Partida Rol por web

Recibiste la carta con el sello oficial de la EEI (Estación Espacial Internacional, dependiente de la ONU), algo que no te pareció nada raro, habida cuenta que mandaste una solicitud de embarque para la misión de mas envergadura en la que se encontraba la ONU en estos momentos: la supervivencia de la raza humana a través de la colonización de un nuevo planeta. Era extraño, pero cuanto más lo pensabas, mas extraño te parecía raro. Sabías que la tierra actual se estaba yendo al garete: años de contaminación indiscriminada, la falta de alimentos y de agua, cambio climático, superpoblación,... un sinfín de problemas que el ser humano ha ido creando en su lógica del progreso, sin tener en cuenta las consecuencias. Las pocas voces que se oponían a este crecimiento abusivo, eran minoritarias, y en el mejor de los casos eran ignoradas. Cuando los gobiernos se dieron cuenta que había que cambiar la situación, ya era demasiado tarde. La Tierra se iba al garate. Dentro de unos años (no se sabía cuando) la tierra moriría sin remedio, y el ser humano con él.

Por ello se puso en marcha este nuevo proyecto: un nuevo planeta, la tecnología necesaria y los seres humanos podrían empezar de cero, esta vez sin cometer los mismos errores del pasado.

Tras abrir el sobre si te sorprendió el contenido: habían aceptado tu solicitud y podías viajar en el Noe, la primera nave de colonización. No sabías exactamente que te iba a deparar el futuro, pero no te importaba mucho. Al fin y al cabo, no tenías mucho que dejar aquí y podías ser útil en el nuevo planeta. Por eso enviaste la solicitud. Y te habían aceptado. En dos semanas te embarcarías hacia tu nuevo destino. Y eso era lo importante.

Quien te iba a decir que la situación en la que te ibas a encontrar se complicaría por momentos...

Te encuentras a bordo de la nave Noe, la primera nave de colonización. En estos momentos te encuentras sumido en un profundo sueño en la cabina de hibernación de la nave. Es la única manera de hacer estos viajes tan largos sin que el tiempo te afecte envejezca con rapidez. Asi pues, te esperaba unos seis meses aproximados de sueño placentero y reparador.

O eso es lo que te contaron, pues la situación iba a cambiar de manera drástica en un instante.

De repente, lo que estaba siendo un sueño profundo, desaparece en un instante y comienzas lentamente a despertar... tus ojos van poco a poco acostumbrándose a la luz, mientras tu camina de hibernación comienza a abrirse.

Aeryn, ¿puedes oirme?- escuchas una voz femenina. Lentamente empiezas a mirar a tu alrededor, mientras todo se hace más nítido. Ves una enorme sala. En medio de la misma se encuentra un enorme ordenador mientras que el resto de la sala se encuentran infinidad de cámaras de hibernación igual a la tuya. La única diferencia es que tu estas despierta, y el resto no... aunque te parece ver que hay otra cámara que se encuentra abriéndose.

Aeryn, ¿puedes oirme?- la voz insiste, mientras tu asientes, todavía algo confusa ante su situación- pulso normal,... parece que se encuentra bien. Algo confundida, pero es algo normal- poco a poco, tus ojos se fijan en la mujer rubia que se encuentra a tu lado. Al parecer, es la que te ha estado hablando todo el rato.

Escúchame. Soy Laura- te sonríe- Estas algo confusa y posiblemente no te acuerdes de mucho. Es normal, propio de la hibernación. Ahora quiero que sigas a esta soldado y te acompañará para vestirte- ahora te percatas de que te encuentras únicamente con la ropa interior- y para que te asees un poco. Luego hablaremos con mas calma- su voz se pone mas seria. Algo pasa. Te dispones a preguntar, pero ella hace un gesto negativo- luego, primero haz tus tareas- con esto dicho te deja con la soldado que te ayuda a levantarte para ir a los servicios.

Te encuentras a bordo de la nave Noe, la primera nave de colonización. En estos momentos te encuentras sumido en un profundo sueño en la cabina de hibernación de la nave. Es la única manera de hacer estos viajes tan largos sin que el tiempo te afecte envejezca con rapidez. Asi pues, te esperaba unos seis meses aproximados de sueño placentero y reparador.

