Partida Rol por web

A medida que camináis, el temor se desvanece de la mente del orco siendo sustituida por curiosidad ante lo que le rodea. Aquel pequeño ser contempla fascinado volutas de energía que se arremolinan a su alrededor, líneas de materia que aparecen y se desvanecen, el caos reinante lo embriaga por completo.

Entonces os deteneis y haces tu pregunta. El orco se detiene a pensar.

- Peligroso

Parece que aunque posee el don del habla, la muerte prematura le ha negado el rápido entendimiento y debe pensar cada palabra que quiere decir.

- Dificil

Su mirada se centra en su pecho donde ya no late nada

- Efímera

Entonces levanta el rostro y sonríe enseñando todos los dientes

- Interesante

Con estas últimas palabras parece darse por satisfecho con la descripción.

Las palabras del orco rebotaron en eco por las paredes del desfiladero, Mahvan las interiorizó y quiso comprender lo que aquello significaba, sentía el fluir de las energías místicas a su alrededor, pero aun le espoleaba la curiosidad.

¿Por qué tienes miedo a la muerte? preguntó al final. Mahvan sentía esas emociones en el alma del orco, también en la pulsión de las mentes de los Segundos Hijos.

En la entrada del desfiladero, Mahvan extendió la mano e hizo crecer la piedra hasta crear un pebetero de piedra que se erigió como una especie de guardián solitario en su entrada.

El orco mira alrededor y sacude la cabeza.

- Desconocido, misterioso, imposible saber antes…-

Parece que cada palabra le cuesta terriblemente y pronuncia cada sílaba como si quisiera otorgar de la importancia que se merece las primeras palabras.

-Frio

Esto último te sorprende. Sin un cuerpo material, no debería sentir sensaciones físicas como el frio o el calor. Mientras habla observas tu alrededor y piensas en lo que hacer a continuación. Muchos son los pasos a seguir para dar un sentido a la muerte en aquel mundo. Te encuentras ensimismado en tus planes y las palabras del orco cuando una voz retumba en tu cabeza.

- Tenemos que hablar

Uno de tus hermanos te está llamando a la morada celestial.

Mahvan escuchó al orco con una solemnidad absoluta, sintiendo la curiosidad y alimentándola en cada palabra que recibía del alma del orco. Finalmente asintió, contempló el cielo macilento de las fosas y luego al orco.

La Muerte aun aprende. declaró como si sentenciara, alzó la mano acumulando su fuerza vital. La Muerte debe guiar. finalmente acumuló su poder en un orbe de energías místicas de colores níveos, muy leves. Esta es mi estrella, la primera que brillara en el firmamento de este mundo gris, la primera que verán los muertos, la estrella que los guiará siempre aquí.

Alzó la mano esperando que su acto y voluntad fueran suficientes.

Orco, contempla la Estrella de Mahvan, siente ese privilegio y asume tu rol como guardián de este lugar. esperó que la nueva estrella ascendiera titilante al cielo, que se convirtiera en un foco, una guía en aquel mundo entre mundos, y mientras ascendía escuchó la llamada de uno de sus hermanos.

Debo ausentarme, guardián. acuñó ese término a pesar de que ni él mismo sabía que iba a significar en generaciones venideras. Pero invoca mi nombre si me necesitas, pues volveré.

Dicho esto, se alejó caminando hacia ninguna parte hasta desaparecer rumbo a la presencia que lo había llamado.

Tu voluntad y tu fuerza moldean las energías de tu alrededor y se concentran en tu mano. Con la palma hacia arriba, una tenue luz nace en su centro y comienza a palpitar con nueva vida. Los refulgentes rayos de luz se empiezan a expandir encontrándose con una barrera invisible delimitada por tus dedos y el brillo comienza a concentrarse, aumentando su energía. Y cuando estas satisfecho con su intensidad la liberas al mundo.

