Partida Rol por web

El Narrador de Cuentos

Las historias

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07/04/2013, 23:46
Lorelei Parker

El Mensaje y el Jardín

La chica estaba sentada sobre un tronco caído. Tenía ojos azules tan profundos como el mar y el cabello, ondulado, le caía en cataratas negras sobre sus hombros, hasta la mitad de la espalda. Su vestido era celeste claro, de una tela muy suave, tanto como esas mejillas de márfil que ahora estaban más pálidas que de costumbre. Miraba al suelo, a la tierra, a un punto en particular en donde unos tréboles asomaban su cabeza.

Recordó cómo a Daniel le gustaban las historias de duendes. Siempre decía que si tenías la fortuna de hallar un trébol de cuatro hojas tendrías buena suerte por muchos años, pero porque los duendes te la otorgaban. Decía que vivían en un palacio de savia, bajo la tierra oscura: los sillones, las paredes, todo su mobiliario era de tallos y hojas, y estaba tan exquisitamente decorado que no podrías adivinar de qué estaba hecho todo, puesto que los duendes son buenos en el arte de fabricar cosas, de transformar la naturaleza sin dañarla. Y, como si eso fuese poco, su magia ayuda a conseguir materiales intermedios que hacen posible que una hoja se convierta en algo más.

-¿Mamá, has visto que el rey tiene corona de trébol?- decía Daniel cuando ella paseaba junto con él por los jardines, afuera del hospital. Era parte del juego, recorrer con la mirada el verdor e imaginar una historia.

-¡Mira allí hay una costurera, mira cómo junto los tallos para hacer la ropa al carpintero! ¿Ves esas botas? Mamá son tan pequeñas!- y Daniel corría a su block y se ponía a dibujar a la costurera, al carpintero, a cada ser diminuto que veía en la espesura.

Ahora Mira tenía su cuaderno. Bajó la vista y repasó uno de los últimos bocetos.

-No podemos hacer nada, se ha esparcido- dijo el doctor en la sala de espera. Lo habían tratado con toda fuerza, enfermeras y médicos, todos por igual. Daniel era querido en el hospital por su calidez e inocencia de niño y sobre todo por sus historias: él veía duendes, y los dibujaba, y les decía a los pacientes sus maravillosos descubrimientos, hasta que todo el mundo llegó a pensar que en verdad esas criaturas existían en los bordes del hospital.

Y Mira cerró el cuaderno, lo llevó a su pecho y lloró; lloró amargamente en sobre los tréboles, pero no encontró ninguno de cuatro hojas.

Mañana era el funeral y si había algo más desgarrador que perder un hijo era tener que preparar su entierro, despedir su cuerpo por última vez. 

-Mamá, mira.

Dijo una vocecilla y Mira giró la cabeza en todas direcciones. El dolor era tan grande que su mente le estaba jugando una mala pasada. Tenía que ser eso... demasiado dolor.

-Mira mamá, no llores más, mira bien.

-¿Dany?

Se levantó de su asiento rústico y comenzó a caminar pensando que realmente prefería oírlo en su mente aunque sea que no saber nunca más de él. Caminó un poco más, hasta que tropezó con algo. Entonces bajó la cabeza y encontró un grupo de tréboles que rodeaban a otro.

Se agachó y recogió el trébol central: cuatro hojas, exactamente cuatro.

"Es solo casualidad" le dijo su mente racional. "No es una señal, no es nada. Dany ha muerto y estás intentando ligar el dolor con una explicación mágica para no sufrir tanto."

La joven se giró y buscó con sus ojos alrededor. Nada había. Esperó unos largos minutos.

-¿Dany?

Nadie respondió. Podría jurar que había sentido la voz de su hijo, clara como el cristal. Pero ahora nuevamente el vacío se apropiaba de su corazón; exprimiéndolo sin piedad, como solo lo puede hacer la muerte de un ser amado.

Entonces abrió el cuaderno para guardar este trébol, ya sin importarle la veracidad o ilusión de su causa. En el block, escrito con su letra de niño, estaba la siguiente frase:

"Mamá, no tengas miedo. Algún día nos veremos. Mientras, desde el reino de los duendes, te auguro (ellos me enseñaron esta palabra) muchos años de buena suerte. Vive, vive por los dos.

Te amo. D"

Mira cayó sobre sus rodillas y lloró tanto que regó la tierra con sus lágrimas. Dicen que los doctores que paseaban por allí, viéndola, la obligaron a entrar y tomar algunos medicamentos para serenarse. Dicen también que en el funeral estaba serena. Todo mundo pensaba que iba a perder la cabeza, a llorar sobre el ataúd, a quebrarse. Pero como un árbol se mantuvo de pie, y presenció todo con una calma admirable. Cuando la ceremonia terminó ella se quedó unas horas más. 

Lo que nadie dijo, pero así fue, es que al retirarse, al revés de lo que todos pensaban...

Estaba sonriendo como una niña sosteniendo un trébol, de cuatro hojas, cuatro exactamente.

Fin

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08/04/2013, 11:46
Sharon Wells

Era increíble, los olores del campo, la frescura del aire que bañaba con su brisa las flores de la primavera. Era increíble levantarse y abrir la ventana para respirar el aire puro de aquellos lares y ver el paisaje tan colorido que dejaba las gotas de rocío de las mañanas.

