Partida Rol por web

Coral City, la ciudad en la que se basó el cómic de SinCity (seguramente). Cielo despejado, plena tarde, y aún así la miseria se pasea por las calles sin esperar a la noche. Prostitutas, vagabundos, heroinómanos, los marginados de la sociedad. Disparos de pistolas y ruido de sirenas. Gotham era oscura, Coral solo era sucia. Todos se vuelven cuando media docena de personas aparecen de la nada, pero pronto los ignoran: han aprendido por las malas en no meterse en los asuntos de los demás.

Tres ratas salieron de una alcantarilla.

Fsssssh-les gruñó* bufó como un gato Catwoman.

Los roedores huyeron por un callejón.

Harley terminó de espabilar en cuanto su cabeza se despejó del olor a amoniaco con el que Batgirl la ayudó a despertar en los pantanos. Se apeó de los brazos de Zote y se sostuvo de pie sobre sí misma.

Lo siento, grandote, no eres mi tipo.

¡Caramba, qué rápido urbanizan en este estado! ¡Hasta hace nada esto era un pantano maloliente! ¡Ahora solo es maloliente! Puaj.

La payasa se giró hacia Rose, quién se escondió tímida tras Hiedra Venenosa.

Uhmmm... Recuerdo un gran ba-da-boom, lo que suele significar que la líe muy parda. Así que... supongo que te debo unas disculpas, Rose.

Harley se acercó un poco más, y Rose se apretó con fuerza contra el pelo y el corsé que tapaban la espalda de Hiedra (lo cual era peligroso, pero Rose no llegó a tocar su tóxica piel).

Vaya... Recuérdame que hagamos las paces con un chocolate caliente, Rose. Sí que metí la pata. ¿Qué hacemos aquí?

Dan se agachó para acariciar a Krypto tras las orejas.

Si lo entendí bien, mi querida fan, tecnología alienígena ha provocado varias teleportaciones a y desde este lugar. En mitad de la calle. A plena luz del día. Y aquí no hay un Kalibak destruyéndolo todo.

Ehm, ¿puedo ir con vosotras? Este sitio tiene pinta de ser de los que te pegan dos tiros al salir de ver en el cine una película del zorro. No quiero buscar un hotel por mi cuenta y llevarme dos raciones de plomo entre pecho y espalda.

La Caja Madre, de nuevo en manos de Batgirl, vibró como lo haría un móvil.

Este es el punto medio de los sitios a los que se teleportaron en el rango de Coral City. Si cotejo las coordenadas con lo que indica el primitivo "internet" de los especímenes locales, los saltos coinciden con un edificio suministrador de carbohidratos, un mercado de objetos de segunda mano y un arca de almacenaje.

Miraron a su alrededor. Desde su posición se veía una pizzería, una casa de empeños y, por encima de los bloques de viviendas, el tejado de un almacén.

Hiedra arrugó la nariz, aquella ciudad era incluso peor que Gotham, sucia, decadente y sin ningún tipo de vegetación, claro que quizás ella la veía con los ojos de alguien que en fondo amaba su ciudad y el resto siempre le iban a parecer peores.

-Parece que la gatita quiere sacar sus garras. Jijijiji. -Bromeó ante la actitud de su amiga Selina para luego centrarse en la historia que se estaba montando Harley, que era divertida así que no dijo nada, tan solo miró hacia atrás para observar como una tímida Rose se escondía tras ella.- Shhhhh, no le diremos nada querida.

Tampoco importaba mucho, seguro que a Harley le haría incluso gracia, pero la perspectiva de tener más adelante una reunión con todas frente a un chocolate caliente parecía atractiva así que esperaría por ese momento.

-La nueva caja madre nos ha dicho que muchos de los últimos viajes que se hicieron con ella habían sido aquí. -Le explicó a la amiga del bate.- Hemos venido a ver qué hay de importante como dice Dan. Pero no parece haber nada a simple vista... Y sí, puedes acompañarnos Dan, la Cosa del Pantano te respeta así que yo... -Te soportaré.

Era lo máximo que podía hacer siendo hombre y ya que era amigo de la Cosa.