La nueva estrella comienza a ascender poco a poco, creciendo en tamaño e intensidad a medida que se alza sobre vuestras cabezas. Su velocidad aumenta y por un instante parece que vaya a perderse en el vacío infinito pero tu voluntad, la voluntad del Dios de la Muerte la detiene cuando alcanza un punto en el que crees podrá ser vista desde cualquier lugar.

La primera estrella ha nacido.

Satisfecho con tu obra, te dispones a pensar en el nuevo paso cuando una voz retumba en tu cabeza.

- Tenemos que hablar

Uno de tus hermanos te reclama en la Morada Celestial. Tras despedirte del Orco, quien asiente ante tu orden, emprendes tu viaje.

Los hijos sufren, la obra de padre se destruye y sin embargo lo que sentiste en aquella energía ocupa tu mente. No era una energía caótica nacida del cosmos. Había sido llamada. Y el responsable había sido uno de tus hermanos.

Había sido solo una pequeña sensación, una familiaridad en toda aquella terrible fuerza. No pudiste definir a quien de tus cuatro hermanos te recordaba, pero no había sido algo desconocido. Ahora solo faltaba saber una cosa. ¿Por qué?

Con este pensamiento, abres los ojos. Rocas humeantes te rodean echando llamas y gases tóxicos a la atmósfera. Tu cuerpo, aun en el plano divino se encuentra reposando sobre una cama de lava en medio de un volcán.

No sabes cuánto tiempo ha pasado en el mundo ni si queda algo que salvar. ¿Qué habrá sido de los orcos? ¿Habrán cumplido tu mandato final y habrán sobrevivido? Muchas preguntas y solo una forma de conocer la verdad.

Los hijos sufren, la obra de padre se destruye y sin embargo lo que sentiste en aquella energía ocupa tu mente. No era una energía caótica nacida del cosmos. Había sido llamada. Y el responsable había sido uno de tus hermanos.

Había sido solo una pequeña sensación, una familiaridad en toda aquella terrible fuerza. No pudiste definir a quien de tus cuatro hermanos te recordaba, pero no había sido algo desconocido. Ahora solo faltaba saber una cosa. ¿Por qué?

Con este pensamiento, abres los ojos. Una zona inhóspita a tu alrededor donde nada parece crecer ¿Es esto obra de la energía que había azotado el mundo? ¿O había sido por tu presencia? Si eso era así, ¿qué te encontrarías al volver con tu guardián? Muchas preguntas y solo una forma de conocer la verdad.

Sabíamos que a nuestro paso por el mundo de los Segundo hijos nuestros cuerpos causarían cambios, sin embargo no esperaba que eso ocurriera también en la morada celestial. Confinada en el plano astral, sin energía suficiente para materializar un cuerpo mortal,  me desplazo por el mundo imperceptible para los mortales, buscando la tribu que había visitado no hacía mucho.

Aun molesta por la breve y poco satisfactoria respuesta de Mahvan me incorporo y comienzo a vagabundear por el territorio. Recorriendo ríos de lava, busco el lugar en el que abandone a los orcos a su suerte. Mientras tanto mi mente divaga sobre lo ocurrido. ¿Quién podría haber hecho que ocurriera el cataclismo de la Morada Celestial? 

Liz era imposible, estaba claramente marcada por el aspecto de su diosa, su amor por la creación le impediría reventar la Morada. Yo misma podía llegar a actuar en contra de mis propios intereses pero sabía que no había sido yo. Eso dejaba a Ank, Ilu o Mahvan como posibles sospechosos. Si tuviera que elegir uno, sería Mahvan. Al fin y al cabo el representaba el fin de todas las cosas. Además, ¿Por qué tenía que haber un fin? Era mucho mejor un renacer, que lo que llegará al final se convirtiera de nuevo en materiales con los que crear nuevos principios. Si, yo debía tomar las riendas de su dominio. Tarde o temprano lo cazaría y lo destruiría. 

Mi esencia, renovada de energía, me doy cuenta de que mis orcos me tienen miedo. Bueno, no podía ser de otra forma después de la presentación. Debía encontrarlos y asegurarme de que se encontrarán en buen estado.

