Partida Rol por web

El mar Caribe: Dunas del océano

Thermopylae

Cargando editor
12/07/2008, 21:01
Director

Un barco con bandera inglesa se dirige hacía Road Town, en las Islas Virgenes. Un fuerte de las Antillas menores que los españoles despreciaron y al cual los ingleses estan sabiendo sacar partido.

Una misión especial trae aquí al Thermopylae. El Almirante McEnric tiene que darle instrucciones al Capitán Oakes, un joven y prometedor oficial de la armada inglesa. Las ordenes vienen de arriba, de muy arriba.

Tras largas semanas de viaje cruzando el oceano, un grito despierta a toda la tripulación. El grito proviene de la cofa del vigia. Y es la palabra más deseada por todos los ocupantes.

Tierra.

Cargando editor
12/07/2008, 21:23
Contramaestre Jeff Hughes

Jeff Hughes llama nervioso a la puerta del camarote del capitán.

¡Señor! dice bastante emocionado aunque intentando ocultarlo en vano. ¡El vigia ha divisado tierra, señor!

El contramaestre Jeff Hughes es un reputado marinero, entrado en años al que la vida no le ha dado la suerte de llegar a una capitania pese a los esfuerzos de su juventud. Curtido en el mar, ha pasado en el más años que en la tierra y es un excelente marinero.

Cargando editor
12/07/2008, 22:39
Sir Gervasio Oakes

-¡¿Eh?! ¿Qué dice Señor Hughes? ¿Tierra finalmente? -Digo, al levantarme sobresaltado. Pero de todos modos, desacostumbrado al calor ecuatorial no podía dormir tranquilamente.

Me visto la casaca apresuradamente y abro, al fin, la puerta de la camareta mientras me calzo el sombrero.

-Señor Hughes, llevamos demasiado tiempo navegando y la marinería está desacostumbrada, ordene un cambio de guardia total. Que todo el mundo tenga los ojos bien abiertos. ¡Ah! Y deje al Thermopylae al pairo. Esperaremos a que haya mas luz para aproximarnos a tierra.

Tras decir ésto, subo hasta la toldilla de popa y apoyado sobre la varanda, busco con mi catalejo el ansiado destino.

Cargando editor
12/07/2008, 23:02
Contramaestre Jeff Hughes

¡Sí mi capitán! dijo el contramaestre más tieso que una estaca. Luego echó a correr y subió las escaleras hacía cubierta gritando las ordenes con una fuerte voz de mando.

¡Cambio total de guardia! ¡Barco al pairo!

Las ordenes se iban repitiendo de unos a otros hasta que empezaron a surgir efecto.

Cargando editor
12/07/2008, 23:05
Director

Con la escasa luz matinal que proporcionaba el sol a aquellas horas el capitán Oakes divisó una gran isla. Más cerca incluso de lo que se esperaba.

Cargando editor
12/07/2008, 23:36
Contramaestre Jeff Hughes

Tras un rato el contramaestre se acercó a Oakes.

Capitán el barco ya esta totalmente parado y la guardia relevada. Se dispusó a decir serio y solemne como aquel hombre era. Nunca le habían visto sonreir o emocionarse más que cuando se divisaba tierra.

Cargando editor
13/07/2008, 13:18
Director

Unos cuantos minutos después el sol subió lo suficiente para poder divisar la isla a simple vista.

Road Town se encontraba en la Isla de Tórtola, la mayor isla de las Virgenes. El Mount Sage de 530 metros es el punto más alto de esta isla. La ciudad se encuentra en el interior de una bahía que ofrece la protección adecuada a su puerto.

Cargando editor
13/07/2008, 21:38
Sir Gervasio Oakes

-¡Señor Hughes! ¡Hizad el ancla! ¡Todo el mundo a trabajar! Quiero estar en Road Town dentro de dos horas. -Le grito a Hughes, dede lo alto de la toldilla, interrumpiendole en su ronda.

-¡Timonel!¡Dos puntos a estribor! Hacia aquella cala de allí, la que mira al sur. -Diciendo esto esgrimo de nuevo mi catalejo y agarrado a la jarcia del de mesana repaso de nuevo las costas de ésta tierra extraña.

-Al fin en tierra. -Pienso, finalmente, despeinado por el viento, observando el romper del casco del buque copntra las olas.

Cargando editor
13/07/2008, 22:47
Director

En un tiempo record gracias al viento a favor, el barco entró en la bahía de Road Town y llegó a puerto en tan solo una hora y media.

El puerto era bastante grande y costaba una libra por noche tener el barco allí amarrado. El puerto de la ciudad era el más grande de las Islas Virgenes y uno de los más grandes que los Ingleses poseían en el Mar Caribe.

Cargando editor
13/07/2008, 22:51
Contramaestre Jeff Hughes

Capitán, estamos en puerto. El Almirante McEnric lo espera. Ah, y la tripulación pide permiso para tener el resto del día libre. dijo con la seriedad que le caracterizaba.

Cargando editor
13/07/2008, 23:37
Sir Gervasio Oakes

-Ajá. -Respondo. -La tripulación al completo tiene permiso. Que se turne la marina de guerra para montar guardia.

Ajetredo me dirijo a cubierta y selecciono a tres buenos soldados para que me hagan de escolta. -¿Esta ya preparado mi bote? -Digo, al timonel de la pequeña chalupa. Cinco minutos después, tras botar ruidosamente la embarcación, desciendo por la escala de cuerda y me acomodo en la proa.