Soñaba con pasear descalza por la tierra húmeda y oler las flores a su paso. Quizás tumbarse a ver el cielo azul y las aves volando haciendo mil piruetas. Y, de repente, allí estaba, tumbada entre las hierbas del campo. Se sintió tan feliz que se levantó rápidamente y empezó a correr dando círculos solo para sentir el viento en su cara. Cogió varias florecillas parecidas a las margaritas para hacerse un collar y una corona y jugar a que era un hada del bosque que iluminaba todo de color con su varita y el polvo mágico de sus hadas tal y como había leído en libros.

Lo triste era que, tal y como había leído en libros era su mundo, porque sólo estaba en su mente, en su imaginación, aunque al menos ahí podía caminar, reír, y jugar como una niña igual que las demás. No quería despertar de aquellos sueños porque sería ver las pareces color salmón de aquel cuarto.

Un día sin darse cuenta, seguía en aquel campo recogiendo flores y jugando con los pajaritos corriendo en contra del viento y respirando el olor del campo en primavera.

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10/04/2013, 19:14
Gary Gygax

LA MEMORIA Y EL OLVIDO

- ¿No recuerdas aquel día? – dijo una voz femenina con aire familiar.-

- ¿Cuál madre? – respondió una voz sencilla e infantil.

- ¿Cómo cuál? ¡El día! ¡El Gran Día, hijo! – contestó mínimamente alterada.

- Me temo que no, madre. ¿Ese fue el día en qué conociste a padre?

- Si fuera así, cómo ibas a recordarlo. ¡Sería imposible! Aquel día tu padre y ya llevábamos tiempo juntos, pues tanto tú como tus hermanos ya habíais nacido. Tú eras un poco más pequeño que ahora. Por eso me extraña que ya no lo recuerdes. Ese fue el día de la Libertad, el día de la Revolución.No puedo permitir que un hijo mío, olvide su historia. Presta atención y abre bien tus pequeñas orejitas. Te contaré todos los detalles:

 

 

“Hace unos cuantos años, la tierra estaba seca, demasiado seca, no como está ahora, que quizá ya no llueva como lo hacía antes, pero entonces, el suelo estaba agrietado, cada agujero en el barro era como un abismo entre dos mundos, en los que tus tíos y nosotros nos veíamos distanciados de manera exagerada. No podíamos cruzar, no podíamos vernos ni quedar para tomar unas bayas o un poco de licor”.

“Por entonces, el suelo estaba tan árido que andar sobre él nos abrasaba los pies, nos irritaba la piel y nos secaba la garganta”.

“En aquella época, la mayoría de nosotros estaba en silencio, no teníamos nada sobre lo que hablar ni tampoco fuerza ni ganas, realmente no teníamos nada que contarnos. Nuestros medios de comunicación con el resto de la familia estaban cortados, pero no suficiente con eso, es que los que vivíamos juntos, tampoco teníamos nada que decirnos”.

“Fueron unos días largos y muy duros, en los que muchas familias murieron y otras se distanciaron tanto que no fueron capaces de recolectar alimentos. Otros  murieron de inanición y otros, en cambio, no fueron capaces de sobrevivir pues las rutas de comercio estaban todas cortadas”.

“Pero como ya sabes, donde unos sufren, siempre hay otros que prosperan. Los castores comenzaron a recoger todos los palitos que iban encontrando y los colocaban entre las zanjas que se habían creado. Y entonces, comenzaron a cobrarnos por ellas. Ellos mejoraron sus condiciones de vida, pues en lugar de traernos el agua hasta nosotros, nos entregaron solo los medios para llegar hasta allí y así se enriquecían a nuestra costa. Algo que habría estado bien, pues nos ayudaba a seguir luchando y animándonos a superarnos, pero no era solo eso.  Pues entre viaje y viaje, ellos también se dedicaban a reírse de nosotros, a jugar y también a darnos caza y muerte. Sentíamos  su risa burlona a cada paso que dábamos y cada esfuerzo que lográbamos”

“Los castores, en aquella época, no los llamábamos así, sino que los conocíamos como “el Terror del Valle”. Pues hasta entonces no habíamos conocido una criatura tan salvaje y agresiva como ellas. Eran crueles y retorcidos.”

“Pero un día… qué digo un día, ¡El Gran día! La gran gota cayó y a ella la siguieron los demás. Aquel líquido transparente comenzó a regar nuestros campos, a mojar nuestras tierras y a humedecer el suelo por donde estábamos acostumbrados a andar.

Los terroristas del Valle tuvieron que emigrar, pues comprendieron que comenzamos a hacernos fuertes y a recuperar todas las energías que habíamos perdido hasta entonces. Juntos, recuperamos la comunicación, las ganas de vivir y sobre todo de luchar. ¡Había llegado el día de la lluvia, el día de la Revolución! “

“Todos los duendes verdes nos pusimos de acuerdo para enfrentarnos a ellos. Tomamos las propias ramas que ellos nos dieron, para hacerlas pedazos y crear lanzas con ellas. Lanzas que atravesarían sus cuerpos grasos y sus pieles duras y peludas. Las lanzas eran el símbolo de la revolución y con ellas nos enfrentamos a los terroristas.”

- Finalmente huyeron, éramos muchos y ya no teníamos nada que perder. ¿Acaso nunca habías oído aquello de “La Unión hace la Fuerza”, cariño? Pues ese fue el mayor ejemplo que pudiste ver. La pena es que ya se te haya olvidado.

- Al final, los niños de tu edad olvidáis las cosas más importantes y recordáis otras más sencillas.