O eso es lo que te contaron, pues la situación iba a cambiar de manera drástica en un instante.

De repente, lo que estaba siendo un sueño profundo, desaparece en un instante y comienzas lentamente a despertar... tus ojos van poco a poco acostumbrándose a la luz, mientras tu camina de hibernación comienza a abrirse.

Ullric, Ullric, ¿puedes oirme?- escuchas una voz femenina. Lentamente empiezas a mirar a tu alrededor, mientras todo se hace más nítido. Ves una enorme sala. En medio de la misma se encuentra un enorme ordenador mientras que el resto de la sala se encuentran infinidad de cámaras de hibernación igual a la tuya. La única diferencia es que tu estas despierto, y el resto no... aunque parece que otra de las cabinas se encuentra abierta.

Ullric, ¿puedes oirme?- la voz insiste, mientras tu asientes, todavía algo confuso ante su situación- pulso normal,... parece que se encuentra bien. Algo confundido, pero es algo normal- poco a poco, tus ojos se fijan en la mujer rubia que se encuentra a tu lado. Al parecer, es la que te ha estado hablando todo el rato.

Escúchame. Soy Laura- te sonríe- Estas algo confuso y posiblemente no te acuerdes de mucho. Es normal, propio de la hibernación. Ahora quiero que sigas a este soldado y te acompañará para vestirte- ahora te percatas de que te encuentras únicamente con la ropa interior- y para que te asees un poco. Luego hablaremos con mas calma y mas detalla- su voz se pone mas seria. Algo pasa. Te dispones a preguntar, pero ella hace un gesto negativo- luego, primero haz tus tareas- con esto dicho te deja con el soldado que te ayuda a levantarte para ir a los servicios.

Os encontraís en la sala de descanso de la nave, sin mucho que hacer, salvo esperar a que lleguéis a vuestro destino. Os despertaron hace ya varias semanas de la sala de hibernación, donde habíais estado descansando buena parte del viaje. Era la única forma de hacer estos viajes tan largos sin que el tiempo te afecte y envejezcáis con rapidez.

Sin embargo, al ser ambos soldados, teníais que sustituir a otro de los grupos que iban llevando la nave. Al fin y al cabo, la Noe debía ser pilotada para llegar a su destino. Eso, y su funcionamiento interno seguís requiriendo de la mano humana para que todo fuera correctamente. 

En estos momentos os encontráis descansando, tomando algo, sin mucho que hacer salvo esperar que pase vuestra hora para volver al trabajo. Uno, en el hangar, revisando que todas las naves estuvieran en perfecto estado... el otro de patrulla. 

No sabía si para los demás había sido igual ni cuánto llevaba ahí dentro. Sólo sabía que a ella se le había hecho cortísimo y que había sido un viaje genial. Se acuerda quizá de unas mariposas y muchos colores, vamos, como si se despertase de haber tenido un sueño feliz. Y eso la hace sonreír en un primer momento. Sin embargo, el atontamiento le puede, y se lleva las manos a la cabeza intentando estabilizarse. La voz de la mujer y tanta rapidez hace solo confundirla más, pero haciendo uso de su confianza ciega asiente y hace caso a esa mujer rubia guapa.

Debía ir a asearse. Vale. Camina acompañada de la soldado y casi ni se fija en su cara, pues ya tiene bastante trabajo en cordinar sus pies y piernas. Bien, ahí estaba. No era una tarea difícil. Jabón, fregar y agua. Listo. Volvió a salir, ya con más ropa y se dejó guiar de nuevo hasta una nueva sala. Sin darse cuenta en como era la sala, sornió al ver que ya controlaba más su cuerpo y que con la ducha se había despertado. Lista para afrotnar lo que se le venía encima.

Te encuentras en tu despacho personal, rellenando varios papeles sin importancia, salvo esperar a llegar a vuestro destino. Te despertaron hace ya varias semanas de la sala de hibernación, donde habíais estado descansando buena parte del viaje. Era la única forma de hacer estos viajes tan largos sin que el tiempo te afecte y envejezcas con rapidez.

