Partida Rol por web

A pesar de la gran capacidad de cháchara del agente, parece que ante el comentario de Sullivan solo se atreve a guardar silencio. Esto no deja de sorprender al agente, constatando como la religión parece seguir arraigada con fuerza en los lugares más recónditos del país.

Por fortuna, no tardáis en alcanzar el edificio, momento en el cual, ves que Fred se aleja de ti para ir a saludar a varias personas. Ya frente a la iglesia, puedes ver que hay una gran aglomeración de gente y teniendo en cuenta el tamaño de pueblo, debían estar casi todos sus habitantes. Justo al lado, se encuentra un pequeño cementerio con lápidas de simples grabados en ellas. Te sorprende sin embargo, lo bien cuidado que está, pudiendo verse las lápidas limpias y pulidas y todas ellas con flores aun vivas. Cuando Fred te hace una señal, le acompañas al interior. Lo primero que captas, son las voces del coro que inundan el lugar.

La iglesia es tan típica como la que puede verse en cualquier otro pueblecito pequeño, con una cámara central no muy grande, pero suficiente para acoger a los feligreses de Ashville. Al fondo, un Cristo crucificado ocupa toda la pared, y a la derecha del altar, se encuentra un pequeño espacio para el coro. Al fondo a la izquierda se puede ver una puerta que lleva seguramente a la oficina del párroco y a las zonas donde se imparte catequesis.

El lugar está completo y acompañando al agente, Jules se sitúa en una de las últimas filas. Un continuo murmullo invade el lugar, proveniente de las miles de pequeñas conversaciones que están teniendo lugar en el sitio. Estas se detienen sin embargo, al ver aparecer un hombre ataviado con los típicos ropajes de la iglesia. tras este hombre, entra una mujer mayor, excesivamente maquillada y con cara de hondo pesar.

Cuando el párroco solicita silencio, todo el mundo ha callado hace tiempo, entonces empieza el oficio.

La misa empieza como siempre, con una oración a Dios. Aprovechando este momento en que todo el mundo agacha la cabeza, echas una rápida ojeada a los presentes. Lo primero que te sorprende es que a pesar de las apariencias iniciales, existen dos Ashville, en aquel lugar. La de los ancianos, anclados en una era pasada, que muestran con sus ropajes y vestimenta y la de los jóvenes, que lejos de mantener las costumbre, se muestran como un reflejo del presente que lucha por instaurarse en este pequeño pueblecito.

Los más mayores se sitúan delante y mantienen sus cabezas bajas mientras recitan el rezo, sin embargo, los jóvenes, miran para otros lados o cuchichean entre ellos desde posiciones más ventajosas en los extremos y cerca de la salida. Te resulta curioso y hasta divertido ese contraste entre épocas tan remarcado, pudiendo ver vestidos que creías que solo verías en películas de época junto con camisetas con calaveras o de algún cantante famoso.

Cuando el salmo acaba, el cura da unos pasos atrás, y la mujer que vieras antes a su lado, sube al estrado y comienza a hablar.

-Mi marido, fue un gran hombre, un hombre que se entregó a la comunidad sin esperar nada a cambio. Velando por vuestras almas...-

Su voz suena compungida y dolida. Detrás de ella, el cura escucha, con rostro de impaciencia, casi molesto por la presencia de la mujer. Sin embargo, ella no parece dar muestras de enterase y sigue hablando de su difunto esposo.

La agente Sparks alza una ceja, mirando el estado del cuarto. El desorden hacen del chico, si cabe, aún más inocente. No obstante, y pese a lo obvio, aquello sigue sin cuadrar. La reaparición del asesino de la Polaroid, o de un imitador, o de un asesino igualmente ligado a una cámara de fotografía, y la presencia de un aspirante a fotógrafo, es demasiada casualidad. Y  la casualidad es poco frecuente. Examina con atención todo, aunque sin registrar nada. Hay límites para todo, y ahora mismo, pese a la placa, están de invitados en el cuarto. Espera a que el chico encienda el ordenador, sin decir nada, y sin poder evitar mirar de reojo al agente Johnson. Las pruebas no están ahí donde mira, se lo aseguro piensa, pero sin decir nada. 

El joven ve como la mujer comienza a registrar la habitación, moviéndose entre el desorden pero sin tocar nada. Cuando pasa cerca de la mochila, el joven da un respingo.

