Partida Rol por web

Vale, dice Adowyn.

Cuando lleguemos a la zona, Lyrin irá en punta tres metros por delante. Si algo o alguien viene lo olerá y me lo dirá. Si levanto la mano y cierro el puño, quietos donde estáis y agachaos. Os indicaré con esa mano cuántos, dónde y cómo desplegarnos. Barstan, a mi lado un poco separado. Eloki, hoy te toca cerrar formación, vigilando la retaguardia.

Si encontramos primero los cuerpos y no hay amenazas a la vista, os desplegáis los tres en círculo a mi alrededor a unos cinco metros mientras examino los cuerpos.

¿Alguna duda?

Eloki asintió a Barstan discretamente cuando este le habló aparte. Cualquier sospecha en esa dirección sería mejor comentarla entre ellos antes de dejar que el pánico o la desconfianza corriera por los lugareños.

Sin embargo, eso no evitó que el alguacil terminara por venirse abajo. Decididamente, aquellas muertes debían haber sido totalmente horribles e inesperadas para todos, dado lo quebrado que parecía un veterano como él. Claro, que todos tenemos un límite. Tal vez su intuición sobre las hechos era acertada.

- ¿Vamos a dejarle así? - les dijo a los otros dos al ver que se disponían a marcharse, algo preocupada. El semiorco había puesto de su parte para animarle, así como alejando las cervezas del hombre, pero aún así... Bueno, ella no iba a poder hacer mucho más, así que se limitó a seguir al exterior a sus compañeros.

Una vez Barstan hubo recogido todo lo que necesitaba, Adowyn enseguida esbozó un plan de acción que a la hobgoblin no le pareció mal. Ella tenía más experiencia siguiendo rastros y cazando cosas.

- Por mí bien. En marcha.

Entendido. Terminemos esto cuanto antes.

Y así el grupo se dirigió hacia donde se habían hallado los cuerpos.

Salís fuera de la ciudad, el frío de la noche humedece vuestro cuerpo no obstante os sentís calientes por las jarras de cerveza tomadas, quizás unas cuantas más os hubieran sentado mejor, pero ya era tarde. El único ruido de la ciudad era el de la taberna donde se escuchaban a la gente hablar o gritar ya que eso no se podía llamar hablar.

La noche de luna llena ilumina algo el camino no estando a oscuras por completo, los prados circundan el parámetro pero antes de salir dos cazadores que están de vigía os saludan.

Los dos cazadores son altos y ágiles uno de cabello rubio recogido en una larga trenza viste ropas de cuero y de su hombro cuelga un arco largo de bella factura. Al cinto posee una daga y una espada larga, además de cuerda de seda material de curandero, mochila, odre y saco de dormir. El otro con un rostro inexpresivo apenas expresa sus emociones y se limita a cumplir con las órdenes que le encomienda su compañero, sin que nada de lo que sucede a su alrededor parezca importarle. Pero también sufren cortes en el rostro, pensáis que poca gente guapa hay aquí, las guerras y las luchas se han explayado en esta zona, y casi todos los aldeanos han tenido que luchar, pocos son los que no presentan marcas de los desenlaces. 

El primer cazador os saluda - Buenas noches señoras  Barstan ¿a dónde vais en esta fría noche? Escucháis el sonido del río Cernícalo que baja para internarse en las Montañas Giramentes al oeste del pueblo.

Sí los que buscáis son los cuerpos de los fallecidos no están en el camino, nos parecía horroroso dejar los cuerpos ahí a que fuesen devorados, ahora se encuentran en una de las granjas del este, en la más vieja y desvencijada que solo se utiliza como granero, allí los hemos guardado hasta nueva orden. 

Vaya, qué fastidio, dice Adowyn. Mover los cadáveres borra muchas pistas, pero yo en su caso también lo hubiera hecho. Gracias muchachos.

¿Barstan, sabes llegar? ¿Y qué está mas cerca, esa granja o el lugar o lugares de los ataques?

Es una lástima de cara a examinar la escena, pero comprensible... Gracias chicos. -dice Barstan despidiéndose de los centinelas.