- ¡Llevas razón, madre! Contestó el pequeño duendecillo que la miraba con grandes ojos de color verde. Lo recuerdo, porque fue el día de la gota, la gran gota encima del trébol. Un oasis donde los niños fuimos a beber y a jugar. Pensábamos que aquello era una fuente, un lugar donde jugar. Jamás pensé que lo habíamos pasado tan mal, ni que mientras nosotros jugábamos ajenos a lo que sucedía, vosotros estabais lidiando en una guerra contra los Terroristas del Valle. Es curioso como la memoria nos hace olvidar lo que nos daña, y como nos hace recordar los momentos felices. Después hizo una pausa como queriendo agregar algo más, pero al final tan solo terminó con una frase sencilla pero llena de emoción.

- Gracias por recordármelo, madre.

- Gracias a ti por querer escucharme y recuerda hijo: Nunca olvides, cariño, nunca olvides.

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12/04/2013, 08:42
Elmer "don palabras" Mendoza

Caminando en el parque, en ese espantosamente caluroso día, el frío en mi alma se intensifico y no pueden culparme: cielo azul, sol brillante, pajarillos trinando (twit twit), poco ruido, pequeños trovadores haciendo uso de sus facultades, bicicletas dobles con parejas sonrientes, perros tras el frisbie… en fin un verdadero día perfecto… perfecto para otros, porque para mí ese día en verdad estaba hundiéndome en la depresión, no aguante más y me senté en una banca de metal.


Ver todo aquello me enfermaba, tal vez tenían razón y sólo tal vez la envidia y la amargura sí eran mi verdadera naturaleza… sólo tal vez si  sea una mala persona... agache deprimido mi cabeza y luche por contener las lágrimas, apele a toda mí fuerza para no seguir viendo ese rostro en mi cabeza, estaba por perder cuando una húmeda lengua lamió mi mano y como arco reflejo, sobe esa peluda cabeza.


Sobar esa cabeza, la cabeza de mi mejor amigo, Spanky, siempre me había relajado y ver como se movía su pata del gozo, lograba arrancarme una sonrisa. Me levante de la banca para sobarle la panza como era mi costumbre, -¿qué estás haciendo  aquí?- le interrogue, por su parte, tumbado cuan largo es, me miró con ojos serios y levantando su mano-pata me entrego una bolsa de papel –mamá me envió a buscarte, está preocupada… se levanto del suelo y sacudió el polvo de sus ropas, se puso en cuclillas y en mi hombro recargo su mano-pata –sabes que cuentas conmigo hermano y como hombre te entiendo, toma tu tiempo- lamio mi rostro y me abrazo de forma reconfortante; en ese momento las lagrimas estaban por ganar –hermano- me dijo –ella no te merecía, era una víbora… deje de escucharle, sabía que lo que decía era cierto y también que lo decía para calmarme, pero escuchar eso me hacia hervir la sangre, así que sigiloso tomé una vara del suelo e hice como que la arroje –ve por ella- le grite y sin pensarlo, Sparky salió disparado buscando la varita.


Tomé asiento nuevamente, las ganas me invadieron y encendí un cigarrillo, di una larga bocanada mientras me recargaba de lleno en la banca; de la bolsa saqué una pieza de pan y con mi mirada casi en el vació tome un pedazo y lo desmorone con mis manos, lo arroje al suelo, pronto una parvada de niños-pato comenzaron a picar las moronas… un hombre paloma también se acerco y con alevosía empujaba a los pobres infantes para picar el migajón.


Aquel hombre paloma con una actitud sospechosa se sentó a mi lado en la banca, mira de un lado a otro con su –clue clue clue… para mí era obvio que quería mi pan, sin perder tiempo fruncí el entrecejo y le arroje el humo directo a la cara –coff coff cofff- el pobre hombre paloma se asfixiaba con el humo y yo sólo lo miraba con algo de odio, decidió aletear y alejarse volando, los patitos pudieron seguir con las migas de pan.


Tome camino y me aleje de esa banca, la desesperación hacia su segundo movimiento, yo maldecía mi suerte: ¿qué era peor que nacer huérfano?, fácil: nacer como un hombre humano… nadie lo sabía ya con certeza… al menos nadie recordaba la razón… pero muy arraigado en el corazón de la gran mayoría, estaba bien arraigado el odio contra los hombres y mujeres de raza pura… termine mi cigarrillo y arroje la colilla, suspire de nuevo: era innegable que tuve mucha suerte de ser adoptado, más aún de recibir el amor y comprensión de papá, mamá y mi hermano Sparky, pero en verdad era difícil desarrollarse en una sociedad que te marginaba tanto.


¿Qué podía hacer un muchacho-humano como yo para cambiar su suerte?


Realmente no lo sabía, varias veces había pensado muy seriamente en lanzarme a los hombres león.


 

No, esa no era una solución honorable, mucho menos una solución verdadera; de pronto la lluvia se soltó con fuerza y furia, era un espectáculo agradable con esa luz tan penetrante, me deje empapar por la lluvia y mire al cielo levantando las manos, sonriendo.


Un arcoíris asomaba su cara en el lejano firmamento, un arcoíris bien marcado, tal como la vieja abuela describía en sus historias y será que si le hago caso al cuento y encuentro un trébol de 4 hojas ¿podría cambiar mi suerte?.


Me puse de cuatro patas como se convirtió en costumbre y olfateando y corriendo buscaba desesperado ese trébol, ese pequeño objeto al que puse toda mi fe, ese objeto en el que deposite también mi esperanza.


