Partida Rol por web

Había acabado con la sopa y empezaba a saborear el pollo. Quizá para los expertos ese no era el mejor pollo del mundo, pero para el estaba muy bueno. Hacia mucho tiempo que no comía comida casera y estaba disfrutando como cuando era pequeño....

todas las noches acostumbro a correr un rato antes de dormir. Da igual donde esté, simplemente lo hago.
 

Mike dejo sus pensamientos atrás. Una mujer corriendo sola de noche? Desde luego que eso no lo vería nunca de noche por nueva york. Claro que ese pueblo parecía mucho más tranquilo que la gran ciudad, pero con la desaparición reciente y lo que habían leído...

A la...mansión? Esta segura señorita Alder? Quiero decir... a desparecido una persona, y usted es... .una mujer...es peligroso. Pero quien era él para prohibirle nada? Parecía una mujer decidida, si lo tenia metido en la cabeza, dudaba que la pudiera hacer cambiar de opinión.

Si, a mi puede avisarme a la hora que quiera, no hay ningún problema. No es que duerma... demasiado.

Se puso a pensar en esta noche y como quitándose un pensamiento de la cabeza cogió una pechuga y le dio un mordisco mmm que bueno que estaba...

Sebastian comenzó comiendo un muslo de pollo. Había que reconocerle a Sra Haggerty, que aquel pollo estaba muy bien cocinado y sabroso. Después comenzó a ingerir la sopa para tapar los huecos que hubieran podido quedar en el estómago. Aunque el actor parecía ser refinado en sus modales, comía a una velocidad endemoniada. A lo mejor todo aquel ansia, estaba provocada por el poco tiempo que había en los rodajes para alimentarse, pero la realidad fue que cuando el resto de compañeros comenzaban por el segundo plato, Stewart casi había finalizado.

Cuando Robyn comentó la posibilidad de salir a correr, el actor estuvo a punto de atragantarse, pero consiguió continuar sin riesgo vital - Yo no lo haría Srta, pero usted verá...-  realizó un inciso a las palabras de Mike.

Este es un pueblo tranquilo. No pasará nada por hacer unos kilómetros–Robyn se encogió de hombros, sin parecer demasiado molesta y removió ligeramente la sopa– No sé...pasaré por allí, tan solo para ver si hay alguien dentro, una luz encendida...

Sebastian miró a la muchacha. Ciertamente le preocupaba lo que pudiera encontrar en la noche de aquella localidad hosca y poco dada a recibir forasteros, pero si Robyn quería salir a correr por aquellas oscuras calles, el actor no se lo impediría, aunque sí que podía aportar algo de ayuda -siempre y cuando la Srta Adler estuviera de acuerdo a aceptarla.

- A lo mejor podríamos seguirla a cierta distancia con mi coche, Srta. -propuso Sebastian con tono caballeroso.

James estaba saborando con deleite la sopa cuando la señorita Adler comentó cuáles eran sus intenciones. Casi se le cayó la cuchara de la mano. Será que no tiene horas el día, y esa mujer quería salir a correr de noche en un pueblo que no conocía y dónde acababa de desaparecer un hombre sin dejar rastro. Por si fuera poco, pretendía pasar cerca de la mansión de Cornthwaite. - Madre mía... - pensó.
A Hess le parecía una falta de educación remarcar la locura que suponía su idea, por ello no dijo nada al respecto.
Luego Sebastian propuso seguirla en su coche por si acaso.
- Por favor, no me malinterprete. No pretendo decirle qué debe hacer, pero lo cierto es que puede resultar peligroso. Este pueblo esconde más secretos de lo que parece. Le rogaría que lo reconsiderase; no obstante, si quiere salir a correr, sería prudente que fuésemos con usted, tal y como ha comentado el señor Stewart.

- Genial, estoy que me caigo de sueño y ahora la muñequita tiene el capricho de salir a pasear. - pensó James sin borrar la sonrisa de su rostro.

En realidad, hacía apenas unas horas que se conocían. Poco le importaba cuáles fuesen las aficiones de sus compañeros, sin embargo no podía evitar sentir cierta preocupación. ¿Y si le pasaba algo estando sola?

Robyn arqueó la ceja, algo irritada. La idea de que su rutina habitual se viese interrumpida por un par de hombres que pensaban que era una niña pequeña la sacaba de sus casillas. No obstante, la impronta de educación que sus padres habían inculcado en ella le impedía saltar como hubiese deseado. En lugar de eso se sirvió una de las pechugas, y mientras la cortaba comentó con un tono tenso.

No puedo ni quiero cambiar mis rutinas, señores–comenzó–en las próximas olimpiadas las mujeres podremos por fin competir en atletismo. De modo que tengo que entrenar tanto como pueda.
Y demostrar que valemos tanto como los hombres.

