Partida Rol por web

La tumba parece antigua, la tierra está cubierta de hierba y la cruz que la preside está oxidada. No hay ninguna lápida ni ninguna inscripción. A parte de eso, un rápido vistazo no te permite sacar más conclusiones.

Al otro lado de la casa los ladridos siguen, pero ahora oyes también un grito de alerta de Peter y, casi al mismo tiempo, otro grito, pero este de dolor.

Salina examina la tumba rápidamente. La tierra que cubre la tumba no parece reciente, pero quiere estudiarla con más atención. Se agacha para recoger una muestra cuando, de pronto, escucha un alarido. Deja sus cosas en el suelo y corre, pistola en mano, hacia la casa.

Tras la primera impresión y el momentaneo spring, Peter se da la vuelta para comprobar si Dwigth le sigue. Al cerciorarse de la situación en la que se encuentra desace sus pasos y corre ahora en busca de Dwigth. Aún con la pistola en la mano ni tan siquiera se le pasa por la cabeza utilizarla. Aprovechando la ocupación en la que se encuentra el sabueso, le propina con todas sus fuerzas un puntapie en el abdomen.

El chucho lanza un gañido lastimero y retrocede rapidamente. Se queda a unos metros, gruñéndote con una mezcla de rabia y temor.

En ese momento Salina llega corriendo.

Das la vuelta a la casa, con la sheriff pisándote los talones, y te encuentras con esta situación.

John está tirado en el suelo, boca arriba, gimiendo de dolor. Se aferra el brazo, que parece herido. Peter está en pie, a su lado. No parece herido y empuña su arma, aunque la mantiene baja. A unos metros de ellos hay un perro con una larga cadena al cuello. Es un chucho pulgoso, ni grande ni pequeño, pero con evidente mal genio.

Salina corre y, con precaución, se arrodilla junto a John.

- ¡John! ¿Estás bien?- vaya pregunta estúpida-. No, ya veo que no. Déjame que le eche un vistazo a tu brazo.

Salina examina el brazo del agente Dwight.

- Esto tiene mala pinta... Sheriff, ¿podría acercar al agente Dwight hasta algún centro de salud? Es posible que necesite algunos puntos - le pregunta, mientras ayuda a John a incorporarse.

Joanne te ayuda a levantar a John. Vuestro compañero es capaz de sostenerse en pie, pero está dolorido.

-Hay un botiquín en el coche. Vamos a vendar esto y le llevaré al médico del pueblo.

El saco de pulgas sigue ladrando y gruñendo como un demonio (sobre todo a Peter), pero ya no se atreve a atacar. De pronto, unos gritos roncos llegan desde el campo de maíz que rodea la casa.

-¡Cierra la maldita boca, Thor! ¿A qué tanto escándalo? Te voy a moler a palos.

El can enmudece inmediatamente y se aplasta contra el suelo en actitud sumisa. Entonces una figura sale de entre los altos tallos. Es un anciano alto y delgado, casi consumido, con barba de una semana y vestido con ropas de granjero sucias y avejentadas. En la mano derecha lleva una hoz. Al veros se queda parado y os grita con rabia.

-¿Qué demonios haceis aquí? ¡Fuera! ¡Largaos!

- Supongo que usted será el Sr. Hill... -afirma Salina, sin darle tiempo a la Sheriff a presentarlo. Vaya, después de todo no está muerto. Qué lástima, no se perdería gran cosa si este individuo desapareciera del mundo-. Sr. Hill, soy Salina Sparks y éstos son mis compañeros los agentes John Dwight y Peter Johnson. Somos del FBI y veníamos a hacerle unas preguntas, pero, teniendo en cuenta que su perro ha mordido a mi compañero, supongo que será usted no sólo tan amable de correr con los gastos de los cuidados que haya que dispensarle, sino además de acompañarnos a comisaría para responder a nuestras preguntas. -Salina se lo queda mirando con dureza. Achina los ojos y añade:- Además, maltratar a los animales es un delito, Sr. mío. Tiene usted a ese pobre animal atado de mala manera y medio abandonado. Sin mencionar que es un peligro para cualquiera que se acerque por aquí.

Demasiadas palabras para el viejo Hill. Cuando se entera de que han mordido a John te interrumpe con una carcajada, dejando a la vista sus encías desdentadas.

-¡Ja! Así aprenderá a no meter las narices en casa ajena. Si vosotros no quere...

Se interrumpe repentinamente. Sus ojos han reparado en las pistolas que empuñais. Sus ojos se entrecierran con ira y empieza a increparos fuera de sí.

-¡Con armas! ¡En mi casa! Miserables, malnacidos, con armas, como si fuera un ladrón, es a mi a quien roban, cabrones, fuera, largo de mis tierras.

- Sr. Hill, no se exalte. Le he dicho que hemos venido a hacerle unas simples preguntas. Estamos investigando los asesinatos cometidos en Ashville. - le explica, al tiempo que enfunda su arma, pero sin apartar la mano completamente de ella. Salina mira de reojo a Peter y le hace un leve gesto, casi imperceptible, invitándole a hacer lo mismo-. De todos modos, nos acompañará usted a la comisaría. Y no es una sugerencia. Haga el favor de acompañar al agente Johnson al coche. Sheriff, ayúdeme a llevar al agente Dwight hasta allí. Gracias.

-¡Eh? Qué parloteas tú, niñata. No me van a quitar mi casa, no me voy a ir, no señor. ¡Ladrones! Eso es lo que sois. Yo no voy a ninguna parte, y menos con la zorra de la sheriff y su panda de pistoleros.

Joanne ni siquiera reacciona ante el insulto, parece acostumbrada, y sigue alejándose con John en dirección al coche para atenderlo.

Salina saca las esposas y se las enseña al Sr. Hill.

- Sr. Hill, ¿quiere hacer esto por las buenas o prefiere que me ponga desagradable? Acompáñenos a comisaría.

Salina le hace un gesto a Peter para rodear al viejo. La situación le desagrada enormemente, pero se teme que llevarlo a comisaría será la única manera de conseguir sacarle alguna información y de poder investigar en la zona sin que el gruñón ande por allí entorpeciendo la investigación.

En cualquier otra circunstancia la actitud del viejo le podría haber caído hasta simpática, pero debido a lo ocurrido con el perro cualquier comentario de más de Hill no hace sino aumentar en Peter las ganas de desahogarse de una vez.

Se dirige hacia él y se dispone a cogerlo fuertemente del brazo.

- Bueno, creo que ya ha hablado demasiado. Ahora nos toca a nosotros preguntar y a usted responder. Acompañenos al coche...creo que no será necesario eso no?.- le dice, señalando las esposas que sostiene Salina.

Por si no hubiera ya bastante alboroto entre los desvaríos del anciano y los ladridos del perro, ahora se suma a la cacofonía el móvil de Dwight.