Partida Rol por web

Te mira. La verdad es que para el era la primera vez que veía leones de las nieves, y no le parecían demasiado impresionantes. Tampoco sabe que son cachorros, pero se nota que los mira con una añoranza de niñez, y un cariño del que ve algo hermoso y pequeñito.

- Vale, espera aquí. Y te enseña una galería lateral, tapada con unas lonas que pensabas que eran roca. Tras eso  alarga la mano para que le des el dinero.

Veo su gesto pidiendo el dinero y me desconcierta un poco. Esperaba saber que me ofrecían antes de pagar. Pero en este momento me preocupa más ser descortés que el dinero de metal. Si al menos lo entendiera. Saco de mi mochila la bolsa y le doy el dinero de los soldados de Gondor (dos monedas de plata y 60 de bronce), esperando que sea suficiente para un buen botín. Esto es lo que tengo, a ver que  me podréis dar por esta cantidad. Muchas gracias por la hospitalidad.

Entramos a la galería lateral (me aseguro que los leones entren) y miro bien a ver dónde me estoy metiendo.

Te acoplas y pones cómodo. El sitio que te indicaba el enano es como un "escondite" de herramientas. Es el único sitio pensado para ... estar "seco". Es como una plataforma que tiene un armario, pero antes hay que apartar una lona pesada y sucia, que apartas con el cayado.

Os empezáis a acomodar y los minninos se suben al armario, Tiran una jofaina de lata y se asustan. Bufan ambos. Tras las risas que eso te provoca, ellos se tranquiliza, se sientan y empieza una macrosesión de limpieza. Incluso se "lavan" entre ellos.

Tras un rato, un rumorcillo de voces enanas y los pasos de sus botas aparece por la entrada. No había duda, eran los mineros. El "mensajero " regresa con las monedas de bronce. Se han quedado las dos de plata. No viene solo. Justo a su altura el patriarca le acompaña, hombro con hombro, encabezando la comitiva. Además trae un saco, que parece pesar bastante, pero no viene solo. Vienen varios enanos. Todos curiosos. cuatro de ellos, con palos cruzados por las asas, portan de una marmita enorme. No cabrías dentro de milagro. Parecer que pesar ... y el saco también.

Muchos de los enanos se asoman sin entrar. Sólo el que te recibió y el patriarca se acercan a ti. Los mininos, desde su atalaya les bufan. Estaban tan absortos en su limpieza mutua y compartida, que no se habían percatado. La marmita suena con un golpecito metálico, pero se escuchan cacharreros.

Huele a carne asada, suave, tierna, sabrosa ... y te hace la boca agua. Sin que te des cuenta la enana que te despidió te planta un bandeja. Esta tiene dos cuencos. Una tiene una especie de sopa o caldo con miles de tropezones. La otra, unas gachas que ya conoces. Además, por la bandeja hay 4 tacos de carne que son más grandes que todo lo que has comido en la montaña, estos días, todo junto. Te planta una jarra de peltre a tu lado. Tendrá como 3 litros y rebosa cerveza espumada. A los mininos les plantan la misma bandeja pero los cuencos tiene leche de cabra que humea. - Tiene hasta que quemar. Y la carne está algo más cruda que la tuya, pero también tiene mucha. (Más que la tuya) Sacan los cuencos de la bandeja y los dejan a un palmo o así de la carne.

Parece que vienen a hacer una fiesta. Todos, los que no descaradamente, si de reojo miran la atracción. Los felinos de ojos claros y pelaje más claro aún, aunque con sus manchitas, son el objetivo de si no todos, de la mayoría de los enanos. Piensas que no habrá nadie en la "casa".

- Bien venido Guardián.

Te saluda el pater familiae.

Querido amigo! Queridos amigos! Habeis venido todos a vernos. Me alegro mucho de veros. Espero que perdoneis que no haya venido yo a vuestro hogar. A mi ya me conoceis, soy Borgvir el Guardián. Os presento a mis dos nuevos amigos, Comilón y Rebelde. Señalo a los dos leones que, espero, miran a la gente estupefactos pero no se han puesto violentos o se han escondido demasiado. Boggovir, si me permites quisiera presentartelos. 

