Partida Rol por web

Contener a Huang no fue tarea sencilla, pero resultó bien darle tiempo para que algunos de sus mensajes calaran. El demonio no era tan poderoso.

- Tranquilo, la suya ha sido una victoria efímera.

Decía en referencia al P'O. Ahora podía levantarse, mirar a su hermano para asegurarse de que estaba bien. Su lado oscuro resultaba ser un espíritu furioso que no tenía por opción recurrir al engaño, por lo que Wang prefirió dedicarse al herido. Como ya sabían había sido herido por partida doble, retuvieron en él la vida y ahora escapaba de nuevo.

- Haz lo que puedas, ¡te echo una mano!

Exclamó notando la urgencia por salvar aquella vida, la de un enemigo, sí, pero que podía tener valor para arrojar luz sobre la sombra que planeaba sobre toda la ciudad. La sombra que vomitaba llamas y todo lo arrasaba, con tanto poder como el mayor de los monstruos. El ser humano se convertía en la criatura más oscura. A Wang poco le importaba que los vivos estuvieran cayendo en la corrupción, tan solo quería derrotar al enemigo, a los extranjeros.

Había continuado con mi camino tras la marcha del gato, dándome en seguida cuenta de que no era la de siempre, la que era tras haber comenzado aquella nueva “vida”. El flujo de mi Chi parecía haber sido detenido, o al menos limitado, no cabiéndome duda de que se debía a aquella criatura; quien al parecer no había aumentado de peso, sino que había disminuido mi capacidad para sostenerla. Era consciente de que existían Kuei Jin con capacidades similares, pero tampoco podía estar segura de que se tratara de uno de ellos, y no de otra cosa.

Avancé, con lentitud, pero lo hice, pudiendo ver a mi paso los estragos de aquella batalla que muchos no habían elegido. El hedor de la muerte era más que patente, y este no me molestaba, pero sí lo hacía la cantidad de familias rotas en medio de aquella locura.

Terminé dejando atrás el caos y la desesperación, sumergiéndome en la extraña paz que reinaba en el embarcadero, donde finalmente encontré el barco de Yuan. Este se mecía tranquilamente en el agua, viéndome incapaz de subir a él. Requería ayuda para ello, pero dudaba incluso de poder lograrla.

- ¡Hermanos! – grité, a cuanto daba mi voz en aquellos momentos, que no era mucho; sintiendo además un intenso desasosiego en mi interior, pues aquel tipo de actuaciones iban en contra de mi naturaleza.

Huang finalmente habla, calmado, parece haberse alzado victorioso sobre el Demonio. Una victoria amarga, pero victoria al fin y al cabo. Condenado a recorrer una senda en la que cada derrota puede arrojarnos a los brazos de los Reyes Yama o elevarnos sobre las nubes hacia la Iluminaciòn. Permaneces sobre el suelo un rato, contemplando los caprichosos dibujos que ha creado la naturaleza sobre la madera, cada linea representando la vida del arbol cada listòn, el tiempo reflejado. Los nudos se muestran oscuros, como cìrculos formados por posos de te, pequeños defectos en apariencia, que muestran como la vida se abrio paso. Asi queda reflejada en tu alma cada una de las vicisitudes que le acontecen bajo el cielo, cada imperfecciòn es una oporunidad de crecimiento, de igual modo que el àrbol necesita echar ramas para florecer y dar fruto, asi debe hacerlo el Hun.

Yuan tras asegurarse de que habla su hermano y no el Demonio lo suelta para atender al mortal. Miras la herida sin saber que hacer, el aspecto que presenta no es bueno, los bordes parecen desgarrados, las heridas que has visto a lo largo de tu vida, eran heridas de arma blanca, cortes limpios, pero esto no se parece a nada que hayas visto curar, faltan trozos de carne, como si un pequeño escualo hubiese mordido a su presa y se hubiese alejado despuès con un bocado de recompensa. Hilo y algùn anzuelo, quizàs podrìan servir para cerrar la herida, sino fuese porque le falta un trozo. Sobresale a travès de la herida una viscera que no eres capaz de identificar, tratas de recolocarla y moverla hacia el interior convencido de que no puede resultar mas dañado de lo que ya esta, la empujas con ayuda de dos dedos hacia el interior. El japones, inconsciente, no reacciona ante tu maniobra.

