Partida Rol por web

David le puso una mano en el hombro a Hans.

“Tienes razón, Hans. No puedo pedir a nadie que arriesgue la vida, pero si nos retiramos ahora, los nazis borrarán todo rastro de lo ocurrido y se marcharán mucho antes de que las autoridades lleguen aquí. Seguramente se infiltrarán en nuestra sociedad y ya será imposible dar con ellos. Quien sabe el daño que puedan causar. Es nuestra responsabilidad detenerlos ahora que tenemos la oportunidad.”

Volvió a echar un vistazo por la ventana, para vigilar la entrada a la propiedad.

“Debemos atar y amordazar en el bosque a los que dejamos inconscientes, coger sus armas y ocultarnos a ambos lados del camino de entrada. Podremos emboscar a sus camaradas en cuanto entren. Se verán rodeados y no les quedará más que rendirse.”

-No creo que tengamos tiempo para hacer todo eso - Murmuró Madeleine pensando en como salir de aquella, el tiempo apremiaba, no sería bueno si conseguían despertar a sus compañeros y nos sobrepasaran en número. -Tenemos tiempo de situar una trampa en la entrada? - Preguntó mirando a Anne-Sophie que era la experta - Si no, simplemente escondamosnos, si los emboscamos a la entrada nunca llegaran a sus compañeros, recemos porque esos cerdos no despierten antes de tiempo

David asintió a las palabras de Maddie.

“Tienes razón. Atarlos y llevarlos al bosque llevará demasiado tiempo. Pero creo que todavía nos puede quedar tiempo para encerrarlos en alguna de las habitaciones de la casa.”

Hay dos habitaciones en la planta baja desde la que podríamos emboscarles, pero os aviso, apestan a Chucrut

Y mirando a Madeleine le niega con la cabeza

No... Necesitaría algo más de tiempo para poder preparar una trampa.

-Lo mejor será hacerlo desde la casa, ellos conocen el terreno mejor que nosotros es mejor acotarlo - Coincidió con Hinault, consciente de que eso tambíén sería meterse en un entorno desconocido  - Desgraciadamente eres la única que ha entrado, puedes hacernos una descripción rapida? - Pidió mirando al resto de sus compañeros en espera de sus decisiónes pues el tiempo apremiaba y no había ocasión de pensar demasiado las cosas. Una lamparita se encendió en su cabeza. - Creo que quizás tenga una mejor idea... Podemos devolverles el favor- Miro a David y sonrió - Podríamos dejar que entren y se acerquen a la casa, quedarnos algunos ocultos en el bosque esperando que estén lo bastante cerca como para poder cerrarles la salida, David podrías disparar desde la torre, que alguien dispare desde el granero, les apuntaremos de tres lados distintos, no tendrán escapatoria - Quizás se rindieran, quizás no, pero como fuera iban a tener todas las cartas a su favor. -De cualquier forma hay que atar a los inconscientes antes que despierten

Deberiais saber que no se me dan bien las armas de fuego solo tengo mi porra extensible y como medida disuasoria- dice con desanimo  ante la situación peligrosa que se avecina, ahora que ya no tienen una opción de huida fiable.

Podria quedarme yo con nuestros prisioneros y si alguno recupera la conciencia volverlo a mandar a dormir , mientras vosotros acabais con esos visitantos-comenta  mirando de solayo a los jupiter

David escuchó las propuestas de Anne y Maddie, mientras arrastraba a los espías inconscientes, para encerrarlos en una de las habitaciones.

“Ya no estoy en el ejército, así que me atendré a lo que decida la mayoría, pero si los dejamos entrar en la casa y los amenazamos con nuestras armas, tendremos un tiroteo asegurado.”

Le quitó la camisa a uno y la hizo girones, para usarla a modo de soga y atarle las muñecas a la espalda.

“La casa ofrece paredes y muebles detrás de los que agazaparse. Además de que, en cuanto entren, probablemente se distribuyan por la propiedad, con lo que tendremos que cazarlos uno por uno. Si nos ocultamos dentro eso puede incluso permitirles rodearnos o flanquearnos.”  

Terminó de atar a un espía y se puso a hacer lo mismo con su compañero.

“Ocultarnos en los alrededores, permitirles llegar a la entrada y asaltarlos antes de que ingresen en la casa, me parece una mejor opción. De ese modo se verán rodeados y arrinconados, aunque siempre existe la posibilidad de que alguno consiga refugiarse en la casa o en el bosque.”

Terminó de atar al segundo espía y se rascó la barbilla manera pensativa.

“Pero tiene la ventaja de posicionarnos de manera más segura y con mejores ángulos de tiro, en caso de que decidan dispararnos. ”

Miró por un segundo a Maddie, con gesto de escrutinio, se acercó a ella, la cogió delicadamente por la barbilla y le plantó un beso en los labios.

