Partida Rol por web

James se aproximó al montoncito de huesos. Los examinó con atención, pero no logró discernir a qué animal pertenecían. Lo que estaba claro es que -por el tamaño- no eran humanos.
Hess volvió hacia el coche. - No debe preocuparse, Stewart, seguramente algún carroñero se ha dado un festín con el animal que vino a morir aquí. ¿Un grupo de mapaches, quizá? - El escritor soltó una carcajada por su ocurrencia.
- No, eso es poco probable.- Concluyó Hess tras unos instantes de reflexión.
- Quizá se trate de la mascota de alguien, por cómo están aplastados los restos, parece obvio que pretendían deshacerse del cuerpo.

- En fin, no permitamos que este hallazgo nos agrie el humor.

Tenia razón el actor, mejor no encontrarse a la bestia que había dejado esos huesos tan limpios. Empezó a tirar hacia el coche. Viendo que sus dos compañeros no habían sabido respondele, se dirigió al actor. Usted entiende de animales, señor Steward?...Stewart, perdón. Mierda! Intentaba estar a la altura de sus distinguidos acompañantes, realmente le sabía mal equivocarse, pero la casi nula educación que recibió en su humilde barrio irlandés en Nueva york, se lo ponía difícil.

Se paró cuando se dio cuenta de que la señorita Adler aun estaba observando los huesos. Sin decir nada, la espero. Que me aspen si vuelvo a dejarla sola en medio del bosque.

Robyn sacudió la cabeza ante la idea de que aquello fuese algo importante. Al fin y al cabo ¿que importancia tenían unos viejos huesos? Están muy limpios-señaló- seguramente sean muy viejos y las hormigas... La chica dejó las palabras en el aire. Obviamente no parecía estar muy interesada en aquel asunto, de modo que se giró y camino hasta el coche. Hacía demasiado frío para quedarse allí parada.  Cuando se acomodó en el auto suspiró pesadamente. Si. Había sido una suerte no encontrarse aquella cosa por la noche. No se lo habría tomado con tanta calma.

El actor puso una cara de pánfilo de magnitudes estratosféricas - ¡¿Animales?! Pueeeees... ¡¡De animales sé lo que sabe todo buen cristiano!! Caballos, perros, gatos, ovejitas...- dijo Sebastian con cierta cara de intranquilidad, pues al decir ovejitas, sin querer evocó la idea de un lobo grande y peludo. 

- Mire señor O'Donnell. Creo que es mejor que prosigamos. Seguramente, como dice Hess, un ciervo haya venido a morir aquí y...- Realmente no tenía ni pajolera idea de si por aquellos bosques discurrían ciervos, pero tampoco se iba a ir a buscarlos. Para eso ya estaba la señorita Adler y sus paseos vespertinos a la luz de las estrellas - ... y una camada de perros o vaya usted a saber se lo hayan comido.- claramente los conocimientos del actor en dicha materia estaban muy limitados. Además, en ningún momento hizo el ademán de ir a mirarlos... 

Vale, veía que no era el único que no tenia ni idea sobre animales. De hecho, no le gustaban ni los gatos.

Una vez la señorita Adler sube al coche, Mike Hace lo mismo.

Pues sigamos entonces, un misterio nos espera. Una leve sonrisa le apareció en el rostro, tenia ganas ya de llega y empezar a investigar.

Tras aquel inusual hallazgo, el grupo volvió a montar en el viejo ford que Sebastian mantuvo arrancado y continuaron por aquellos caminos de tierra de la periferia de Gamwell hasta que al poco tiempo llegaron a la entrada de la famosa mansión Fitzgerald, lugar que reconocieron por el letrero del buzón de la entrada, junto a la puerta de acceso hecha con verja metálica, donde figuraba el nombre del actual propietario. 

Toda la mansión parecía rodeada de un perímetro de muro de piedra coronado con rejones e invadido por enredaderas vegetales A través de la puerta de entrada apenas pudieron observar el edificio que constituía la mansión ya que el camino que se abría desde la entrada estaba rodeado de un jardín poco cuidado con varios bancos de piedra, macetas e incluso una fuente. Aquel jardín parecía haber crecido durante meses de forma descontrolada, generando un ambiente casi invadido por el follaje. 