Agradezco mucho su preocupación, de veras. Pero me temo que si hay alguien en el pueblo vigilando a esas horas, cosa que dudo, vería más sospechoso que un ruidoso coche esté deambulando por las calles siguiendo lentamente a una mujer corriendo ¿no les parece? Y como les he dicho, únicamente voy a correr. Aquel era el discurso más largo que Robyn había dado desde que se conocieron, pero si los hombres pensaban que se había quedado ahí estaban equivocados, puesto que la fémina añadió una pregunta más ¿Cómo se sentiría, señor Hess si le dijesen que no puede escribir o tomar notas mentales para escribir algún relato o novela?¿Y usted, señor Stewart? ¿Y si le pidiesen que no actuase ni interactuase con nadie?
Ni que estuviese diciendo que voy a entrar en la mansión, o seguir a alguien o alguna cosa imprudente...solo es correr, por el amor de Dios
 

Sus dos compañeros siguieron hablando con Adler mientras que Mike, después de la pechuga, se ponía al ataque con una ala de pollo. Le propusieron seguirla con el coche, y entonces la señorita Alder se puso más tensa. De una manera firme les hizo saber que ella iba a correr si o si y que no creía que corría ningún peligro, que no hacia falta que la siguieran con el coche. Mike se había dado cuenta de que era una mujer con carácter Como hubíese dicho papa, terca. Veía tan improbable hacerla cambiar de opinión, como que en la mansión hubiesen fantasmas. Decidió no meterse en medio y seguir con ese delicioso pollo.

Ya la había avisado de que llegase a la hora que llegase, podía pasar por su habitación e informarle de lo que había visto.

Sebastian dio por finalizada la cena. Todo había estado en su punto. Dejó cuidadosamente los cubiertos sobre la mesa y se levantó - Usted verá señorita...- respondió a Robyn con todo afable y su sonrisa habitual. -Ahora si me disculpan, creo que me retiraré a mi habitación. El día ha sido largo y mi cuerpo necesita descansar... ¡¡Ya no estoy hecho un repartidor de periódicos!! jajajaja - refieriéndose al trabajo que habitualmente desempeñaban los chavales jóvenes los fines de semana... 

Tras esto, se comenzó la marcha hacia los pisos superiores de aquel hotel - Les deseo una buena noche a todos...- Dijo a modo de despedida.

Mike estaba lleno después de aquella deliciosa comida. Dio las buenas noches al actor cuando se fue. Luego saco un cigarro, se lo encendió y se levanto de la mesa.

La compañía es grata pero me retiro a mi habitación, luego se dirigió a Robyn

vaya con mucho cuidado señorita Adler, no sabemos que puede estar pasando en este pueblo dijo en tono serio. Luego, por sacar un poco de hierro al asunto, no quería asustarla, dijo aunque a correr, dudo que la gane nadie. Sonrio.

Se encamino hacia la puerta, pero antes de salir se volvió a girar.

Y recuerde, vuelva a la hora que vuelva, no dude en avisarme. Estaré despierto.

Salio camino a la habitación.

Los dos compañeros habían subido a sus habitaciones, dejando en el comedor a Robyn y a Hess.
James dobló la servilleta que tenía en el regazo y la colocó encima de la mesa.
- Exquisito. Estaba todo verdaderamente bueno.
Se levantó de la mesa - En fin, señorita. Veo que tiene muy claro lo que desea, y eso no está mal. Páselo bien y vaya con cuidado.
- Si me disculpa, me retiraré ya. Estoy un poco cansado, el viaje de esta mañana ha sido agotador.
Que tenga una buena noche.

James se dirigió hacia su habitación con paso firme. Evitaba llevar la vista atrás, hacia la compañera, pues hubiese sido indecoroso. Pero lo cierto es que no se marchaba tranquilo. Quizá hubiesen podido hacer más para retenerla, aunque no habría sido correcto.

Robyn terminó de cenar casi al tiempo que Hess, y segundos después de que se levantase, ella hizo lo propio, para dirigirse a su habitación y poder ponerse los pantalones que utilizaba para comer y que aterrorizaban a su madre -aunque no tanto como los elegantes pantalones de Channel, al menos los de ejercicio los usaba únicamente para su "carrera"-. Ya en su habitación comenzó a estirar y calentar los músculos, para pasar el menor tiempo posible parada en la calle ante las miradas del ya desconfiado gerente. Cuando consideró que estaba lista bajó silenciosamente los escalones y se preparó para su marcha.

Cuando los primeros rayos de sol empezaron a filtrarse por las ventanas de las habitaciones del hotel el sueño de sus huespedes empezó a ser interrumpido. Un nuevo día había amanecido en la localidad de Gamwell y a juzgar por el ruido de conversaciones y vehiculos circular ocasionalmente por sus escasamente asfaltadas calles sus habitantes ya se habían puesto en movimiento con sus rutinas diarias.

