Partida Rol por web

La escena al llegar al lugar de culto me resulta incómoda. Demasiado vivo junto disfrutando jovialmente de una situación que dará que hablar por mucho tiempo en este diminuto pueblo. Yo prefiero las Iglesias cuando hay un féretro en medio de la cruceta y la gente mantiene silencio. O mejor aún, cuándo no hay ni un alma y el eco de mis pasos resuena limpiamente por la bóveda.

Pasamos la masa inicial de lugareños y nos topamos, como no podía ser de otra manera, con la loca número 2 del pueblo después del viejo de la colina... Y esta encima, encarecida devota feligresa del templo.

Entorno los ojos ante lo absurdo de su argumentación.

- ¿De verdad hay gente que daría la vida por semejante cabezonería? -

Hay cosas de la ilógica naturaleza humana que se me escapan.

Menos mal que Selina la convence mientras Peter se dedica a buscar pos las inmediaciones porque de ser por mí, yo esposaba a la Mary esta por obstrucción a la autoridad y santaspascuas.

Y cuando las aguas comienzan a calmarse con la señora Benson, Peter parece encontrar la tapa de la caja de Pandora (o la puerta a la antesala del averno, por todo lo poco que conozco de iconografía y memorabilia religiosa), y la buena Mary se agita como un perrillo antes de una tormenta de truenos.

Hay algo que se nos escapa... Frunzo el ceño ante la nueva actitud de la feligresa y la contrastada calma del párroco mientras miro repetidamente a ambos intentando averiguar qué está pasando...

El párroco no se opone y abre ambas puertas sin demora. La habitación al lado del cepillo no es demasiado grande y, efectivamente, parece una especie de almacén. En una esquina, ladrillos, botes de pintura medio seca, etc... En otra, escobas, cubos, botes de desinfectantes... En las paredes hay lejas metálicas donde hay un poco de todo: adaptadores de enchufe, cajas de cartón, algo de ropa vieja, una caja de herramientas y en definitiva, mil cosas y ningún interés.

En la sacristía en contráis un discreto escritorio con algunos papeles por encima, un ordenador personal con una pequeña impresora, una radio, una lámpara y una botella de agua de plástico. Hay un estante, también metálico, con varios archivadores. Probablemente bodas, bautizos y demás. Una especie de historial de todas los eventos extraordinarios de la iglesia. Hay algunas cajas de cartón en el suelo con diversos papeles. Son trípticos y carteles para anunciar campañas solidarias, fiestas religiosas y algún evento como las recientes misas por el difunto párroco Benson. Hay otras cajas con material eclesial, como hostias sin consagrar para la eucaristía, recipientes con vino, y demás.

En cierta manera el no encontrar directamente un artefacto explosivo nada más abrir la puerta decepcionó a Peter, le llamó la atención la cantidad de porquería que guardaba la viuda allí, como si de su propia casa se tratase.

Decidió no entrar más allá de lo estrictamente necesario. No le apetecía que aquella cantidad de trastos le cayese encima.

Continuaron su camino y entraron en la sacristía. A diferencia del otro cuarto éste estaba bastante más ordenado. No esperaba encontrar un ordenador en aquel lugar, pero a parte de ésto no encontró nada que le llamase la atención.

Dedicó unos minutos a mirar por encima el escritorio, archivadores y cajas, más por costumbre que porque pensase que realmente encontraría algo.

Nada fuera de lo común, más allá de algunos portarretratos en los que se ven retratos de un tipo de mirada afable aunque imponente. Su pelo gris le da un aire más maduro y su fino bigote sobre los labios, un toque elegante. No pasa desapercibido el alzacuellos que porta. En algunas fotos, además, aparece junto a Mary Benson.

Es el mismo tipo que aparece en la foto polaroid que guardaste unos minutos atrás.

Me detengo unos segundos a mirar las fotos.

- Padre Barrows - pregunto al joven párroco - ¿Es este su predecesor? -

Indico con el dedo al hombre que aparece repetidamente en las fotos.

Y, esperando la respuesta afirmativa del joven, traslado el índice de la foto a Mary Benson quién sigue airada revoloteando por los alrededores.

- ¿Qué relación guarda con la Señora Benson? Eran parientes, ¿cierto? - 

Hay algo que no me cuadra en todo esto. El joven Barrows parece demasiado tranquilo dadas las circunstancias. Y la señora Benson parece comportarse de manera opuesta. Me pregunto si hay gato encerrado en esta extraña relación y si el joven párroco sabe más de lo que aparenta, así que me concentro y analizo detenidamente su lenguaje comporal y tono de respuestas.

- En efecto. Es el difunto Arthur Benson, que Dios lo tenga en su gloria. - Pronuncia el párroco Barrows, seguido por un gesto incómodo y un suspiro de Mary Benson, cuya atención está depositada en la zona del cepillo, como si buscase algo con la mirada. - Recuerde que la Sra. Benson es su viuda.

