Partida Rol por web

Bueno que diablos... Este sótano me está poniendo nervioso. No deberiamos subir y ver que hay para quedarnos tranquilos de una vez?

eheeeeeeeehhhhhhh Yo a esta tía le molo.

No en el corazón. En la cabeza. Me ha abierto la cabeza. dice un Washiskowaho que una vez mas no comprende bien las expresiones de sus compañeros.
¡Vaya un cabrón!.

Comienzas a sudar mientras tu mente comienza a luchar contra esa impresión de algo que se acerca y que no se ve.

Por un momento se te olvida que eres un soldado, un aviador, un bravo piloto, y te conviertes en una inútil piltrafa que lo mas que consigue hacer es colocarse en una postura fetal.

En efecto, algo se está acercando.
Un horrible ente de otra dimension. Tan extraño, tan inhumano que nuestros ojos no pueden percibirlo apenas. Simplemente ignoran su materia alienigena que lo compone.

¿Cómo protegerte de este horrible ente? De crio tenías a tu madre para protegerte. Ahora estás solo. Solo contra lo invisible. Solo.
Ansias volver al útero materno. A la calided y protección que te ofreció durante 9 meses. Inconscientemente tu cuerpo se encoge sobre sí mismo.

Pero el profundo dolor en tu pecho te devuelve la consciencia por unos instantes. La sangre empapa al ente invisible. La sangre, tu sangre, empapa la forma de una garra habciéndola ligeramente visible y aferrada a tu pecho.

Escuchas a algo emitir un sonido que está a medio camino entre jadeo y gruñido, justo enfrente tuyo, pero no puedes pensar. Solo sientes dolor y miedo, tanto que ni siquiera eres capaz de chillar.

Una vez termina Vinacci de hablar, ambos escucháis con extrema claridad una especie de sonido de pasos de una rata o algo así, por el piso superior.

Seguidamente Se puede escuchar un "UGHHHH" y un golpe seco, unido a una especie de jadeo, o gruñido, o mezcla de ambos.

Bauberg alza la lámpara de aceite como si intentara iluminar el ruido, mira hacia arriba con los ojos fijos y la pequeña pistola alzada.

Habrá que subir sin duda. Es posible que haya más de un vagabundo en esta casa.

Lindsey muestra una mueca de comprender que realmente, no le está comprendiendo.

Retomando la atención en la procupación general, se dirige a Bauberg - Sí, será mejor que continuemos...

Interpreto tu ausencia de mensajes como que estás rezando mentalmente, completamente pasivo, o algo por el estilo.

No te valdrán los rezos. Notas como la criatura tira de tí y sientes un lacerante dolor en tu pecho. Demasiado asustado como para gritar siquiera puedes ver de nuevo como tu sangre empapa a la figura haciendola visible parcialmente. Sus fauces se tiñen de rojo. Notas sus dientes escarbando hacia tu interior buscando tu corazón, mientras con su garra intenta ahondar la herida que primeramente te hizo intentando apartar dolorosa y bruscamente las costillas.

Das un último alarido y mientras pierdes el conocimiento te escuchas a ti mismo gritar con los restos de aire que te quedaban en los pulmones.

Comenzáis a subir la escalera de nuevo. Escucháis un alarido, procedente de las garganta de Barceló.

AAAAAHHHH Dios m..... que poco a poco se va apagando en su garganta Según su grito pierde fuerza escucháis un horrible y desagradable ruido como de succión unido a una especie de gruñido, y finalmente un chasquido, como de una rama al romperse. Bueno, como de un hueso al romperse.

El intrépido Barceló no está en este piso. La trampilla del desván está abierta y de ella cuelga una escalera plegable de mano, en un curioso ingenio unido a la propia trampilla: la escalera se extiende al hacer descender la trampilla.

Un fino hilillo de un líquido rojo cae desde la trampilla hasta el suelo.

Cuando el alarido desgarra el silencio que flotaba alrededor suyo Vinacci se lleva las manos a los oídos.

La sangre empieza a resbalar por la trampilla al tiempo que el fotografo retrocede con lso ojos fuera de sus órbitas.