Te habían despertado para ayudar en las tareas de mantenimiento de la nave (al fin y al cabo esta aún precisaba de la mano humana para mantenerse en marcha) y mas concretamente, en los detalles de la colonización. Al fin y al cabo, tenías un papel destacado en la creación de un nuevo mundo para la raza humana. Todo debía estar preparado para la ocasión.

Afortunadamente para ti, tu familia iba contigo en este primer viaje. De hecho, habías movido muchos hilos y presionado mucho para ello. Claro que sabedor de tu curriculum, tampoco era muy necesario: te necesitaban, y no iban a negarte esto. Alguna que otra vez ibas a ver a la cámara de hibernación donde se encontraban todos los civiles para ver a tu hija y a tu nieta. Esperabas que con tu trabajo ellas disfrutasen de una vida mejor.

Sin embargo, y para tu desgracia, no todo eran buenas noticias. El ex-marido de Adrianne, Mark, iba también a bordo de la nave, y lo que era peor, tendrías que trabajar con él en el proceso de la colonización. Su empresa, Lethal S.A era uno de los inversores mas importantes para este proyecto, y había dado mucha tecnología y material para llevar a cabo la colonización del nuevo mundo. Steel, por mas que te jodiese, era el mas preparado para llevar a cabo este trabajo. Pero eso no implicase que te gustase. Esperabas al menos que no tuvieras que tratar muchos temas con esa alimañana.

Finalizas el papeleo que tenías a manos y descansas durante unos instantes. Por el momento habías acabado todo lo que tenías que hacer ahora mismo. Tenías una hora libre antes de continuar.

Te encuentras en la sala de enfermería, sin mucho que hacer salvo inspeccionar los materiales (medicamentos, farmacos...) que serían necesarios para la colonización. Te despertaron hace ya varias semanas de la sala de hibernación, donde habías estado descansando buena parte del viaje. Era la única forma de hacer estos viajes tan largos sin que el tiempo te afecte y envejezcas con rapidez. Y durante estas últimas semanas tu rutina había sido la misma: ultimar los últimos preparativos para cuando llegáseis a vuestro destino. Por eso te extrañó cuando hoy, el Coronel James Mackeyn, el líder militar que estaba al mando, te ordenó que despertases antes de los previsto a dos miembros "durmientes": Aeryn Robberts y Ullric Waechter. Sin embargo, tu cumplías órdenes y no preguntaste el porque de esto. Simplemente mandaste a tu compañera de trabajo, Laura Roslin, para que cumpliese las órdenes. En estos momentos, ella se estaba encargando de esto, mientras tu finalizabas tu trabajo en esa sala. Ya te quedaba poco, por lo que después de ello, podías ir a hablar con Laura y ver como había ido todo.

Me encuentro en una selva exhuberante. Esta selva sólo la habia visto en viejas películas, aunque sé que esta selva no es terrestre. Los árboles son extraños, aunque en principio parecen similares a los terrestres. Pero para un avezado Biólogo, está claro que no lo son. Hay cosas en todos ellos que me resultan extrañas... flores distintas, hojas distintas... son similares, pero distintos, especies nuevas.

La humedad en el ambiente es alta. El aire es respirable. Me doy cuenta, de pronto, que no llevo mascarilla. Y, aún así, respiro sin problemas. Miro en torno a mi, todo es nuevo, limpio... Estoy feliz, voy de una especie a otra. Ojalá la tierra aun fuera así...

De pronto, el suelo se hunde bajo mis pies. Caigo a un agujero. Cuando me recupero, miro en torno a mi. Pese a estar a bastante profundidad, veo claramente... algo extraño, que no acabo de comprender. Y lo que veo no me gusta. He caído en un nido de serpientes. Hay está una mamba negra, una cobra, una anaconda... Cada serpiente es aún más peligrosa que la anterior, y se me están acercando. Tengo que escapar, pero cuando intento trepar no lo consiguo. El borde es demasiado resbaladizo, no consiguo subir...

De pronto, una serpiente extraña, única, se adelanta a las demás. Tranquilo, escucho en mi mente, sólo queríamos saber vuestras intenciones. Hemos sondeado tu mente, y sabemos que, pese a que destruisteis vuestro planeta, tus intenciones para este son buenas. Pero os estaremos vigilando. Parece ser alguna especie nativa de este planeta, y con inteligencia...