Tanto Mike, James, Sebastian y Calogero se reunieron en el comedor donde el desayuno ya estaba servido. En mesas separadas había algunos otros huespedes con los que aún no habían tenido ocasión de coincidir pero estos parecían de los más usuales y a juzgar por su comportamiento pareciera que hubieran pasado más veces por aquel hotel. Tal vez se tratara de trabajadores itinerantes que pasaban la noche allí durante sus largas rutas de viaje.

El grupo aguardó paciente la llegada de la Srta.Adler antes de iniciar el desayuno pero esta no hizo ningun acto de preséncia....

Mike es el primero en bajar. Cuando el resto de sus compañeros llegan y se sientan en la mesa, este los mira con semblante serio. Evidentemente está preocupado.

Una vez están todos sentados dice Señores, esto no me gusta. Como se acordaran, lo último que le dije a la señorita Adler antes de marchar fue que llegase a la hora que llegase, pasase a informarme de como le había ido, más que nada para saber que estaba bien. Pero no ha pasado. Esta mañana al despertarme, lo primero que he hecho es picar a su puerta, pero no ha habido contestación.... Creo que quizá la señorita Adler puede haberse metido en algún problema.

Mira al resto de comensales de la mesa. Que hacemos ahora? Podemos preguntar en el hotel si la han visto, pero no creo. Ir a comisaria... o si no dirigirnos directamente a la mansión.

Mujer terca, mira que la avisamos tanto directa como indirectamente, pero ella ni caso...

¡Maldita sea! ¡Le dijimos que se quedase aquí! - James se percató de que había alzado demasiado la voz y rápidamente se recompuso.

Había pasado una muy agradable noche. El sueño había sido del todo reparador y en esos momentos se encontraba de nuevo completamente rebosante de energía.
No sabía exactamente por qué pero se había levantado con un excelente humor. Hacía dos días que no echaba mano de su petaca, y hasta ese momento ni siquiera había pensado en ella. No obstante, al recibir la mala noticia deseó que le quedase aunque sólo fuera un traguito de licor.

Hess se disculpó por el tono utilizado y añadió con más calma: - Yo no avisaría a la policía, aún no, por lo menos; propongo que nos acerquemos a la mansión a ver si descubrimos algo. También podemos llamar al dispensario, es posible que haya sufrido algún accidente.

Eran tantas las cosas que podían salir mal, un atropello, una caída... o algo peor. Definitivamente, no era buena idea que una mujer saliese sola de noche, y mucho menos en una zona desconocida.

- Bonita forma de empezar el día... - En un momento a James se le había agriado el humor.

Cuando Calogero y Sebastian hicieron acto de presencia en el comedor, Hess y O'Donnell intercambiaban cuchicheos con rostro de preocupación. El actor, había aprovechado para ponerse una ropa algo más adecuada para visitar la mansión abandonada: unos pantalones de muslera, unas botas de caña alta marrones, una camisa blanca y una cazadora caqui de piel. Daba toda la sensación, de que Sebastian usaba esa muda para ir a cacerías o a pasar fines de semana en alguna cabaña apartada a las orillas del lago Hudson. A su lado, Calogero vestía la misma ropa que el día anterior, pero de su cuello colgaba una cámara fotográfica de fuelle bastante aparatosa. A su espalda, llevaba una par de lámparas fotográficas de niquel, para aumentar la iluminación cuando se realizaba una instántanea.

- Perdonen nuestro retraso, caballleros...- interrumpió el actor. - Esperamos no habernos perdido nada importante, jajaja- rió con su ya característica muletilla - Por cierto... ¡¿La señorita Adler?!

Tras la pregunta, el escritor y el detective pusieron en antecedentes a Sebastian. El actor no daba crédito de lo que oía, e incluso llegó a pensar que quizás fuera una broma pesada de la atleta, aunque... rápidamente desechó la idea por el comportamiento mostrado hasta el momento por Robyn. No daba la sensación de ser una mujer dada a las bromas, precisamente...

- Iremos donde ustedes crean, señores.- añadió finalmente Sebastian. 

Mike se queda un momento pensando. Si les parece bien, señores, acaben de desayunar tranquilos. Luego cuando terminen, llamen al dispensario por si hay alguien que ha recibido atención medica esta noche, y prepárense para partir. Yo me acercare un momento a comisaria. No les diré nada de la señorita Adler, pero les preguntare por la mansión, el Sheriff estuvo antes que nosotros, quiero saber si vio algo que nos pueda servir. Luego vendré a buscarles, no creo que tarde mucho.

Se levanta de la mesa, dejando el desayuno a medias. Si me disculpan caballeros...

Sale por la puerta del hotel. Una vez fuera se cierra bien la gabardina, a primera hora hace fresco. Luego se enciende un cigarro y se dirige a la comisaría. El sol esta saliendo por el horizonte. Se fija en las personas que se encuentra por la calle, los primeros transeúntes andando cabizbajos, silenciosos, seguramente hacia sus trabajos.

Finalmente ve el edifico de la comisaria. Delante de la puerta se queda un momento observando el edificio. Luego tira el cigarro al suelo y entra en la comisaria.