otón no había dicho nada, salvo para traducir correctamente lo que decían los germanos. Sin embargo Viridio sí, con su mal genio habitual:

Viridio miró a Silo y Valerius comentar sus sueños, como niños de teta, y recordó haber leído algún escrito respecto a gente teniendo sueños parecidos tras pasar por situaciones tensas.

Debía ser algo similar, sí.

Dejaos de mariconadas. - espetó a los legionarios. - Terminemos de subir a estos hijos de puta y dejemos que el sol y los cuervos hagan su trabajo, esperemos que tarden en morir por atreverse a alzarse contra el Águila.

Se dirigió entonces al Corso.

¿Cuándo partimos, Decanus?

Fabio susurró al nuevo:

—Te ha tocado la china, cuando estábamos hablando con el Centurión antes, nos ofrecimos voluntarios para explorar y encontrar a los germanos y sus planes, creo que vamos a salir a buscar al niño y evitar ese ritual. Afila bien tus armas y encomiéndate a tus lares...

Y esperó a las palabras del decano...

Viridio esperaba la respuesta del Decanus mientras limpiaba la cuchilla con la que trabajaba y que, de forma inexplicable, se había llenado de sangre germana tan pronto habían perdido de vista a los crucificados.

Le empezaba a caer bien ese Fabio...

- Si ya habéis terminado con los prisioneros, es mejor que partamos cuanto antes, tras el almuerzo. Como mi predecesor antes que yo, creo que debemos infiltrarnos en territorio romano y ver qué se cuece por allí. No podremos llevar armaduras ni equipo romano, estaremos de incógnito. Llevaremos sólo una espada o un hacha de las capturadas a los bárbaros. Nuestro compañero... ---hizo una pausa para recordar el nombre--- Vibius nos guiará y se encargará de hablar con los locales. Creo que deberíamos estar de vuelta para mañana por la noche. Mmmm... los que tenemos menos aspecto de germanos, como Valerio y yo, tendremos que ensuciarnos para disimular.

Tras otra pausa, apostilló:

- Alguna pregunta o sugerencia?

Vibius ayuda en lo que puede y se mantiene aparte, solícito para cumplir cualquier orden que le den los legionarios. No es un tipo cruel y no tiene la inclinación sádica que otros podrían en su posición. Su interés por la crucifixión es puramente empírica, pues como ha dicho es algo que nunca ha visto hacer. Sí que ha visto a gente crucificada. Su abuelo solía contarle la historia de Crasus y de cómo había aplastado a los seguidores de Spartacus hacía doscientos años, y de que los esclavos crucificados iban todo lo largo de la Vía Appia para dar ejemplo de lo que sucedería a los que se levantaban contra los amos y el poder de Roma. 

Entonces hubo muchas palabras, palabras que provocaron un estremecimiento en el joven auxiliar. Todo lo relacionado con lo intangible, el mundo de la magia y los espíritus, le daba un miedo terrible. Lo que los germanos a la carga no habían conseguido (esto es, que las tripas se le retorcieran como si se cagase por las patas abajo y pensara en abandonar), la mera mención de un ritual impío y un lobo embrujado sí lo hizo. Blanco como la cal, Vibius tragó saliva.

-Pues a ello, entonces... Yo pongo a vuestra disposición mis habilidades y que den por culo a los putos germanos. ¿Cuándo nos ponemos en marcha?

—Dómine...— A Fabio la idea de entrar en territorio enemigo sin las armas reglamentarias y sin el equipo le parecía poco menos que tentar a los dioses. —¿Estáis seguro? En cuanto nos miren, esos germanos sabrán que no somos de los suyos y nos atacarán. Podemos hacer lo mismo pero con armadura. Los que acabamos de interrogar han dicho que son los cherusci y que volverán...

No le des alas Vibius, que nos manda al matadero...

-Entre tanto muerto germano, seguramente hay equipo decente que podemos usar, para no andar totalmente expuestos. -y haciendo una pausa, inseguro de decir lo que piensa, al final se decide-. Deberíamos ir a hablar también con la sacerdotisa de Minerva, como dice Silo. No es que sea un crédulo, pero una bendición no le hace daño a nadie.

No se la colaríamos ni a una vieja con los ojos nublados por el alcohol. - dice Viridio mirando al resto del contubernium.

Oton asiste a las reuniones como si no fueran con el, cuando el decano acaba sonríe y dice:

- Y yo os prometo que tendréis la cama preparada y la tienda caliente cuando volváis - los que vuelvan añade para si mismo. - Espero que matéis muchos germanos. - dice un poco dubitativo.

- Dómine... ¿Estáis seguro? En cuanto nos miren, esos germanos sabrán que no somos de los suyos y nos atacarán. Podemos hacer lo mismo pero con armadura. Los que acabamos de interrogar han dicho que son los cherusci y que volverán...

- No pueden darse cuenta de que somos legionarios. El centurión y Rusus acordaron que nos infiltraríamos de incógnito; que si nos pillaban negarían que somos legionarios. Necesitamos negabilidad plausible (*).

-Entre tanto muerto germano, seguramente hay equipo decente que podemos usar, para no andar totalmente expuestos. Deberíamos ir a hablar también con la sacerdotisa de Minerva, como dice Silo. No es que sea un crédulo, pero una bendición no le hace daño a nadie.

- Dómine, con el debido respeto y consideración, considero que tras el ataque de anoche la negabilidad plausible vale menos que la vida de un bárbaro. Además, no tenemos ninguna posibilidad de parecer un grupo de germanos.

- Mmmmm... tal vez si nos ensuciamos la cara... además algunos de nosotros ya parecemos medio germanos...

- Ah, sí? Tú, Valerie, de dónde eres?

- Del Lazio ---responde, levantando las cejas.

- Y tú, médico... de dónde eres?

- Toscano, payaso.

Fabius ignora la bordería de Viridii y sonríe condescendientemente mientras asiente con la cabeza y señala al propio Africanus con el dedo:

- Tú?

- Corso.

Fabius se gira entonces hacia las cruces, donde a unos cien metros del contubernio los germanos crucificados empiezan a notar los efectos de la tortura.

- GERMANOS! DE DÓNDE SOIS VOSOTROS?

Los crucificados le ignoran. Su instinto de supervivencia les hace emplear sus pocas energías en intentar aguantar un minuto más con vida, en respirar una bocanada de aire más:

  - Auf! Auf! Auf!

Fabius se vuelve hacia el decano sonriendo:

- Ves, viejo amigo? En esas cruces hay más germanos que en este contubernio.
...y si no queremos acabar como ellos, mejor nos llevamos el equipo...

A Africano no le gusta que le enmienden la plana, pero institivamente sabe que no es el momento para darle una colleja a Fabio. Esto de ser decano no es tan fácil como parece. En fin, ya llegará el momento...

- Mmmm... vale, si todos creéis que es mejor ir con el equipo reglamentario, me parece bien. Pasaremos primero por Bonna, a ver si hay novedades y a hablar con esa sacerdotisa. Después cruzaremos el río. Ahora a comer! Rápido! El día pasa pronto y tenemos mucho trabajo por delante!

Para terminar de alegrar los ánimos, empieza a llover...

- Y yo os prometo que tendréis la cama preparada y la tienda caliente cuando volváis. Espero que matéis muchos germanos.

- No, no, no, gordo. Tú te vienes con nosotros! ---le dice el decano, agarrándole por los hombros--- Ayer lo hiciste muy bien, deputamadre! Al final haremos un hombre de ti ---apostilla, dándole una palmada en la espada que le quita el aliento.