Los remeros esforzados se afanan en ampujar el bote hacia los muelles, sorteando la gran cantidad de navíos anclados en la bahía. Impresionado por semejante puerto de aspecto salvaje, alzo la vista, y veo a mi segundo, Hughes, saludarme con el sombrero desde el castillo de proa.

-¡No se olvide! ¡Tres cañonazos y todo el mundo a bordo! -Le grito, haciendo un círculo con las manos.

Cargando editor
14/07/2008, 00:01
Director

Una vez fuera del puerto dos soldados ingleses debidamente uniformados con la casaca roja esperaban al Capitán Oakes y su escolta.

Lo acompañaron hasta un bonito edificio de arquitectura española en el centro de la ciudad. Tras darle una vuelta por los ostentosos jardines tropicales que el Almirante había mandado colocar, llegaron a su despacho.

Cuando Oakes entró puedo ver al Almirante, un tipo entrado ya en años pero que no tenía ninguna cana ni simbolo de vejez. Su mesa estaba llena de papeles y el trabaja en ellos cuando entraron. Parecía colmado de trabajo, como sí algo le estuviera sobrepasando y no estuviera aconstumbrado a ello.

Cargando editor
14/07/2008, 00:07
Almirante McEnric

Levantó la cabeza sudorosa de los libros de cuentas en los que se encontraba trabajando en ese preciso instante y sintió una punzada en el cuello. Hizó un ademán de llevarse la mano al punto de dolor pero se contuvo y se levantó para ofrecer asiento.

¡Capitán! Ha llegado rápido como le pedí. hizó notar. ¿Qué tal el viaje? Algo pesado supongo, sientese por favor. dijo señalando el butacón que tenía dispuesto en el otro lado de la mesa. ¿Quiere algo de beber?

Cargando editor
14/07/2008, 10:44
Sir Gervasio Oakes

Me quito el sombrero ante el almirante, y realizo una reverencia marcial. Escueta y elegante.

-Buenos dias Almirate. -Digo mientras me siento en el butacón señalado. -No gracias, el viaje ha sido duro. -Digo, decliando al oferta, dando a entender que me encuentro indispuesto.

-Lo peor de todo ésto es, sin duda, la distancia con la madre Inglaterra. Bueno, eso y el calor. Pero devo reconocer que ésta tierra tiene un aire salvaje realmente admirable.

Cargando editor
14/07/2008, 11:47
Almirante McEnric

Muy cierto eso que dice, y las gentes que habitan estos paramos son iguales que su tierra. Supongo que la tierra hace al hombre.

Hizo una pausa y tragó saliva.

Verá lo cierto es que los nuestros también se han vuelto salvajes en estas tierras... ¿Qué sabe acerca de piratas? dijo ya directamente, sin mayores preámbulos.

Cargando editor
14/07/2008, 13:09
Sir Gervasio Oakes

-¿Piratas? Bandidos de los mares, asalteadores de rutas marítimas. Sin una oranización militar eficiente y siendo todos ellos rufianes y desgraciados. ¿Qué amenaza suponen? He leido algo sobre los piratas y, sinceramente, creo que una tripulación de miserables sin disciplina no pueden governar un buque.

-¿No es acaso cierto aquello que me dijo el Capitán McEnroe, a su regreso a Inglaterra, sobre que los piratas siempre huyen al ver un poderoso buque de guerra?

Cargando editor
14/07/2008, 13:18
Almirante McEnric

Estaís viendolo con una perspectiva militar, estimado Capitán dijo el Almirante acomodandose en su butacón, le gustaba discutir sobre estas cosas.

Bien es cierto que los piratas no son muy organizados e incluso se apuñalan entre ellos. Carecen de disciplina y ciertamente al ver un buque de guerra, la mayoria huye como si el diablo les pisara los talones. sonrió. Pero no se deje engañar, algunos son suficientemente valientes o estúpidos para atacar a un navío bien armado. Los españoles han sufrido bajas de este tipo... El hombre se levantó del butacón y se dirigió a la librería que tenía enfrente llena de recuerdos militares de sus hazañas en la juventud.

De todos modos, eso es lo menos. Ocurre en contadas ocasiones, y normalmente las situaciones se resuelven como usted apunta, o con el barco pirata en el fondo del mar. Pero se equivoca sin embargo al pensar que no son una amenaza. Los barcos mercantes, son abordados por estos salvajes y limpiados a fondo. Roban todo tipo de riquezas y mercancias. La situación ya es incontrolable, los mercantes tienen miedo. No se atreven a zarpar y algunos de ellos optan por adiestrarse como piratas.

El Almirante se dió la vuelta para cruzar la mirada con Oakes.

Como usted entendera sin mercantes no hay comercio, sin comercio no hay riqueza y de esta manera se debilita el pais. Mientras tanto estos rufianes se hacen ricos a nuestra costa.

Cargando editor
14/07/2008, 13:38
Sir Gervasio Oakes

El capitán Oakes queda pensativo unos instantes llevandose la mano a la barbilla. -Veo que lo que tenéis entre manos es un grave problema pero... ¿Por qué no envía la corona una gran flota para exterminar a los piratas? ¿Habéis redactado tal petición?

Cargando editor
14/07/2008, 13:58
Almirante McEnric

Sí sí, esa es la solución que pensamos en un principio. Pero una gran flota cuesta dinero, mucho dinero, y los piratas son alimañas escurridizas que se esconden en sitios inaccesibles, y escoltar a todos los barcos mercantes sería un coste demasiado elevado.

Cargando editor
14/07/2008, 14:13
Sir Gervasio Oakes

-Es decir que su único refuerzo soy yo. Devo reconocer que éso no es muy alentador. ¿Tiene algún plan en mente?