Wang mantiene firme el agarre hasta que escucha las palabras de Huang, momento en que suelta su presa. Apenas le dedicas tiempo a vuestro hermano. El estado del soldado es mas importante ahora, no te cabe ninguna duda de que serà mas valioso conservarlo con vida, quien sabe que informaciòn pueda tener y como nunca se sabe, si el ejercito japones toma finalmente la ciudad, serà bueno tener un aliado entre sus filas. Aun entre los bajos fondos existe el honor, y no serìa la primera vez, que dos enemigos terminan colaborando y siendo aliados. No tardas en darte cuenta de que Yuan carece de conocimientos de medicina y tratar la herida del japones, escapa a tus conocimientos.

Escuchais una voz desde el exterior... - Hermanos, parece que por fin vuestra hermana Min ha llegado

Una vez libre de la presa, ya innecesaria, de mis hermanos, aún permanecí unos instantes contemplando las vetas de la madera, como si fueran a ofrecerme un atisbo de la iluminación que se me negaba con cada nueva derrota ante el demonio. El consuelo que Wang trató de ofrecerme resultó tan efímero como afirmaba para con el P'o, pues su victoria, aún efímera, dejaba su rastro en mi alma, me apartaba del camino de la rectitud y la armonía. Bien era cierto que era consciente de que ese era un camino largo, lleno de altibajos, y que ni el más recto de los hombres podía aspirar a la perfección al recorrerlo. Aún así, el poso amargo de la derrota quedaría en mi alma durante un tiempo, recordándome mi propia debilidad.

Me incorporé, sentado en aquel suelo mientras observaba con la mirada perdida cómo aquel mortal se desangraba por culpa de la mortal herida que le había causado. Parecía haber sido atacado por un animal, y es que en poco o nada se diferenciaba el demonio de las peores bestias. Escasa esperanza me ofrecía aquella visión, salvo el reconocer que habíamos salvado su vida de las calles, las ratas y los perros, para terminar acabando con ella bajo el influjo del demonio. Y lo que era peor, había atisbado su alma, su historia, su vida, y ahora era aún más consciente de todo lo que se perdía con su muerte.

Fue la voz de nuestra hermana, en el exterior, lo que logró que apartase mi mirada del cuerpo ya apenas contenedor de vida de aquel joven japonés. Me alcé lentamente, como si el cuerpo me pesara, cuando lo que me pesaba no se encontraba en mi cuerpo, sino en mi alma, y me dirigí al exterior. Sabía que poco o nada podía hacer por ayudar, y contemplar las consecuencias de mi debilidad me dolía demasiado. No era la primera vez que mi debilidad causaba gran mal a otros. De modo que salí al exterior, en busca de Min, para ponerla al día de lo sucedido.

No puedo hacer nada, siquiera es una herida que hubiera conocido, aunque hubiera visto muchas.

- No creo que pueda - digo -. Necesita un especialista.

Giro la cabeza cuando escucho a nuestra hermana.

- Adelante, hermana - la invito a pasar con cierto temblor en la voz.

Casi miro hacia la entrada de mi refugio esperando que, quien atraviese el umbral tenga más idea que yo de lo que vamos a intentar hacer.

Había visto cómo obraba Yuan con las heridas del soldado, parecía bien encaminado y realizó los pasos que él mismo conocía, todo para luego declarar que no iba a ser suficiente.

- Has hecho lo que has podido, hermano. El soldado lleva encima castigo tras otro.

No era un reproche hacia el grulla sino la realidad, no le había acompañado la suerte al japonés y se alegraría si lograban salvarlo aunque quedara en lamentable estado, a Wang le era suficiente con que el bastardo pudiera hablar con coherencia. De hecho... una vez interrogado podrían alimentarse de él, si algo podía salvarle era que supiera más de lo que aparentaba.

El soldado permanecía inconsciente, el kuei-jin lo observó de arriba a abajo mientras se acariciaba el mentón.

- Lo que necesita es un milagro para superar esas heridas y luego salvarse de nosotros.

Sus compatriotas habían destrozado la ciudad, ¿no sería una dulce venganza ocuparse de él? Entonces se preguntó si Huang no se tomaría ahora como algo personal la supervivencia del muchacho, vaya, el P'O bien podía haber salvado la vida del japonés con su acto salvaje. Wang encontró la situación divertida por las ramificaciones que iba tomando.

