Partida Rol por web

El Orient Express

Vagón habitación 11 (Rochett)

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18/09/2013, 12:38
Director

Poco más se podía hacer el señor Macqueen, tan solo creer las palabras que ustedes dos le estaban diciendo y la versión que estaba dando el detective.

Con mirada firme seguía en aquella habitación mirándoles a ustedes dos para saber su última pregunta dirigida a ustedes. Era decisión vuestra responder o abandonar la habitación y marchar al restaurante.

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18/09/2013, 15:50
Bouc

Ver la desesperación en aquel hombre me conmovió en cierta manera. Era un caso de gran importancia, obviamente, pero también había personas afligidas por una muerte injusta a todas luces. Aquel hombre se desesperaba por encontrar al causante del dolor de su amigo... y yo no podía ofrecerle nada a cambio, más que promesas que ni siquiera yo sabía si podría cumplir.

- Le agradezco infinitamente su ayuda, señor Macqueen. Sé que habrá hecho usted todo lo posible por encontrar algo que nos sea de ayuda, y le ruego que si en algún momento recuerda algún dato, nos lo transmita. Lo cierto es que... yo...

Una gota de sudor resbalaba por mi sien hacia el mentón. Sacando mi pañuelo de seda, me limpié el sudor con delicadeza y proseguí guardando el pañuelo.

- Los datos de esta investigación los mantiene estrictamente el señor Poirot, cuya política si he de decirle la verdad, me está molestando sobremanera pese a ser mi amigo. Poco, o más bien nada, puedo decirle yo sobre la investigación. Quizás el doctor, que ha trabajado cercanamente con las pistas pueda decirle algo más. Mi papel hasta ahora casi ha sido de pleno sirviente...

Digo mientras reflexiono sobre ello y comienzo a enfadarme ligeramente.

- Y la verdad, ya estoy cansado de servir. Así que a partir del final del interrogatorio de los pasajeros, yo mismo indagaré por mi propia cuenta. En fin...

Me interrumpo de nuevo al darme cuenta delante de quién estoy y le tiendo la mano al señor Macqueen

- Créame, lamento su pérdida muchísimo. Sé que hasta ahora no lo he hecho muy bien, pero de ahora en adelante, pondré todo mi empeño en aliviar su pena en lo más mínimo capturando a quien quiera que sea el responsable.

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18/09/2013, 16:17
Macqueen (Hector)

He de reconocer que la respuesta de Bouc me sorprendió. Desde que había comenzado a tratar con él siempre se había mostrado inflexible, decidido a mantener aquello con un total hermetismo, y había decidido sacar la cara por el detective en todo momento.

Sin embargo, algo había cambiado ahora. No sabía si se trataba de mí, del hecho de que, a aquellas alturas, mi insistencia y mi creciente desesperación hubiera consenguido despertar cierta empatía en aquel caballero, o si realmente la actitud del detective también había conseguido hacer mella en él. El caso es que esta vez se mostró mucho más receptivo, hecho que valoré positivamente.

Lo escuché, en silencio. Al fin y al cabo, y pese a sus buenas intenciones, seguía sin soltar prenda. No me había dicho nada nuevo sobre Samuel, y eso podía significar dos cosas: o realmente lo único que tenían era lo que ya sabíamos, o seguían sin confiar en mí.

Es normal, Héctor. En todo este tiempo, en lo que aún no has reparado es en que eres el primer sospechoso. Eras la persona más cercana a Samuel. Es normal que piensen que...

El pensamiento se interrumpió en mi mente, ante la simple idea de matar a Samuel. Cerré los ojos, negando, para mi mismo. ¿Cómo iba a hacer yo una cosa así? Por muy duro que pareciera, o por muy gallarda que fuera mi actitud, o mi predisposición yo, al fin y al cabo, no era más que un secretario personal, un intérprete. Lo mío era la lengua, no la espada.

Aparté aquel pensamiento de mi mente mientras estrechaba la mano a Bouc. Ladee mis labios en una media sonrisa resignada. A pesar de todo, aquel hombre parecía angustiado. Y la situación tampoco debía ser fácil para él.

-Gracias, señor Bouc. No soy quien para juzgar el proceder del detective Poirot, sobre todo teniendo en cuenta la fama que le precede. Sin embargo, en este caso, y en lo que a mi respecta, he de decir que me ha parecido, en el mejor de los casos deficiente e insatisfactorio.