Tras ser consciente de lo que le rodeaba, Mahvan levitó hasta ponerse en pie de nuevo. Se preguntaba acerca de lo que había pasado, pero tras analizar con detenimiento las energías desatadas pudo sentir que alguien era el causante de ello. A medida que ubicaba los hilos telúricos de los sucesos, Mahvan alzó la mirada buscando la estrella que llevaba su nombre, en realidad no tenía necesidad de contemplarla para saber hacia dónde dirigirse, pero de algún modo le agradaba contemplarla como un alma más.

Faltaban respuestas, había preguntas, y para el natural curioso del dios de la muerte era un acicate para no detenerse. Pero antes, afectado por un paso del tiempo atrofiado, quiso dirigirse al Desfiladero y ver qué había sucedido en su ausencia. Las preguntas de una en una, las respuestas, detrás de ellas.

Aun en tu forma divina extiendes tu ser mientras sientes el mundo a tu alrededor en busca de alguna señal de los orcos que habías dejado con una única misión “sobrevivid”. Mientras contemplas las tierras que ahora forman el reino de aquellos segundos hijos, ves que esta se ha vuelto si cabe aún más hostil. Los gases tóxicos son ahora más comunes y espesos. Las rocas revientan de improviso expulsando nuevos gases o llamaradas de fuego. Los ríos de roca fundida son ahora mayores y el terreno es extremadamente irregular.

La orografía del lugar ha cambiado considerablemente, ahora es más salvaje, más violento. Y para tu preocupación, no eres capaz de encontrar a algún alma ¿Acaso había muerto todos? Extiendes tu esencia e incrementas la búsqueda ¿Acaso todo se había perdido? La falta de vida salvo por algunas plantas te deja preocupado. Estas a punto de rendirte cuando finalmente lo sientes, un alma entre aquella vorágine de muerte. Un solitario orco que camina agotado, dando trompicones y desmoronándose cada pocos pasos. Apenas le queda energía y ves que está famélico.

No parece haber nadie más alrededor

Como una corriente cálida me arremolino a su alrededor, antes de manifestarme frente a él. Un torbellino de llamas que se estrecha y empequeñece hasta ocupar el volumen del cuerpo de mi forma mortal. Según aparezco tomo su cabeza y la apoyo contra mi pecho.

- Tranquilo. Ya estás a salvo. Yo te protegeré.- Tomando su mentón en mis manos, beso su boca, insuflando en su interior una parte de mi energía y esencia. Su cabello se vuelve rojo, así como sus iris. Mi calor recorre sus venas haciendo que refuljan y sus heridas emitan llamas, cauterizándose desde dentro. - ¿Qué ha ocurrido? ¿Donde está el resto de mis hijos?

Iba a necesitar un montón de poder para remodelar estas tierras hostiles.

Decidido a encontrar respuestas, alzas la vista al cielo para que la mortecina luz de la estrella de Mahvan  te reconforte y pones rumbo a su base donde esperas empezar a dilucidar que ha estado ocurriendo. Mientras avanzas, contemplas como tanto el plano físico como el astral han cambiado alarmántemente. El plano físico se muestra más violento y salvaje, el terreno roto y agreste. El plano astral se encuentra cargado de energías que se arremolinan en pequeños cúmulos arco iris que se agitan y queman aquello que tocan. Las esencias se entremezclan  dando vida a formas que mueren incluso antes e haber terminado de formarse. Todo es más caótico.

Mientras avanzas, puedes ver el alma de alguno de los segundos hijos avanzando hacia la estrella lo cual te reconforta por dentro  al ver que esta cumple su función. Después del primer alma ves una segunda, una tercera, dos más. Según te acercas al epicentro de todo el número de almas incrementa ¿Cuántos han sido los que han caído en vuestra ausencia? Cuantas más almas se encuentran juntas, mayor es el brillo que desprenden sus almas y finalmente, llegas a tu destino.