La serenidad del párroco te parece legítima, como si no tuviera ninguna pesada carga a sus espaldas. La Sra. Benson parece algo inquieta, distraída. Parece que algo ha captado su atención de manera repentina.

Para Peter no pasaron desapercibidos ni el suspiro de la señora Benson ni su mirada inquieta hacía el cepillo.

-Entendemos que en estos momentos hablar del tema le debe resultar muy difícil- dijo acercándose a la viuda tratando de escudriñar lo que fuese que llamaba su atención*. -Si lo desea puede retirarse a su casa o quedarse por aquí sin que la molestemos. Agradecemos mucho su colaboración-.

-¿Hay alguna zona o habitación que no hayamos visitado, padre?- preguntó al párroco sin perder del todo de vista la zona del cepillo. Aquella situación le tenía realmente escamado.

Estás seguro al lugar donde debería estar la foto que te guardaste hace sólo unos minutos.

A pesar de toda la urgencia y preocupación por la situación, por lo que parece el ingerior de la Iglesia no parece dar signos de que lo que ocurre aquí dentro sea muy diferente a lo que pasaría cualquier día normal. Hasta la señora Benson parece estar medio loca de manera patológica, y no me extrañaría que su estrambótica actitud fuese similar en cualquier otra situación en la que la iglesia de su difunto Arthur se viese profanada por presencias inquisitivas y fuera de lo corriente como las nuestras.

Extiendo la mano al párroco.

- Ha sido un placer, Padre. No dude en contactarnos si recuerda o encuentra cualquier cosa que le parezca fuera de lo normal. - 

Lanzando una mirada de soslayo a la señora Benson, camino con cierta parsimonia hacia la salida bajo el eco que mis pasos producen en la vacía nave.

- No. - Responde con su habitual mueca de desprecio la Sra. Benson a la pregunta del Agente Johnson.

Dwigth permanecía en la puerta, con su adusto gesto como única fachada, estirado con una mano en el bolsillo. Su mirada barría los alrededores, pensaba. 

¿Qué es lo que quieres, Lewis? 

Si los había enviado hasta allí era por algún motivo. ¿Una trampa? ¿Desviar la atención para que su secuaz pudiera cometer otro asesinato? Si es así alguien tendría que estar vigilando, asegurándose de que los agentes efectivamente habían acudido al lugar indicado, dejando la vía libre. ¿Cuál de aquellas caras escondería aquellas perversas intenciones? 

Dwigth miraba a la multitud, pero no como a una masa de gente, sino que analizaba las caras de cada uno de ellos, persona por persona, intentando leer en sus caras la menor muestra de sospecha. Intentando analizar el comportamiento de los feligreses que habían hecho acto de presencia.

¿En qué se supone que debes fijarte? Es la pregunta que te haces mientras repasas con la mirada de agente del FBI los rostros de todos los que merodean por la iglesia.

Fred es un joven simpático, con voluntad de ayudar, pero que ha levantado alguna ceja de sospecha entre tus compañeros a causa de estar siempre revoloteando alrededor de la noticia. Pero, ¿acaso no es lo que hacen los jóvenes, sentir curiosidad por todo lo que se salga de la rutina? Además, es un agente de la ley, para bien y para mal, y además, sin demasiada experiencia. Te encaja con lo esperable de alguien así.

Luego está la Sheriff Baker. Te molesta su predisposición a liberar a Martin Hill aunque en parte la comprendes. Es una sheriff de un pueblo de mala muerte, y su trabajo final es que todo continúe igual día tras día. Encerrar al viejo no hace sino elevar la tensión entre todos sus vecinos. Por lo demás, parece que todos en Ashville están contentos con su trabajo.

Los vecinos que allí han acudido y cuyas caras te escrutan con curiosidad no expresan más que normalidad. ¿Qué esperas ver en ellos? ¿Un tipo apartado, enfundado en un oscuro gabán y fumando un cigarrillo protegido por los cristales tintados de un coche a lo lejos? Está claro que no. Sólo han acudido a ver qué se cuece hoy en Ashville. Además, dados los últimos acontecimientos, quizá piensen que vamos a sacar un nuevo cadáver.

La Sra. Benson es una mujer autoritaria y cuya vida a su lado puede convertirse en un infierno a no ser que se viva con resignación. Quiere llevar la iglesia bajo su mando aún cuando el párroco que la dirigía está muerto, es un hecho que salta a la vista, pero lo achacas a sus maneras groseras de hacer y deshacer todo a su antojo, como si le perteneciera. Sin embargo, algo extraño que no llegas a comprender le cambió la expresión de la cara, cubriéndola de desconcierto y confusión, cuando se ha percatado de algo allí dentro.

Respecto al párroco, no es más que un afable religioso que está condenado a lidiar con la fiera de Mary Benson a diario. Su paciencia debería merecer un premio, pero no crees que aporte demasiado al caso.