Está claro que es posible que sospeche de mí, al igual que es posible que también lo hagan ustedes. No les culpo por ello. Pero, culpable o no, lo cierto es que soy el único que posee información que el resto no. Y, sea como fuera, Samuel era mi jefe y mi amigo. Y considero que no se ha molestado en considerar ninguna de esas dos cosas...

Dí un apretón a Bouc mientras hablaba. Firme, pero no exagerado. Un apretón de manos que destilaba confianza en mí mismo y seguridad.

-Me alegra saber que tomará usted cartas en el asunto. Espero que comparta sus descubrimientos conmigo, igual que yo lo haré con usted, en caso de que haya algo más... Gracias por todo, señor Bouc.

Me gire entonces, en dirección al doctor, esperando que pudiera decirme algo más. Saqué un cigarrillo de mi pitillera y comiencé a juguetear con él entre mis dedos, haciéndolo girar, con aire distraído, pero sin llegar a encenderlo.

-Dígame doctor... ¿Qué puede decirme usted, aparte de lo obvio? - le pregunté a él, directamente, apelando a su buen juicio a la hora de hablar conmigo.

Llevaba horas intentando ofrecer mi ayuda y mi colaboración. Y creía que ya era hora de que alguien depositara en mí un mínimo de confianza, a pesar de las circunstancias.

 

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24/09/2013, 21:51
Director

Notas de juego

tomaros un kit-kat por ahora. Tan solo tres días, sino respondo yo por Constantine.

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25/09/2013, 00:42
Bouc
Sólo para el director

A sus órdenes, señora :)

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28/09/2013, 23:31
Constantine

-Les ruego que disculpen mi falta de empatía, caballeros. Miró hacia el suelo mecánicamente, acostumbrado -demasiado, quizás- a pasear aquella excusa entre aquellos cuya relación con los cuerpos que conformaban la materia prima de su trabajo se extendía más allá de la sala de autopsias. En mi línea de trabajo, y aunque está claro que no es un rasgo social en absoluto agradable, uno acaba desarrollando excesiva familiaridad con la presencia de la muerte. Dicho esto, también yo le ofrezco mi más sentido pésame.

Tras los aspavientos verbales de rigor, Constantine se sumió en la pregunta de Hector: si bien le parecía enteramente adecuado que fuera su opinión -y no la de un pasajero cualquiera con demasiado tiempo libre- la que interesase a aquellos con más avidez por conocer las circunstancias de la muerte del millonario, su sonrisa fue más bien de amable condescendencia cuando hubo de dirigirse al americano.

-Es que es precisamente lo obvio, señor Macqueen, lo que más debería importarnos en estos momentos, comenzó. Por muy hábil que pueda resultar ese detective en sus batallas de ingenio contra el resto del pasaje, y por mucha astucia que atesore el culpable entre sus cualidades, como hombre de ciencia no puedo sino señalar a 'lo obvio', por concluyente, como único objeto de estudio obligado en una situación como la que nos ocupa. Antes de continuar, se dio la vuelta y extendió ambos brazos de forma teatral como si quisiesen abarcar toda la amplitud de la habitación.

-Lo último que pretendería sería hacerme pasar por un investigador capaz; pero es aquí, a su alrededor, donde todo ha tenido lugar y, por lo tanto, donde aquél lo suficientemente bien entrenado -o talentoso- habrá de encontrar la respuesta adecuada. O -añadió con premura, sin querer que fuese otro el que le quitase la puntilla-, en todo caso, la pregunta adecuada que desemboque en dicha respuesta. Se volvió de nuevo para proseguir su discurso con total seriedad.

-Todo eso de la psicología y las técnicas de interrogatorio está muy bien, es muy moderno, muy... socialista -acentuó con sarcasmo-, pero sólo la ciencia dispone de repuestas definitivas e incontrovertibles. La ciencia nos ha dicho de qué forma se le arrebató la vida a su amigo, y nos dirá también quién lo hizo. Antes de proseguir miró con cierta preocupación a Bouc, en parte deseando que no estuviese allí y en parte buscando su complicidad.