El en el lugar se encuentran muchas almas, más de las que había esperado, estas se cuentan por cientos. Los rostros de todas ellas muestran desesperación, miedo y derrota. Todas ellas, almas de Elfos, Hombres, Bárbaros  y Orcos se encuentran inmóviles mirando una figura que se alza sobre un montículo. Una que las observa a todas ellas con actitud solemne, intentando transmitirlas, tristemente de manera ineficaz, algo de paz. El primer caído, tu Guardián alza la mirada hacia la estrella esperando encontrar alguna respuesta.

A medida que la presencia de Mahvan avanzaba, el dios contemplaba cada una de las almas con curiosidad, sintiendo el impulso de conocer cada una de las historias de las mismas. Veía en sus rostros la vorágine de emociones negativas que iban tiñendo el lugar que él había designado como epicentro de su futuro.. ¿reino? ¿refugio?

Atravesaba las filas de los difuntos revelando un rostro distinto a cada una de sus razas. Para los orcos la del adusto chaman con la que se presentó para el Primero, para los bárbaros el de un fornido guerrero que reflejaba sus belicosas costumbres, para los elfos una sombra indefinida ya que estos no tenían consciencia de la muerte natural y para los hombres la de una doncella pálida de ropas níveas. Mahvan aun no sabía qué debía hacer, ni qué objetivo debían cumplir las almas de los muertos, pero observando a sus hermanos quiso comprender qué sentían al tener un pueblo al cual proteger.

El dios descendió junto al Guardián que, obediente, había cumplido con el deber que le había asignado antes de partir.

Tus palabras no han reconfortado a los que mueren, porque ninguno de ellos posee un propósito. anunció solemne, puso la mano sobre su hombro fantasmal otorgándole reconocimiento. Se volvió hacia la pequeña hueste de espíritus, no alzó la voz, pues la suya podía ser escuchada con claridad por todos los presentes. La muerte os ha reclamado. La enfermedad, la violencia, la vejez, la desgracia.. no importan aquí, pues a través de todos los caminos se llega a este lugar. hizo una pausa solemne. Yo soy la Muerte. Yo soy el Fin. Yo soy vuestro Principio.

Mahvan se volvió hacia el camino del desfiladero, que ascendía bordeando sus paredes verticales.

El Camino de los Recuerdos. Por él iréis ascendiendo hasta mi, pues yo esperaré en su final. Yo os escucharé, yo aprenderé de vosotros, yo os daré un propósito. miró a todas las almas, y localizó aquellas que fueran los primeros difuntos de cada raza. 

Tú. Acércate. pero su voz no se escuchó en ningún oído salvo en el de esas tres almas prístinas, las primeras de todas. Las elegidas como lo fue el alma del orco. Vosotros seréis mis adalides. Permaneceréis a mi lado, y aprenderéis. Y cuando lo hayáis hecho, volveréis al mundo de los vivos para hablarles de lo que ha sucedido aquí. Seréis mis sacerdotes.

El orco se desploma en el suelo y apenas nota tu presencia hasta que estás encima de él. Al verte, lejos de alegría su rostro se torna en terror e intenta arrastrarse lejos de ti.

- No, muerte viene. Ellos comen, muerte quema cuerpo. No morir, no morir.

A pesar de sus esfuerzos está demasiado lejos para deshacerse de ti. Acercándote a él, tomas la tremenda energía que ahora te rodea para dar forma a la fuerza y fortaleza de aquel orco. Las fuerzas elementales que antes cambiaran el mundo ahora se encuentran a tu merced y dejas que estas fluyan a través de ti. Extiendes la mano y tocas con uno de tus dedos la frente del Orco. En el momento del contacto siente un torrente de energía que emana hacia el Segundo hijo.

Energía poderosa, salvaje… peligrosa. Durante unos instantes mantienes el control y sientes como la fuerza del orco se recupera. Su respiración se vuelve más rítmica y sus músculos se ensanchan. Todo está saliendo bien. Sin embargo, de pronto el orco arquea la espalda y suelta un rugido estremecedor. Un fuego etéreo quema tus dedos obligándote a separarlos de la piel verde del orco.