-Espere un momento, mire- El joven se  aproxima a su altura y toma la mochila, entonces, tras rebuscar unos segundos, saca de ella una antigua cámara de fotos, la Leica de la que os había hablado. -Esta es la cámara que mencioné. me gusta llevarla conmigo porque... bueno, me da buena suerte.- Podéis ver que se sonroja un poco.

Salina prosigue la inspección, sin excederse, pero con minuciosidad. Tras unos minutos, el agente Johnson le sugiere si podría encender el ordenador, a lo que Robert duda durante unos instantes. Finalmente asiente.

-Claro, no tengo nada que esconder. Aunque...- el joven parece dudar -Bah, ¿para qué iban a querer unos agentes del FBI copiarme el proyecto? Si claro. Un segundo.-

Rápidamente, se sienta en el suelo y da al botón de encendido.

-Perdonen mi nerviosismo, no se imaginan hasta donde han llegado algunos en su desesperación por quitarle su proyecto a alguien.-

Finalmente, la pantalla muestra la imagen de inicio donde el joven introduce su nombre y su clave, tras lo cual, aparece ante los ojos de los agentes el escritorio. En contraste con la habitación, el ordenador se muestra perfectamente ordenador. El escritorio limpio de accesos directos o aplicaciones. Rápidamente el joven abre el disco duro y os muestra rápidamente las carpetas.

-Bueno, aquí están las típicas de windows, el administrador de archivos, como ven, con lo normal. Aquí... pueden ver todas las fotos que he ido haciendo, aquí los datos recopilados.- Da unos cuantos clicks más -Aquí pueden ver proyectos antiguos, informes de la universidad y... poco más. Me gusta tener todo mi ordenador en perfecta condiciones.-

Os sonríe orgulloso.

-Bueno, creo que eso es todo, así que ¿estoy libre de sospecha?-

Con sumo cuidado a fin de no violar ninguno de los derechos del joven, comienzas a registrar todos los montones con la mirada, con una máxima. No tocar. Lo primero que te llama la atención es que todo está aun peor de lo que habías visto en un primer vistazo, pues por el estado de algunas prendas, puedes intuir que mezcla sin orden o cuidado, ropa limpia con ropa sucia, incluso calzoncillos puedes ver debajo de la cama. Dentro de la maleta abierta solo ves más ropa, un neceser, y un ejemplar del New York Times de hace dos semanas.

Continuas con el resto, pero salvo algún resto de comida y la misma ropa, un par de libros y revistas de fotografía y una revista Penthouse, no ves nada que pudiera ser sospechoso, aunque el chico si tiene un serio problema de orden. Te atreverías a decir que excede por mucho el estándar de suciedad de cualquier piso de estudiantes. Robert, se acerca entonces y os saca la cámara de la que os habló. Entendiendo que poco más hay que ver, observas como el joven enciende el ordenador. Situándote detras de él.

El joven os muestra todas las carpetas, una a una y compruebas que, en efecto, hay fotos de paisajes de la zona, alguna de los vecinos en sus quehaceres, y unas pocas de interiores. Te sorprende lo ordenado de su ordenador en contraste con la habitación, pero algo distinto llama tu atención. Es solo un segundo, pero al pasar el cursos por la esquina superior derecha de la pantalla en el escritorio, puedes ver que en un parpadeo aparece una carpeta que inmediatamente desaparece. Esto suele suceder cuando Windows se lía y pasas el cursos por una carpeta oculta y falla al ocultarla. Pero lo más importante, Robert parece haberse olvidado de ese pequeño detalle.

La agente Sparks asiente, y no deja de mirar la pantalla del ordenador. Es posible que no sea una gran amiga de la informática en general, pero muchos criminales saben de ordenadores. Y eso hace que Sparks haya tenido que saber, al menos en parte, ciertas cosas acerca del manejo de informática. Nada del otro mundo, pero lo suficiente como para reconocer una carpeta mal oculta por la siempre problemática interfaz del Windows. 

-Excelente. Gracias por su colaboración, señor Stampton.- Asiente, sin decir nada sobre la carpeta oculta. Si bien esa carpeta podría ocultar alguna prueba, también podría ocultar algún trabajo confidencial o simple y llana pornografía. El joven no parece sospechoso de nada salvo de tener mala suerte. No obstante, y pese a todo, sigue habiendo algo que no cuadra. Una pieza de un siniestro rompecabezas que no termina de encajar del todo. 

-Para terminar, si nos pudiera aclarar donde estuvo usted...-

La misa continúa su curso, inmutable, ante las voces del párroco y de la viuda. Esto te sorprende pues a pesar de su antigua condición de la mujer del antiguo párroco, no es normal que ella de gran parte de la misa. El párroco alza los brazos.

