Partida Rol por web

afirmo lentamente. Yo no dispongo deucho dinero, y desconozco fe cuanto disponeis vos. Hagamos esto: consigo dos o tres compañeros que nos ayuden y sepa que son buenos en lo suyo, les digo que hay una misión sin dar más detalles. Les acompaño aquí, les dices donde vamos y que digan su precio, ¿vale?

Sopeso sus palabras. Pero necesito más datos, formarme una opinión sólida.

- Necesito saber si son honrados. Disculpa mi crudeza- me acerco hasta el y poso con delicadeza mi mano en su antebrazo y elevo mi rostro, mi cabello a medio trenzar, buscando unir nuestras miradas-. Es un asunto muy delicado y el lugar al que vamos no admite débiles de espíritu o que puedan traicionarnos por temor al Enemigo.

Con mi mirada deseo transmitir, más allá de mis propias dudas, que necesito confiar en él con toda mi alma.

Un escalofrío me recorre al sentir su mano en mi antebrazo. Lo comprendo. Puedes estar tranquil, buscaré gente de confianza, fiel a Rivendel y que se mantenga firme ante el Oscuro.

La miro a los ojos, mostrando toda la determinación por ayudar a Rivendel. No tardo digo, tomando su mano y besando su dorso para luego ir a buscar a alguien de refuerzo.

Lo alcanzo en la puerta, posando mi mano en su espalda. Cuando se gira me dirijo a él.

—Aguardad. No tiene sentido que espere aquí cuando ya estoy lista para partir. Iré con vos. Id bajando a las caballerizas y que enjaecen mis frisones. Yo os alcanzaré allí. Debo despedirme de Nardhol. No me demoraré mucho.

Cuando Gilúvatar sale de la estancia, me dirijo a mi escritorio y tomando un pergamino nuevo, redacto una nota de despedida para Nardhol. 

Mi muy amado padre,

Pues no habéis sido otra cosa para mí durante todos estos largos años. Nuestra despedida fue muy corta, pero no deseo partir sin expresaros mi más profundo amor y gratitud. Largo e incierto es el camino que tengo delante, pero no olvido la luz que dejo a mis espaldas. 

Que la luz de Varda os acompañe, padre mío.

Vuestra hija,

Besnayä.

Luego redacto una nota de despedida para Arwen:

Mi estimada amiga,

Lamento no poderme despedir como es debido, pero debo cumplir una misión que me mantendrá lejos del hogar por un tiempo. Os veré a mi vuelta.

Que la luz de Varda os guarde.

Besnayä. 

Por último, escribo una nota para mis amigos, los hijos gemelos de Elrond.

Mis queridos Elladan y Elrohir,

Desearía poder danzar esta noche con vosotros a la luz de las hogueras, hasta el amanecer y mucho después. Guardadme este baile para mi regreso, cuando bebamos celebrando cada siervo del Enemigo Oscuro caído.

Que la luz de Varda os guíe y guarde.

Vuestra,

 

Besnayä. 

Recojo las cartas y envuelvo mi cordón de plata en el macuto. Luego, me termino de colocar el cabello y coloco mi diadema. Beso el colgante de mi madre y me lo pongo al cuello. Miro los brazales de mi padre, forjados en Ost-in-Edhil y con ellos de la mano, subo a los dominios de Glorfindel y los deposito allí. Él sabrá custodiarlos hasta mi regreso.

Luego, recojo mi macuto y bajo apresuradamente hasta la biblioteca de Elrond, donde dejo las tres misivas. Echo un último vistazo a mi alrededor, empapándome de los buenos momentos pasados allí, las largas charlas con Elrond, el estudio. Una solitaria lágrima resbala por mi rostro antes de abandonar el recinto y encaminarme a las caballerizas. 

Me giro y escucho lo que dice. Está bien, te espero en las caballerizas.

Dicho esto, me dirijo a las caballerizas pensando en quien sería mejor que viniera con nosotros.

Una vez en las caballerizas pido que preparen los caballos, como me ha pedido.

Nada más abrir su puerta una mano poderosa te agarra y de un tirón te hace entrar en su cuarto.

Cuando parpadeas estás tirada sobre una cama.

El propi Gorfindel escucha tras la puerta, como si esperase a alguien más. Está equipado con todo su arnés de combate y sin mirarte, atento a lo que escucha comenta: - El Señor del Valle me requiere en este, pero eso no quiere decir que mientras estéis en la influencia de Imladris no pueda escoltaros.

No terminas de encontrar a nadie que te convenzan. Los más fiables están sobre el campo, en diferentes misiones, y ninguna os pilla de camino, pero tienes algo en mente. Es el día ideal, ya que como 24 de junio, muchos acudirán a la fiesta que se celebra todos los años, cuando el sol se oculta. Todas las estancias y pasillos se han adornado, y está más hermoso que nunca, pero … muchos vienen simplemente por la fiesta (montaraces) y la mayor parte de los elfos por el acto religioso. Tú, solías frecuentarlos por estar "de caza" ya que es una noche bastante receptiva, elficamente hablando, sobre todo por el bando femenino.

- Igual algún montaraz, cuando salgamos.

24 de junio de 2707. 18:23. Imladris. Día soleado y caluroso. Sin viento ni nubes.

Estoy en las caballerizas, observando los caballos de Besnayä, pensativo. Los elfos que mejor podrían servir no están, pero los montaraces... La misión es peligrosa, y puede que no se quieran jugar el pellejo. Ost-in-Edil no es ningún juego. Pero...