Me acerco al jefe y le cojo la mano lentamente. Miro a los leones y pienso: Aquí teneis un amigo. Con el enano, no acercamos a los leones para que lo huelan y él, si se atreve, les acaricie. Amigos, este es Boggovir, maestro minero enano y amigo nuestro. 

Una vez hechas las presentaciones con el jefe, creo que es suficiente. No voy a hacer el ritual de presentación con cada enano. Estaré durante la comida un poco atento a los leones y los enanos, para asegurarme que no pasa nada raro. Si alguno se acerca a ellos, evaluo su reacción. Si creo que todo va a ir bien, dejo que los enanos se acerquen y les toquen (pero de uno en uno o de dos en dos, si se acercan más, les diré que no). 

Me acerco a la comida que me han traido los enanos y digo. Umm. Esto huele mucho mejor de lo que recordaba, y lo recordaba como muy bueno. Muchas gracias, amigos. Empiezo a comer mientras hablo con el jefe. Y dime, amigo minero, ¿ha pasado algo interesante por aquí durante los últimos días?

Al principio era reticente. Eso de que un enano tenga contacto físico sin se uno de su raza ... era raro, pero se dio cuenta que era para acariciar a los mininos. Sonreía con un brillo especial en los ojos. Estaba agradecido por ello.

- Pues el comilón será comilona. Se escucha por la zaga y gallinero. El enano que está junto a ti asiente. Está feliz, y también le da la razón a aquella voz metiche que se había ... interpuesto. Lo mininos se calman pronto, pero son reticentes a que los toquen, y con una caricia a cada uno te das por satisfecho.

Se reparten platos y bandejas entre todos.

Los mininos comen. Los enanos no quedan atrás. Lo mininos son reticentes al ruido y cuando terminan, se echan a dormir en un sitio más sigiloso (entre la piedra y el armario). Los mineros y sus familias montan la jarana padre.

Entre comida, gritos, brindis y más comida que arrojan en tu bandeja, el enano te cuenta: - Pues anoche se coló algo en la mina, y esta mañana lo hemos visto salir. No sabíamos lo que era, pero montaba una bestia con un largo cuello y enormes alas de murciélago y el jinete era como un fantasma. Está muy alarmado y se nota que lo pasaron mal. Menos mal que éramos pocos y pudimos salir corriendo, pero te aseguro que irradiaba odio y miedo. Vestía como una armadura negra de escamas y uno casco con unas alitas hermosas. Sus ojos, eran unos profundos luceros que helaban el corazón. Está francamente asustado, y luego te confiesa entre susurros: - Uno de mis compañeros aún está en cama, del susto. El otro, nada más llegar a casa se desmalló.

Me alegra ver que los cachorros se comportan en presencia de los enanos. Y los enanos con ellos. Comilona han dicho, jejejej. No me he fijado en eso. Me fijo otra vez en los cachorros, ahora que ya me he acostumbrado a ellos y los conozco mejor para comprobar si lo que dicen tienen razón y confirmar si el que yo llamaba "Comilón" por haberme recibido comiendo o el que estaba herido "rebelde" eran hembras o machos. 

Disfruto la comida y la compañía, alegrandome de haber encontrado a estos enanos en estas montañas tan inhóspitas. Pero su conversación me preocupa. ¿Como? ¿Habeis visto hacia donde se fue? Espero que vuestros compañeros se recuperen. ¿Sabeis qué o quien era? Yo he visto también algo parecido, allá en las montañas, pero no estoy seguro de que fuera el mismo. Lo vi de lejos. Pienso para mi si podría ser el mismo. La descripción de la montura no cuadraba con mi visión de un Crebain, pero la distancia quizás no me permitió ver bien. El rumbo tampoco me parece correcto, yo calculé que iba más al norte, pero eso fuera por la mañana y quien sabe que hizo durante el día.