- Maldita sea.. Está arriba. La criatura está arriba y ha terminado con la vida de Barceló. - Busca a Bauberg con la mirada - Se lo dije, no podemos hacer nada aquí Paul, vayámonos y aprendamos como enfrentarnos a ella

¡Dios Bendito! - el grito de Lindsey suena desgarrador, que ha podido despertar a cualquiera que no se hubiera dado cuenta de la presencia del grupo en aquella casa.

Tengo miedo, Jean Philippe... - dice sincerándose.

No podemos irnos. No todavía. ¡Baja de ahí, Barceló estúpido reaccionario!

El vagabundo es el último en subir. Y el primero en marchar a gran velocidad, tanta como le permiten sus piernas y el petate que lleva en el hombro.

Ahivaaaaaa ¿dónde va ese?

Washiskowaho agarra la cajita de madera situada en el estante. Una vieja caja de puros.

Veaaaamos, ¿coómo era esto?

Bauberg, con la luz en alto trata de ver al soldado en el desván. Horrorizado como el resto no es capaz de articular palabra mientras el hipnótico hilo de sangre cae desde el desván.

La pistola apenas sujeta en la mano parece ahora inútil cuando la idea de una criatura monstruosa se dibuja en sus pensamientos. Pero existe la posibilidad de que el soldado aun viva.

¡Barceló responda, Barceló! maldita sea no podemos dejarlo ahí, puede que este vivo.

La mirada confusa del anticuario busca el la penumbra los ojos de sus compañeros.

Vinnacci rodea con el brazo el hombro de Lindsey, sabe que el no puede hacer nada por protegerla ante dicha amenaza pero él mismo se siente más seguro así.

Cuando Bauberg hablá el fotógrafo vuelve en sí recuperando un poco la compostura

Ese grito y esa sangre no le auguran nada bueno al soldado señor Bauberg, yo no pienso subir allí armado con una linterna y un palo. Volvamos por la mañana con la policía...

A ver a ver... ¿Qué es esto? ¿Sorbisch?
dice mientras coge uno de los papeles amarillentos sobre los que estaba depositada la caja de puros.

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Comienza a leer en voz alta con un curioso acento. Entre tanto tiene la caja de puros en la otra mano.

No me entero

Entre tanto el vagabundo corre hacia la puerta respirando fatigosamente, cargando con su petate.

La luz de Bauberg se alza y consigue iluminar unos pocos centímetros alreedor de la trampilla de acceso al desván. Ilumina los zapatos de Barceló, quien se encuentra de pie. El hilillo de sangre se desliza entre sus pies y cae por la abierta trampilla en el suelo justo enfrente de Bauberg.

Y justo en ese momento en el que Bauberg eleva ligeramente el farol se escucha un gruñido un tanto animal.

Bauberg deja la lámpara en el suelo, las palabras del fotógrafo suenan esperanzadoras, pero también incomprensibles a su entendiminto.

En un alarde de estupidez confundida con valentía el orondo aticuario intenta agarrar el pie del aviador y tirar de el hacia abajo.

Haga lo que sea Vinacci, ahí hay algo. Ese gruñido me ha helado la sangre.

Uuuuhh que mal rollo
Vale, tio, que hay 6 copias iguales hechas con papel carbón. acaparador. dice Washiskowaho tendiendote varios folios.

Bauberg sube un par de peldaños para agarrar el tobillo de Barceló y tira con fuerza intentando atraerle hacia la trampilla.

El peso de Barceló ejerce una resistencia durante breves instantes para luego caer desplomado al suelo del desván. De hecho sus piernas quedan colgando de la trampilla.

Se escucha otro gruñido, esta vez suena mas agudo, fuerte y amenazador. Seguidamente se escucha un traqueteo, como de pasos de rata que se alejan en dirección a la habitación de delante, por la cual entrásteis en la casa, pero procedentes del piso superior, procedentes del desván.

Por su parte el vagabundo corre histérico mientras balbucea algo incomprensible hacia la puerta de la habitación de atrás que da al exterior (el muro Norte)

Lindsey asiente, traga saliva, y se centra de nuevo en todo aquello.

Tarde... no da tiempo a recuperar la compostura cuando el cuerpo de Barceló le sobreviene, y la chica vuelve a gritar sin remilgo.

Dios mío, ¡Dios mío!