Finalmente me decido. Tienen que ser losontaraces. Pienso en alguno que me parezca que puede ser adecuado, y pienso también en donde puede estar. Igual sería mejor esperar a la fiesta, pero mi compañera parece tener prisa.

No sé si por la sorpresa o el impacto de la cama, por un momento me quedo sin aire de golpe en los pulmones. Escucho sus palabras y las asimilo. Una cálida sensación de afecto y gratitud me invade por su gentil ofrecimiento.

—No puedo expresar mi gratitud con palabras, Glorfindel. No negaré que contar con vuestra compañía es algo precioso, pero no es mi deseo causaros problemas con Elrond... con el Señor de Imladris- rectifico. A veces se me olvida que en presencia de terceros le debo los tratamientos de respeto adecuados. Noto cómo me sonrojo profundamente y me quedo sentada en la cama admirando su porte y su armadura. Es sencillamente preciosa, un trabajo de herrería que sólo un Noldo bajo los auspicios del mismísimo Aulë pudo hacer-. ¿Esperáis a alguien más? Mi escolta marchó a las caballerizas, a ordenar que apresten mis... digo, los frisones que suelo usar habitualmente.

El combatiente ordenó, señalando si viejo escritorio, que a pesar de los años aún presenta una increíble presencia. Mapas y otros documentos pueblas, desordenadamente la noble madera que lo compone, y por si fuera poco, notas que una extraña presencia emana de lo que tienes escondido a modo de pañuelo de vieja: - Deja tu "testamento" allí, sobre la mesa, y marchemos ya. Notabas una prisa que te extraña en él. - No puede ser que esté sintiendo miedo o algo similar.

Esperando entre las monturas, ambas ya preparadas, piensas en un "tarado". Es un tipo muy raro que siempre le acompañan 3 perras. Es igual que esos mastines que son más su familia que otra cosa. Suele espiar a Angmar, estando largas temporadas en el campo, pero seguro que hoy vendrá por aquí.

- Hoy es un día un tanto especial.

Deposito mis brazales de plata, regalo de mi padre cuando aún los Mírdain llenaban Ost-in-Edhil con el sonido de sus trabajos, en el escritorio y me giro. Me llevo una mano al pecho. El pergamino emana una energía que me confunde. Pero me fío del instinto guerrero de Glorfindel y me acerco a él, presta a salir del lugar.

Bueno, realmente solo se me ocurre Ithlarion. Alguien capaz de edpiar el reino del infame rey brujo y volver sano y salvo no es alguien para tomarse a la ligera.

Además, que dudo que le gusten los orcos. Si fuera aliado del oscuro no podría entrar en este territorio. ¿No?

Aún así, creo que sería nuestra mejor opción, por ahora. Igual podría haber alguien más, pero puede que tardemos más tiempo.

Se hace lento estar aquí. - La sacerdotisa tarda. Y tú te impacientas.

Te asalta otra duda, ya que vosotros tenéis montura, y a este tipo no lo montaréis a caballo ni como un fardo ni como un invitado.

Corréis, intentando evitar a todo el mundo hacia las caballerizas.

Justo a la entrada, una poderosa voz os interperla. Era uno de los gemelos, que llama a tu escolta. - Mi Sabio Maestro, mi Padre y Señor pregunta por usted para iniciar los Ritos de hoy, que oficiará con el Sacerdote Peregrino. Al sabio luchador se le congela la sangre y muestra un rictus como si lo hubiera ensartado una flecha de hielo. Queda como una estatua. Luego, como si fuera disimular te explica: - Ves por el camino más occidental, siguiendo el curso. Habla despacio, como un maestro que enseña pacientemente. - LLegad hasta el puente de los monolitos y luego recorrer las 10 leguas hacia oriente. Inspira profundo y se gira: - Enseguida voy muchacho. Contesta al gemelo, que no duda en hacer una tenue reverencia y marchar. Entendía que como noldorines ambos, tendrías que hablar y despediros.

Creer haber escuchado a Gorfindel, muy cerca, hablando con alguien.

Siento como si yo también fuera traspasada por una flecha. Devuelvo la reverencia a Elladan y mi mirada se pierde por unos instantes en el horizonte. No realizar esta ceremonia es un dolor difícil de describir. Escucho con atención sus indicaciones y las repito para que esté tranquilo sabiendo que he entendido sus instrucciones. Tomo sus manos entre las mías y apoyo mi frente en sus nudillos en señal de respeto y afecto.

—Esta es mi carga, no la tuya. Ve, participa en la ceremonia. Seguiré el camino indicado, si bien pararé para los ritos del anochecer. Volveré con la misión cumplida. Te confío el cuidado de mi recuerdo más amado, el regalo de mi padre. Que Varda te guíe y guarde, mi guerrero- deposito un suave beso en su mejilla a modo de despedida.

No tenemos muchas más opciones. Esperemos que tenga acceso a un caballo. Es decir, ¿cómo ha venido hasta aquí si no? ¿Andando?

Estoy sumido en mis pensamientos cuando algo llama mi atención. ¿Ese ha sido Glorfindel? Hum... decido acercarme en silencio para ver con  quien está hablando y, ya de paso, a ver si capto algo de su conversación. A ver, que no es que me importe, pero... bueno, dicen que el saber es poder, ¿no?

Trago saliva y me acerco, despacio, en esa dirección.