Este no es, este tampoco, este no, ni este… el lodo por toda la ropa, las manos metidas en el lodo, mi respiración agitada de tanto correr, mi lengua de fuera, jadeando un poco y con la mirada atenta a las flores y plantas en el parque.


La lluvia atenuaba mientras mi desesperación y mis nervios llegaban al límite, aumente la velocidad, no quería que la lluvia parara antes de cumplir mi cometido, cuando de repente ZAZ, mi cabeza choco con algo igual de duro que ella, caí de bruces al lodo y dando unos leves quejidos lleve mis manos a mi cabeza, trate de calmarme pero me dio un poco de rabia, saber que había algún imbécil arruinando mi trabajo, mis oídos se ajustaron y escuche unos leves quejidos similares a los míos, baje mis manos para ponerme en 4 patas de nuevo y fue ahí donde la ví… de haber contado con un rabo, se hubiera agitado igual sino es que más que cuando papá mira mamá; di un salto y quite sus manos de su cabeza y lamí esa parte para quitarle el dolor, justo como me enseño mamá, ella dejo de quejarse y se incorporo, tomo de su boca una pequeño trébol y lo miró con tristeza –sólo es un trébol de tres hojas… por un segundo me pareció verle llorar, entonces tome su mano, la que sostenía el trébol y la mire a los ojos –sabes, comienzo a pensar que no solo los tréboles de cuatro hojas cambian la suerte- ella se sentó a mi lado y no dijo más.

Saben, si ella tuviese un rabo se agitaría con la misma felicidad que el mío, lo sé porque tiene el mismo rubor que yo mis mejillas.

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14/04/2013, 16:43
Oscar Wilde

- Baja los pies del salpicadero -gruñó entre dientes.

Yo le hice caso de buena gana, aunque suspiré contrariada. Su mal humor era contagioso y me hacía sentir estúpida por haber intentado sacarle de la espiral de rutina autodestructiva en la que se hallaba metido. Saqué el teléfono del bolsillo y me puse a buscar cualquier tontería por internet, con tal de pasar el rato. Total, no tenía nada mejor que hacer: la radio llevaba estropeada trescientos años, él no me iba a dirigir la palabra más que para soltarme alguna lindeza hiriente que no quería escuchar e, imbécil de mí, sólo había traído compactos de música porque no me acordaba de que su coche era tan viejo que seguía teniendo el reproductor de casetes y el mío aún estaba en el taller. Maldito R5... y maldito opel insignia por griparse en el peor momento posible.

- Yo que tú ni lo intentaba. Vas a perder la cobertura en cuanto pasemos la curva -dijo mientras tamborileaba los dedos sobre el volante, nervioso. El muy pérfido tenía razón. Volví a guardar el móvil en su sitio, crucé los brazos y giré la cabeza hacia la ventanilla, con tal de no verle la cara.

Se supone que iba a ser una excursión al campo divertida. Algo diferente, para hacerle salir del laboratorio y del cuarto de estudio. Estaba casi al término de su doctorado... estudiando algo demasiado complicado para mi conocimiento básico en biología. Yo le estaba ayudando en lo que podía, maquetando su tesis y haciendo absolutamente todo lo demás en la casa -temporalmente, eso sí-, mientras él acababa de escribir... no, de parir. De parir aquel trabajo titánico. La habitación en la que trabajaba estaba regada por doquier de artículos científicos, “papers” como él los llama. Su ordenador estaba encendido prácticamente las 24 horas del día. Y cuando no estaba metido en aquel cuchitril, estaba en el laboratorio “dándole a la pipeta”. Ya me había acostumbrado a su jerga y a sus quejas. Con razón se quejaba: demasiado poca retribución para un trabajo tan importante desde mi punto de vista. Y demasiadas horas dedicadas en exclusiva a aquello. Con suerte, en mes y medio estaría leyendo la tesis y toda nuestra familia y yo asistiríamos ilusionadísimos a escucharle decir un montón de cosas incomprensibles para un tribunal de gente muy seria, todos vestidos de forma impecable, como quien va a una boda. Me relamía de sólo pensar en ese momento, más por la tranquilidad que le iba a traer al hogar que por el título en sí.

- Ya casi estamos llegando...

Dos horas tarde, pero cierto. Habíamos llegado casi a la hora de comer, así que no podríamos disfrutar mucho la mañana. Claro, que con el humor tóxico que se estaba gastando no es que tuviera expectativas de disfrutarla mucho.

Aparcó. Había mucha gente en la zona de los merenderos así que salimos en dirección contraria. Él las manos en los bolsillos, yo con la cesta de la comida y unas esterillas al hombro. Había llovido el día anterior y ya el colmo hubiera sido que nos mojáramos la ropa al sentarnos.

Desplegué las esterillas bajo una encina muy pintoresca mientras él husmeaba en la cesta para sacar las fiambreras con la tortilla de patata que había hecho esa mañana, pan y las sobras de la cena de los dos días anteriores.

- ¡Esto no es justo! -Dijo esgrimiendo en una mano mi libreta de dibujos contra mí-. ¿No dijimos que nada de trabajo? ¡Si lo llego a saber, me traigo mis papers!

- No, Esteban -le repliqué arrancándole la libreta de las manos-, dije que nada de trabajo para ti. Si no descansas un segundo se te va a derretir el cerebro. Yo me he traído la libreta para abocetar plantas para el nuevo libro que me han mandado ilustrar, pero nada más. Siéntate y come, y luego nos damos una vuelta y te dejo volver a los “peipers” esos del demonio.

