Partida Rol por web

 Después de llegar a una distancia segura, atravieso un portal para aparecer en mi cuarto, un motel barato, en que me aseguré de trabar tanto la puerta como las ventanas. Mi elección de ese lugar no era solo la económica: En un lugar así, todo el mundo va a lo suyo, sin meterse en la vida de los demás, ya que ellos no quieren que se metan en la suya. Además, mientras pagase puntualmente y no diese problemas, el dueño me dejaba en paz...

 Encendí la lámpara de mi mesilla y dejé en ella, bajo la luz, en anillo, para inspeccionarlo con interés durante un buen rato. Finalmente cogí la maleta que tenía bajo la cama y saqué lo necesario para realizar el ritual y lo encantamientos necesarios para identificar cuales eran exactamente las cualidades del anillo y si tenía algún tipo de trampa mágica...

 Dibujo una serie de caracteres arcanos en la mesa y sitúo el anillo en el centro de ellos. Luego enciendo unas velas incienso, como parte del ritual, y finalmente empiezo a recitar los encantamientos pertinentes, en un lenguaje nada común para los no iniciados...

Parece que no te devolverán la fianza del alquiler de la habitación, aunque tu examen arcano es un éxito. Tardas horas, literalmente, pero tus hechizos van desentrañando los misterios del anillo capa a capa. A la luz macilenta de la lámpara alzas el anillo con cierta mezcla entre estupor y admiración: es un anillo imbuidor de poder, específicamente amplificador de poderes de cambio. No tienes aquí la documentación necesaria para corroborar tus elucubraciones, pero te atreverías a decir que aunque el objeto tiene un nombre en latín, es probablemente de la edad media oscura, aquella de tránsito entre el Imperio romano y el mundo medieval que derivaría de la mezcla entre instituciones romanas y tradiciones bárbaras. Fuera quien fuera el creador de este artefacto, con él debía ser capaz de cambiar cosas a gran escala, convirtiéndole de un simple mago en un mago portentoso, capaz de transformaciones a gran escala. Te preguntas quién podría haber sido, pero de nuevo es una cuestión que no puedes responder sin el material necesario. Tal vez más adelante le plantees la duda a Extraño, o tal vez en algún momento poseas una biblioteca que te permita resolverla por ti mismo.

En cualquier caso resulta altamente inquietante que una organización como Hydra pretendiera hacerse con el anillo. En tus manos no supone ningún peligro (entre otras cosas porque todavía no dispones de los hechizos necesarios para imbuir las transformaciones físicas que son lo único que potencia el anillo), pero en malas manos... ¿Qué estarán tramando?

 Sea la que sea los motivos para que una organización como Hydra quiera el anillo, no puede ser nada bueno. Mi deber es protegerlo a toda costa, antes de que que lo posean...

 Por suerte ellos no tienen ni idea de mi identidad o aspecto real, gracias a mi magia, pero lo mejor será irse cuanto antes de la ciudad, tal vez buscar algún trabajo que me permita viajar sin llamar la atención...

 Guardo el anillo en mi bolsillo y recojo todos los materiales usados en el ritual para guardarlos en su sitio, en la maleta. A continuación borro los caracteres dibujados, con el fin de que nadie sepa lo que hice aquí y recojo el resto de mis cosas, para bajar a recepción y pagar mi cuenta...

Un momento -piensas en el último segundo, justo después de pagar la cuenta- ¿Y si encuentran otra manera de hacer lo que planean? Si estaban buscando algo como el anillo, es porque quieren hacer algo a lo grande, una especie de atentado masivo, tal vez contra toda la ciudad. ¿Y si pasara algo y tú simplemente te has ido? Todavía tienes la posibilidad de seguir pistas, de rastrear a esos sicarios hasta su guarida... ¿Te perdonarías alguna vez si por tu no intervención si algo le pasara a la ciudad y/o ciudadanos de Rotterdam?

 Decido guardar mis cosas, incluido el anillo, que decido llevarlo encima, por precaución, en la consigna de la estación de autobuses. Luego busco un rincón tranquilo y cambio mi aspecto por el de un rufián, con el fin de moverme mejor en los bajos fondos y ver si averiguo algo...

Como bien intuías, y no hay que ser muy místico para ello, el proceso te llevó tus horas, especialmente teniendo en cuenta que no hablas neerlandés (el mal llamado holandés). Por fortuna buena parte de la población habla inglés, francés o alemán como segundas lenguas. En cualquier caso el cansancio poco a poco va venciéndote, pero perseveras en búsqueda de una pista que te conduzca hacia los criminales. Tu aspecto de rufián hace que sea más fácil de hablar con unos y más difícil hablar con otros, pero al fin encuentras el bocazas que necesitabas en la zona nueva de puerto:

-Sí, tenía un primo que estaba con ellos, pero murió, cabrones. Un guarda de seguridad de un museo le pegó un tiro y le dejó seco, cuando llegó la ambulancia ya estaba frío. Robaron algo, pero a mi primo le salió bien caro. Ojalá alguien les diera una patada en el culo -es entonces cuando te mira de arriba a abajo- ¿Y tú porqué quieres saber de esa gentuza?

 Miré al tipo y le respondí, con cara de enfado, esperando que me creyese:

 - A mi me pasó lo mismo que a tu primo, pero sobreviví al balazo, pero los muy cabrones no me pagaron... Quiero encontrarlos para conseguir mi dinero... ¿Sabes algo más sobre ellos?. ¿Donde puedo encontrarles?.

