Partida Rol por web

Escuché como una señorita que se encontraba en la misma mesa que Hector y Edward pedía una botella de agua. A lo que agarré una botella de agua y un vaso y lo llevé a la mesa.

Pero antes de llevarle el agua, la princesa me pedía algo de beber, me sorprendió que pidiera un brandy...pero no era yo quién para decidir por ella. Por lo que cogí una copa y le serví lo que me había pedido.

Aquí tiene majestad.

Entonces salí de la barra para dirigirme a la mesa a llevar el agua y el vaso.

Aquí tiene señorita, ¿desea algo más?

Todos seguías hablando y esperando respuestas de señor Constantine, Bouc o Poirot. Pero ninguno de los tres aún había venido al vagón para informar sobre lo ocurrido.

Quizás porque los medios de estar en un tren, hacia que se retrasase más las cosas y no fueran tan rápidos en decir que había pasado.

Pero para intentar calmaros un poco Henry hizo presencia en el vagón y les dijo.

Señores y señoras, tened un poco de calma e intentar seguir hacer cualquier otra cosa que no estar pensando en la muerte del señor Rotchett. Cuando se considere conveniente, los señores Bouc, Constantine o Poirot, les informarán. Mientras sigan cenando o cualquier cosa.

Debemos tranquilizarnos y esperar a que vengan a por nosotros y nos saquen de esta tempestad. Gracias.

Entonces se quedó un poco más allí por si alguno quería preguntarle algo. Pero se dirigió a la barra, ayudar a Alfredo si lo necesitaba.

-Señor -dije dirigiéndome a Henry- necesito ver al señor Rotchett, lo exijo, soy su empleado, amigo, familia... lo exijo.- gritando con un elevado tono de voz que mezclaba ira y dolor.

Mi cara de preocupación se mantenía y agradecí inmensamente la botella de agua que me trajo el camarero.
Muchas gracias, nada más por ahora.
Venía dispuesta a llenar mi estómago vacío, pero de repente se había formado un bloque que me impedía comer nada. Escuchaba las palabras de la dama vestida elegantemente.

y que no haya ningún lunático por el tren, pero eso es muy confuso porque quien pudo haber matado al señor Rochett….

Oh Dios mío, esto no puede sino empeorar cada vez más.
Acepto el cigarro de Héctor y añado a la conversación.

Cuando ustedes se fueron, yo me quedé un rato más sola en el vagón salón. Puedo asegurar que el Señor Rochett no volvió a hacer acto de presencia en la sala.

Estaba ayudando a Alfredo, cuando escucho a Edward dirigirse a mi. Me giro y le digo.

Perdone, pero no puede ir por ahora a la habitación del señor Rotchett, todavía no. Cuando alguno de los tres caballeros venga aquí y les informe entonces digalen. Pero por ahora tendrá que esperar.

Estire una mano, en dirección a Edward, cuando oi que comenzaba a vociferar- Edward, no se sulfure. No hay nada que podamos hacer... - intente calmarlo, antes de que formara otro revuelo en el vagón- Espere... - le indique, alzando una mano, para llamar la atencion de Henry- Henry, disculpe, ¿Seria tan amable...? Me gustaria hacerle algunas preguntas...-fue mi forma de pedirle que se acercara hasta nosotros. Quizás pudiera responder a algunas de nuestras preguntas de una forma más reservada.

Luego me volví hacia Mary. Me preocupaba cómo hubiera podido tomarse la noticia- Señorita Debenham... ¿Se encuentra usted bien? - le pregunté, con intencion de saber más sobre cómo se sentía. Le ofrecí fuego, con un amago de sonrisa, para rebajar la tensión, aunque se quedó en simplemente eso, amago. La verdad es que era dificil aparentar que no pasaba nada. En cualquier caso, hasta ahora todos coincidiamos en que ninguno de los tres habíamos visto a Rotchett desde la noche anterior- Siento que tenga que verse usted salpicada por todo esto... - añadi, antes de nada, como buen caballero, no sin cierto sentimiento de culpa. Yo solo pretendia invitarla a cenar, no que se viera envuelta en todo aquel entuerto.

Me acerqué al secretario de Rotchett, ya que quería hacerme algunas preguntas. Antes de seguir ayudando el restaurante y de volver a la habitación para ver si me necesitaban le dije.

Si, dígame, qué quiere saber.