Huang se muestra abatido, alejado de su estado habitual, el equilibrio, el Yin parece haber cubierto completamente su alma con su manto oscuro. Es tan sencillo dejarse llevar y tan peligroso, pero tu hermano Wang parece haber encontrado esa especie de equilibrio en las turbulentas corrientes de Yang. Las vetas de la madera comienzan a "desdibujarse", que fàcil serìa perderse en ellas. Te incorporas fijando tus ojos sobre Hayate, sus heridas, la vida que se escapa y todo aquello que dejarà atràs, el dolor y el gozo, ¿còmo sabran de su muerte su hijo y su esposa?  Eres una criatura de Yin y Yang, nada existe en estado puro, ni existe la absoluta quietud y la existencia misma es transformaciòn. A pesar de ello, saberte responsable del actual estado del mortal, es una pesada carga. La voz de Min te saca de tus pensamientos. Sin hablar te encaminas al exterior en pos de tu hermana. Una vez fuera, la encuentras en tierra, por algùn motivo, aùn no ha subido a la embarcaciòn, parece exhausta

Yuan finalmente renuncia a tratar mas profundamente las heridas del mortal. Su estado te preocupa como a los demàs, quizàs por otros motivos, ya que siempre es conveniente contar con un preso durante una contienda, pero tras comprobar que nada puedes hacer por èl, quizàs sea el momento de dedicarte a otros asuntos, su fortuna no se encuentra en tus manos y quizàs ni en las de tus hermanos. Tras escuchar la voz de tu hermana en el exterior, la invitas a pasar.

Wang aguarda al lado de Yuan por si su hermano necesita ayuda, cosa que finalmente no sucede. Es una lastima perder la informaciòn que puede poseer, ataques, bases temporales... con suerte, no sabrà nada y nada se habrà perdido. Ahora solo queda aguardar a que se recupere o atraviese el umbral del Reino Oscuro. No obstante, su destino ya esta sellado. Su vida terminarà en esta tierra. Dedicas una breve mirada a Huang. El Yin y el Yang pueden transformarse el uno en el otro, la muerte da paso a la vida y la desgracia de uno es la fortuna de otro.

Emerger al exterior, al frescor que concede la brisa marina del puerto, no amilana el desasosiego que inunda mi alma. Soy consciente de que la existencia inmortal misma es una larga guerra entre el yin y el yang, entre el P'o y el Hun, en busca de una iluminación que siempre es más un ideal que una realidad palpable. Y sin embargo, cada envite del destino deja su huella en el alma, recordando los motivos por los que fuimos condenados.

Las palabras que oigo de mis hermanos antes de cerrar la puerta tras de mí no ayudan en absoluto. Es el resultado de mi falla lo que se desangra allá adentro, mudo ya testigo de mi debilidad. La oscuridad del puerto contrasta con las luces de la ciudad, los incendios que aún perduran tras el bombardeo. Y con mi alma atribulada y atormentada, destaca la perpetua frialdad de una aparentemente exhausta Min Liu que aguarda en tierra aún, sin embargar a pesar de haber sido invitada ya por nuestro anfitrión.

Llevé mis manos a la espalda y cerré mis ojos, y de haber seguido vivo habría tratado de inspirar profundamente, en un intento de llenar de yang mi pecho para intentar calmarme. Pero me limité a permanecer sí, con los ojos cerrados, unos instantes, antes de encaminarme a la pasarela por la que caminé hasta el suelo de piedra del puerto al encuentro de mi hermana, aunque con la mirada perdida en mis propias preocupaciones y pensamientos.

Hay un mortal a bordo. -Informé a Min, más despacio de lo que la situación aparentemente requería- Japonés. Esperábamos obtener de él información sobre su ejército y posibles nuevos ataques a la ciudad, pero debido a mi... debilidad, la vida se le escapa mientras hablamos. -Expliqué con sumo pesar- Esta noche, el demonio se ha granjeado una victoria.

Desconocía si Min se aventuraría en el refugio de Yuan tratando de ayudar en la medida en que sus capacidades se lo permitieran, o al menos descubrir algo más por sus propios ojos. Lo que sí sabía era que necesitaba permanecer fuera de aquel lugar por un tiempo, recuperar la armonía para mi alma, aprender el modo de vivir con mis errores, mi debilidad, mi derrota.

El Yin y el Yang fluyen sin detenerse. Hace tan solo unas horas el cuerpo del joven guerrero revosaba de la vibrante energia del Yang, y ahora es la fria mortaja del Yin la que cubre su cuerpo moribundo, que acabarà sirviendo de alimento a los peces de la bahia sino sobrevive, regresando de nuevo al incansable flujo del Yin y el Yang.