Observas a la criatura mientras se retuerce en el suelo y su cuerpo crece deformando la forma inicial y mostrándose más bestial. Los colmillos sobresalen de su mandíbula y los ojos se tornan rojos. Cae al suelo de rodillas de espaldas a ti. Durante unos instantes, el Orco permanece inmóvil. Suelta dos exhalaciones y se gira violentamente hacia ti Gritando y poniéndose en pie.

- ¡DOLOR!¡MUCHO DOLOR! -

Te mira de manera amenazadora, sus músculos se tensan en posición de ataque y su respiración se acelera. Sientes que el ataque es inminente cuando de pronto se detiene y comienza a olisquear. Con la cabeza parece buscar algo. Gira sobre sí mismo cuando finalmente se detiene y abre mucho los ojos.

- ¡VENGANZA!

E ignorando tu presencia, sale corriendo internándose en los gases.

Les había dado un idioma propio y lo usaban como trogloditas. Tal vez si se merecieran la extinción.  Intento usar esa energía negativa con la que me habían cargado en algo positivo y el resultado había sido bueno, no el esperado, pero sin duda excelente. Buscaba vengarse de la muerte de los miembros de su clan. Deshaciéndome en llamas y dejando expuesta sólo mi naturaleza divina, me desplazo por el plano etéreo, mucho más veloz, tras mi monstruo. 

Quería encontrar cualquier pista que me indicase que había sucedido. Necesitaba saber quién de entre mis iguales había acumulado el poder para causar tantos daños. Obviamente el cataclismo que había provocado en la Morada Celestial, había causado que el mundo de los mortales también se resquebrajara. Tal vez encontrara algún resto de las malas artes realizadas por el autor del cataclismo.  

Al verte aparecer tras de él el Orco se alza orgulloso y sus ojos se abren en claro agradecimiento para verte.

- Mi señor, he guardado este lugar y acogido a todas las almas que aquí llegaban guiados por tu estrella. Algunos son hermanos. Otros seres extraños que nunca había visto – Señala hacia la multitud donde Elfos, bárbaros y humanos se agolpan. – Algunos hablan lenguas extrañas. Otros no han pronunciado sonido alguno. -

Entonces avanzas y sueltas tu arenga. Aunque las criaturas que allí habitan hablen distintas lenguas, tu voz suena como todas ellas y el mensaje es recibido… por una parte importante de los allí presentes. Los hombres y los bárbaros te observan entre atemorizados y confundidos como si no hubieran entendido nada de lo que has dicho.

Finalmente convocas al primer caído de cada Raza. El Orco se sitúa orgulloso a tu lado. Una elfa da un paso titubeante hacia adelante y sin mirarte directamente a los ojos susurra.

- ¿Cómo fiarnos de ti? ¿Cómo fiarnos de nada? Este mundo es frío y extraño. ¿Y quién eres tú para requerir nada de nosotros? Yo solo respeto a aquella que nos dio el don del habla. -

Finalmente alza la cabeza y fija sus ojos en ti una fracción de segundo antes de agachar nuevamente la cabeza. Tu presencia claramente la perturba.

Entre los bárbaros, nadie responde a tu llamada y siguen plantados todos con la vista fija en el infinito y los brazos cruzados en frente. Entre los humanos, uno mira hacia todos los lados como buscando algo.

Sigues a tu nueva creación mientras avanza veloz entre la bruma y las nubes tóxicas. La potencia otorgada por la gracia parece haberle hecho resistente a dichos males y su paso a través de estos entornos hostiles no parecen tener efectos negativos claros sobre él.

La carrera dura un rato hasta que al final se detiene en lo alto de una roca y mira hacia una hondonada. Extiendes tu mirada y puedes ver 5 orcos de aspecto fuerte y sanos cargando con otro escuálido como el primero que viste y al que transformaste. Este último orco se revuelve pero los fuertes brazo de uno de los otros Orcos le mantiene inmóvil.