-Es posible que no debiera decir esto... Pero hay algo más que el señor Poirot no les ha comentado. Antes de volver al vagón restaurante para comunicarles a todos los pasajeros el desarrollo de la investigación, en este mismo vagón tanto el señor Bouc como yo mismo encontramos huellas dactilares en el vaso en el que se hallaba el veneno y en la botella de la que fue vertido. Lo siento si he traicionado algún tipo de pacto de silencio tácito,-añadió mirando a Bouc-, pero si a cualquiera de ustedes dos le verdad le interesa resolver este 'misterio' antes de que se acabe el tiempo, desde mi posición creo con humildad que lo mejor es que la información fluya con libertad. Desde esa base, y una vez examinado el cuerpo a conciencia, lo único que puedo ofrecerles es mi colaboración a la hora de seguir buscando indicios en este vagón, y quizás mi pericia profesional en lo que respecta a descubrir la procedencia de las huellas mencionadas. No puedo asegurar que el equipo del que dispongo aquí sea suficiente para cotejar huellas, pero pienso que es muy posible que sí lo sea.

-Por cierto -concluyó, en el espíritu de no descartar ninguna posibilidad, independientemente de cuáles fueran las apariencias-, aunque disponemos de las muestras de todas las huellas puestas a buen recaudo, le ruego que proceda con mucho cuidado para no desvirtuar ningún hallazgo, tanto pasado como futuro.

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29/09/2013, 00:26
Macqueen (Hector)

Las palabras del médico cayeron sobre mí como el maná sobre los israelitas en el desierto. Gracias a Dios. Por fin. He de reconocer que nunca he sido una persona religiosa en exceso, a pesar de las fervientes creencias de mi madre, que marcaron parte de mi niñez y juventud pero, en aquel momento, mi primer impulso no fue, ni más ni menos, que el de agradecer al Creador que por fin, y tras aquella larga agonía de horas interminables, los dos caballeros se hubieran decidido por fin a revelarme algo más de información.

Y si la repentina rebeldía de Bouc me había impresionado hacía tan sólo unos instantes, la actual predisposición del doctor a contar conmigo en aquello de una vez por todas, me asombró sobremanera. Parecía que, después de mis múltiples intentos por esclarecer algo más la verdad sobre la muerte de Samuel, por fin habían decidido darme aquello que tanto ansiaba: información. Y es que, si algo sé en mi trabajo, es que la información es poder. Y, en aquellas circunstancias, la información era lo único que podía acercarme al asesino de Samuel.

Esbocé una media sonrisa que, a pesar de lo correcta y cordial que se dibujó en mi rostro, dejaba entrever un atisbo de alivio. Y, tras aquella tensión inicial ahora, algo más relajado, lo que mi cuerpo comenzó a pedirme era un cigarrillo. Sin embargo, solo hacian falta un par de dedos de frente para llegar a la conclusion de que fumar en aquella estancia en aquellas circunstancias era de todo menos adecuado.

En su lugar, reprimí mi impulso y me dispuse a contestar al doctor, aún con aquella media sonrisa en el rostro- He de reconocer, que acaba de sorprenderme gratamente, doctor. Me alegra poder decir con total seguridad que ambos están demostrando ser hombres de seso. -no estaba de más agradecer la colaboración de ambos en primera instancia. Me pasé una mano por la nuca, un tic que solía tener a veces cuando la nicotina comenzaba a llamar a mi puerta. Sin embargo, pareció más bien un gesto casual, motivado quizás por la tensión que llevaba acumulándose desde hacía horas en mi cuello, provocándome malestar y una incómoda rigidez.

Alcé entonces un dedo, señalándolo con aire perspicaz cuando me habló sobre la obviedad y su importancia- No podría estar más de acuerdo con usted en aquello que dice sobre la obviedad. De hecho, les diré que la obviedad fue aquello en lo que reparé en primer lugar, no sólo cuando entré en esta habitación, sino ya antes también, mientras intentaba recopilar el máximo de información posible entre los pasajeros... Sin embargo... - alcé mi dedo entonces hacia el cielo, mientras hablaba con mi marcado acento americano- respecto a las huellas, les diré que también había llegado a una conclusión. Somos demasiadas las personas que han pasado por esta habitación, antes que el asesino. Y, si bien les puedo asegurar que no serán mis huellas las que encuentren en ese vaso y en esa botella, no podría decir lo mismo del señor Mastermann, o del camarero, o incluso del resto del personal del tren. Es posible que ese vaso y esa botella pasaran por varias manos, antes de ir a parar a esta habitación.

