Partida Rol por web

Seguía pensando en el estado de mi fiel compañero, había empeorado sí....pero sabía que aun había esperanza .... mientras tanto debía mantener mi mente concentrada en la causa de su mal, sólo así quizás encontrara la paz interior que necesitaba.

Mis nuevos amigos se debatían en coger o no dos dedos de jade que el escorpión nos había dado. Era evidente que no eran suficientes para protegernos a todos.

-"Deberíamos compartir esas dos piezas pero no tenemos los medios para poder romperlas sin correr el riesgo de perderlas." dije confirmando lo que algunos ya sabían y otros dijeron.

-"Si a nadie se le ocurre alguna idea me quedo con el segundo dedo de jade. Tomemos lo necesario y salgamos ya en busca de ese malvado ser." comprobé mi equipo, las raciones de comida y de más.

-Yo veré salir el amanecer.- Dijo la escorpión concluyendo así el turno de las guardias y preparando una zona donde echarse a dormir.

La noche transcurre mientras los ruidos del pantano ponen a prueba los nervios de los vigías. Ramas rotas, animales correteando, el viento, crujidos...todo parece cobrar vida por la noche dispuestos a atacaros. 

El ronin despierta entonces a Kumako y se echa intentando conciliar el sueño hasta el amanecer. Es reconfortante volver a dormir sabiendo que alguien vigila por tu seguridad...

-¡ALERTA NOS ATACAN!- Un grito desgarrador enturbia vuestros sueños y os trae de vuelta a la realidad. Ha sido un grito de alarma.

-En pie samuráis del imperio, los no-muertos nos atacan.- Soshi Kumako ya está en posición de ataque con su lanza, interpuesta entre ellos y vosotros. Os levantáis rápidamente y empuñáis vuestras armas.

El grito de la escorpión me saca de mi sueño y me pongo de pie de inmediato, ataviado con mi armadura tal como me acosté. Tomo mi ono mientras miro a mi alrededor, preparado para luchar contra los enemigos que se nos acerquen:

 - "¡Más enemigos impuros! ¡De seguro estamos en el camino correcto!"

Aprieto con fuerza, listo para partir enemigos a lo que vea sus impías figuras avanzando.

Se sobresaltó por los gritos. De un grito de alegría por rememorar su gempukku junto a su yegua, pasó a los gritos de alerta por la llegada de los no muertos. Sin su armadura se sentía tan muerta como los zombis. Así que se apresuró a ponérsela tan instintivamente como el entrenamiento del día a día la acostumbraba, aunque con la motivación del peligro aceleraba su proceso de sobremanera.

— Dices bien, Oruno-san. Ya sabía yo que los problemas nos encontrarían a nosotros sin necesidad de ir a por ellos.

El estruendo me despertó. Con el corazón acelerado tardo un momento en entender que es lo que está pasando. Pero porfin consigo procesar las palabras de la escorpión. Mis compañeros tienen razón, aunque no me guste esto es buena señal. Más centrada en que no me tiemblen las piernas cómo la última vez que en otra cosa no consigo que las palabras salgan de mi boca para animar a mis compañeros, en vez de eso lo que si que consigo es incorporarme y lanzar la mano al porta pergaminos y empezar a rebuscar en mi espalda. La luz de la hoguera me deslumbra al principio, teniendo que cubrirme los ojos para poder mirar el filo de cada una de las hojas dispuestas en el cilindro. Por suerte la práctica de la costumbre hace que con solo ver su posición sepa de que pergamino se trata.

La voz de alarma hizo que Tsuruchi se levantara de un salto con el arco en la mano. La escorpión estaba dispuesta para el combate, por lo que intuyó que había sido ella quién había dado la alarma.
Aún había fuego en la hoguera y se veían sombras avanzando hacia ellos. Sin pensárselo dos veces puso una flecha en la cuerda, tensó el arco exalando el aire y apuntó hacia la sombra más cercana.

Ide podía oir un murmullo lejano que se acercaba. Estaba en casa, en las praderas bañadas por el sol cabalgando su montura, con tan solo el viento por compañero.
Un golpe. Un murmullo, un zumbido. Despertó tan derepente que la cabeza le dio vueltas y los ojos no se le enfocaban. Había dormido toda la noche pero algo le despertó. El ronin le zarandeaba y consiguió ver al resto del grupo como se preparaban para la lucha. Ide solo pudo sacar su cimitarra.
 

La diversión estaba garantizada. Todos mis compañeros estaban en pié y listos para el combate y yo, yo ya había interiorizado la insidia y repulsión del enemigo. Así que lo primero era lo primero, ayudar a mis compañeros en el combate. Rápidamente extraigo uno de los pergaminos y lo sujetos con las dos manos mientras lo leo. Las palabras salen de mi boca mientras memorizo las frases y los gestos, liberando una de mis manos al terminar de memorizar para poder así gesticular al gusto y deseo de los Kamis. Llamando a los que danzan alrededor de la hoguera para que salten y dancen con Ide Zhuo, protegiéndola y amenazando a los atacantes.

Al rededor de la unicornio se genera un campo de llamas proveniente de la hoguera, chisporroteando y amenazando a cualquiera que se le intente acercar. - Ide Zhuo, con esto estarás tanto defendida cómo infligirás más daño. No tengas miedo de estos kamis de fuego, ahora mismo son tu mejor aliado. -

-¡POR ROKUGAN!- Con un grito de guerra Kumako dio un paso al frente clavando la lanza en el pecho del zombi. No había acabado con su No-existencia, pero había retenido su avance.

Oruno se movió rápidamente hasta situarse cerca de uno de los regreados. Sin duda era una amenaza superior y no deseaba que los flanquearan.

Genji soltó la cuerda. La flecha pasó silvando entre Zhuo y Mausuko clavándose en el cuerpo del zombi. No detuvo su avance, pero le hizo renquear al andar.

Miko salió disparado hacia donde Kumako retenía al zombi con su lanza clavada en el pecho y asestó un golpe terrible con su cimitarra sesgándole por el costado hasta casi la mitad del cuerpo. Sin embargo el zombi seguía moviéndose sin quejarse ni emitir sonido de dolor alguno.

Os lanzáis al combate mientras los zombis os rodean lentamente. Son muchos, pero un corazón valiente no conoce el miedo.

Comienzan a atacaros con golpes lentos que resbalan en la fuerte armadura de kumako o son esquivados. Pero algunos no pueden desviarse ni ser detenidos por la armadura. Un zombi golpea salvajemente a la unicornio con sus manos desnudas provocando que bajo su armadura de jinete caiga un regero de sangre.