Partida Rol por web

Francia. Año 1225.

Francia e Inglaterra se encuentran inmersas en un conflicto bélico que dura ya varios años, el cual, por desgracia, nadie sabe cuándo finalizará. La zona norte de Aquitania ha sido recuperada de manos de los ingleses, aunque la zona sur todavía sigue siendo leal a la Casa Plantagenet, y, por tanto, al Rey inglés Enrique III.

Es en dicha zona norte, cerca de la ciudad de Angulema, en donde se encuentra ubicada vuestra Alianza.

Hace seis meses, el padre de Maximilien, el Conde D'Arques, fiel vasallo del Rey francés Luis VIII, le envió, en calidad de administrador, a una remota finca familiar, situada junto al bosque de Gavirnei, para que se encargara de regentar las tierras circundantes, y evitase que dicha propiedad pudiese caer en manos enemigas después de la desafortunada muerte de su anterior propietario.

Aprovechando tal situación, el joven noble, con el consentimiento de la Orden, decidió formar una nueva Alianza en la zona, para así aprovechar el Aura otorgada por unas extrañas pinturas encontradas en unas cuevas cercanas a la finca.

Y es así como una Criamon, dos Jerbiton, y un Ex-Miscellanea, acabásteis juntos...

Aitor Navarro, el gigantesco hombre de armas de allende los Pirineos, se encuentra todavía haciendo sus ejercicios marciales en el patio, practicando con su maza junto con alguno de los hombres que aspiran a la posición de soldados. Algunos los llamarán soldadesca, otros grogs, pero Magnus, el Jerbiton de la Orden de Hermes les llama compañeros. Siente sincera empatía hacia ellos, hacia sus pequeñas vidas, como la que él tenía –o aspiraba a tener– hace ya cerca de veinte años en su Navarra natal. Prueba de ello es su integración entre ellos, o el hecho que haya tomado esposa (y no una cualquiera, además).

Todo a su alrededor son rumores y cuchicheos, las mujeres se ceban en él para afilar sus lenguas, al parecer, pero lo cierto es que disfruta con el ejercicio y enseñando (más con su ejemplo y corrigiendo algún movimiento aquí y allá que dando elaborados discursos) aquello que domina. También es cierto que preferiría dedicarse al pequeño huerto que tiene tras su casa, pero le han encomendado la tarea de mejorar el entrenamiento de los grogs y en ello está.

Noah estaba mas incomodo que nunca, solía mantenerse aislado de todo y de todos, sobre todo en los dos ultimos años tras terminar su formación magica. Había pensando en viajar hacia tierra santa en una busqueda de encontrar un lugar donde fuese tratado como un igual, pero bien sabía él que sus creencias no estaban en las de su pueblo ancestral, el creía mas en las fuerzas de los vientos, en el poder de la naturaleza y en todo aquello que su madre le había enseñado. Su lugar estaba mas al norte, en aquellas tierras frías y boscosas de Worms, lugar donde nació. Allí podía ser uno con la naturaleza e incluso ser uno con los vientos.

Y sin embargo se encontraba allí, anten la necesidad de ser aceptado como miembro de algo mas grande. La nueva alianza de nombre Turris Silvarium le había acogido, en un grupo conformado por solo otros tres magos, de los cuales, apenas sabía poco. Su llegada se gestó hacía apenas tres meses, una vez la alianza estuvo de cierta forma establecida.

Al igual que en los ultimos días, solia preferir usar las mañanas para caminar por el bosque cerca de los muros de la fortificación, pues aunque estaba acostumbrado ya al trato con las personas, le incomodaba mucho su reacción hacia el tanto como mago como por el hecho de tener sangre judia.

Como cada mañana, me levanté con la primera luz del alba. La bruma se levantaba y un aire fresco soplaba entre las montañas. Bajé desde lo alto de la torre, donde se encontraba mi alcoba, vistiendo un tabardo azul celeste con el escudo de armas de mi familia sobre una camisola blanca, unos pantalones de azul más ocuro y unas botas oscuras.