-Oremos-

Entonces el pueblo entero empieza a rezar. O eso parece en principio, pero aprovechando las voces, puedes ver como algunos vecinos cuchichean entre ellos. Puedes identificar varios grupos, en su mayoría gente mayor, aunque algunos jóvenes también parecen estar aprovechando el momento para hablar. Tu investigación del panorama se ve abruptamente interrumpida por una voz que se alza entre el gentío que detiene de inmediato el rezo. Una voz de hombre de avanzada edad.

-¡No puedes impedirme verlos!-

Inmediatamente, la gente se gira en la dirección del que ha hablado y un intenso murmullo invade la sala. Intentas ver quien ha hablado y aunque no puedes ver bien desde tu posición (Están en el lateral opuesto, cercad e una columna), si puedes ver que se trata de un hombre canoso y bastante corpulento. Una voz de mujer responde al primero.

-¡Aléjate de mi! ¡Vergüenza debería darte, en la casa del señor!-

De nuevo habla el hombre.

-¡Maldita seas!-

Entonces parece que se inicia un forcejeo o algo parecido y la mujer grita horrorizada.

-¡Socorro, que me mata!-

El pueblo entero se arremolina alrededor de la escena impidiéndote ver lo que pasa.

El joven se queda pensativo un momento ante la pregunta de la agente.

-A ver a ver...puf. Bueno, Cuando el primer asesinato es fácil, de 12 a 3 hace una semana estuve aquí, en mi habitación. Había llegado el día anterior y estaba cansado de patearme el pueblo. La señora Norm puede corroborarles que no me moví de mi habitación.-  Entonces vuelve a ponerse pensativo. -En cuanto a hace dos días... de 8 a 10...¡Ah, cierto! pero...- El joven Robert se muerde el labio -esto es un poco embarazoso...- Parece tener dudas a contestar -Es que... bueno... verán...- Su respiración se agita. -Llegué tarde aquella noche a la casa de Huéspedes porque estuve fumando un poco de maría con Terence, el hizo del antiguo párroco.- Entonces junta las manos frente a vosotros en señal de súplica. -Por favor, no me detengan por ello, solo fue una canutillo y perdería mi beca, se lo ruego...-

El joven está al borde de las lágrimas.

Sullivan se irgió inmenso como era, antes de acercarse al lugar y alzar un torrente de voz, que sono mucho menos intimidatorio de lo que le hubiera gustado. Quién lo diria, con la buena acustica que tenía las iglesias habitualmente...

- ¡SILENCIO! ¿Peleando como unos sucios mercaderes en la casa del Señor? Podía sonar estereotípico, pero por muy criminal que hubiera sido su familia, la misa de los domingos no podía faltar. Así era la sociedad americana. Con pasos agigantados se acercó al lugar del forcejeo, esperando que si no fuese por su comentario fuese su tamaño el que la abriese paso para descubrir mejor que había ocurrido. Faltando al respeto así al alma del pastor...

Lo cierto es que interiormente estaba encantado. Aquello si que no se lo hubiera esperado nunca y aunque él no era el más social del grupo, si que podía intentar entender todo lo posible aquel peculiar elenco de personajes que conformaban el pueblo de Ashville...

- ¿Se puede saber que ha ocurrido aquí?. Sus ojos buscaron fieros al ayudante del Sheriff, por si le hacía falta corroborar su historia. Prefería no identificarse de momento, pero sabía que no tardarían en pedirselo, si es que no lo sospechaban por ser el único desconocido del pueblo...

- Tranquilo. - sonríe con amabilidad - El F.B.I. no se encarga de detener a nadie por fumarse un cigarrillo de marihuana, - explica al chico apoyando su mano en el hombro de este - si hablasemos de un cargamento de varios cientos de kilos, podría ser, - añade señalando al joven con su dedo índice derecho - pero aun así posiblemente llamariamos a la policia local o la D.E.A. que son quienes se encargan de esas movidas. - sentencia ya en la puerta - Gracias por su colaboración, espero que tenga suerte con ese trabajo. Si tenemos más preguntas se lo haremos saber y si usted recuerda algo que cree podría ayudarnos, llámeme. - concluye dándole una tarjeta con su teléfono y esperando a que Sparks la acompañe.

El joven vuelve a sonreír al saber que no irá a la cárcel por su pequeño "desliz". Hacepta gustoso la tarjeta y se despide de los agentes. Más cuando estos están en la puerta, les detiene.