-Seguro que tienen pisos francos por toda la ciudad, pero un día mi primo me llamó para quedar y me dijo que estaba cerca de Oostdijk, el muelle viejo. Pero yo de ti no iría, lo mismo te pegan un tiro ellos. O peor...

 Después de despedirme y darle las gracias al tipo por su ayuda, me dirijo a al muelle viejo de Oostdijk, esperando encontrar alguna pista o el rastro de los que busco...

Entre unas cosas y otras acabas en Oostdijk pasada media tarde. De nuevo has vuelto a comer rápido y mal, en cierta manera en paralelo con tu humor. Además hace un frío que pela... lo raro es que no esté nevando, tal vez el hecho de estar cerca del mar tenga algo que ver. Cuando por fin localizas la zona, tienes un momento de duda sobre si habrás entendido bien la dirección, porque la zona te parece bien normal. Pero claro, si no pareciera normal no serviría de gran cosa esconderse ahí, ¿no?

 Busco un rincón discreto donde cambio mis aspecto por el de un mensajero llevando un paquete a un remitente cuya dirección y nombre no encuentro en la zona. Antes de hacerlo me informo lo bastante del lugar, por Internet, en un Cyber, para asegurarme de que mi historia sea creíble.

 Pregunto a los viandantes si conocen a esa supuesta persona, cosa que no pueden decir que si, y entonces puedo preguntar por gente nueva en el barrio o que les hayan llamado la atención, sin resultar sospechoso. También mantengo los ojos bien abiertos, por si veo algo que me llame la atención...

Llegas al dique del oeste (que eso era lo que significaba Oostdijk) paradójicamente desde el oeste. Hay dos edificios residenciales antiguos, tipo colmena, que se alzan en la zona occidental del "barrio", habiendo más allá varias manzanas de casas bajas de clase media-baja. En las lindes hay un amarradero bien protegido con decenas de pequeñas barcas. Se ve gente encargándose de sus asuntos, pero no demasiada. Desde luego, pasear no es una actividad muy habitual en esta época del año.

Comienzas tus pesquisas, tratando de hacerte entender en inglés, sin demasiado éxito. Los pocos a los que has logrado abordar simplemente niegan con la cabeza o se lamentan de no poder ayudarte de forma bastante educada. Civilizado, sí, pero nada colaborativo.

Entonces es cuando le ves. Un hombre de en torno al 1,90m de altura y unos 100 kg de peso, de constitución fuerte, rubio y de ojos azules, demasiado pálido y rubio incluso para ser holandés, dirías que es eslavo (ruso). Viste con ropas oscuras bastante usadas que cubre con una gabardina vieja y algo rota. Hasta ahí todo casi normal, pero sus botas son militares con punta y talón de acero, lleva un bulto distintivo como de pistola en el sobaco izquierdo y otro en su muslo derecho. Sus andares le delatan como alguien con formación militar. Y no está de paseo, su mirada de halcón no dice eso de él. Parece haberte visto. distintas cinchas con fundas para armas y arneses.

 Sin perder de vista al fulano, busco un rincón donde nadie pueda verme y vuelvo a cambiar de aspecto, esta vez el de un anciano. Procuro no salir por donde he entrado, para no levantar sospechas, y luego busco al tipo, para seguirle, fingiendo ser un viejo dando un paseo...

El tipo no tarda demasiado en dirigirse hacia el borde del barrio y, cuando cree que nadie le presta atención, salta ágilmente a la orilla no urbanizada. Desaparece allí. Te apresuras a seguirle y deduces que se ha ocultado en lo que parece una salida de aguas de la ciudad, lo suficientemente grande como para que quepa un hombre. Unos ruidos metálicos, crees que de rotura, se escuchan provinientes del túnel. Luego los pasos del hombre avanzando por el túnel.

Sigiloso cual gato, te acercas a la salida de la conducción de aguas residuales. No hay ni rastro del hombre, así que debe haberse metido dentro. La boca está 90 grados en perpendicular a tu derecha respecto de tu posición. Ahora es un momento tenso: si te asomas demasiado pronto, podrías encontrártelo demasiado cerca y él percatarse de tu presencia, con lo que se desencadenarían los acontecimientos; en cambio, si dejas pasar demasiado tiempo, podrías perderlo y no saber hacia dónde se ha dirigido...

 Busco un lugar apartado y oculto, no lejos de la entrada, donde ocultar mi cuerpo, y me proyecto astralmente para poder seguir a mi objetivo sin que pueda él verme y ver a donde me conduce...

Ésta seguro que no se la espera... Es lo que suele pasar con los mundanos, los no-usuarios arcanos, que cosas de este tipo nunca las ven venir. Dejas tu cuerpo físico apoyado contra la pared de la orilla, a unos metros de la entrada, los suficientes para que puedas llegar tú antes a tu cuerpo que el tipo del túnel en caso de necesidad. Entonces asumes tu forma astral y en 2 ó 3 segundos has recorrido los veintitantos o treinta metros que os separaban. Casi te lo saltas, pues en un ambiente tan oscuro había utilizado una bifurcación oscura y ligeramente elevada a un costado del túnel principal, y allí aguardaba agazapado. La sorpresa te la llevas no por descubrirle, sino cuando él te ve (cosa que notas cuando ves el brillo de sus ojos abriéndose desmesuradamente al topar con tu imagen traslúcida).