-Chicas. ¿Donde vamos primero? ¿Al edificio suministrador de carbohidratos? Osea, a la pizzería. -Dijo sin tener ninguna preferencia.

Rose se transformó a un aspecto más adulto, más duro.

Dios, pizza, sí. Necesito una pepperoni para poder combatir al Mal.

Echó a andar hacia el establecimiento, pero se giró un segundo hacia Harley Quinn...

Y tú, payasa... para ti el trozo más pequeño.

Daba gusto volver a ver a Rose de buen humor.

Al entrar en la pizzería escucharon a una parejita de adolescentes hablando en una de las mesas.

Tengo que serte sincero, Uve. Últimamente noto que mi cuerpo está cambiando. Hay algo... dentro de mí... Está creciendo. Es más duro. Siento que estoy perdiendo el control. Y tengo miedo de en qué me pueda llegar a convertir... y cómo eso nos afecte. No quiero volver a estar solo.

La chica le cogió de la mano por encima de la mesa.

Ey, Christopher. No pasa nada. Soy yo, Uve. ¿De acuerdo? Sé exactamente cómo te sientes. Pero puedes verbalizar tus miedos si eso te hace sentir mejor. Encontraremos el modo de ayudarte.

La joven cayó en la cuenta de que un tropel de supervillanas con vestidos ceñidos y sus extraños acompañantes (salvo Krypto, al que dejaron fuera a tenor del cartel de no se admiten perros).

Ssssh, silencio. Viene alguien.

La camarera se acercó a las dos mesas ocupadas por el grupo de Hiedra Venenosa. Un letrero en su uniforme indicaba su nombre: Kirstin.

Buenos días... tardes... ehm, bueno. ¡Buenos mediodías! ¿Qué quieren tomar?

Kirstin parecía nerviosa. Mientras anotaba la comanda, por varias veces desvió la mirada hacia la mesa de los dos adolescentes. Cuando terminó, se despidió de los clientes y entró en la cocina del establecimiento.

Los adolescentes guardaron silencio en la siguiente media hora. Kirstin salió con las pizzas. Fue extraño, porque la mesa de la parejita estaba vacía, ni siquiera tenían vasos ni sobras, lo que debería significar que también estaban esperando su pedido. Pero sin embargo, Kirstin solo trajo pizzas y refrescos al grupo de recién llegados con trajes ceñidos y vistosos.

¡Qué aproveche!

Lo siguiente anómalo fue que la camarera se desvió a la mesa de Christopher y Uve. No les dirigió la palabra, pero dejó caer un papel doblado en la mesa, disimulando. Después la camarera regresó detrás de la barra y empezó a pasar el paño al mostrador.

Uve fue la única que leyó el papel. Su rostro se sobresaltó y mostró un claro gesto de sorpresa. Le hizo un gesto a Christopher y ambos se levantaron para dejar el local.

Hiedra no pudo evitar escuchar la conversación entre los dos jóvenes e hizo rodar los ojos con las palabras de Christopher.

-Ya está el típico chico pesado contando sus penas a una pobre inocente... Que pena de chica.

Claro que la entrada del grupo de amigas pareció cambiar el ambiente en la pizzería, allí estaba pasando algo raro y Hiedra quería averiguarlo, quizás tenía que ver con el motivo por el que estaban allí pero aquel cambio de ambiente, la nota que la camarera había dejado a los chicos que ni siquiera estaban comiendo y su repentino intento de irse de allí no le gustaba. Se levantó con una sonrisa y se acercó contoneandose hacia Christopher.

-Un momento, una pregunta. -Hiedra le puso su sonrisa más encantadora y como quien no quiere la cosa intentó tocar su brazo, quería hacer contacto con su piel y así poder hechizarlo.- ¿Te llamas Christopher, verdad? Yo soy Hiedra. ¿Porqué tanta prisa querido?

- Yo creo que es algo... peor... mira sus rostros, mira el de él... hay miedo y no veo al Espantapájaros cerca. Algo les pasa Hiedra. - Respondí a la que se había hecho con el mando del grupo. Claro que Kripto y yo estábamos en él de manera eventual. Yo sabía a quien era fiel... tal y como Kripto lo era...