De pronto, en medio del sueño, escucho una voz que me llama. Ullric, Ullric, ¿puedes oirme? El suave sonido de una voz femenina me saca de mi sueño, poco a poco. Lentamente, abro los ojos y veo una enorme sala, llena de cámaras de hibernación. Todas, menos una, están cerradas... bueno, menos una y la mia, claro.

Ullric, ¿puedes oirme?- la voz insiste, mientras asiento, todavía algo confuso ante mi situación- pulso normal,... parece que se encuentra bien. Algo confundido, pero es algo normal- poco a poco, mis ojos se fijan en la mujer que se encuentra a mi lado. Al parecer, es la que me ha estado hablando todo el rato. Su pelo rubio cae ligeramente sobre mi mientras está inclinada a mi lado. Me doy cuenta que quizá la estoy mirando demasiado detenidamente, y aparto ligeramente la mirada.

Escúchame. Soy Laura- me sonríe- Estas algo confuso y posiblemente no te acuerdes de mucho. Es normal, propio de la hibernación. Ahora quiero que sigas a este soldado y te acompañará para vestirte- ahora veo que estoy sólo con la ropa interior- y para que te asees un poco. Luego hablaremos con mas calma y mas detalle- su voz se pone mas seria. Algo pasa. Me dispongo a preguntar, pero ella hace un gesto negativo- luego, primero haz tus tareas- con esto dicho me deja con el soldado que te ayuda a levantarte para ir a los servicios.

Mientras estoy en los servicios, duchándome, mi mente se empieza a poner en marcha. Han despertado a un biólogo, así pues el problema tiene que ser algo relacionado con la biología. De no ser eso, ¿por qué me habrían despertado? Está claro que en la nave hay expertos de todos los campos, así pues tienen que haberme despertado a mi por algo de mi campo de especialidad. Analicemos... ¿Estaremos ya en el planeta? Si eso fuera así, se justificaría el despertarme. Lo necesitarían para buscar un sitio adecuado para el primer campamento. Pero, ¿cuánto lleva durmiendo? No estoy seguro... En el compartimento de hibernación no se apreciaba la luz de ningún sol. Claro, que mi vista estaba bastante nublada... así pues, quién sabe. Y si... Trago saliva. Y si... hubiera pasado algo... como lo de aquellas antiguas películas, una nave perdida, un ente extraterrestre. Mis pesadillas sobre alliens, las que tuve tanto antes de embarcar como en la hibernación, vuelven a mi mente. Un ser que nos quiera matar a todos...

Pero y entonces, ¿por qué yo? ¿Para buscar un modo de acabar con lo que sea? Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. Nos están esperando, no debemos retrasarnos. Acabo rápidamente de asearme, en todos los sentidos, y me pongo en marcha junto al soldado.

Mi mente sigue buscando soluciones, ¿pero soluciones a qué? Hasta que no sepa algo más no puedo hacer nada. Miro al soldado. -Perdone, ?¿sabe qué sucede? ¿Para qué me han despertado? La mirada del soldado se fija un poco en mi, lo suficiente para que comprenda que no sacaré nada en claro antes de llegar a la sala de reuniones. El resto del camino lo siguo en silencio, hasta que el soldado se para frente a una puerta. -Aquí es es su escueta despedida. Me pongo frente a la puerta, estiro ligeramente el traje, y entro...

Tras el aseo, la soldado en cuestión te lleva hacia una pequeña sala de espera. No te dice nada, ni responde a ninguna pregunta que le haces. Simplemente cumple órdenes estrictas de llevarte a la sala. Tras un lacónico, "espera aqui", te deja sola en la estancia, la cual lo único que tiene es una mesa con cuatro sillas. 

Antes de que te preguntes que es lo que pasa aqui, la puerta se abre de nuevo y entra un hombre trajeado a la sala.

Lo que te parecía una sala de reuniones, es una pequeña sala con una mesa y varias sillas alrededor. No hay mucho mas mobiliario en aquel lugar. Lo único de interés es una mujer morena que se encuentra en la estancia.

Aeryn sonrie y hace un gesto con la cabeza.