Monté en mi caballo alazán y me encaminé hacia la puerta, atravesando el pórtico que defendía el río. Crucé montado entre las granjas, saludando a los campesinos que se ponían a trabajar desde muy temprano. Cabalgué hasta los líndes del bosque, donde la desmoronada muralla exterior de la antigua fortaleza era devorada por las ramas y árboles que la sitiaban. Cabalgué a lo largo de la muralla, que algún día repararíamos, hasta llegar al edificio que sí quedaba en pie de aquella fortificación, la barbacana de la entrada. 

Miré atentamente las piedras, recostruidas habilmente, que aún mantenian el camino en buenas condiciones y guardaban el acceso a la villa. Observé a los guardias dirigirse allí para hacer el cambio de guardia. Los saludé y regresé por el linde opuesto del bosque. Allí me encontré a Noah su paseo matutino. Con una inclinación de cabeza lo saludé - Nos vemos luego en la torre. - le dije, y después cabalgué de vuelta al otro lado del río.

Al llegar al interior de la zona amurallada vi a los soldados entrenando en el patio, y con ellos estaba Magnus, el gigante navarro que también pertenecía a la casa Jérbiton. Saludé a todos con un gesto, y luego me dirigí al mago. - Nos encontraremos en la sala de audiencias tras el entrenamiento, Magnus. - Dije con voz firme. Después cabalgué de nuevo a los establos y descabalgué.

Jugabamos aquel teatrillo dentro de la Alianza, yo actuaba en mi papel de noble, a pesar de compartir mis responsabilidades con mis compañeros. Sabía que, sirviendo a mi padre, era yo quien, en última instancia, respondía por ellos y por la gestión de la villa, y era un régimen feudal lo que la soldadesca y los campesinos esperaban, así que eso era lo que les mostrábamos; yo era el noble, y ellos mis consejeros. Me dirijí a la torre tras mi paseo, tras observar el funcionamiento de las diversas partes del feudo. Subí hasta la sala de audiencias, tomé mi lugar y me senté a esperar mientras ojeaba un libro.

Noah

Caminas por la linde del bosque, inmerso en tus pensamientos, igual que has hecho durante los días anteriores, sintiendo como la brisa de la mañana mueve, de vez en cuando, tu cabello. El rocío de la pasada noche todavía puede verse sobre algunas flores, y el trino de los pájaros se escucha entre los árboles.
Observas como uno de ellos, uno con un vistoso plumaje en diferentes tonos de rojo, se posa en el suelo, a pocos pasos de donde estás. Al instante, su forma cambia, transformándose en Delfinna, la maga criamon que reside con vosotros en la alianza. Se encuentra totalmente desnuda, algo que no parece importarle en absoluto. Sólo porta un pequeño collar, hecho de plumas de diferentes tonos rojizos, en su mano derecha.

-No deberíais deambular tan distraido por el bosque, Sodalis - te dice, sin ningún tipo de expresión en el rostro. - Aunque no lo sabemos con certeza, pues afortunadamente todavía no hemos tenido ningún encuentro con ellos, lo más probable es que aquí habiten seres feericos, y sabéis tan bien como yo que incluso un magus de vuestro talento - no sabes si esto último es un cumplido - podría tener dificultades si varios de ellos deciden jugar con él, sobre todo si dicho magus tiene la mente en otro sitio mientras pasea - La maga hace una pausa mientras se acerca a ti. - Incluso podríais toparos con otras criaturas que, aunque no lo deseen, terminen haciendoos daño - Te parece atisbar un fugaz brillo de tristeza en sus ojos.

Todos

Escucháis el claro golpear de los cascos de un caballo, aunque no es habitual que nadie se acerque al que ahora es vuestro hogar, pues pocos son conocedores de la ubicación de la Alianza. Por la intensidad del sonido, el jinete parece llevar bastante prisa. Unos instantes más tarde el sonido cesa por completo.

- Soy Bangej Ex Mercere. Solicito que me sea permitida la entrada. Necesito hablar con el Señor de esta finca, y con sus consejeros. Traigo noticias del sur de Francia - Parece como si la voz del jinete, una voz de mujer con una extraña musicalidad, sonara directamente en vuestra cabeza.

Sabéis que los grogs apostados en la puerta no permitirán el paso del Boina Roja hasta haber recibido instrucciones. Si lo hiciesen, el capitán de la guardia se encargaría de recordarles claramente su función. Lo más seguro es que pronto alguno de ellos os venga a buscar a alguno de vosotros.