Se quedó algo mohino. Yo me tumbé en la esterilla y empecé a dibujar unos tréboles que había cerca, cuajados de rocío. Mordí un generoso trozo de tortilla y dejé que la luz que se colaba entre las hojas me bañara de calor. Al cabo de un rato le oí suspirar. Estaba jugueteando con las hierbas que teníamos alrededor y masticaba un trozo de pan con una parsimonia inusual. La tensión en su espalda estaba desapareciendo.

- Perdóname, Laura. Te agradezco que me hayas obligado a salir por la sierra... se está bien aquí, la tortilla está riquísima y...
- ¡Mira qué ciervo! -Le interrumpí sentándome de un salto y señalando con el dedo a una sombra que huía entre los árboles más prietos-. Perdona... ¿qué me estabas diciendo?

Me besó.

- Que lo siento, que gracias por hacer estas cosas por mí. ¿Qué estás dibujando?

Le mostré los tréboles muy orgullosa.

- Tú que eres biólogo, ¿sabes de qué especie son? -Le dije para hacerle rabiar. Casi me conocía la respuesta y sonreí con malicia.
- Sin flores no te lo podría decir... y aunque las tuviera, ¿por qué narices se supone que debo conocer todas las especies del mundo? ¿Tú sabes cuántos tréboles distintos hay?

Me reí descaradamente y volví a mirar el dibujo. Él resopló y sonrió conmigo.

Podía ver duendecillos salir tras los tréboles perfectamente y empecé a dibujarlos sobre el boceto principal.

- ¿Crees que pudieran existir? -Le susurré. Me volvió a besar
- Anda, cómete lo que queda antes de que las hormigas den cuenta de ello y vamos a darnos una vuelta por la orilla del río.

Dejé la libreta a un lado, mordí otro trozo de tortilla y volví a tumbarme sobre la esterilla. De detrás del trébol que había usado como modelo se asomó una figurilla amable de piel opalina que me sonreía y me decía adiós con la mano. Mis ojos se iluminaron y sonreí para mis adentros.

- Claro que sí, Esteban.

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14/04/2013, 22:48

Voy a ir poniendo las historias. Igual acepto cualquiera que llegue antes de las 23, cuando termine os aviso.

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14/04/2013, 22:52

Chicos, no se puede poner como el director una historia vuestra porque automáticamente me pone quien es el jugador que la escribió. Así que las voy a postear como siempre. Perdón, pero si no tengo que crear un post aparte y es trabajo copiar y pegar todo de nuevo. Así que las voy posteando como siempre, os avisare cuando termine.

Notas de juego

Listo! Tenéis hasta el jueves a las 23 para votar a la historia que más os guste. Suerte a todos y gracias porque todos sois ganadores para mí por enriquecer este proyecto.

besos :)

os aviso que Truman me pidió permiso para corregir los párrafos que le salieron desconfigurados y lo deje hacerlo, así que nada, eso no es trampa n.n porque le salió mal pegado y eso. Bueno, besos y lean. Luego pongo la separación como me pidió melpomene.

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14/04/2013, 22:56
Truman Capote

Mi historia salió desconfigurada D: Te importa si la vuelvo a pegar con los distintos párrafos, etc?

Notas de juego

Obvio hazlo sin problemas Truman.

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14/04/2013, 23:36
Truman Capote

A los humanos nos gusta pensar que somos especiales. Diferentes. Solemos olvidar que somos animales, que somos una especie entre las miles, millones, que hay. Tratamos a la naturaleza, como si de una herramienta se tratase, para conseguir nuestros fines. La usamos y la estropeamos. Y hasta parece que nos regodeamos en ello, sabiendo que tal vez se rompa para siempre. No nos importa, de hecho algunos disfrutan haciéndolo. Disfrutan disparando a enormes paquidermos que preparan para ello...

Aquel día me había levantado pronto. Era el primer día de Otoño. Era el primer Otoño después de la Gran Caída. Había cogido mi cuaderno y el carboncillo y había salido de casa. Me dirigí a un parque cercano, pero no me detuve allí. Enfilé una carretera que subía junto al recinto, hacia una montaña. Aún no había amanecido del todo, el Sol intentaba subir por el firmamento evitando los edificios. Y por supuesto, no había alumbrado en las calles.

Caminé durante un rato largo, inmerso en mis pensamientos. Divagué sobre la vida, y sobre la Tierra. Discutí conmigo mismo sobre si estábamos mejor ahora, o antes de que todo aquello pasara. Oí un ruido a mi lado, cuando pasé de largo el parque. Me detuve en seco, un poco sobresaltado y miré hacia mi izquierda. Fruncí un poco el entrecejo, para entrecerrar los ojos, intentando ver a través de la penumbra.
A pensar del sobresalto no tenía miedo. Hacía mucho tiempo que había dejado de tener miedo. Por una simple razón ¿Para que temer? Si debiese morir, moriría igual; y si voy a vivir, no sirve hacerlo con miedo.
En ese momento pasó a mi lado la fuente del ruido. Eran dos jóvenes que se alejaban cogidos de la mano.
Sin duda: no había que tener miedo.

