Partida Rol por web

Splutch parpadea sorprendido ante el comentario de Himive mientras esta le aplica las vendas - "Claro, no recordaba sus extraños ojos antes de que nos trajese a estas llanuras heladas. Eso significa que ella, al igual que Aedish es un dragón hembra.. ¿de que clase será?" - el gnomo no dejaba de sorprenderse ante estos maravillosos y a la vez temibles seres.

observo el rostro de splutch le miro a los ojos y le sonrio...si la verdad es que no creo que le haga mucha gracia tienes razon. Me volvi hacia Thais, pronto estaremos en la escuela pequeña, y todos podremos descansar.

Hímive duerme primero a Thais y luego se aleja corriendo de vosotros bastantes metros, para no haceros daño cuando se transforme, dejando el suficiente sitio para estirar su cuerpo. Una argéntea luz os cierga, como a Elessar ya le ocurrió en una ocasión y al poco veis una enorme hembra de plata, preciosa y con un aura aún más poderosa que la de Aedish.

No podia mas que esbozar una sonrisa ante tan maravillosa vision de nuevo, una sensacion de paz comenzo a crecer en mi interior

Sorprendente - murmura Splutch al ver la transformación - "Tengo que acordarme de retratarla en mi diario.. bueno, si alguna vez consigo volver a dibujar con mis manos" - el gnomo se puso en pie algo temeroso, el miedo al dragón siempre estaba presente y era casi imposible no sentirlo aunque supiese que no le harían daño.

Es hora de partir entonces - dice el joven y herido aprendiz de mago.

Amigo tendremos que agarrarte bien, ¿tienes alguna idea o utilizamos el metodo con el que subimos a la pantera con una manta para que no haga demasiado daño la cuerda?

Pues no dispongo ahora de nada para poder agarrarme con fuerza. Bien me agarras tú amigo mio o lo hace ella - dice el gnomo señalando con la barbilla a la hembra plateada.

La voz de Hímive retumba en vuestras cabezas:

- Elfo no te preocupes por la pantera que no sufrirá daño alguno en mis garras, el viaje es muy corto volando. Acércate a mí y cuando estéis a mis pies coge al gnomo en brazos.

Ya la has oído amigo Elessar, cuando gustes vuelvo a convertirme en una fardo - dice el gnomo algo incomodo ante su estado por lo inútil que llega a ser sin poder usar las manos.

No digas eso amigo mio, no hubieramos conseguido nada de no haber sido por ti. Pronto estaras bien. Sujeto al gnomo y me coloco a los pies de himive, mirando a la pantera...

Hacéis lo que la hembra os pide y una vez Elessar tiene cogido al gnomo la enorme cabeza de Hímive se acerca a vosotros y aunque desprende un aura de paz y tranquilidad que el elfo ya había sentido en alguna otra ocasión, antes de que todo esto comenzara, no podéis evitar sentiros atemorizados.

Splutch mira las fauces del dragón, cerca.. demasiado cerca.

Un ligero miedo os recorre el cuerpo al ver las enormes fauces del reptil tan cerca, pero conseguís conteneros y cuando lo tenéis más cerca, vuestro gesto por inercia y porque sabéis que es amigo, es tan sólo cerrar los ojos. Podéis notar la humedad de la boca de la hembra, pero no dolor, y luego notáis como os está elevando, sin demasiado cuidado o eso os parece, ya que podéis notar el efecto de la gravedad en vuestro estómago.

Os deposita sobre una superficie lisa y pulida y cuando volvéis a abrir los ojos, donde antes no la había, ahora hay una silla de monta de color azul cielo, que con el color plateado de las escamas de Hímive, casi parece que está pensado así para poder camuflarse entre las nubes de una tormenta. En la parte de la derecha de la silla, hay el hueco para una lanza, sólo que el arma en cuestión no está.

Sabes Elessar.. nunca pensé en ocupar el sitio de un jinete de dragón. Si los dioses quisiesen que los hombres volasen ya les habrían dado alas. Sin embargo se empeñan en usar dragones o bestias mágicas que no parecen excesivamente seguras. Los gnomos para eso somos bastante mejores, usamos la ingeniería para crear máquinas voladoras o en su defecto usamos la magia - dice el gnomo tragando saliva para pasar el mal rato.

Tras varios titubeos y tener que casi convencer a Splutch para que se subiera encima, Hímive os llevó hasta las cercanías del poblado, sin querer acercarse demasiado, pues ya sabíais que cuanto menos se diera a conocer un dragón, mejor.

El jefe de la tribu, os agradeció de corazón que le dieráis el mensaje de su hijo, mientras su mujer, lloraba de alegría y no paraba de abrazaros. Cosa que os incomodó bastante, pero que permitistéis, ya que la mujer no cabía de sí en su agradecimiento para con vosotros. Tras todos los agradecimientos posibles y ser invitados a regresar cuando queráis, dejastéis la aldea e Hímive os teleportó a la escuela.

Cuando llegastéis, la propia hembra de plata se llevó el pergamino y vosotros, os dirigisteis a la capilla, como os había apuntado que hiceráis. Allí el señor Landur os revisó las heridas, dejándoos como nuevos en seguida, proporcionándoos algunas noticias.

Con vuestro pergamino, que era el último que faltaba, ya podéiais los cuatro, y podríais convocar a los dragones dorados. Aún así, no todo eran buenas noticias, ya que muchos de vuestros compañeros habían caído para conseguirlos. En Palanthas perdistéis a la pícaro Cathleen, quien murió envenenada por una flecha. En las padreras de Arena a Björn, quien al menos, ahora descansaba en su hogar. En la Isla de Azufre cayeron el minotauro Karnak y un monje al que enviaron con ellos, Aldru..

Su sacrificio ayudaría a nivelar la guerra que se presentaba ante vosotros.