Me dirigi a Henry, dando una calada a mi cigarro- Ya se que nos ha dicho que espere hasta que salgan los caballeros del compartimento de Samuel, pero Henry, usted sabe igual que yo que Edward y yo no estamos en la misma situacion que el resto. El señor Rotchett... era.. -me costó trabajo pronunciar aquella palabra en pasado- casi un miembro de la familia en el peor de los casos.. Así que, por favor, le ruego que nos adelante cualquier información que pueda adelantarnos... Cuándo lo han encontrado, qué se sabe de lo sucedido... si es cierto que está muerto o no... Lo que sea, Henry, lo que sea, menos esta incertidumbre... - esa fue mi petición. Pronuncié cada una de aquellas palabras calmado, pausado, controlando mi tono y mi volumen en todo momento. No era tiempo de perder la calma. Era el momento de buscar respuestas. Y, en mi caso, ahora mismo la cuestion pasaba por intentar saber más sobre las circunstancias en que habían encontrado a Samuel.

Escuchaba atentamente las palabras del caballero, quería responderle pero sabía que tenía que seguir sin hablar. Al menos por ahora, y ser fiel a mi trabajo.

Pero el escucharle hablar y con preocupación me llamó la atención y le dije.

Mire, no puedo decirle nada más que esto. Todo ha sido antes de venir todos a cenar, el maquinista, el señor Michel (Pierre) fue el que dio la voz de alarma a mi. Y sobre lo sucedido...lo siento pero ni yo mismo sé muy que ha pasado. Aún cuando me vine estaba el señor Constantine averiguando las causas de la muerte...

El coronel se sento, parecia que la gente conseguia mantener la calma dentro de la situacion. Claro esta que no esperaba que todos tubiesen su sangre fria, seria de locos esperarlo, y solo le quedaba esperar a ver que ocurria.

Mira su cena a media terminar, y se encontro que la situacion le habia quitado el apetito, asi que dejo los cubiertos encima del plato como señal de que no deseaba comer mas.

Tras eso, se levanto de nuevo, y encendio su pipa, fumando mientras la mordisqueaba. se mostro duditativo, y tras eso volvio ha hablar.

-Cierto es que es mejor que despejemos nuestras mentes mientras esperamos, si nos, algunos se volveran locos de angustia o preocupacion. Claramente, la hora de cenar se ha acabado, incluso a mi se me ha cerrado el estomago con un incidente tan nefasto. Sin embargo, supongo que podemos aprobechar la espera para evadirnos un poco contando un poco sobre nosotros, o en caso de gente de mi edad, ya casi historias de perro viejo. Por otro lado, nisiquiera me he presentado oficialmente el todo el viaje, supongo que he perdido mis modales ingleses en las colonias... soy el Coronel Aburthnot, del ejercito Ingles.

No pareciía que fuera a aclararse nada por el momento. Y los pasajeros empezaban a estar muy nerviosos, lo que era muy lógico. Los empleados del tren ya no sabían qué hacer o qué decir para calmar los ánimos, pero no lo conseguirían hasta que alguien dijera de una vez qué había sucedido, y en qué circunstancias.

Mildegarder se sentó junto a la Princesa Dragomiroff, y le agradeció sinceramente que le permitiera tomar algo. Pero declinó la copa fuerte, y pidió un zumo de frutas. Necesitaba estar con los sentidos alerta, aún tenía mucho trabajo que hacer, y tampoco quería descuidar a su señora, podía ser peligroso.

Sin dirigirse a nadie en concreto habló a aquellos que se encontraban cerca.

-El caballero debe haber fallecido, si están tardando tanto en volver el médico y el Sr. Detective, ¿no les parece? Además, ¿para qué llamar a un detective si sólo se trata de una indisposición? Espero que se aclare cuanto antes todo esto...

Miré a Henry y apreté su antebrazo, en un gesto de agradecimiento- Lo comprendo... gracias por la información, Henry. Le ruego que, en cuanto sea posible, me permita hablar con el medico, o con el detective... - le pedí, discreto, mientras escuchaba al tipo de la pipa y el bigote contar sus "batallitas". ¿En serio? Podría haber un asesino suelto entre nosotros y al tipo lo único que se le ocurre es ponerse a contar historias... Cada vez tenía más claro que quizás debería haberle dado el puñetazo antes.

Asi que no había duda. Samuel estaba muerto, y había sucedido, como poco, antes de la cena. Y, si habia un asesino a bordo del tren, quizás pudiera no ser él su única víctima. Miró a Edward, y a Mary- Pues no tenemos mucho más... Lo que creo que es importante es que, si el detective ratifica que Samuel ha sido asesinado, intentemos estar solos lo minimo posible. Señorita Debenham... ¿La acompaña alguien en su viaje? - le pregunté, pasandome una mano por la nuca. Hacia rato que una molesta rigidez se abria paso en mis cervicales.