Hice una pequeña pausa, mirando a mi alrededor, como si la revelación del médico hubiera agudizado mis sentidos y pudiera hacerme ver ahora lo que no había sido capaz de ver antes, cuando entré a la habitación. Y, mientras mis ojos volvían a peinar la estancia, continué hablando, aunque fuera por desmentir aquello que solían decir las féminas de que los hombres no somos capaces de hacer dos cosas a la vez:

-En resumen, caballeros, lo que vengo a decirles con esto es que espero y supongo que hayan tenido en cuenta este hecho, así como otros similares, a la hora de cotejar las pruebas halladas. Por mi parte, creo que sería de gran utilidad que tomaran las huellas de todas las personas que hay en este tren y las compararan con las halladas aquí. Es posible que esas huellas sean de algún empleado o allegado, en cuyo caso, es posible que parecieran ser menos válidas... o no, nunca se sabe. Pero también existe la posibilidad de que esas huellas sean de alguien que, de ninguna forma, debería haber estado aquí, o en contacto con ese vidrio. Y eso, caballeros, si podría ser un gran avance.

Mi mente estaba llena de ideas y pesquisas, pero decidí detenerme en ese punto, básicamente para poder intercambiar impresiones con aquellos dos caballeros, antes de seguir ahondando en la muerte de mi amigo. Sin embargo, algo había cambiado en mí en los últimos minutos: aquel atisbo de colaboración de los dos hombres que tenía enfrente, avivaron en mí el deseo de seguir avanzando, de meterme de lleno en aquello y encontrar al culpable, de hacer que pagara por lo que había hecho a Samuel.

Y en algo coincidía con el doctor: la ciencia podía revelarnos, o al menos acercarnos, al culpable.

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30/09/2013, 20:50
Constantine

-Yo también me alegro de que podamos entendernos, señor Macqueen, agradeció el médico la actitud analítica e inquisitiva de su interlocutor. No seré yo quien cuestione los métodos de un investigador experimentado, pero no dejaba de darme la impresión de que el proceder del señor Poirot en una situación como esta, dominada por un opulento vacío de poder, no terminaba de cuajar. Ni falta que hacía, por lo visto, pues eran legión quienes pretendían usurparle su puesto como maestro de ceremonias. Y, sin embargo, constreñidos por el tiempo como estaban, a Constantine se le antojaba la pasión como el motivo más válido para llegar al fondo de todo aquel asunto. ¿Y quién mejor que el afligido emocionalmente por la pérdida de un allegado para convertirse en marioneta de la pasión?

A falta de una reacción por parte de Bouc se animó a continuar rebatiendo los comentarios del americano. Estaba claro que su implicación en la intriga no podía en modo alguna equipararse a la de quien se encuentra ante el cadáver de un amigo, ni a la de quien teme que las acciones de su compañía caigan en picado debido a la inoportuna intervención de un homicida. Pero suponía que su experticia podría ser de mucha utilidad, por lo cual no dejaba de sentirse obligado a ceder su tiempo y sus esfuerzos para lo que fuera necesario.

-Lleva toda la razón en lo referente a que el origen de las huellas haya podido deberse a los quehaceres habituales del servicio, concedió amablemente, pero sea como fuere el asesino ha tenido que llegar a entrar en contacto con ese vaso, o con esa botella, luego una identificación positiva de las huellas debería ser un hilo perfectamente sólido del que ir tirando. Y que habría de terminar por formar una madeja con un patrón mucho  más coherente que el elaborado a base de conversaciones informales con pasajeros al azar, si se me permite el enjuiciamiento.

Casi podía comprender el empeño de aquellos pasajeros que llegaran a convertir la situación en una mera oportunidad para jugar a los detectives: él mismo se sentía cálidamente impulsado hacia la recogida de evidencias y las conjeturas prematuras. Pero el respeto a un crimen de esa categoría debía primar por encima de cualquier actitud pueril. Eso por no mencionar que si cualquiera podía resultar ser el asesino, como apuntaba la amplísima red que en ese mismo instante estaba echando Poirot en el vagón-salón, la culpabilidad de Hector no debería ser descartada sin más. Es cierto que se trataba de un caballero culto y educado, pero cuando uno se maneja entre fortunas del calibre de la del difunto Rotchett debe de ser inevitable que el impulso de codicia inherente a todo ser humano llegue a adquirir unas dimensiones preternaturales, hasta el punto de que justifiquen en la mente de su huésped un derramamiento de sangre.