Desde la Gran Caída la violencia había descendido hasta casi desaparecer, igual que los robos y las guerras. O tal vez fuese que, durante el tiempo en el cual Los Mercados dominaban el mundo, nos habíamos acostumbrado a la violencia, a las peleas continuas. Nos habíamos acostumbrado al miedo. Pero ahora ellos ya no estaban; Los Mercados habían caído. Los Gobiernos se habían descompuesto. Los Bancos habían sido encarcelados. Y Los Ejércitos se habían unido al pueblo para defender la libertad, y no la guerra.

Sonreí nostálgico, a mi avanzada edad había vivido muchas cosas. Muchas guerras. Varias crisis. Demasiados gobiernos... Pero ahora todo era diferente, me lo decía el instinto. Ahora todo fluía. Bueno, todo no, sólo la felicidad.

Llegué a mi lugar favorito mientras pensaba en mi niñez, donde sí había vivido atemorizado. Me senté en la roca en la que solía sentarme para observar la ciudad. El Sol ya se elevaba en el cielo, detrás de la Central Eléctrica que llevaba mucho tiempo apagada. Corrían algunos rumores, entre los más optimistas, (o tal vez pesimistas) de que pronto entraría en funcionamiento de nuevo, junto a todas las cosas. Que pronto se formarían de nuevo Estados y Naciones. Pero que serían distintos. Que serían con el pueblo y no para el pueblo.
Sonreí despreocupado. No sabía si eso llegaría a ser cierto. Desde luego no llegaría a verlo. Era ya muy mayor para ver otra reconversión del Mundo. Aparte, la veía innecesaria. ¿Para qué? me volví a preguntar. Sé que la gente es más feliz así. No hay preocupaciones, no hay miedos... La gente vive para vivir. Vive la vida. Y no vive para trabajar. No vive para las cosas. Así somos mejores, menos malos y menos dañinos.

Agradecí ser un viejo tonto. La gente no sabía lo que se había ganado después de la Gran Caída, a pesar de parecer que lo habíamos perdido todo. Ahora podían disfrutar de los amaneceres porque quisiesen, y no por que tuviesen que madrugar para hacer algo. Podían ver los crepúsculos sin tener miedo a no poder dormir lo suficiente. Podían disfrutar de la compañía de los demás sin tener que estar mirando una pantalla constantemente. Podían perder el tiempo sin perder el tiempo.
Bueno, tal vez tengan algo de razón, sólo algo. Ellos creen que lo han perdieron todo, pero yo puedo seguir pintando...
Entonces me fije en el suelo, junto a la roca. Todo estaba húmedo, como el clima. Tal vez fuese el primer rocío del otoño. Me fijé en un pequeño trébol. Sobre el había una gota de agua que hacía que éste se tambalease. Entonces corrió una pequeña brisa fresca, como un aliento de vida, que movió el suelo e hizo que el trébol la empujase por su superficie y acabara tirándola en suelo, irguiéndose de nuevo. Triunfante.
Ocurrió con todas las gotas del prado. Y así había acabado el primer rocío.

Dibujé una media sonrisa en mi cara, irónico, por lo que acaba de presenciar.
Me pareció una perfecta metáfora de lo que había estado pensado. Así que abrí el cuaderno, y lo pinté.

Notas de juego

Gracias, es que si no pierde encanto.
puedes borrar el otro..

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21/04/2013, 11:34
Orson Scott Card

Te veo de lejos

Te veo de lejos, Asturies,

tierras de verde y gris,

y me pregunto si tus flores

huelen como las mías de aquí.

Prados que se convierten en mar,

nubes que acarícian los acantilados.

Te veo de lejos, Asturies,

y me pregunto cómo serás.

Notas de juego

Nota de la Dire: Con este poema empieza el concurso de la imagen del prado, el de poesía.

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21/04/2013, 18:18
Stieg Larsson

Era hora de descansar. Y era increíble que fuera en este hermoso paraje. El cielo abierto, azul parecía querer llevarse consigo todos los pensamientos que no fueran dirigidos a él. Así era, de un tierno y amable egoísmo. Aún quedaba mucho camino por recorrer, y sería fantástico disfrutar de cada momento en él.

Porque a cada segundo que no lo recorriese, lo perdería todo. La muerte estaba a mis pies, en una horda que gritaba en exaltación. Y al otro lado, mi fortuna. Mi libertad y mi vida. Con pesadez en mis brazos y piernas, recojo las riendas de mi montura, que descansaba al igual que yo. Siente mi mismo miedo, casi vibra en su piel. Él sufre también la persecución por un crimen que creen que cometí. Pero la verdad está allí, frente a mí, presta a ser descubierta.

Y no puedo detenerme.

Notas de juego

Nota de la Dire: Stieg, mira que toca poesía. Igual puedes escribir tranquilo que tienes hasta el domingo :) puedes transformar lo que escribiste en poesía incluso.

bsos

Nota de la dire 2: igual coloco este relato porque su autro lo creo aunque sea tipo poesía libre.

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22/04/2013, 01:12
Lorelei Parker

Mi Tierra

Tierra soñada

de un paraje pintado

por la mano de Dios,

me has visto triste

alegre, soñadora,

paciente y añorante

de un tiempo mejor.

 

Tierra de sol y de flores,

de verde y colores

de tibio dulzor,

allí fue donde 

por vez primera

a mi vida entera

llegó el amor.

 

Tierra de cielo de espejo

de brisa morena

de sol y canción.

hoy que nuevamente estoy sola

a mi alma proba

dale un empujón.

 

Lléname de risas,

y flores

de amor

y colores

de días de luz.

 

Haz que en tu morada

mi alma quebrada

encuentre la paz

y la felicidad que necesito

que pido, que grito

no se aleje jamás.