-Tu soltar, Yo no comida. ¡Yo no comida!

Se intenta sacudir, revolviéndose violentamente cuando otro de los orcos, uno con una enorme cicatriz en el ojo izquierdo, se acerca y le golpea con fuerza en la cabeza.

- Estúpido paria. Ni hablar saben. Si no los necesitáramos ya habríamos terminado con ellos. Son una vergüenza. – Se gira hacia el que está sujetando el ahora cuerpo inerte del orco escuálido. – Sujétalo bien. Tengo hambre y no tengo intención de pasar un día sin comer –

Lo primero que te sorprende es lo bien que parecen hablar estos orcos además de encontrarse en un claro estado de salud. No puedes pensar más pues tu creación ha estado observando la escena agitándose mientras la ira contenida estallaba en su interior. Finalmente lanza un rugido y se lanza hacia abajo.

Al oir el rugido, los corpulentos orcos se ponen alrededor del que carga con el escuálido en clara señal de protección y buscan el origen del rugido. Al ver al orco colosal avanzar violentamente contra ellos ves que sus ojos se abren mucho y sus músculos se tensan.

Un orco de pelo largo cierra los puños y planta sus pies bien en el suelo para prepararse para la lucha.

- ¿Qué demonios es eso? –

El que orco tuerto empieza a dar órdenes.

- Busca nuestra comida por lo que es un enemigo.  Vosotros, al frente- dice a los dos orcos que permanecían rezagados – Recordad cual es nuestra máxima. SOBREVIVIR. Y ahora eso quiere arrebatároslo todo. Así que ¡Luchad! -

El orco colosal carga contra los 4 orcos que se han preparado para recibir el impacto. A pesar de ello, el impacto es brutal y varios de ellos salen volando quedando solo uno de los más pequeños tirado frente a tu creación. Esta, sin pensarlo dos veces, golpea con violencia la cabeza del orco. Con el primer impacto el orco murió, los demás golpes son simple ensañamiento de una criatura que es dominada por la ira.

El resto de los Orcos se levantan y se abalanzan sobre el Orco colosal. El tuerto salta sobre su espalda, el del pelo largo le intenta sujetar un brazo, un tercero se engancha a la pierna. Mientras observas, ves que sus acciones son sorprendentemente bien coordinadas. Un orgullo, pero acciones inútiles. Sabes con certeza que no tienen nada que hacer contra tu creación.

Al escuchar las palabras de mis hijos me sorprendo, así que habían surgido dos razas, una débil y algo más estúpida, y otra fuerte e inteligente. Los inteligentes se alimentaban de los estúpidos por la ausencia de comida. 

Me enfurecía que se matasen entre ellos, sin embargo lo hacían para sobrevivir, y lo hacían los más aptos. Además, para no inclumplir mi norma de no matarse entre ellos, se habían diferenciado en dos castas. Mis segundos hijos eran orgullosos, inteligentes y bestiales. Yo había tomado una decisión apresurada, tampoco es que estuviese en mi naturaleza reflexionar sobre si mis ideas eran óptimas. Sin embargo, debía tomar responsabilidad de mis actos y un lado en el conflicto. 

Decido ayudar al tuerto y sus aliados supervivientes. Cuando mi monstruo se abalanza en su siguiente ataque surjo desde el suelo como una erupción, con mi aspecto divino mis dedos de ardiente magma atraviesan la carne con facilidad. Al contacto con mi cuerpo incandescente, el olor a carne quemada se extiende como una nube pestilente, el hueso se ennegrece y quiebra con el mero contacto. La cabeza, el pecho y la parte externa del tronco y las piernas siguen su trayectoria por su propia inercia. Pero el corazón, donde estaba el poder que yo había invertido, donde estaba el eco del dios que se hacía llamar Padre, donde estaba un pedacito del caos primordíal, estaba en mis manos.