-Por lo que respecta a conseguir las huellas del pasaje, pienso que la única persona con autoridad suficiente para conseguir que algunos de los pasajeros se presten a ello es el señor Bouc, como director de la compañía. Hizo una pausa visible para sopesar si compartir más información aún con el recién unido al grupo. Después continuó con cierta aprensión. Mientras todos ustedes estaban esperando en el vagón restaurante, antes de volver se discutió en esta misma habitación acerca de una forma de lograr las huellas dactilares de todo el mundo de forma encubierta, para evitar posibles dramas, negaciones, y engaños. No voy a quedar sin decirme que no me parece lo más adecuado, por cuanto pudiera ir en contra de alguna ley que yo desde luego desconozco. En cualquier caso yo me lavo las manos en lo que respecta a asumir responsabilidad en la investigación, manteniendo no obstante mi deseo de colaborar siempre que no tenga que poner en juego mi rectitud moral.

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30/09/2013, 23:28
Bouc

Asiento con la cabeza de acuerdo con las palabras del doctor.

- En realidad, simplemente consideraba que la información debía de compartirla usted, doctor, ya que fue su descubridor. Yo hasta ahora solamente he sido un elemento pasivo de esta investigación. Por mi parte no tengo inconveniente en comentarlo con el resto de pasajeros e incluso acudir a mi puesto para obligar a aquel que no estuviera interesado en prestar sus huellas.

Notas de juego

Post rapido. Guardia

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30/09/2013, 23:51
Director

Detectas que una de las huellas es del camarero, de Henry también ya que era la persona que llevo las botellas y el vaso al señor Rochett. Pero en cambio la otra huella te es algo más familiar... como alguien cercano al señor Rochett.

Las únicas personas cercanas que conoces es el señor Hector y Edward.

Y la huella que te falta es del señor Edward. Huella que cotejas con una anterior huella que te guardaste como buen médico. Tras tener poco tiempo de soledad, pudiste guardar esa huella en tu mano sin dañarla y cotejarla.

Y efectivamente das en clavo. La cuestión ahora era...¿cómo decirle a Poirot que tienes o crees tener al asesino? y ¿por qué lo dijiste nada de esta huella que te guardabas para cotejar, y por qué de él?...

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01/10/2013, 11:44
Director

Consigues ver como tu jefe tiene la ropa puesta salvo la chaqueta. Como está la botella sin empezar, y el vaso de whisky si está empezado. Con las huellas del señor Alfred, Henry y otra huella...que te es algo familiar...pero no consigues ver ni saber de quién podría ser...

Tan solo te guías en lo que te han ido contando ellos. Tus ganas de saber de quién podría ser la huella sospechosa no te deja saber con certeza de quién se trata.

Solo que es de alguien cercano...

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01/10/2013, 12:13
Macqueen (Hector)

Mis ojos seguían escrutando la sala, mientras los dos caballeros compartían sus opiniones conmigo. Las cosas ya comenzaban a tomar un cariz diferente y el hecho de que por fin se me incluyera en todas aquellas pesquisas no dejaba de ser un alivio.

Asentí, levemente, ante las palabras de Constantine y Bouc. No hacía falta ser ningún erudito para saber que, a pesar de sus exquisitos modales y buen educación, de sus palabras se desprendía la más absoluta desconfianza hacia Poirot y sus métodos. Y no era de extrañar. Y algo me decía que, si los pasajeros habíamos pasado una larga agonía a la espera de información desde el otro lado de la puerta de aquella habitación en la que ahora nos encontrábamos ellos, en el interior, debían haber pasado una similar, pero por diversas causas quizás motivadas por el, en mi opinión, exagerado ego del señor Poirot. No me malinterpreten, no es que tenga nada en contra de su maravilloso acento francófono, yo mismo soy una victima más de mi propia procedencia... El problema, en mi opinión, venía de más allá: al parecer el señor Poirot estaba tan ensimismado en su propia profesionalidad y en su exacerbado éxito que había olvidado, a mi entender, una perspectiva: la humana, la que implicaba a personas en todo aquello.