-O bien, podría toparme contigo, las posibilidades son infinitas- exclamó Noah con cierto todo de voz de estar incomodo, era un hombre solitario que siempre había sido repudiado por otros, preferia convivir con sigo mismo y los bosques que con otras personas, sobre todo si hablaban demasiado. -Pero no te preocupes, no me he adentrado demasiado, y alguien ha de aprender mas sobre estos bosques o de lo contrario nunca podremos considerarlo nuestro hogar- resaltó.

-Mercere -musita entre dientes el enorme hombre de armas lo suficientemente fuerte como para que los hombre con los que estaba entrenando puedan oirlo- Voy. Tú, ve a buscar al señor d'Arques, que acuda cuanto antes. Tú, encárgate de que llamen a los consejeros del señor. ¡Ya! -acabó exclamando a los más jóvenes de los que se estaban entrenando con él. Un punto de liderazgo había asomado en su voz, ya de por sí bastante resonante simplemente al hablar.

Con paso seguro aunque algo apresurado se apresta a asomar hasta donde se encuentra la Boina Roja y sin ningún atisbo de miedo toma las riendas de su caballo.

-La familia Mercere es bienvenida aquí. Yo os conduzco arriba. Ya casi habéis llegado -dice en su francés de tono profundo y mal acento.

Y echó a andar con su paso largo, sin cruzar más palabra con la Mercere.

-Sí, pero yo no deseo haceros daño-dijo la joven maga a su compañero venido de tierras lejanas. -Al menos no por el momento- pensó, mientras un nuevo brillo de tristeza aparecía en sus ojos. -Sobre explorar el bosque, sé que hay que hacerlo, pero no tenéis que ir solo. Ahora, regresemos a la Alianza. Veamos qué quiere ese Boina Roja-

La muchacha alzó el vuelo, transformada de nuevo en el llamativo pájaro de rojas plumas, tras pronunciar esa última frase.

El guardia llamó a la puerta de la sala de audiencias. Me levanté y caminé hasta la puerta, me transmitió el mensaje que ya había llegado a mi mente unos instantes antes, pero tenía que cumplir con la parafernalia del noble. - Acudiré de inmediato. Seguid con vuestros quehaceres. - Respondí, despidiendo al joven.

Bajé raudo y me dirigí a los establos. Cabalgué directo hacia la barbacana que daba la entrada al feudo. Allí esperaba la Boina Roja, y como señor había de recibirla. - ¡Abrid las puertas! - Grité a los guardias de la entrada, para que pudieran escucharme desde sus puestos.

Esperé en el interior hasta que la mujer pudo pasar. - Bienvenida a estas tierras. Acompañadme a la sala del consejo, allí podremos hablar con más comodidad. - Dije a modo de recibimiento, avanzando para caminar junto a ella.

Maximilien y Magnus.

- Sois muy amables - os dice la Boina Roja, mientras la acompañáis a los establos. - Es agradable encontrarse, nuevamente, en un lugar en el que se es bien recibida, después de haber cabalgado durante días por zonas menos amistosas. -

La joven permanece unos instantes en silencio mientras desmonta.

- Estoy lista para que me acompañéis a la Sala de audiencias. - declara, tras susurrar unas palabras en el oido de su montura.

Todos.

Una vez os encontráis reunidos en la Sala de audiencias, y tras haberse marchado los grogs encargados de servir las suficientes viandas para calmar tanto vuestras propias necesidades como las de vuestra invitada, Bangej os mira con rostro apesadumbrado, y os dice:

- Sodales, me temo que soy portadora de malas noticias - la joven da un pequeño sorbo a su copa antes de continuar - Aunque Turris Silvarium se encuentra en zona bajo dominio del Tribunal de Normandía, debido a que se encuentra muy cerca de aquellas tierras pertenecientes al Tribunal de Provenza, Dama, la Praeco de dicho Tribunal, me ha pedido que os avise, por si pudieseis veros afectados por aquello que os voy a contar. La guerra que actualmente enfrenta a Francia e Inglaterra no solo está dejando su huella entre la población mundana, sino que, por desgracia, también ha dejado secuelas entre nuestros hermanos del Tribunal de Provenza: varias Alianzas, como Lariander, han sido destruidas, obligando a aquellos que han sobrevivido a buscar refugio en otros lugares, y algunos magi, contraveniendo el Código Hermético, han tomado partido por alguno de los bandos. - La Boina Roja baja ligeramente la cabeza antes de seguir hablando - Por si todo esto fuera poco, Cenobio, una fuerte Alianza formada por magi enormemente cooperativos, amenaza con imponer su tiránico dominio por todo el Tribunal, mientras Castra Solis y Aedes Mercurii, sus competidoras más directas, se disputan el derecho a ser reconocidas como herederas de la antigua domus magna Flambeau. - Una vez dicho esto, Bangej toma de nuevo su copa, y comienza a beber.