-Del fuego primordial fuiste forjado y al fuego has de volver. Consumiré tu alma, tu cuerpo y tu mente para que puedas renacer. Soy tu Diosa y te reclamo, vuelve al caos que fuiste una vez.- Sin contemplación alguna me como el corazón delante de los supervivientes mientras mi apariencia vuelve a ser la de Maureen.

Miro a mi alrededor, y me doy cuenta de que mis pies están sobre el charco de pulpa de orco que ha creado mi monstruo. Levanto la vista hacia el que parecía el capitán y me aparto de los restos de cadáver.

-Así que el cataclismo también os está afectando. Permitidme presentarme. Soy Zyva, Diosa del Origen, del Caos Primordial, Madre de los Dioses y todo lo que Existe, la que Forja los principios y el Renacer. Pero podéis llamarme Zyva o Diosa Madre, Madre también está bien.- Espero con la frente bien alta algún tipo de reconocimiento o tal vez acusación por haberlos abandonado. Pero la situación era mala y tenía que actuar.- Informadme de lo que está ocurriendo. ¿Donde está la tribu que visité en mi primer viaje?

Cuando clavas tus dedos en tu criatura no solo buscas la carne, sino el alma. Ante el fuego de tu contacto, la piel se quema y el ser se revuelve, pero el dolor es inmenso, sin embargo, es esa energía la que tú buscas. Intentas recuperar la energía invertida en él, recuperar la Gracia que le convirtió en lo que es ahora. Puedes sentir esa energía nacida del Caos. La sientes quemándole por dentro.

Atas esa energía a la tuya para arrancársela, pero su alma parece combatir ese mismo ataque revolviendo las mismas energías de su interior. A medida que el cuerpo se consume, el alma se revuelve y te hace perder el control. Intentas recuperarlo, tomar ese poder en tus manos pero en un último intento por defenderse, el alma se inmola haciendo estallar toda la energía. La Fuerza liberada te golpea y sientes como tu energía se resiente por el golpe.

La pérdida repentina de tu fuerza te pilla de improviso, pero procuras que no se note ante el público que ahora te mira. Estos se ponen en pie mientras te presentas ante ellos. Cuando terminas de hablar, el Orco tuerto se arrodilla. Instantáneamente el resto le siguen.

- Madre, tal como solicitaste a nuestros antepasados, hemos hecho lo posible por sobrevivir. 500 años han pasado desde que tu mandato marcó el devenir de los nuestros y esa ha sido siempre nuestra máxima hasta ahora… Sobrevivir. -

-¿500 AÑOS? ¡PERO QUE COJONES!- La noticia me pilla desprevenida y por un momento de perdida de concentración mi pelo vuelve a estar compuesto de llamas. Iba a perdonar al traidor de entre mis hijos, pero esta situación clamaba venganza. Descubriría quién ha sido y con su sangre y su energía reescribiría la Piedra del tiempo.- ¡AAAAARRRRRGHHH!- Con un grito de rabia e ira extiendo mi mano hacia la cabeza del cuerpo que había churruscado y calmo parte de mi sed de sangre contra él. Un haz de llamas lo carboniza y no deja más que polvo ennegrecido. Más tranquila me dirijo a mis supervivientes.- Uno de mis hijos ha hecho esto, uno de los otros Dioses. No habrá perdón. Por su culpa os he desatendido, hijos míos. No volverá a ocurrir.

Me acercó al ser que no sabía ni hablar el idioma

-¿Qué es esto? Te he oído decir que los necesitáis y por lo visto también los consumís como alimento. Se parecen, pero no son parte del pueblo de Orc que yo creé. ¿Verdad?- Había caído en un error, no volvería a ser así.- Puedes informarme mientras caminamos. ¿Tenéis algún asentamiento? ¿Hay mas orcos supervivientes? ¿De donde salen estos gases, y más importante os afectan? ¿De que os alimentáis?- Les dirijo una mirada de arriba a abajo a cada una de ellos. La preocupación asoma en mi voz y rostro.- ¿Quedan hembras?