Pero la verdad es que la bebida y la comida no venían nada mal. Con Kripto en la entrada, solo había que cubrir la salida trasera, si es que la había. - A la mierda la comida. - Le di un sorbo al refresco y, aprovechando que Hiedra entretenía a los chicos y que sin duda,  la nerviosa camarera estaría pendiente de ellos, me pegué agachada a la barra del local para meterme en la parte trasera para ver que había.

En la sucia cocina de la pizzería, que haría replantearse la comida que cinco minutos antes se llevaron a la boca, un hombre de espaldas raspaba con una espátula un trozo de masa pegado a la plancha del horno. Era gordo, y sudaba con la efusividad de alguien que está delante de un horno recién usado que aún despide calor.

A simple vista, la cocina no tenía nada que delatara ningún complot. Para la vista aguda de Bárbara no fue difícil fijarse en los dos cuencos de metal sobre la encimera: no eran esféricos como un bol de cocina, sino ovalados con la forma de una cara. En cuanto Batgirl tuvo uno de los objetos en las manos lo vio claro: eran máscaras de hierro, al más puro estilo de una película de Leonardo Di Caprio con mosqueteros.

Amortiguadas por las puertas abatibles de la cocina, las voces de la entrada le permitían seguir la conversación entre Hiedra y Christopher...

Perdón-se disculpó Christopher, apartando la mano de Hiedra Venenosa como si fuera él quién no había respetado el espacio vital de ella.

Aún así, fue suficiente contacto como para que las feromonas hicieran efecto en el adolescente. Christopher dijo toda la verdad, pero desvió la mirada avergonzado por la presencia de la arrebatadora Hiedra Venenosa.

Kristin pasa notas con información sobre las misiones. Virtud leyó algo importante en una-dijo por Uve-y yo la he seguido hacia la salida. No porque sea una persona de acción, sino porque tengo un irrefrenable miedo a quedarme solo bajo la severa mirada de Dios.

¡Christopher!-interrumpió, haciéndole callar.

Uve (o Virtud) se interpuso entre Pamela Isley y su tierna presa. La adolescente empezó a brillar. Se iluminó como un gusiluz.

¡TÚ! Christopher nunca se iría así de la lengua. ¡¿QUÉ LE HAS HECHO?!

Hiedra Venenosa notó un pinchazo en lo más profundo de su alma. Los poderes de Virtud hicieron que la abordaran cientos de pensamientos negativos. Un padre estricto. Una madre desaprobatoria. Miedo a Dios, a recibir daño de los demás, a causarlo... La soledad, de mano del rechazo, entrelazada con una necesidad de cariño que por siempre se le había negado. Ninguna de esas sensaciones le eran propias. Eran las penurias de Christopher. Y Virtud era el catalizador que manipulaba esas emociones. Virtud era una émpata.

Hiedra resistió el ataque psíquico, pero se tambaleó lo suficiente como para que los demás lo percibieran. Dan, las amigas de Hiedra y su esclavo sexual alienígena se levantaron de la mesa abruptamente para entrar en acción.

¡¿Qué le haces a mi corazoncito de brécol?! ¡Déjala! ¡YA!

Lo siguiente que se escuchó fue un leve pero característico sonido de un arma siendo amartillada (con la pieza del martillo moviendo los proyectiles a la recámara listos para disparar). Al girar la cabeza hacia la barra vieron a una temblorosa camarera sosteniendo una escopeta de doble cañón hacia ellos.

No dejaré que le toquéis ni un pelo a esos chicos. No hace falta que me paguéis las pizzas. Lo siguiente es que abandonéis el local y no volváis más. Podéis hacerlo por vuestro propio pie o con varias balas dentro del cuerpo.

Kirstin sería fácil de desarmar desde la posición de Batgirl, entrando desde la cocina hasta detrás de la barra.

Gracias, Kirstin. Ya la habéis oído. Fuera de aquí.

Hiedra Venenosa empezó a notar que su poder sobre el joven lugareño empezaba a menguar. ¡Virtud estaba reduciendo la emoción del lívido en Christopher! Si se quedaban mucho tiempo en el local, la doctora Isley podría perder el control también sobre Zote.