“Además de todo, eres una genio táctico. Deberías haber asistido conmigo a Sandhurst*.”

Le sonrió de manera tierna y miró a los demás.

“Bueno, vosotros diréis. Decidid pronto, no tenemos mucho tiempo.”

Hans expresó sus dudas respecto a la ayuda que podría prestarles en la emboscada.

David le puso una mano en el hombro.

“Es tu decisión, Hans. Como te dije antes, no puedo pedirle a ninguno que arriesgue su vida, pero estaremos en una ligera desventaja numérica y necesitaremos a todos. Además, si todo sale como lo planeamos, es probable que se rindan sin que necesitemos dispararles. Aunque, si se da el caso, estarás en una posición segura. ¿Qué dices? Después de todo lo que hemos pasado, es prácticamente un requisito que seas capaz de defenderte si quieres que sigamos con nuestras investigaciones. No suelen ser precisamente labores tranquilas.”

El plan de Maddie le parece algo lo suficientemente sólido y lo suficientemente fácil de poder realizar en el breve espacio de tiempo que tenían. 

La casa es simple...

Se pone a describir la casa brevemente.

Yo iré dentro y les asaltaré desde una de las habitaciones. La corta distancia es mi especialidad.

Dice mientras se cruje el puño entero con una de sus manos.

Si no hay mas remedio luchare - dice Hans echandose la mano a la cara- ire contigo Hinault, no soy bueno disparando  aunque tampoco en distancias cortas ...  pero por lo menos no le dare a nadie de  los nuestros sin querer

Sonríe al ver que Hans va a ir con ella.

Con tal de que les des con la puerta en la cara a uno de esos alemanes bastará Hans

El beso la tomó por sorpresa, y no atino a responder ni a evitarlo. Cuando David se apartó, se aclaró la garganta incómoda, y formó una sonrisa sarcástica a su comentario -Crees que hubieran podido conmigo? - Comentó ligeramente divertida, pues solo podía imaginarse el caos que podría haber causado en una academia militar como esa - Demasiados cerdos sexistas para mi gusto de cualquier modo - Hizo un gesto con la mano descartando el pensamiento pero cuando escuchó a sus compañeros chasqueo la lengua.

-Así no vamos a llegar a nada - Suspiró Maddie frustrada pellizcandose el puente de la nariz. Al menos David estaba haciendo algo útil y atando a los tipos que los habían atacado. - Votemos pero ya, Hans y Anne-Sophie votan por ir a la casa, David y yo votamos por dividirnos en bosque, torre y granero. Rick... Tienes la decisión final - Decretó mirando a su compañero con seriedad. El tiempo apremiaba y ya sentía el corazón acelerándose en el pecho, no tenían tiempo para discutir.

Os distribuís de esa manera: Hans y Anne-Sophie, en el interior de la casa, Rick en el granero con los puños hambrientos, David en el torreón y Madeleine en la linde del bosque. En un minuto, todos están en sus posiciones, y justo en ese instante, los cinco alemanes (cuatro soldados y uno de mayor rango, quizá un oficial, a juzgar por su vestimenta) hacen su aparición en los exteriores de la casa. Al princio, su actitud es cauta y sigilosa, hasta que ven el boquete abierto en la segunda planta de la casa y los cascotes repartidos por el terreno, momento en los que todos, incluido el oficial, desenfundan sus Luger e intercambian una serie de instrucciones en alemán. Rápidamente, dos de ellos y el oficial se disponen a entrar y los dos restantes, vigilar el exterior.

Cuando subes al torreón llegas primero hasta una puerta cerrada. Asomas la oreja por si hay un jodido alemán dentro esperándote con una Mauser, pero no oyes nada. Empujas la puerta con sumo cuidado, que chirria un poco y el corazón te pega un vuelco cuando los tenues rayos de luz que entran del exterior definen una silueta sentada sobre una pila de libros viejos en el interior, entre las innumerables motas de polvo en suspension. Se trata de vuestro colega, Abner. Te acercas lentamente, sin bajar tu arma y para tu sorpresa (y nunca olvidarás aquella imagen), el joven rostro de Abner se ha convertido, en apenas un día, en el semblante esquelético de un hombre de cien años. Su piel está recubierta de manchas y arrugas, y su pecho tiene dificultades para respirar. Su aspecto general es de una debilidad total, la de un hombre en el abismo entre la vida y la muerte.

Cuando entras al granero descubres que la avioneta dispone de una ametralladora colocada sobre el fuselaje, y bajo una trampilla de madera en el suelo, varias pistolas, subfusiles e, incluso, alguna granada de mano.