Si, sé llegar. Creo que lo mejor será primero examinar los cadáveres con detenimiento, a ver qué podemos sacar en claro de las heridas. Quizá Lyrin pueda incluso obtener algún olor extraño que rastrear. Después podemos acercarnos a los lugares del crimen y comenzar a rastrear. Yo, por mi sangre, puedo ver en la oscuridad, y tu lobo no debería tener ningún problema. A todo esto Eloki, -pregunta Barstan con curiosidad- ¿cuál es tu ascendencia? A simple vista podrías pasar por semiorca -como había pensado al conocerla-, pero tengo la certeza de que no lo eres, ¿verdad? ¿Puedes ver en la oscuridad como yo?

Eso te dejaría a ti, Adowyn, como única en desventaja. Si lo prefieres podríamos rastrear por la mañana. Tú decides.

Mientras mantenían la conversación, Barstan comienza a dirigir sus pasos hacia la granja desvencijada que le habían indicado los centinelas. Ya iba siendo hora de ver qué sorpresas les esperaban...

Eloki estaba esperando que pudieran acabar pronto esa noche con lo que tuvieran que hacer, pues no sólo no le vendría mal el descanso, sino también ese baño. Sin embargo, con el frío de la noche no pensaba en eso último, no quería acabar con una pulmonía.

No tardaron mucho en encontrarse con unos cazadores que ejercían de vigías para el poblado. En una zona como aquella, era lo mínimo que podía hacerse para ser avisados a tiempo. Tras devolverles el saludo, la hobgoblin observó que estos se habían imaginado enseguida el porqué estaban allí. Aunque al mover los cuerpos pudieran dificultarles las cosas, no se les podía decir nada, pues habían tenido buenos motivos para ello.

- Les entiendo. Siempre es duro ver muerto a un conocido, y peor aún dejarlo a merced de las alimañas - les dijo -. Ya nos encargamos nosotros. Tengan buena noche.

Ya se habían puesto en camino hacia la granja, guiados por el semiorco, cuando este habló, dirigiéndose sobre todo a ella.

- Sí, puedo - confirmó, antes de ocultar un poco el rostro tras el sombrero, pues responder a la otra pregunta era algo más incómodo -. Y no, no soy semiorca... Soy... soy hobgoblin - suspiró -. Aunque me crió un humano - quiso dejar claro, antes de dar su opinión sobre la situación -. Podemos examinar los cadáveres esta noche pero ir a donde los encontraron mañana. No se trata sólo de si podríamos o no rastrear cualquier pista bien, sino de que estamos en desventaja de noche. Serí muy peligroso.

Barstan se dio cuenta demasiado tarde de que había sacado un tema de conversación bastante incómodo para su compañera. Al fin y al cabo, también solía ser incómodo para él, no sabía que le había dado para sacar el tema de forma tan directa.

Ehh... lo siento -dijo Barstan arrepentido- Sólo quería conoceros un poco mejor, no pretendía ser grosero. Te pido disculpas, olvida lo que he dicho.

El otro cazador que se había mostrado callado al veros partir os dice: - Tened cuidado las muertes se han producido en las fases de la luna, esta noche es la última noche de luna llena del mes.

Avanzáis por la pradera al lado del camino o por el camino en sí, la ausencia de animales se hace patente cosa que os extraña, la luna os ilumina en parte el sendero no estando totalmente a oscuras, el río fluye con normalidad, y el frío aprieta. Siguiendo escucháis el graznido de algún que otro cuervo, y un sonido raro de buitres que se posan en ovejas muertas. A lo lejos divisáis las granjas...

¡Vaya, mira que dejarme en casa la daga de plata!, comenta secamente Adowyn.

Bueno, pues despleguémonos. Lyrin, al frente. Y, como si la hubiera oído, el lobo trota unos pasos hasta ponerse en vanguardia, olisqueando el aire de la noche.

Eloki suspiró, negando con la cabeza ante la disculpa del semiorco.

- No importa. No sabías nada. Y con el tiempo habrías sabido lo que soy.