Hiedra empezó a sonreír satisfecha al ver que no había perdido su toque con los hombres, la mayoría caían facilmente bajo sus encantos y Christofer no era una excepción. Su cara cambió de repente cuando comenzó a sentir todos los pensamientos que el chico tenía en su interior y se llevó las manos a la cabeza, por unos instantes hasta estaba sintiendo lástima de aquel chico y a Hiedra no le gustaba nada esa sensación.

-Uggggggg... ¿Pero que diantres me habéis hecho? ¿Creéis que me importa un comino toda la porquería que este chico tiene en su cabeza? -Hiedra se masajeó las sienes intentando conseguir estar mejor pero sentía que su poder sobre el chico estaba disminuyendo y lo que era peor, también podía pasar lo mismo con Zote y no tenía ganas de estar en esa situación complicada.- ¡Está bien! ¡Está bien! Nos marchamos si queréis, pero aquí todas somos amigas. No pretendía hacerle daño, solo tenía curiosidad por lo que estaba pasando, vuestro amigo volverá a la normalidad en breve no tenéis porqué preocuparos. ¿Verdad Christopher? -Esperaba que ese tema estuviera solucionado, si no aquellas mujeres tenían las de perder frente a ella y a sus amigas, pero no había venido a pelear, al contrario.- Estamos aquí por Darkseid. ¿Lo conocéis? Queremos detenerlo.

Christopher se subió la capucha y se encogió de miedo detrás de Uve para resguardarse de los intentos de Hiedra por coquetear.

El nombre de Darkseid no vale nada aquí. Por la televisión siempre se habla de las crisis planetarias, invasiones alienígenas y toda la vaina, pero cuando el peligro pasa la gente sigue sufriendo. Nosotros cuidamos de nosotros, allá vosotros si tenéis el ego tan desmedido como para librar las batallas de los dioses.

Por lo menos había sonsacado a la chica que no estaba del lado de Darkseid... Algo bastante obvio teniendo en cuenta que Christopher y Uve solo eran unos adolescentes. Aunque Batgirl también era una adolescente cuando empezó a luchar contra el Mal, claro.

Ahora iros.

La mujer con la escopeta me da la espalda, solo con un leve golpe que la deje sin aire un momento, aflojará el arma y podré quitársela de las manos sin necesidad de herir a nadie. Lo único que tengo que estar pendiente es del cocinero, que no salga a ver que pasa. Y de esa manera me acerco a la mujer mayor y trato de quitarle el arma*

En ese momento escucho a la chica responder lo que ocurre con Darkseid.

- ¿Ego desmedido? - Si sabían cual era mi identidad o no lo tanto Hiedra como la loca de Harley, me daba igual en aquel momento. Me retiré la capucha y dejé ver mi rostro a la joven. - Mírame. Tengo dieciocho años. Los que tienen el ego desmedido no están aquí... no todos al menos. - Dije más por las criminales que por los hombres y por mí. - Darkseid me aplastará de un solo golpe, como una mosca si actúo sola. - Me volvía cubrir el rostro.

- Por eso necesitamos toda la ayuda posible para pararle los pies. En la ciudad donde yo vivo, ellas son las criminales y yo quien ayudo a alguien que sí que puede tener el ego desmedido, batallar con dioses, a atraparlas. Ayudo, no soy una heroína libre pues sigo bajo la sombra del murciélago. - Y así debía ser pues no era más que una niña aún jugando en un mundo que se me iba de las manos.

- Eso no quiere decir que vengáis armados a pelear con él, sino que necesitamos toda la información posible. Donde se esconde y por donde se mueve es un buen comienzo. Seguramente lo único que necesitemos para encontrar la manera de librar al mundo de él, puesto que pretende eliminar a toda la raza humana de la Tierra y está cerca de conseguirlo. Y si lo hace, di adiós a tu vida, a tu novio, a esta mujer que os cuida y a sus pizzas, porque no quedaremos ninguno vivo. ¿Eso es lo que quieres? ¿No tener futuro alguno por no ayudar dando respuestas a nuestras preguntas? ¿Morir en unos días, puede que horas?