Y es que mi madre siempre solía decir que la ignorancia y el saber pueden ser peligrosos tanto en exceso, como en defecto. Y en este caso, dudo que tener a un tren lleno de pasajeros sumido en el más absoluto de los desconocimientos pudiera llegar a buen puerto. Sobre todo cuando, además, había decidido someterlos a todos a un exhaustivo interrogatorio. No, no podía traer nada bueno.

-La verdad, no veo por qué un inocente se negaría a prestar sus huellas. ¿Qué tiene de malo? -mientras hablaba, me acerqué de nuevo a la botella y al vaso de whisky, y me incliné hacia ellos, echándoles un vistazo mucho más de cerca. Contuve la respiración, como si mi aliento fuera a desvirtuar tan magnífica prueba y entonces, mi vista se clavó en esas huellas que había sobre el vaso: una... dos...y tres. Las fui señalando una a una mientras continuaba hablando, explicando mi punto de vista a los dos caballeros- Cualquier inocente se prestaría a dar sus huellas sin problemas y dudo que el culpable sea tan estúpido como para montar un espectáculo por algo así. Eso solo lo delataría y, entre el resto, aún le quedaría al menos la posibilidad de que el análisis fuera fallido, o de poder incluso manipular las huellas en algún momento posterior.

Mis labios no dijeron, sin embargo, todo lo que mi cabeza pensaba en aquellos momentos. Es posible que hubiera empatizado con aquellos dos caballeros, que hubiera encontrado otro apoyo en el tren además del conde, pero eso no los hacía menos sospechosos. A ninguno de los dos. Yo tenía claro que yo no había matado a Samuel pero, aparte de eso, no podía tener la certeza de que ninguno de los otros pasajeros lo hubiera hecho, incluido ellos dos.

Por lo pronto, ese vaso me había revelado algo: que tres personas diferentes habían manipulado aquel objeto, y que los tres, uno o varios de ellos, habían sido los responsables de la muerte de Samuel. Sin duda, aquel vaso era un buen lugar por el que empezar.- Supongo que ya se habrán percatado de que en este vaso hay huellas de tres personas diferentes, ¿verdad? - comenté entonces en voz alta, incorporándome, recuperando mi habitual pose, más elegante y caballeresca.  Una forma muy sutil de darles a entender que, si no lo habían hecho, ya acababa yo de iluminarlos.

Mi vista voló entonces hasta Samuel de nuevo. A aquellas alturas, y pese a mi excasa experiencia en la visualización de cadáveres, podría decir que casi me estaba acostumbrando a la presencia del difunto Samuel. Ya no era algo tan impactante, tan doloroso como hace algunas horas. La razón se había impuesto sobre el sentimiento y ahora tenía claro que, en honor a mi amigo, debía descubrir quien había acabado con su vida.

¿Quién lo iba a decir, eh Samuel? Hace unas horas estábamos bromeando sobre la conveniencia de buscarme una buena esposa y ahora, mírate... Y a pesar de todo, ni siquiera en estas circunstancias, has dejado de ser un caballero. Ni siquiera muerto has perdido la elegencia, ni las for...

Mi reflexión sobre lo efímero de la vida se ve interrumpida por una revelación. Un detalle que quizás sea estúpido, pero que podría dar alguna pista más sobre Samuel. En todo aquel rato había pasado algo por alto, algo que podría ser fruto de la casualidad, pero que podría convertirse en un dato importante al mismo tiempo. Y es que acababa de reparar en el hecho de que Samuel, a pesar de ir vestido con su habitual traje, no llevaba chaqueta.

No es que el hecho en sí fuera extraño: después de todo, estaba en su habitación, y lo más lógico es que se la quitara para ponerse cómodo. Lo que si era primordial era el paradero de la chaqueta. Samuel solía guardar en el bolsillo interior la documentación personal y aquello que consideraba importante. Si la chaqueta estaba en algún otro lugar de la habitación, no habría problema pero, si el atacante hubiera decidido llevársela... Entonces podríamos estar, al menos, ante el móvil del crimen.