-Agentes, si hay una cosa que podría contarles. Verán, de los asesinatos no se nada, pero llevo ya una semana en el pueblo y he oido hablar a la gente. Todos tienen una opinión al respecto por supuesto, sin embargo, hay un nombre que se repite mucho cuando mencionan quien podría haber sido. El Doctor nosequé Stevenson. por lo visto se llevaba muy mal con las víctimas por algo del pasado. No sé, me pareció interesante comentárselo.-

Finalmente, se despide con la mano.

-Que pasen buen día agentes, yo voy a ver si recojo esto un poco porque... puf-

Tras lo cual, cierra la puerta dejando a ambos agentes solos en el pasillo.

Tras despedirme del agente Sullivan, vuelvo a las pruebas. Siento que algo no encaja, que falta algo. Y sin embargo, no hay nada más que ver salvo la cinta.

"No pierdo nada viéndola, a lo mejor se les pasó algo a los agentes de Joshua Tree, al fin y al cabo, no parecen muy... trabajadores"

No puedo evitar mirar a la mesa donde se encuentra apoyado el agente de policiía, me acerco a él.

-Agente, necesito que coloque el video y prepare la televisión. Vamos a ver el robo de nuevo por si captamos algo interesante.-

La sheriff entonces abandona la sala para atender a algún ciudadano. Asiento a la mujer para informarla de que tengo la cosa bajo control y cojo el video de seguridad.

-Veamos que tiene-

Tras dar al Play, la cinta empieza a correr

La cinta empieza a correr y muestra el interior de la tienda. En la esquina, pueden verse unos números que marcan la fecha y hora del video. A la hora que decía el informe, puedes ver como varios cristales caen al suelo y entra un hombre corpulento portando una barra de hierro, vistiendo un anorak y un pasamontañas. El sospechoso mira para todo los lados y se mete tras el mostrador donde parece que empieza a rebuscar.

Aun arrodillado, el sospechoso se arrasca la barbilla y sigue vaciando cajones, cogiendo algunas cosas de vez en cuando. Por fin se incorpora y puedes verle hacer de nuevo el mismo gesto de arrascarse y te llama la atención. ¿Quien se para en medio de un robo para rascarse, más aun cuando se ve que está nervioso y tiene prisa por terminar? Podría ser que sea una manía suya lo que facilitaría mucho su identificación o...

Entonces lo ves claro, aquel sospechoso llevaba barba, seguramente no muy larga y dura, lo que le provoca que los pelos se le claven de manera muy incómoda. No era mucho, pero era un detalle importante.

Finalmente, abre un armario y coge un objeto. un escalofrío te recorre la espalda al ver de nuevo una polaroid en manos de alguien. Intentas reprimir tus pensamientos cuando ves que al salir, el sospechoso se golpea con fuerza en el hombro derecho. Tras llevarse la mano izquierda al punto del golpe, se frota con intensidad y ves que se vuelve a mover pero con el brazo claramente dolorido. Finalmente sale del rango de la cámara.

No has podido sacar demasiado, pero si un par de cosas, el sospechoso lleva barba media y dura y es posible que tenga el brazo con un esguince.

Gracias a tu corpulencia, te abres paso entre el gentío rápidamente, dejando a Fred atrapado entre varias personas que le impiden el paso. Cuando llegas hasta donde está sucediendo todo, puedes ver a un hombre de edad avanzada y sin embargo con un cuerpo robusto y grande, sujetando por la muñeca a una mujer algo más joven que él que se debate contra su captor. Apenas has entrado en el círculo, cuando ves que el hombre la suelta y esta cae al suelo con un sonido sordo.

La mujer comienza a chillarle asesino a hombre cuando todo se desmadra. Los vecinos se abalanzan sobre él que ha iniciado todo, otros intentan ayudar a la mujer. Todos los vecinos pugnan por ayudar o ver, provocando una pequeña avalancha que te zarandea unos instantes.

Y es en ese momento, cuando lo ves. Es solo un parpadeo y no puedes ver quien lo sujeta. Pero si puedes ver entre el gentío una cámara polaroid. tan pronto como aparece, desaparece y la gente sigue pugnando por avanzar a tu alrededor, algunos al fondo salen de la iglesia con el rostro marcado por el miedo debido a la situación.

Al mismo tiempo, el individuo se zafa de sus captores y señala a la mujer

-Maldita zorra. Me las pagarás-

Y a empujones, empieza a abrirse camino hacia el exterior.