Escuché atentamente a la Boina Roja mientras nos ponía al corriente de la situación en el Tribunal de Provenza. Ciertamente estábamos fuera de su jurisdicción, pero aún estábamos en el radio de influencia de sus Alianzas y sus tieeras no nos resultaban lejanas. Y de todas formas aunque no fuera así una información de primera mano siempre era muy valiosa.

-Terrible situación a la que nos vemos abocados estos días. No parece que nos traigas ni una sola buena nueva. Tengo un par de cuestiones al respecto. En primer lugar, si mis hermanos y hermana no tienen nada que objetar me gustaría ofrecer refugio a los magi que puedan haberlo perdido por causa de la guerra. Nuestro espacio es limitado, pero creo que aún podemos compartirlo. - Respondí, haciendo una pausa después y pasando la mirada por todos los demás magos presentes. - Por otra parte ¿Hay alianzas enteras tomando partido en la gerra o se trata más bien de magi aislados? - Pregunté, sondeando la profundidad de la situación que se nos planteaba. Pues una cosa eran unos magos que tomaran parte por algún ejército por motivos personales, y otra Alianzas enteras uniéndose a uno u otro bando.

-Por mí no hay inconveniente - dijo la joven ante el ofrecimiento de Maximilien. La Alianza era joven, todavía, una Alianza de primavera según las llamaban en la Orden, y no gozaba de los recursos de otras más veteranas, pero ese no era motivo para no ayudar a sus Sodales.

-¿Por qué vuestro Tribunal permite que Cenobio continue con sus planes si vos misma habéis reconocido que pretende imponer un dominio tiránico sobre el mismo? -

Mas personas, bien sabia Noah que si algo le incomodaba era convivir con muchas personas y ahora Maximilien estaba sugiriendo justamente ello. No obstante no se iba a imponer, era alguien de menor jerarquía entre el grupo de presentes a la par de que Maximilien era de cierta forma el dueño de todo aquello.

-Actúa como tu juicio te dicte, no me opondré a ello. No obstante he de advertirte que deberíamos tener cuidado con eso que sugieres, si hay ambición, tu intento podría traer justamente eso hasta aquí en vez de simplemente a magos refugiados.

- Nuestro Sodalis tiene razón - responde la joven Boina roja ante lo comentado por Noah - Os doy las gracias en nombre de la Praeco por vuestro sincero ofrecimiento de acoger a algunos de los magi cuyas Alianzas han sido destruidas, y así se lo haré llegar a ella, pero debéis tener cuidado, pues pudiera ser que alguno de nuestros hermanos que han decidido transgredir el Código vean dicho ofrecimiento como una oportunidad de viajar hacia estos lares - Bangej hace una pequeña pausa, la cual aprovecha para aclarar su garganta, antes de continuar - Por suerte, tan solo han sido unos cuantos magi los que han decidido tomar partido en la guerra, y ninguna Alianza se ha visto, todavía, comprometida en su totalidad. Además, algunos de ellos han perecido ya, y la mayor parte se encuentra a la espera de ser juzgada por los Quaesitores -

La joven coge un trozo de queso, y muerde un bocado antes de seguir hablando:

- No sé con certeza el motivo por el que los planes de Cenobio no han sido todavía detenidos. Quizá sea porque, como he comentado, sus mayores rivales concentran sus esfuerzos en su propia disputa, aunque me temo que es porque también dicha Alianza ha sabido sacar ventaja de diversas maniobras políticas completamente legales a ojos del Tribunal, y que aquellas que no lo son tanto todavía no han sido descubiertas -