-¿Dónde está su chaqueta? - lancé la pregunta, mientras peinaba la sala en busca del objeto en cuestión. No quería lanzar campanas al vuelo, podría ser una simple estupidez, así que no me extendí más allá de la pregunta.

Reparé entonces en un pequeño detalle: con tanta observación había algo que aún no había hecho a aquellas alturas.- A propósito caballeros... -  Me giré hacia los dos  y alcé ambas manos, mostrándoles claramente las palmas de ambas, acompañando el gesto de una diminuta media sonrisa. Unas manos impolutas, a excepción de un pequeño detalle: la marca de una alianza en la mano derecha. Una alianza que, desde luego, ya no estaba allí.

...Si van a tomar alguna huella, pueden empezar por aqui.

 

 

-

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01/10/2013, 17:00
Bouc

Las cosas con el señor MacQueen parecían haberse relajado hasta el punto de tener una conversación formal, sin exaltaciones ni enfados, lo cual constituía una agradable novedad. Durante unos segundos me planteo si no deberíamos haber empezado con algo así desde que se alertó del cadáver. Pero lo cierto es que ya no había manera de arreglar lo que habíamos hecho previamente, y lo mejor sería continuar con la línea de estos momentos.

- Usted lo ha dicho, señor MacQueen, ningún inocente debería de negarse a prestar sus huellas y colaborar. Así que lo mejor es que lo pidamos amablemente en lugar de con tretas absurdas que puedan llevar, posteriormente, a malentendidos... - Comento a sus palabras mientras le veo acercarse a la botella y observarl 

 

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03/10/2013, 12:03
Constantine

Mientras Hector repasaba el vagón al completo con una nueva mirada más afilada y analítica, Constantine aprovechó para manipular los materiales de los que disponía. Realizando un rápido barrido entre las huellas dactilares de las que disponía, consiguió llegar a una nueva conclusión que, hasta aquel momento, lo había estado esquivando. El ajetreo de las conversaciones y la tensión generada por las múltiples protestas del pasaje ante las directrices de Poirot no le habían permitido centrarse en la parte más delicada de sus posibilidades como hombre de ciencia. Pero, ahora, finalmente sus labores como diletante en el campo de la investigación policial daban fruto.

-Señores, les ruego un momento de atención, detuvo los esfuerzos de ambos por participar en la resolución del problema que él mismo había planteado, y que quizás a partir de ese momento resultase ya una vía de actuación completamente estéril. Acabo de descubrir que la tercera huella del vaso de whisky pertenece nada menos que... -realizó una pausa incómoda, sopesando si debería o no hacer el comunicado de forma tan súbita, en consideración a cuán de cerca podría tocar a Hector la revelación que se avecinaba. Les pido, sobre todo a usted, señor Macqueen, que no tomen mis palabras como una sentencia definitiva. Pero mi descubrimiento es que, de forma relevante o puramente circunstancial, esa huella la dejó el otro empleado del señor Rotchett. Edward, creo recordar que es su nombre. Estarán de acuerdo conmigo en que esta información bien podría ayudar a acelerar el proceso de interrogaciones que supongo que está realizando el detective Poirot en estos mismos instantes.

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04/10/2013, 13:22
Macqueen (Hector)

Por sorprendente que parezca, lejos de alarmarme, la afirmación de Constantine sobre la tercera huella, me pareció de lo más lógica. En mi mente había cuatro o cinco personas cuyas huellas me habría esperado en el vaso y, entre ellos, por supuesto, estaba Edward. Él, al igual que yo, era empleado de Samuel, así que no era del todo extraño que hubiera podido ir a la habitación, en algún momento.

-No se preocupe por mi doctor, no soy amigo de espectáculos. Y, he de añadir, además, que el hecho de que la huella de Edward aparezca en ese vaso puede ser, quizás, un hecho circunstancial. Si le digo la verdad, desconozco si el señor Mastermann entró ayer en algún momento en esta habitación o no. Sin embargo, podría aprovechar mi cercanía con él para poder preguntarle personalmente sobre este hecho sin llamar excesivamente la atención.

En pocas palabras, les estaba ofreciendo mi colaboración para determinar si Edward tenía o no una coartada. En mi fuero interno estaba casi seguro de que así sería. Edward siempre había sido un buen mayordomo y, a todas luces, tenía en alta estima a Samuel. Aunque, en estas cuestiones, hasta la más angelical de las criaturas podría tratarse de un despiadado asesino.

