Partida Rol por web

Miró a Haidar y asintió

No solo acompañarlos por la bestia, no parece que tengan tampoco muchos medios para estar aquí por si mismos ahora mismo.

Se mueve un poco cambio de pie de apoyo

Además, si ellas son las antorchas que vimos, deberíamos volver, hace un frío de muertos

Amelia no notó nada extraño en sus palabras, asì como tampoco vio nada en aquel frío. 

Frío de muertos, decís, Roberto.   Aciagas palabras. 

Apuremos camino.  - Estaba convencida.  Pero no estamos lejos de su difunto.   Siempre, aun con la pérdida, querrían verlo. 

Una chanson de esto quedaría bien, ¡es tal el sentimiento!

El pardo asintió a las palabras del grupo. Le parecía una buena idea acompañar a los hombres hasta el castillo, podrían seguir con la investigación más adelante. 

Quedó Amelia confundida al no poder escudriñar las intenciones verdaderas de los viajeros, si es que tenían algunas que no os habían comunicado ya (y lo mismo ocurrió con los dos pardos, que tampoco notaron nada raro en su discurso). Y tal que así que estando vosotros cuatro de acuerdo y asintiendo Dumond en eso de trasladarles al castillo de Montsegur, que mientras éste les daba la noticia en su propio idioma Haidar, Roberto y Guzmán se quedaron petrificados al ver un brillo no muy lejos de la zona por la que habíais descendido, por donde habíais dejado atrás el cuerpo del viajero demacrado. Allá arriba apareció un brillo que hacía otear a los dos pardos una fina neblina candente, lumínica. Fue Haidar, sin embargo, quien logró ver en la distancia, en medio de tal brillo interesante en mitad de la noche, a una figura recortada en su propio fulgor, de aspecto femenino.

Estaba allí de pie, a lo lejos.

Entonces dio un paso hacia abajo, hacia vuestra posición. Y quedó quita.

Luego otro, y volvió a detenerse.

Después, cuesta abajo, comenzó a correr hacia vosotros con los brazos y manos en alto. Estaba claro que sus intenciones no eran amigables.

A medida que se acercaba, lo hacía a su vez el brillo neblinoso, y cuando estuvo lo suficientemente cerca Haidar pudo contemplar que portaba una túnica fina y blanquecina, aunque rasgada y vieja, y sus ojos, brillaban claros, contrastando así con su enraizada y repugnante mata de cabellos. Los cuatro viajeros se rejuntaron asustados unos con los otros, y Dumond tomó su lanza para prepararse ante la ofensiva mientras la mula de Amelia comenzaba a asustarse... El frío os seguía azotando, y los copos seguían cayendo.

El arma de Roberto estaba guardada, pero rápido como un rayo la sacó y se preparó para golpear a aquella horripilante criatura. No tenía ni la más remota idea, e intentó no pensar en todo lo que envolvía, la adrenalina del momento era lo que mantenía cuerdo y preparado para luchar.

Esperó el momento oportuno antes de lanzarse contra la criatura

Amelia la vio, y se le quedó mirando como quien quiere descifrar una leyenda o una notación musical, esperando a verla de cerca para saber más.  Pero el miedo mejor tomó las riendas de la mula, ¡y se alejó tan rápido como pudo del lugar al que llegaba aquel!    -Reparó ya alejada, y atrás de una piedra cubierta de nieve, en que no podía abandonar a la gente en la lucha, más porque ella tenía un arma, que aunque le daba pena su miedo, también entendía, como gente de alcurnia, que los pardos y caballeros estarían ahí para defenderlos.     Así que su intención sería en cuanto pudiera tomar la ballesta cargada y tirar a la bestia, ya sea para sólo distraerla o atolondrarla al menos y que le así le pudieran clavar una santa lanza ahí donde murirera más pronto.

Haidar apretó los dientes en el yelmo mientras esperaba el ataque de la bestia levantando su adarga. Con la otra mano preparó un golpe con su jineta que descargaría tan rápido como esa bestia llegase.

Guzmán desenvaino presto su arma y coloco su escudo. Listo para el combate se adelanto tratando de parar el golpe que iba dirigido a Amelia, pero la mala suerte o exceso de frio hicieron que el escudo se quedara corto. En cambio, su espada surco el aire rápido como el rayo. 

Turno 1:

Roberto aguantó unos isntantes antes de que la criatura estuviera practicamente encima de todos vosotros. Entonces echó su mano hacia abajo, la misma con la que tenía sostenido su martillo*. Cuando la criatura estuvo a su altura, el pardo trató de hacerla caer provocándole un tropezón, pero la fuerza con la que venía la mujer hizo que el martillo de Roberto se le saliera de la mano, y cayera unas varas hacia atrás, desproveyéndole del mismo.

Acto seguido Guzmán enarboló su espada, una vez tomado con fuerza el escudo, y levantó su espada delante de aquella mujer cuyo cuerpo emitía resplandor. Tal vez cegado por ello, quizás, sólo pudo provocarle un daño menor, pese a lo decidido del pardo, en su pierna.