Me pregunto qué hacía aquí en vuestra mina, si solo se refugiaba de la tormenta. ¿Os faltaba algo? 

- No parece. Te contesta con pena. - Sabemos que salía de la mina, y no le vimos entrar ni nada.

Te mira, tras dar un enorme mordico al pan. - Igual quería dormir en la mina como tú. De todas maneras tiró a salir por la noche, y durante el día, se ve que estaba aquí. Un sonoro trago de la birra continuó a su último comentario: - Mientras trabajábamos nadie lo vio, ni notó nada raro.

¿Qué está pasando por aquí? ¿Era la misma criatura? Yo la ví volar hacía el norte de aquí ayer por la mañana y parecía que bajaba. Puede ser que estaba entrando aquí, quizás me desorienté y esta era la dirección. ¿Ha pasado la noche aquí? Tantas dudas para el pobre Borgivr.

A ver, perdona que insista, pero no me queda claro. Lo habeis visto salir esta mañana, ¿me equivoco? ¿A que hora? ¿Habeis visto en que dirección se iba? Has dicho algo de que intentó salir por la noche, no lo he entendido.

Tras pensar por unos instantes, mirando a los enanos y a los leones. De todas maneras, creo que debo investigar que está pasando por aquí. Esta criatura no puede ser natural y no pertenece aquí, irradiandio odio y miedo. Ese casco que describías, con las alitas. ¿Os suena de alguna leyenda?

- No, no. Te aclara. - Lo vimos por la noche, al salir ese "fantasma".

Te escucha la pregunta y luego te responde: - La verdad es que jamás. Era precioso. Seguro que lo hico un herrero habilidoso

Estaba claro que el enano no sabía demasiado y tampoco tenía sentido preguntarle. Mientras siguió conversando casualmente con los enanos y comiendo, Borgvir tenía en su mente un dilema. Pero primero tenía que comportarse en sociedad.

¡Que buenas esta comida! Yo la estoy disfrutando, pero creo que no soy el único. Digo señalando a mis amigos. 

Cuando me acabó la comida, o ya no tengo hambre, pues estos enanos siguen poniendo más de manera indefinida. Me veo obligado a excusarme. Que grata es vuestra compañía, de verdad. Sin embargo, nuestro viaje ha sido largo y duro, y creo que debemos descansar. Mañana, nosotros tres debemos seguir nuestro camino, aunque aun no sé muy bien donde nos llevará. Si al sur buscando ayuda o al norte investigando esas criaturas de mal agüero.

Me pregunto si debo investigar esas criaturas que hemos visto, parecen oscuras y poderosas. Quizás demasiado poderosas para enfrentarme a ellas solas. ¿Debería recopilar más información, a riesgo de ser vencido? ¿O quizás viajar al sur, en busca de los sabios de mi gente, para que ellos decidieran? ¿Que dirán de mí, si solo traigo malas señales, sin suficientes indicios? Ojalá tuviera aquí a un compañero de mi órden más sabio.

Tras comentar eso, y ver que le señalabas a los felinos durmiendo enroscados, recuerdas que tienes una duda que resolver con ellos:

- ¿¿De verdad uno es hembra?? Quedas conmocionado por el pensamiento.

El enano se gira, y te dejan, el saco, buna bandeja con una montaña de carne y los cuencos de los felinos con leche, que piensas que se congelará antes de que amanezca. Casi te da igual. Es pasado medio día, y te acuestas. Piensas que dormirás hasta que amanezca.

Los enanos, tras levar la marmita, marcha, con su sonora escandalera.

6 Febrero 1700 T.E. 02:04. Totalmente encapotado. Fuera nieva -5ºC. Viento leve. Montañas Grises. Mina de los Enanos Mineros Boggovir. En la mina no hay corrientes, pero hace frio.

Cuan equivocado estabas. Un chirrido agudo, profundo y largo te despierta. Proviene del fondo de la mina. No sabes lo lejos o profundo, pero si sabes que está muy oscuro. Tanto que no da para ver.