Cuando se acercaron a la puerta de acceso rápidamente se dieron cuenta que esta estaba cerrada con un candado bastante grueso. Cuando el abogado Walter Dodge les entregó las llaves de la hacienda, les entrego un par, una de la puerta principal y otra de la puerta trasera, pero al parecer debió olvidarse de la correspondiente a la verja de entrada.

Robyn miró primero a los hombres y luego a la puerta sin saber muy bien que decir o hacer. Al parecer no les habían dado todas las llaves. Típico de un mentecato como aquel abogado...o quizás algo más oscuro. Desde el principio la atleta había tenido sus reservas sobre Walter Dodge, pese a que no las había compartido con el grupo. No obstante, no le preocupó en exceso la ausencia de llaves. Al fin y al cabo, entre ellos había un detective, y si los detectives eran como ella se imaginaba, seguramente podrían abrir la puerta sin llave. Y si no... Bueno, no tendría problemas en trepar por la valla, aunque no tenía muy claro como podrían hacer para que Stewart subiese.

Mike baja del coche, la verdad es que aquel camino no había sido demasiado agradable, hacerlo cada día no debería ser bueno para las articulaciones. Se sorprendió de lo mal cuidado que estaba el jardín, aunque luego recordó lo que le dijo el Sheriff, que había despedido a todo el personal estas ultimas semanas. Cuando vio la reja, saco las llaves y se las quedo mirando. Vale, empezamos bien. Malditos abogados...

La carretera no mejoró tras el incidente de los huesos, pero Stewart condujo de forma prudente. No deseaba que una de las ruedas se pinchara en aquel lugar... con animales devoradores de lo que fuera que hubieran encontrado antes. Apartó la idea de su mente. Aquellos pensamientos no eran beneficiosos para las pesquisas que debían llevar a cabo.

Justo al llegar delante de la verja y ver como el bueno de Mike intentaba sin éxito abrir su cerradura, la cara de Sebastian se retorcía en un verdadero poema. Hacía frío para estar allí a la intemperie.

- Parece que el señor Dodge tiene un elevado "sentido del humor"... Jajajaja...- intentó quitar hierro a la patética situación. Estaba claro que ese abogaducho de tres al cuarto se llevaría una buena reprimenda. - ¡¿Quizás podamos forzar la cerradura?!- El actor propuso esta idea con una voz que parecía pedir perdón por lo que acababa de decir. - No me malinterpreten, señores, pero no creo que pueda trepar...

Al fin llegaron a la mansión, pero una vez allí se llevaron otra sorpresa. El letrado no les había dado la llave que abría el candado de la cancela.
James salió del coche junto a los demás y compartió el generalizado fastidio.
- No sé si podríamos forzarla, señor Stewart... no sé si estaría bien, quiero decir.
Hess dirigió la mirada hacia el Ford y preguntó en voz baja al actor: - ¿No tendrá por casualidad alguna herramienta en el coche?
Se percató de que, pese a querer bajar el tono, todos le habían escuchado. Se apresuró a añadir: - Véanlo así, señores, técnicamente tenemos permiso para estar aquí. Si no nos han proporcionado todas las llaves, no es nuestro problema.
¿Alguien sabe cómo se abren estos cacharros?

Además de la lugubre mansión tras el frondoso jardin, tanto James como Mike observan la existencia de una caseta de madera en la parte derecha del camino del jardin. 

Herramientas...

Las herramientas que podía llevar un ford se reducían básicamente a la manivela que servía para arrancar el motor y... ¡¡Nada más!! En caso de avería o pinchazo, tocaba caminar o pedir ayuda a aquellos que transitaran por las carreteras.

- Llevo la manivela de arranque y creo que una llave inglesa...- dijo Sebastian sin tener muy claro lo lo último. El actor no tenía ni la más remota idea de mecánica, por lo que... ¡¿Para qué llevar herramientas?! - Lo mismo con un buen golpe en el candado...- añadió Stewart mientras hacía el gesto con sus manos.