Sullivan se quedó completamente desconcertando, vagando su vista entre el gentio y aquel hombre. Estaba claro que aquella fotografía iba dirigida o bien hacía el individuo que ahora intentaba abandonar la iglesia, o a la mujer que había peleado con él. Con rapidez decidió que si quería localizar al hombre podría hacerlo más tarde: en un lugar tan pequeño sería facil buscar referencias para encontrarlo.

Con determinación avanzó hasta la puerta de la iglesia mientras sacaba la blackberry y tecleaba con gran velocidad a todos sus compañeros de investigación. Sabía que sería inviable, pero tenía que hacerlo.

Polaroid avistada en la iglesia. Deberíamos registrar a la gente. Necesito vuestra ayuda.

Desde luego, Sullivan no podría hacerlo solo, pero con suerte la misa duraría aún un buen rato y podría vigilar la gente que salía antes de tiempo del edificio. Al fin y al cabo, su movil le permitía hacer fotos de manera muy discreta...

La agente Sparks, ya dispuesta a marcharse, y tras una breve, aunque fría y educada despedida, se vuelve, para escuchar al estudiante de fotografía. Menciona al doctor Stevenson. Alguien con alguna posible riña sin resolver con las dos víctimas. Valía la pena investigarlo. Se lo anotó mentalmente, y de nuevo, se despide, aunque esta vez de forma un tanto más cordial. Una vez fuera, camina unos pocos pasos, con tal de alejarse de la puerta. Una vez lo bastante lejos, y tras cerciorarse de que nadie pueda oírles, mira a su compañero. 

-Quizás no sea culpable, pero nos estaba ocultado algo. Vi carpetas ocultas en ese ordenador. Puede que no fuera nada, pero... Creo que merecería la pena examinar más de cerca ese portátil.- 

- Interesante, tal vez ese golpe fortuito me dé una pista...

John trastea con la cinta, tratando de localizar un fotograma donde se vea bien la silueta del tipo, con la indumentaria, y realiza varias fotografías con el móvil.

- Agente, ¿qué instalaciones sanitarias posee Joshua Tree? ¿Y Ashville?

Mandas el mensaje con celeridad y con dificultad pones camino hacia la puerta de la iglesia a fin de ver quien entra y sale. Durante tu trayecto, puedes ver que varios salen, el doctor, seguido de varios vecino y de Fred que intenta detenerle, se abre paso con sus grandes brazos entre la muchedumbre mientras maldice en voz alta. Sin poder impedirlo, ves como el hombretón sale por la puerta seguido de cerca por el ayudante de Sheriff, lo cual te satisface al saber que para localizarlo, solo deberás ponerte en contacto con el señor Willis.

Ahora, tu preocupación es otra y el cariz que parece estar tomando la situación no te gusta nada. La gente parece muy nerviosa. El párroco intenta sin demasiado éxito el controlar a la muchedumbre que se lanzan pullas por antiguas trifulcas y situaciones pasadas, algo típico en los pueblos y que poco tendría que importante, de no ser porque la viuda del antiguo párroco, con lágrimas en los ojos, grita a todo el mundo para que salgan de la iglesia.

-¡Todo el mundo fuera! ¡Esta es la casa del señor, nada de trifulcas en estas santas paredes!-

Y lo peor es que todo el mundo parece hacerla caso, pues como una masa informe, los parroquianos se dirigen a la vez hacia la puerta, donde tú te encuentras.

Mientras camináis hacia el exterior de la hacienda, resolvéis ir hacia la comisaría del Sheriff donde sabéis que están vuestros compañeros. Os despedís de la señora Norm y llegais a la calle. Más cuando os disponéis a poner rumbo hacia el edificio, un hombre con ropa de ciudad, totalmente discorde con la imagen del pueblo, se os acerca.

Rápidamente os ponéis a la defensiva, pues lo reconocéis al instante y su presencia en el lugar no es nada bueno. Es Andrew Laponei, un periodista del Washington Post y un auténtico depredador cuando se trata de conseguir una noticia. El echo de verle ahí no es buena noticia, pues significa que la noticia de un imitador puede haber salido de la periferia y ha atraído la atención de quienes menos deberían haberla captado. Esto dificulta más el trabajo, no solo porque un periodista vuelve a los asesinos más precavidos y a la gente más cautelosa a la hora de dar información (o exceso de la misma), sino que si la noticia llega a trascender, podría llegar a poner en peligro vuestro principal objetivo, evitar el pánico.