Hola... soy Aeryn Robberts. Se presenta a ambos. Los dos tan trajeados supone que son de la EEI. No sabe muy bien qué decir. Ya es consciente de que las personas no son lo suyo. ¿Tenía que llegar alguien más? ¿Se tenía que sentar? ¿Tenía uqe decir algo más? O mejor... ¿no tendría que haber dicho algo? Tantas preguntas la agobian y casi se pueden ver espirales en sus ojos.

Zack se encontraba haciendo patrulla en la Noe. Ataviado con el uniforme que les habían asignado, elegante y sobrio, quizás demasiado para su gusto, aunque debía reconocer que el uniforme de combate era tremendamente útil y sofisticado. Las botas resonaban en el suelo metálico, quizás fuese por los nervios, pero lo cierto es que el silencio casi reinaba por la zona donde patrullaba. Pensó en lo absurdo que era hacer una patrulla en una nava donde se supone se iba a salvar a toda la humanidad, ¿acaso alguien podría estar interesado en que aquello no pasase? Siempre hay intereses económicos... y él sólo acataba órdenes, así que hacía su patrulla formalmente y con profesionalidad, como siempre lo había hecho. La hibernación le había dejado los huesos algo atrofiados, pero hacía unas semanas que despertaron de ella y empezaba a recuperar todo el físico. Se paró en uno de los pasillos y estiró la espalda y cuello, aún algo rígidos. Su tiempo libre lo solía utilizar en continuar en forma y entrenar, no conocía a nadie allí y tampoco solía relacionarse demasiado.

Sale del despacho y se dedica a pasear por la cubierta del gran crucero que les conducía a Atlantis, su futuro. Prefería aquel nombre a Terra Nova, ya que sin saber muy bien porqué ese nombre le hacia pensar en series malas de ciencia ficción, donde todo era difícil, pero se solucionaba de manera ridícula. No era el caso, estaba completamente convencido de que aquello iba a ser realmente complicado, no solo por lo que pudiesen encontrarse en el planeta, sino por la gente que iba en aquella nave, la cultura humana era destructiva por naturaleza y muchos de ellos seguramente mantuviesen sus costumbres una vez establecidos.
Era el caso de su ex-yerno y su empresa, que posiblemente veían más posibilidades de negocio en aquella colonia que una nueva esperanza para la humanidad. Fuese como fuese, no pensaba permitirlo; había estado estudiando los últimos meses en ingeniería ecológica, construcciones que no dañaban el medioambiente, tanto generadores de energía como viviendas. La energía eólica había avanzado a pasos agigantados y también la solar, tenian equipamiento suficiente para construirlos y así iba a ser. Ya habia terminado de dibujar los planos y aunque no estaban al nivel de un arquitecto, serían totalmente funcionales.

Observa a través de uno de los paneles de cristal blindado el vacío y suspira, era un líder militar, uno de los de mayor rango y esperaba estar a la altura, de mantener unida a esa gente en lo que él consideraba un paso hacia adelante en evitar repetir los errores del pasado. Permanece allí disfrutando de las vistas sin mucho más que hacer, pensando en el futuro idílico al que le gustaría llegar, por sus hijos, por su nieta.

Paseas con tranquilidad, ensimismado en tus cosas, cuando un soldado se acerca hacia ti.

Señor, el Coronel James Mackeyn, desea verle en la sala de reuniones número 1- conocías al Coronel. Era uno de los mandamases de esta misión, y el máximo encargado una vez llegaseis a vuestro nuevo hogar. Sería el encargado de defender a la colonia y verificar que la terratransformación se llevaba a buen recaudo. 

¿Para que querría verte? es lo primero que se te pasa por la cabeza. Sin embargo, supones que es un mero trámite. A pesar de que aún quedaba tiempo para llegar al planeta, quizás el coronel quería interesarse por los planes de la terratransformación (tiempo, coste...) y que mejor persona para preguntar que a ti.

- Gracias, soldado Williams. - asiente empezando a caminar en dirección a donde le esperaban, Mackeyn era un militar muy condecorado, más que él, no sabía como no había llegado a general ya, probablemente fuese más violento de lo que normal, algo lógico en un militar que ha dedicado su carrera al combate. A diferencia del coronel Mackeyn, él había dedicado su carrera a ayudar a reconstruir las ciudades devastadas tras la guerra, había entrado en combate claro, pero dudaba mucho que su experiencia en combate llegase a ser la mitad de la que tenía aquel hombre.