Lo primero que haces es mirar a los leones de las nieves, y siguen durmiendo, plácidamente, y enroscados entre ellos, sin saber donde empieza uno y termina el otro. (O la otra).

¡Mierda! ¿Que és ese ruido? ¿Pero que cojones están haciendo aquí los enanos? El sonido es aterrador, pero no creo que quedarme en silencio sea la solución. Me levanto y cojo mi hacha, sea lo que sea, quiero estar preparado. Esta todo tan oscuro. Si estuviera en el exterior podría usar la magia de la naturaleza para ayudarme a ver, pero en la cueva no iba a funcionar. Con mi mano en el suelo musito una pregaria, pidiendole a la tierra y a la roca que me protegan.

Sin alejarme demasiado de los leones, a los que no quiero despertar de momento, me quedo en silencio y me concentro en percibir la fuente del ruido. Está oscuro, así que intento concentrarme especialmente en mi oido y en mi olfato, así como en mi propia intuición.
 

El exterior está muy oscuro, pero el interior reina una oscuridad impenetrable.

Como has agarrado el hacha y te has puesto en pie, quedas totalmente quieto, haciendo porque tus otros sentidos suplan el que falta. El de la vista.

Pronto empiezas a escuchar unos pesados pasos. La "cosa" que camina ha de pesar varias toneladas, o por lo menos unos cuantos cientos de kilos ...

Cuando " la cosa " está a punto de pasar por delante de la lona, que por suerte cerraron los enanos, inspiras profundamente, con la intención de que si la abre, sacudir. El miedo te hiela la espalda ... o será el aura de la "cosa". En estos momentos piensas que ha de ser el mismo monstruo, con el mismo jinete que viste en la montaña. No estás seguro, pero es lo que te pasa por la cabeza. Te preparas presto y los pasos, sin detenerse, se encaminan hacia el exterior. Luego, cuando cesan un chillido largo, profundo y agudo que precede a un batir de alas, que han de ser enormes.

Ha pasado de largo, pienso aliviado. Pero me contengo unos instantes antes de respirar profundamente. Definitivamente, no me veo capaz de enfrentarme a eso. O a uno de ellos, pues no puede ser el mismo. No, ¿por donde habría entrado?

Camino de un lado al otro mientras pienso. Por suerte, los cachorros no se han despertado y no han hecho ruidos. Tengo que investigar de dónde ha salido eso, pero no sé si intentarlo hoy o esperar a mañana. Demasiado tarde para ver a donde va, creo. Me acerco a la cortina y en silencio asomo mi cabeza para intentar ver algo, pese a la oscuridad. Miro también a mi alrededor buscando algo para encender una antorcha o lámpara. 

Los mininos se han despertado con el grito de la bestia.

Me acerco a los cachorros para comprobar que estén bien y calmarlos si hace falta. Antes de mirar si los enanos han dejado algo que me sirva para iluminar.

Puede ser ... o puede que no, pero ni ves a los gatos, ni nada.

No ves.

En la oscuridad, busco a los leones. Como creo que no he han movido, empiezo deshaciendo mis pasos para volver a donde estaba y además voy usando mis otros sentidos (los oidos para escuhar sus sonidos, el olfato para detectar su olor y incluso mi capacidad para sentir su calor) para asegurarme que los encuentro.

Si siguen en el lugar donde dormíamos, intento calmarlos y que intentemos dormir todos. No tiene sentido intentar nada en esta oscuridad imprenetable.

Tanteas hasta encontrar a los bichejos.

No pasa nada amigos, ahora es demasiado oscuro al menos para mí. Abrazo a los leones para que se calmen y intento que durmamos los tres. Lo que ha pasado me inquieta y no me gusta ignorarlo, pero ahora está demasiado oscuro y sería arriesgado intentar nada. Mañana, pienso, intentare comprar o construir antorchas. Mañana, preguntaré otra vez a los enanos y investigaré en la cueva. Mañana, pienso, será otro día. Y intento dormir. Por si acaso, mantengo mi hacha cerca.