Definitivamente no parecía haber indicios de que el aviso que habían recibido sobre el peligro de una bomba en la iglesia tuviera algo de credibilidad. La agente Sparks empezaba a tener la sensación de que estaban perdiendo el tiempo. Sus compañeros terminaban de hacer las preguntas de rigor al párroco y a la viuda de su predecesor, sin sacar ningún dato destacable.

Entonces... ¿Para qué el aviso de Lewis sobre la iglesia? ¿Que saca él de todo esto?

Se acercó a Dwight, su compañero era quien mejor podía conocer la retorcida mente de ese psicópata. Parecía algo abstraído mirando hacia la multitud que se acercaba a curiosear a las puertas de la iglesia, pero le habló igualmente.
-No estoy muy segura de si estamos sacando algo en claro de todo esto, parece que ha sido una falsa alarma. Puede que sea más productivo que volvamos a la sala de investigaciones para continuar con el asunto de los asesinatos.

Esperaba no sonar demasiado arrogante ante su jefe de equipo, pero a Selina no le gustaba perder el tiempo, y menos en mitad de una investigación.

Aquella agente, Selina, la más joven del grupo, demostraba tener la mente más clara. O al menos mucho más que la de su pendenciero compañero Peter Johnson. 

- En efecto, parece una falsa alarma. -No miró a la joven cuando pronunció estas palabras. Más bien parecía ocupado contemplando a aquella multitud curiosa, obsesionado con la idea de que el autor de los crímenes podría estar observándoles en ese mismo instante. Mucho me temo que... -bajó el tono de su voz hasta convertirlo en un susurro. Selina tuvo que acercarse a Dwigth para llegar a escucharle. Tanto, que pudo percibir el aroma de su perfume que se resistía a dejar aquella camisa, usada pero limpia. La pulcritud del investigador era impecable .- esto no haya sido más que una distracción. Una estratagema para mantenernos ocupados mientras nuestro hombre comete un terrible tercer acto. 

Volvió a echar una última ojeada a la Iglesia. Resultaba muy frustrante volver a darse de bruces con el muro, estar de nuevo uno o dos pasos por detrás de Lewis. ¿Por qué los habría dirigido hasta allí? Lo conocía bien, y aunque se tratase de una mera distracción, Dwigth estaba seguro de que aquel lugar no había sido elegido al azar. O bien poseía un simbolismo para el psicópata o bien la elección perseguía un objetivo más práctico. Cualquiera que fuese el motivo, pensó Dwigth, tendría que preguntárselo al mismo Lewis.

El Dr. Maxwell Simons inclina el torso hacia delante y hace un gesto con su mano derecha, la que sujeta el lápiz, que invita a hablar.

- Antes ha mencionado algo de algo que encontró el Agente Johnson en el cepillo de la iglesia. ¿Qué era exactamente?

Entonces, coloca el lápiz contra su cuaderno, preparado para escribir.

Camino hacia la salida cabizbajo. Nada de esto me cuadra. Si Lewis nos ha tendido una trampa, siguiendo su M.O., aquí falta algo. Una grán explosión que termine con nuestros miembros desperdigados por las vidrieras para empezar.

- ¿Y bien? - lanzo la pregunta al aire, a todos mis compañeros pero a ninguno en particular - ¿Alguno ha encontrado algo que destacar en la Iglesia? Porque por mi parte más allá del posible caso de Nepotismo local en la asignación de cargos y privilegios eclesiásticos, cosa comprensible por otro lado en un pueblo de mala muerte como este, no he sacado nada que rascar aquí dentro.... - recapacito por un segundo mientras me meso la barbilla - Bueno algo más sí, un posible diagnóstico de Trastorno Obsesivo Compulsivo de la señora Benson. Pero no creo que eso nos sirva de mucho... -

Esto cada vez es más extraño. Si ha sido una treta de Lewis para despistarnos, entonces sí o sí tiene que tener contacto con el exterior para poder informar a su cómplice de que tiene vía libre para matar mientras nosotros nos distraemos en la iglesia... Supongo que pronto sabremos si de verdad ha sido así y el asesino ha vuelto a actuar.

Peter se quedó unos pasos atrás mientras sus compañeros se dirigían a la salida, cuando Dwight iba a abandonar el edificio le agarró del brazo. No demasiado fuerte, sabía que al inspector no le gustaba el contacto físico, pero si lo suficiente para hacerle parar.

-He encontrado ésto en el cepillo- dijo tendiendo disimuladamente la polaroid que retrataba al difunto Barrows a su superior.

A la luz de esta prueba, la muerte del reverendo no parecía tan natural.

-La viuda parecía estar buscándola con la mirada mientras hablábamos con ella. No he querido seguir presionándola porque es evidente que no me va a contar nada, pero deberíamos mantenerla vigilada- añadió -Tampoco me fío del nuevo sacerdote. La foto no estaba escondida, pero ninguno de los dos hizo por cogerla...-

No quiso añadir nada más y se retiró un paso del agente al mando. Sabía que la mente de Dwight daría con algún detalle que a él se le hubiese pasado.