Ante la cantidad de imágenes imaginándome a un asesino en el vagón que se cruzaba por mi mente, me resultaba complicado mantener la tranquilidad que normalmente me caracterizaba. Ante la pregunta directa de Héctor, me dirijo y contesto, volviendo al mundo real.

La verdad es que no. Vengo de realizar un trabajo como institutriz en Siria y nadie viene conmigo en este viaje. Si bien es cierto que somos muchos los pasajeros, por lo que creo que es una idea excelente no mantenernos separados.

Puedo imaginarme que pronto nos informarán y podremos encontrar una explicación a todo esto asunto.  Me digo más a mí misma que al resto de los pasajeros.

Por lo que parece, sólo ustedes dos conocían directamente al señor Rochett, ¿no? Digo dirigiéndome a Edward y Héctor. ¿Tienen idea de si tenía algún enemigo?

Apagué mi cigarro, mientras expulsaba el humo de mi ultima calada. Al escuchar que viajaba sola asenti, lentamente, pensativo- Entonces creo que sería mejor que, si no tiene inconveniente, permanezca con Edward y conmigo. Creo que con una victima en este tren ya es suficiente... - fue mi ofrecimiento. Y, cuando habló de enemigos, sonreí ligeramente, mirando mi vaso de whisky, y despues a ella- Enemigos... cualquiera como el Samuel tendría enemigos. Ya sabe... el poder y el dinero llaman también a la envidia, y a la muerte. La cuestión no es quién quería verlo muerto, sino quién tendría las agallas suficientes como para hacerlo... -le explico, dando un trago a mi vaso- En cualquier caso, el señor Rotchett ya era un pasajero conocido en este tren... No es la primera vez que hacemos este trayecto y, quien quiera que haya sido, debía saberlo... -dije en voz alta, con ese mismo aire pensativo.

-coincido con usted Hector -dije con cara de resignación. - debemos ayudar al detective en todo lo posible, esto no puede quedar así.

Inmediatamente giré mi mirada hacia la señorita Debenham. - no se preocupe, ahora lo mejor es mantenernos cerca y tratar de estar tranquilos.

Tras responderle a Hector, escuché sus palabras y asentía con la cabeza a las suyas. Me volví a marchar a la barra para ayudar a Alfredo detrás de la barra.

Me resigné y tomé asiento pues la soledad de la señorita Mary me hizo no querer estarlo yo.

Fui hacía la barra para unirme al grupo de bebedores, al menos eso sería una distracción.

Pierre decidió dejar de permanecer de pie y se sentó en una de las mesas libres, en un extremo del vagón, donde siempre solía hacerlo a aquellas horas para dar cuenta de su cena.

Avisó a uno de los camareros y, transcurrido un rato, le sirvieron el plato y una botella de agua mineral con gas. Jugueteó con la comida y el tenedor durante unos instantes y comenzó a cenar, lentamente. Los acontecimientos le habían quitado el apetito, pero trataba de aparentar una imagen de normalidad.

Escuchó de fondo las conversaciones entremezcladas de los pasajeros, recordando la última vez que habían visto al señor Rotchett... con vida. Oyó a Henry tratar infructuosamentente mantener la calma en el vagón comedor, tal y como él mismo había pedido unos minutos atrás.

Miró por la ventana, limpiando el vaho que la cubría. El paisaje frío y nevado a su alrededor no ayudó para nada a reconfortarle el ánimo.

Con la cena a medias y después de aquella noticia, Greta no tenía ninguna gana de continuar comiendo. En cambio se acercó a Alfredo para pedirle una infusión. No es que estuviera especialmente nerviosa, al fin y al cabo convivía a menudo con la muerte pero ,en caso de que se confirmaran los rumores que circulaban por el vagón, un asesinato era cosa bien distinta.

- Alfredo por favor... ¿cuando pueda me puede preparar una infusión?

Comprobó que Henry también estaba allí, seguramente para ayudar a Alfredo en aquellos duros momentos. Al verle se le ocurrió una cosa.

- Henry, cuando vuelva el doctor le puede decir que si necesita algún tipo de ayuda yo soy enfermera.

Volvió a sentarse en la mesa que había ocupado sola durante la cena esperando su infusión. Habían dicho que lo mejor sería que todos aguardaran juntos sin moverse de allí hasta conocer nuevas noticias y eso era lo que Greta iba a hacer.

¿Es usted enfermera? - pregunté a la chica rubia -Perdone la intromisión, simplemente lo he oído.

Esa mujer le parecía tan angelical que hasta le pareció lógico que fuera enfermera. E incluso le supuso un alivio que hubiera alguien más cualificado para contrastar la información que recibieran de los tres hombres que habían ido a atender o examinar el cuerpo de Samuel.

¿Me permite sentarme con usted? - preguntó con una timidez repentina.