Tranquilos señores. Seguramente haya una llave de emergencia por aquí cerca.—dijo la atleta en tono conciliador mientras se acercaba a examinar la verja y el candado. Tras agitar un par de veces la misma para comprobar la resistencia, miró a los árboles que estaban cerca. Estaba claro que ella no tendría problemas para trepar y saltar, pero no era cuestión de dejar tirado al actor. Dejando de lado por el momento aquella idea se acercó al buzon, para ver si allí estaba la llave de repuesto De todos modos su ayudante llegará en seguida con el equipaje. Lo mismo el tiene alguna herramienta con la que abrir. La mujer se quitó el sombrero dejando ahora claramente a la vista el corte, de unos tres centímetros, que se había hecho la noche pasada y se puso a tantear el cabello. Finalmente encontró lo que buscaba: un par de horquillas. Sonriendo ligeramente se puso el sombrero de nuevo y las ofreció. Si nadie lo intentaba lo haría ella. Si alguien quiere intentarlo, tiempo nos sobra. 

Mientras la señorita Adler tanteaba el candado, James se percató de que a un lado del camino que conducía a la mansión había una pequeña caseta de madera.
- Fíjense, quizá allí encontremos alguna herramienta. Sería cuestión de que uno de nosotros se acercase e intentase abrir desde dentro. - Dijo el escritor señalando con el dedo.

- Si les parece bien, puedo intentarlo yo mismo.
Hess se dispuso a saltar la cancela.

Robyn miró dudosa al escritor, no estaba segura de que pudiese saltar tan fácilmente. Tenía unas piernas que a la chica se le antojaban delgadas como una vara de avellano. Sin embargo, aquello no tenía mucho que ver, Hess podía ser tan ágil como ella. Bueno, casi tan ágil. Y además, el objetivo a saltar no era tan alto. Robyn asintió mientras se apartaba: si él no lo conseguía lo intentaría ella.

Mike también observo la caseta de madera que había al otro lado de la valla. Cuando James hablo de que quizá allí encontrarían Algo para la puerta, Mike comento No hace falta, creo que las tengo aquí... pero lo dijo casi para si mismo, sin que los demás apenas se percatasen.

Donde las he metido, creo que las tenia por aquí... Finalmente, levanta el pequeño juego de ganzuás que lleva para “ejercer su trabajo”. Aquí están amigos! Dice levantando la vista, entonces se da cuenta de que James ya esta al otro lado...

James se encaró al muro de la finca y trepó por las irregulares piedras que lo habían formado, consiguiendo varios puntos de apoyo. Cuando llegó a la parte superior pudo sortear los rejones no sin rasgarse la chaqueta por la parte superior. Cuando descendió al otro lado del muro, el detective privado había encontrado un juego de ganzuas con el que se dispondría a tratar de abrir la puerta.

El actor contempló los pinitos físicos del escritor. Debía reconocer que el delgaducho señor Hess le había sorprendido gratamente, pues sortear aquella valla no era tarea fácil. 

- ¡¡Bravo Hess!!- exclamó cuando el escritor se descolgaba por el otro lado. - Parece como si lo hubiera hecho toda la vid...- estaba a punto de acabar la frase cuando cayó en la cuenta de la majadería que estaba a punto de decir- ¡¡Entiéndame!! ¡¡No quería decir eso!! ¡¡Al menos no literalmente!!...- comenzó a excusarse mientras realizaba una serie de nerviosos ademanes. Justo en ese instante, Mike extrajo las ganzúas y el actor arqueó las cejas - más en un gesto fingido que porque estuviera escandalizado realmente

Mike con las ganzuas en la mano, se quedo mirando a James

Vaya, lo siento. Aunque igualmente creo que nos ha ido bien, tampoco se si esta cerradura se me resistirá. Vamos a probar...

Se acerco al candado y empezó a tantear. Esta puede ir bien, no mejor esta... entonces levanto al cabeza un momento, dándose cuenta de que aquello podía parecer un poco extraño. Bueno, ya saben, en mi trabajo no siempre todo el mundo te abre la puerta jeje... Y siguió a lo suyo.