 

Tierra de dulces ensueños,

cubre con tu velo

mi vida, mi sueño,

comienzo y final.

No olvides que tengo,

en ti los momentos

que añoro más.

 

 

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22/04/2013, 17:03
Melpómene

LAS GUERRAS CÁNTABRAS

 

Azul es el mar y verde la tierra

de indómitos y nunca olvidados

de aquellos que lucharon obstinados

por sus Siete Ríos en la guerra.1

 

Romanos atacaban cual fieras

niños, mujeres y hombres: soldados,

con furia defendían sus castros

luchaban sin dar ninguna tregua

 

A coro claman al viento norte

Antes muerto que de Roma esclavo

Hijos muertos, antes que romanos

 

Los romanos pese a su gran porte

a los de Deva2 no doblegaron

Y aún hoy, se recuerda a los cántabros

Notas de juego

1 Antes de ser llamada, la "la tieruca" o "La Montaña", Cantabria era conocida como "La tierra de los Siete Ríos"

2 Deva es una de las diosas del panteón cántabro: concretamente la diosa de los ríos.

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22/04/2013, 17:18
Edgar Allan Poe

Infinito

Soñaba con tener un inmenso jardín,
no como en las casas americanas...
más bien uno que no tuviera fin.
Sin cercas ni vallas,
ni aceras,
ni humo;
con miles de hojas con gotas de agua,
del rocío de la mañana,
de la lluvia fortuita.
Del frío que cala los huesos
y no deja aliento para versos.

Flores que tracen bocetos
en un paisaje que queda obsoleto,
en carboncillo o en tinta.
Que derramen colores,
que atraigan olores,
sabores...
Dolores
de ese pasado que está por venir.

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25/04/2013, 10:09
Oscar Wilde

Una excursión virtual me han propuesto.
Sonrío, asiento y salto el cercado.
Delante los Picos de Europa,
detrás la pantalla ha quedado.

Pero, ¡ay de mí! Tendré amigos crueles
que sin previo aviso me han engañado:
sin piedad me piden que escriba poesía
y a mí tal petición me deja abrumado.

Pues, ea, agarro la pluma...
"Roma no se hizo en un día"
la deslizo sobre el papel, sin rumbo,
cultivando el arte de Talía.

Que no... que no me sale nada.
Ahora entiendo al pobre Carroll,
cuando sus tres primas le acosan
y él sin inspiración se ha quedado.

Rebuscando en el cerebro
de mis años escolares
hallo tópicos, métrica y versos
del siglo XV, a raudales.
¿Cómo sería entonces la gente
que apenas podía vivir
un solo día sin su poesía?

Con esta campiña casa aquello
del locus amoenus ése,
pero a mí las coplas bucólicas
se me atragantan, me parece.

¡Y es que no! No soy ni Machado,
ni Manrique, ni Sor Juana Inés
no sé hacer dos sonetos, ni tres,
ni escribir en pie quebrado.

La cabeza me da vueltas, así
que me tumbo sobre el prado
y miro cómo pasan las nubes:
la poesía me deja agotado.

Alegre ya he cumplido. Vuelvo
a mis quehaceres emocionado
antes de que algún cabrero
me tome por su ganado.

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28/04/2013, 23:47

Fin Concurso de Poesía. Tenéis hasta el jueves a las 23 hora del servidor para votar.

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04/05/2013, 23:53

Comienzo del Concurso V:

Vale prosa o poesía. Y es sobre la foto de Melpómene. Tenéis hasta el otro domingo, o sea una semana entera. Cierra a las 23.

Marcad solo al director y postead aquí las historias.

:p vamos a escribir más :p que se me van remolonando!!!!!

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05/05/2013, 06:34
Lorelei Parker

La Mentira y la Verdad

-Número 2177, mire la cámara. 

El empujón del soldado fue estrepitoso, las costillas me dolían lo suficiente como para que cualquier movimiento fuerte me hiciera querer llorar. Pero no lo iba a hacer. No porque los hombres no lloran, creéme que lo hacen. Lloran, gritan, suplican, cuando están desesperados.

-Siéntese allí. ¡Allí!

Hace un año no hubiera pensado en lo que me costaría sacar una foto: esgrimir una mueca que simulara un semblante normal. Pero claro que hace un año no había pasado una temporada en el infierno, y esa acción hubiera sido tan simple como ponerme un saco nuevo. Algo normal. Mas ahora esa acción, la de la foto, solamente tenía en su esencia una mentira siniestra, un mandato que teníamos que cumplir.

Porque esa era la orden. Alguien dijo algo en coreano que no entendí. Eran dos de uniforme, uno de un bigotito ralo y el otro alto, de ojos fríos. No querías que te viera. No, de ser posible preferías ser invisible.

-Prisionero 2134, a la derecha.

Todos hablábamos coreano, algunos inglés, pero muchos no escuchábamos bien. Quizás era el sistema defensivo que intentaba dejarnos sordos, ciegos, sin ningún sentido activo. Porque así no podías sufrir. Si tuvieras un botón que te apagara al mundo, y solo te pudieras esconder en tu mente.

-Mire la cámara!!

Nos sentamos todos como era ordenado. Un tipo de traje, con un aparato grande con esa lente de ojo tuerto nos miraba. Tenía algo en la mano, un punto al que mirar. Teníamos que cumplir las órdenes, demostrar que nos trataban bien. Que nos vean, que los norcoreanos no maltrataban a sus presos. Tenía un par de moretones tan oscuros que parecían pintados con  carbón, los cortes en la espalda me escocían y otras heridas... había algunas que no sabía si podrían sanar que podrían demostrar lo contrario.