El camino era casi intuitivo, había estudiado los planos de las naves mientras eran construidas, más por afición que por deber, siempre le gustó la ingeniería espacial, pero se le escapaba la mayoría de conocimiento teorico basado en la Física.

- Señor. - saluda al entrar por la compuerta que se abre automáticamente cuando se acerca a ella - Tengo entendido que quería verme. - dice tras esgrimir el saludo militar protocolario.

-Buenas, Aeryn. Yo soy Ullric. Supongo que nuestro "anfitrión" ya lo sabe, pero bueno, así también lo saber tú. Ullric lanza una sonrisa a Aeryn. Luego pone gesto serio. Bueno, vayamos a lo importante. ¿Qué es lo que sucede, señor...? Ullric se da cuenta, demasiado tarde, que aún no les han presentado, y la frase queda en el aire, hasta que su interlocutor diga su nombre.

Ullric aprovecha para observar a los ocupantes de la sala. La mujer parece haber despertado también del sueño, pero desconoce qué pueden tener ambos en común. El hombre trajeado parece mucho más fresco, así que debe llevar un tiempo ya despierto. Bueno, viendo a la mujer, Ullric se da cuenta que realmente han escojido de lo mejorcito para esta misión. A ver que es lo que ha pasado... lo curioso es que la mujer no parece una científica. Así pues, ¿qué puede haber sucedido?

Ya ha pasado mucho tiempo desde que recibí la carta de la EEI y en cada descanso lo pienso y no me lo creo. Como yo hay muchos, no soy nada excepcional y sin embargo, aqui estoy, rodeado de los mejores, de los hombres y mujeres que son la esperanza de la raza humana. Increible.

Me he terminado mi zumo de melocotón y cuando me giro para ir a por un poco más, me tropiezo con un soldado... bueno, mejor dicho, con "EL" soldado. Su aspecto es increible, no es enorme, pero si grande, yo me he tambaleado por el golpe y él ni se ha inmutado.

- ¡Ups! Lo siento, estaba distraido. Soy Topper Harley, piloto. - Digo ofreciendo mi mano para saludarlo.

Después de una aburrida ronda por los pasillos, el soldado Normand se tomó un ligero descanso para ir a una de las salas y tomar un pequeño refrigerio. Entró y uno de los jóvenes allí reunidos tropezó con él, Zack lo medio esquivó con un ágil movimiento, pero aún así no pudo impedir el 'golpe'

- No se preocupe - le dijo aceptando las disculpas. Fue entonces cuando el joven le tendió la mano para presentarse, a lo que el soldado se cuadró y realizó un saludo militar - Soldado raso Zack Normand, de la brigada de tiradores - acto seguido se destensó y apretó, no sin reparos, la mano del joven piloto

Mark Baaker- saluda el hombre trajeado- y no se quienes sois- añade- me acaban de despertar hace bien poco y aún no se porque- os mira con detenimiento- por lo que veo, ambos estamos en la misma situación, ¿o me equivoco?

El Coronel James Mackeyn era un hombre maduro, cumplido los cuarenta años, calvo y en plena forma. Había sido galardonado varias veces con las máximas distinciones militares del ejército americano. Tras convertirse en asesor (no sin reticencias) de la ONU en temas militares y de pacificación, se convirtió a los pocos meses en una figura muy influyente y destacada en la organización. Tanto fue así que cuando se puso en marcha el proyecto para colonizar Atlantis, se pensó en él inmediatamente para ello. Y el Coronel no dudó en aceptar. Viudo y sin hijos, no tenía nada que perder para llevar la misión (y si mucho que ganar).

Tras acabar de firmar un par de papeles te hace un gesto para que te sientes- dichosa burocracia- dice- me hace perder mucho el tiempo. Pero uno no puede librarse de ella- añade, con resignación. Era lo que peor llevaba de su nueva tarea, las horas interminables que se pasaba en su escritorio leyendo formularios y firmando documentos.

¿Que tal llevas el viaje, Josh?- te tuteo, lo que indicaba que podías hablarle con normalidad, sin marcar su rango.