La tiradora siguió adelante sin decir nada más, manteniéndose en la retaguardia como Adowyn había sugerido antes. Eso sí, cogió el mosquete que llevaba a la espalda, por si acaso. Con la advertencia del cazador, era mejor que estuvieran lo más alerta posible.

- Tal vez las bromas no sean lo más adecuado, Adowyn. Es más, creo que tendríamos que evitar hablar a no ser que sea total y absolutamente necesario.

No es una broma, ¿has oído hablar de los hombres lobo?

Siguiendo las instrucciones previas de Adowyn, Barstan se sitúa a su lado, con su arco de caza semi-tensado y una flecha preparada.

-A eso me refería precisamente en casa del alguacil cuando habéis mencionado algo sobrenatural. Todo el mundo ha oído hablar de esas leyendas. Y lo que nos han contado no me sonaba a animal salvaje, sinceramente. Esperemos que sea algo más "mundano" que un licántropo, no me gustaría descubrir que era vecino mío...

Dicho esto, Barstan se concentra y presta la máxima atención a los alrededores mientras se dirigen con cuidado hacia la granja-granero que contenía los cadáveres.

Evitáis la escena que se produce más adelante con las ovejas, quizá el festín de aquellos buitres estaba asegurado si no llegaba otro depredador más grande para marcar el territorio como su cena...

Os acercáis a la granja vieja y desvencijada lo que parecía ser una tierra para guardar los animales ahora está descuidada inundada por malas hierbas.

La puerta que cercaba la granja está abierta como invitando a los forasteros a que se queden en este sitio olvidado, pero la puerta del granero está cerrada. La casa no dispone de ningún cobertizo o casita para ser habitada solo de un granero ahora cerrado. 

Adowyn levanta el puño y se agacha arco en mano y dos flechas empulgadas, mientras Lyrin se adelanta para reconocer el terreno.

- No niego del todo esa posibilidad - dijo Eloki -. Pero también puede tratarse de algún maníaco. Sea lo que sea, no podremos creer más en una u otra posibilidad hasta que no veamos los cuerpos y, seguramente, los lugares donde los encontraron.

Ignoró, por el momento, las ovejas muertas. no creía que tuviera nada que ver con lo que ellos tenían que comprobar... aunque tal vez al ver los cadáveres pensasen otra cosa.

Al estar cerca de la granja y echarla un vistazo por encima, la hobgoblin miró a sus compañeros, pensando un momento antes de decirles:

- Dijeron que los dejaron en el granero, ¿cierto?

Así es -confirmó Barstan.

Acerquémonos a ver... -dijo aproximándose a la puerta del granero, al no percibir nadie ningún peligro inminente.

Cuando la alcanzó, hizo oido por si pudiera haber alguna criatura en el interior del granero.

No escuchas nada además cuando intentas empujar la puerta por mucho esfuerzo que haces no consigues abrirla.

No oigo nada dentro, parece estar despejado. Hnnnggh, ah... ¿Qué demonios? -dice Barstan sorprendido al ver que la puerta no cede. Lo intenta de nuevo pero no se mueve ni un ápice- No hay manera.

Mirando a sus compañeras, señala los laterales del granero.

Tiene que haber otro acceso, los guardias no pudieron dejar atrancada la puerta y salir de aquí si no lo hubiera. Rodeemos el granero a ver qué vemos.

Y comenzó a avanzar rodeando el edificio.

Cuando el semiorco se preparó para abrir la puerta del granero, Eloki descolgó el mosquete de su hombro para estar lista ante cualquier desagradable sorpresa que pudiera aparecer.

Pero no pasó nada.

Corrijo, sí pasó algo: que la puerta se quedó tal cuál, en su sitio, resonando sus cierres. Eso fue todo. La hobgoblin parpadeó confusa ante ese hecho.

- ¿Está cerrada? - preguntó por instinto mientras Barstan volvía a intentarlo sin éxito.

Claramente, iban a tener que buscar otra forma de entrar, tal y como él apuntó. Ella asintió y se dispuso a seguirle, aunque no guardó el mosquete. Por si acaso.