Todos nos sentamos, un grupo de presos, de camaradas, unidos en la miseria. Entonces vi a uno de ellos, de reojo, no sea que me comiera otro "empujón". Vi su mano, su gesto. Los norcoreanos no lo entendían pero para nosotros era un símbolo.

-¡Todo el mundo miré al frente!¡A la cámara!

Era el de libertad, el que decía que podías golpearnos, humillarnos, dejarnos al borde de la muerte mas no quebrar el espíritu. Porque nuestros cuerpos eran prisioneros de esta espantosa guerra, pero no nuestra consciencia.

Imité el gesto, con los dedos, con precisión. Quería que alguien allá pudiera leerlo. Podríamos morir todos se supiera, porque está prohibido mandar un mensaje y más cuando justamente contradice al amo. Pero no se puede rendir el espíritu y algunos entenderían el mensaje. Un dedo en cierto modo, el otro apuntando, la mano adoptando la posición que los conocedores llamaban Peineta.

Y miré, miré al yanqui un momento: él hacía algo más; sus ojos se pusieron a hacer un pequeño parpadeo pero no lo entendí en ese momento.

-¡Ahora!

 

Y fue así.

Los norcoreanos se sintieron orgullosos de su foto, de su serie de fotos, de su estúpido video. Nosotros volvimos a las celdas un poco más. Aun faltaba para terminar la guerra. Pero habíamos mandado el mensaje: Tortura. Eso decían nuestras manos, eso deletreaban los dedos, eso se leía en nuestras miradas. Porque quizás no volvamos a ver la luz del sol y nuestros cuerpos sean otras fatalidades de este conflicto. Pero no importa, la verdad desgarra los velos de la mentira. Algún día se sabría, alguien vería esa foto y sabría que no éramos tratados bien, ni lejanamente.

Nos podrán matar, quitar la dignidad que nos queda, dejarnos sin voces. Pero aun así me regocijo porque cuando dibujé la peineta con mis manos dije la verdad...

Y la verdad me hizo libre.

Fin

 

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11/05/2013, 00:40
El Tata, narrador del pueblo

Muy buenas tardes señores

aqui traigo una balada

no crean que es cualquier corrido

aunque parezca una ma... nifestacion

 

Era un pasado violento

donde las armas mataban

los poderosos vivian

los pobres se la pe...  rsinaban

 

Eran coreanos y gringos

los 2 bandos peleoneros

unos para defenderse

y los otros por cu... riosos

 

Los coreanos preguntaban:

por que hay tanta moncerga?

y cuando salian de sus casas

se los cargaba la ve... cina

 

Algunos caen en el campo

muertos que asesinaros

otros eran atrapados

presos que ya se chin... atraparon

 

Los sentaron en un banco

les tomaron una foto

todos se veian muy machos

y uno que otro era jo... ven

 

Les pidieron que posaran

"haganlo por el bendito"

y ya que estaban sentados

que un gañan les pinta un pi... dedo

 

La foto fue publicada

exhibiendo a este recluto

dijeron no los maltratan

y asi paga este pu... malandro

 

Pero todo era una trampa

uno de los trucos viejos

para que se vieran malos

y cayeron los pen... itentes

 

Y con esta me despido

la moraleja repito

si les toman uno foto

no les pinten ningun pi... dedo

Notas de juego

esto es un corrido, se supone que todo tiene doble sentido, si no les entienden les paso la traduccion, pero esta bastante claro

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12/05/2013, 11:05
Sharon Wells

Dulce Esperanza

No sabía el día que era, ni la hora, ¿pero qué importaba? Solo sabía que los días y las horas pasaban como el viento y allí seguía alimentándose de esperanza y del sol que le acariciaba la cara todas las mañanas.  Pero de qué servía tener esperanza ahora, no parecían tener piedad con él ni con ninguno de los demás, estaban esclavizados, maltratados y por si fuera poco, les servían de marionetas para su show particular.

De esta forma… ¿de dónde sacar las fuerzas para salir de allí? ¿Qué plan idear para escapar? Y a todas estas…. ¿habrá salida? Esta última era la gran pregunta, ¿realmente hay salida en este sitio? Sólo se veían entrar pero salir… nunca, ni si quiera con los pies por delante. Era triste que incluso “tienen que estar bien” aunque en el fondo sepan que no, pero así es la esperanza, es ese rayo de luz que ilumina la vida y que nos hace soñar en las cosas buenas que queremos que nos pasen aunque realmente pensemos que no sucederán jamás pero a veces ocurren, y esa es su magia.

“Esperanza, estás siempre en nuestros pensamientos
alimentando nuestra vida en los más oscuros momentos.
Te creemos mágica porque sin verte estás presente
y tus actos solo se reflejan en los rostros de la gente.
Nos das ganas de seguir existiendo
y fuerzas para superar nuestros peores miedos,
de creer que un día todo lo malo se acaba
y sea donde sea pronto estaremos en casa.
Encerrados no estaremos para siempre,
en la vida o en la muerte volveremos con nuestra gente.
Donde hay tristeza ahí estás tú
con aroma de felicidad y luz”

Ojalá esa magia, esperanza, se deje ver más a menudo…

Notas de juego

Popurrí de esperanza ^^ Espero que os guste, es lo que me ha nacido hacer.