Daño: 2 (-1 por ropas ligeras) (/2 por pierna): 1 punto de daño.

Tras ello, la mujer se abalanzó sobre Amelia, logrando herirla antes de que ésta formulara sus intenciones en aquel instante***. La criatura humanoide asestó un desgarrador en el pecho de la trovadora que la hizo gritar en medio de la noche:

Daño: 8 (-2 por vélmez): 6 puntos de daño.

Amelia sintió un profundo dolor en el pecho, y sabía que le había roto algún que otro hueso en su interior****. Mientras tan sólo le apetecía llorar, y casi quedándose sin aire, logró alejarse un poco del centro de la batalla para pergeñar otra estrategia.

Entonces la criatura contraatacó de nuevo, esta vez contra Haidar. Éste levantó su escudo, pero la garra sobrepasó el metal del mismo y el intento de evitarla, y las alargadas uñas de aquel ser golpearon en su cabeza, que a buen seguro, si no hubiera contado con su yelmo, le habría provocado una muerte instantánea:

Daño: 6 (-8 por Yelmo) (x2 en cabeza): sin daño.

Por ende, Haidar levantó su jineta tratando de devolverle el envite, y logró hendir el filo en la carne del ser, a la altura de su brazo. La criatura rugió como un ser salvaje:

Daño: 10 (-1 por ropas ligeras) (/2 por brazo): 5 puntos de daño.

Cuando Haidar atravesó el brazo de la mujer y volvió a sacar la espada, el soldado occitano Dumond extendió sus brazos con la lanza que portaba entre sus manos, logrando hendirle la punta a la figura, justo en el mismo lugar que el arif le había golpeado con la jineta:

Daño: 6 (-1 por ropas ligeras) (/2 por brazo): 3 puntos de daño.
 

Amelia se dolía, pero se sabía con distancia y aprovechando la seguridad de eso, y la luz que se filtraba de antorcha y cielo, se puso a apuntar con cuidado, desde la altura de su montura, y, en el momento que lo creyó justo y útil, dejó volar el virote de aquella mecánica maravilla. 

Los nervios de ver a aquel ser habían podido con Roberto, quién había dejado soltar su arma; como un novato se agachó a recogerla y con la propia inercia intentó golpear a la criatura

Amelia sabía que estaba herida, así que se tomó su tiempo para apuntar.   Quería llamarle la atención, para quitarla de encima de los comerciantes, pero sabía que lo haría mejor con un virotazo certero.

El pardo volvió a atacar a la criatura y se interpuso entre ella y Amelia. ¡Cúbrete! Le grito a la mujer. Aunque la caballerosidad no era uno de los dones de Guzmán, el pardo vio la necesidad de ello. La mujer parecía muy mal herida.

Al interponerse ante la criatura, el pardo se dispuso a esquivar el posible ataque de la misma. Mientras le lanzaba un tajo con la espada, pero el acero apenas rozo la cabeza.

Haidar se recolocó un poco el casco, pues el zarpazo de la criatura lo había movido de sitio y le impedía la visión. Una vez recuperado y apretando con fuerza la empuñadura de su jineta lanzó dos tajos contra el monstruo. Una vez que notó que su primer golpe había penetrado la carne de la bestia hizo una floritura con la espada y volvió a hincarla en ese ser.

Turno 2:

El pardo Roberto se desvió unas varas para recoger su martillo, arrojado en la nieve del monte. Tal vez porque la criatura estuviera centrada en despedazar ahora a los viajeros, que Roberto logró endosarle después un martillazo, que le golpeó directamente en la espalda.

Daño: crítico. Daño máximo e ignora armadura: 12 puntos.

La criatura fue golpeada hacia un lado y expuso un grito pavoroso bajo la nieve, aunque no por ello, pese a que ahora estaba grave, cesó en su empeño. Acto seguido, Guzmán trató de endosarle un espadazo, y hendirle así el filo. Quiso la fortuna o el buen hacer del pardo que la espada corriese en el aire a la altura de la cabeza...

Daño: 6 (sin protección) (x2 en cabeza): 12 puntos.

La hoja bailó horizontalmente y la espada de Guzmán cortó el cuello de aquel ser y apagó su tremendo brillo neblinoso para siempre. La cabeza, ahora cercenada, rodo a un lado, mientras el cuerpo pútrido expulsaba sangre negruzca y corrompía la nieve que había a vuestro alrededor. Los cuatro viajeros miraban la escena aterrados, pero ahora aliviados del destino que les esperaba. El cuerpo sin cabeza cayó como plomo al suelo, inerte. El peligro había pasado, y la nieve caía aún. La noche era fría entre aquellas cumbres occitanas.

Jadeando sigue agarrando el martillo

Diablos...

Jadea

¿Qué diantres era eso?

Apunta con el martillo al yaciente cuerpo prestándole especial atención