Del mismo modo que se suceden las edades... y la Danza del Dragòn Asesino ha abrazado este cambio continuo, donde el Tao ordena y guia todo este flujo constante, abarcando la vida y la muerte. Los seguidores del Dragòn encuentran el Yang en el seno del Yin, comprediendo que la dualidad es solo una ilusiòn en la que el Hun y el P`o son dos, siendo realmente uno y que la ùnica certeza que tenemos es la del cambio constante, del ser al no ser, de la realidad a la ilusiòn.

Nada hay bajo el cielo donde no estè este flujo constante de Chi

El modo en el que mi voz terminó saliendo de mi cuerpo me hizo sentir incómoda, intranquila, pero aun así, aquella sensación quedó a un lado cuando percibí cómo una nueva vida se apagaba; dispuesta a abandonar el Reino Medio. Creí haber dejado atrás el caos, pero no di importancia a aquella cuestión. No era ni mucho menos la primera pérdida de aquella noche, y probablemente no sería la última.

A la espera de respuesta, la imagen de aquel gato se empeñó en acudir nuevamente a mi mente. Anhelaba saber, discernir qué había sucedido, qué me sucedía, pero había resultado inevitable dejar aquello atrás; aunque convencida estaba de que no sería algo definitivo, mucho menos si no terminaba volviendo a la normalidad.

No tardé mucho en escuchar la voz de mi hermano Yuan invitándome a pasar, preguntándome por qué había creído que aquella era la respuesta correcta. Creí que me vería nuevamente en la obligación de gritar, pero entonces vi cómo la puerta se abría, pudiendo ver pronto a mi hermano Huang. Él no era el único en el lugar, desviándose mi mirada un instante hacia aquel ave que no tardó en acicalarse tras parecer mirarme.

Animales.

Pensé con suspicacia, pero mayor fue la que generó la actitud de mi hermano, quien no parecía haber acudido a mi llamado; deteniéndose en cubierta no comprendía muy bien a qué, aunque evidente era que su ánimo no era el acostumbrado.

Terminó reuniéndose conmigo en tierra, explicándome de forma pausada y pesarosa cómo estaban las cosas en el interior de la embarcación, sorprendiéndome no sólo que el alma que había puesto ya rumbo al Reino de Jade era la del mencionado japonés, sino que había sido él quien decidiera su destino, al menos una parte de él.

Quieta, impasible, le había estado mirando mientras se pronunciaba; pero mis ojos volvieron a aquella urraca antes de comenzar a pronunciarme.

- Y tienes pensado permitirle que se granjee otra, me temo. – no tardé mucho en decir en mi habitual tono susurrante, en el que quizás pudiera apreciarse también cierto agotamiento. – Ese dolor que sientes, ese pesar, es efímero. ¿Por qué perder entonces el tiempo con ello? Si de verdad creer que flagelarte servirá de algo, te ayudaré con ello, pero en el fondo debes saber que no es así; que esa preocupación nada cambiará. – le miré un instante de reojo, no tardando en retomar la palabra. – Alguien o algo me ha atacado. Mi Chi no fluye como debería, me ha costado mucho llegar hasta aquí. Me siento sin fuerzas. – compartí con él, como si ello careciera de importancia.

- Nosotros no podemos hacer milagros, suficiente tenemos con lo nuestro - digo resignado a dejar morir al soldado.

Intento buscar un trapo sucio con el cual limpiar parcialmente mis manos mientras nuestra hermana accede al refugio.

Mirando el cuerpo del soldado ya le parecía cubierto por las sombras de la mortaja, próximo a la muerte que con tanta facilidad abrazaba a los frágiles humanos. Wang se sentía en paz, hicieron lo posible, pusieron empeño en salvar a un ser que pudo estar condenado desde el principio.

Observó a su hermano, palmeó su hombro.

- Ya solo lo puede salvar un milagro por parte de Min, si es que algo así está entre sus posibilidades.

Si este era el final del joven había que aceptarlo como parte del ciclo natural de las cosas, fue por eso que Wang notaba un fluir como de un río sereno y su ánimo no se alteró.

- Muchos eventos se han dado esta noche más allá del bombardeo, veremos cómo acaban confluyendo.

Sonrió resignado.

- A quien hemos de urgir ahora es a nuestra hermana, vayamos con ella.

Y se encaminó hacia el exterior, notando el movimiento de la barca mecido por las aguas y alterado cada vez que desplazaban sus pesos.