Sin embargo, había otro hecho, algo en lo que yo ya había pensado, incluso antes de haber visto esas huellas. Y creí conveniente exponerle mi punto de vista a aquellos dos caballeros en ese preciso instante.

-En cualquier caso, caballeros, creo que hay algo más respecto a esas huellas que puede resultar desesperanzador, en el caso de que el señor Mastermann disponga de una coartada adecuada. Y es que, si yo fuera el asesino, no sería tan estúpido como para entrar en una habitación con un vaso envenenado sin llevar unos guantes. Bajo mi punto de vista, eso sería lo más inteligente... Y dudo mucho que, de ser así, vayamos a encontrar rastros en esta habitación.

Sin embargo, es posible que, si el asesino virtió el veneno en el vaso, el frasco aún este en el tren. Puede que su propietario aún no se haya deshecho de él, o puede que lo haya tirado en algún otro lugar. Y quizás el paradero de ese frasco pueda darnos un buen hilo del que tirar.

Tras mi exposición, seguí buscando la chaqueta de Samuel con la mirada, esperando localizarla allí para mi tranquilidad. De no ser así, aquello podría tener más repercusiones de las previstas.

 

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04/10/2013, 17:12
Constantine

-Comparto por completo sus reservas, señor Macqueen, y me alegro de que los tres estemos de acuerdo en que lo más adecuado es proceder con cautela y de forma discreta. Sobre lo prudente o no que haya sido el asesino... Mucho me temo que eso se escapa a mis capacidades. Si bien comprendo la lógica de lo que no está usted planteando, prefiero confiar en Poirot para esas filigranas deductivas.

-En cuanto a buscar el frasco... Suena productivo, pero también podríamos suponer que alguien lo suficientemente cuidadoso como para utilizar guantes a la hora de verter el veneno lo sería igualmente a la hora de deshacerse del frasco: demasiados kilómetros cubiertos de nieve a ambos lados de la vía del tren como para revisarlos palmo a palmo, en caso de que el asesino se hubiese conformado con tirarlo por la ventanilla en cualquier momento durante el trayecto, una vez cumplido su propósito. Intentó con todas sus fuerzas obviar los comentarios de Hector acerca de un supuesto frasco delator, pero aunque el tiempo apremiaba no quiso abandonar el lugar sin antes dar su opinión. De todas formas, ahí tiene usted al director de la compañía, por si su capacidad de acceder a cualquier zona del tren se quiere aliar con su teoría de usted de que el frasco pudiera seguir a bordo. Yo lo único que les puedo ofrecer en ese sentido es no revelar a nadie que se está peinando el tren de forma secreta en busca de un frasco vacío. 

Consultando su reloj de bolsillo, Constantine se sorprendió de lo rápido que habían pasado las horas. Entre todo el revuelo causado por la muerte del millonario durante la detención del Orient Exprés el tiempo había transcurrido para el médico, paradójicamente, más aprisa que si el tren hubiese mantenido su horario prefijado. Pero las circunstancias exigían una dedicación mayor que la medida de cualesquiera mezquinos intereses personales que se le vinieran a la cabeza en momentos de optimismo. Y, con algo de suerte, pronto podría dejarlo todo en manos de Poirot. De quien esperaba que, con todas las evidencias físicas en la mano, pudiese dar con el asesino del señor Rotchett; más por apaciguar la rabia e impotencia de los que sobrevivieron que por poder una revelación de ese tipo tener algún tipo de efecto positivo sobre aquél, ya finado, con el que ya Constantine se había acostumbrado a compartir habitación entre un obligado pacto de silencio.

-Creo que lo mejor será compartir con el detective lo que sabemos. Señor Bouc, me atrevería a aconsejar que lo más conveniente sería cerrar cuidadosamente esta habitación, aunque supongo que ya usted tendría en ente hacerlo, tras habernos marchado de aquí.

Y así, mientras dedicaba unos últimos segundos a dispersar su mirada por el vagón, en parte para asegurarse de que realmente no queda ya nada por hacer allí, y en parte como manifestación inconciente de su resistencia a alejarse del escenario de su inesperada iniciación como sabueso detective, hizo ademán de encaminarse hacia la puerta de la habitación.