Partida Rol por web

Apoyando una pierna contra la barandilla comencé a tirar del cabo para ayudar a Oleg a subir de nuevo, tal y como él hiciera por mí poco antes.

- ¡Agárrate fuerte y ayuda! ¡Pesas un montón, Oleg! ¡Vamos!

Luca entró, o mas bien fue arrojado por la fuerza del mar a dentro de la habitación en otra sacudida. Con la mano en la frente Luca, un poco aturdido y mojado, vio como el gato con pistolas vendio era un fiero defensor de subirse a los muebles.

-Il suo maestro pilota el barco per el rumbo corecto, junto al capitane.- Comentó al guardaespaldas. -¿Non gustare el aqua?.- Io llevare a mi espalda, caballito, hasta il camarote más alto.- Si había un camarote que estuviera más alto, Luca lo ignoraba, pero si conseguía dejarlo encima de la mesa de otra habitación, tendría esta para él solo.

-¡Andiamo. La cama se moja. Se hundirá el colchone contigo encima.- Le apremió el vodaccio poniéndose de espaldas junto a la cama para llevarlo a otra habitación. - 

Las olas me arrastraban y, a pesar de el intento de Oleg y la castellana de las pistolas por ayudarme, parecía que me iba a hundir sin remedio. El oleaje era muy intenso. Yo, como mucho, me había bañado en algún lago ussuro, pero esto era demasiado. Tras una corta lucha aguanté la respiración lo que pude mientras me hundía en el oceano.

Por suerte contaba con Matushka y aquel esturión que, amablemente, me cedió su piel. Es muy curioso el tema de los nombres. Los humanos les dan mucha importancia, pero los animales...

De todas formas era una reflexión para otro momento.

Aproveché que me hundía para concentrarme en la sensación que sentía estando en su piel, recorriendo los ríos o formado parte de un banco y me puse a rezarle a Matushka. Pidiéndole su favor una vez más.

No tardé mucho en cambiar de piel. Las pieles de los animales siempre eran mejores que la humana, pero era consciente que no convenía abusar. Recordaba las historias de cambiapieles que se había quedado en la piel de algún animal para siempre...

Una vez transformado en esturión aproveche para nadar un poco alrededor y luego me centré y seguí al Santa Catalina a cierta profundidad.

 Jose llegó temprano, poco antes de la hora acordada vestía de cuero como los guardabosques de las frondas Castilla*, portaba mosquete, dos pistolas , cuchillo de monte y sable y un cuerno de pólvora. Así como un petate a su espalda. Las ropas aunque visiblemente gastadas, se nota claramente que habían visto mundo, eran de una calidad exquisita y se ajustaban perfectamente a los felinos movimientos de José.

 Saludó con premura a los presentes, dedicando un poco más de tiempo al capitán y los conocidos , para tras buscar con la mirada al gigante de las Highlands dirigirse a él y hablarle:** No he olvidado mi palabra  Wilfred, luchad mi lado por la recuperación de reliquia y haré cuanto pueda por vos.

 Durante el resto de la travesía paso la mayor parte del tiempo conversando con Wilfred intentado ganarle como camarada y le pregunto cosas sobre su tierra y sus costumbres mostrando verdadero interés en nuestras charlas.

 Entonces llega el gran momento debemos bordear el Maesltrom y las cosas no se ponen fáciles, como siempre dispuesto a ayudar pongo mis habilidades marineras a disposición del capitán  y del barco. El terrible zarandeo que sufre el navío entre las rugientes  corrientes contrapuestas así como el clima tormentoso reinante dificultan enormemente el mantenerse sobre la borda sin ninguna atadura.

  Cuando trataba de llegar a burda para trepar a los aparejos y ayudar con las velas un golpe de mar me desequilibra y me manda contra la borda quedando a centímetros de pasar por encima, agarrandome en el último momento para evitar el paseo hasta el fondo del mar .        

La situación seguía siendo un caos total y si duraba mucho más, los riesgos de hundimiento eran evidentes.
El agua ya empapaba la cubierta y se había colado en grandes cantidades en los pasillos interiores.
Un mástil se había roto y el resto sufrían para aguantar.

En medio de aquel caos, Lola aún tuvo energías para tirar de Oleg, que trepó de forma efectiva con sus poderosos brazos.
José resbaló y se dio un coscorrón con uno de los palos, pero consiguió mantenerse en cubierta sin ataduras, lo cual era toda una proeza.

No obstante, ya era demasiado tarde para ayudar al pobre ussuro llamado Pyotr, a todas luces hundido bajo las violentas aguas.
Desde el pasillo de los camarotes, Wilfred el Highlander se asomó.
¡Sal de ahí, loco! le gritó a José, lanzando una cuerda hacia su posición.

El Capitán Rodríguez consiguió alejar el Santa Catalina del remolino, lo cual era una gran noticia, pero la tormenta seguía golpeando y no se veía su final.
¡Ya queda poco Capitán! ¡Mantened este rumbo! gritaba un alegre Taylor, sabiendo lo que se decía.

Con Oleg de nuevo a bordo Lola respiró jadeando debido al esfuerzo de ayudar al enorme ussuro a subir. Quería decirle que lamentaba la pérdida de su amigo, pero la tormenta no aflojaba y no podían confiarse a pesar de haberse alejado del remolino.

Segura por el cabo que la sujetaba se acercó hasta el timón para ayudar al capitán a mantener el rumbo que marcaba Taylor. Entre los tres deberían ser capaces de controlar el timón para que no se fuera al fondo del mar.

Recurriste al poder de Matyuska para tomar la piel de aquel esturión.
Enseguida tu cuerpo se transformó en aquella criatura que sin duda, no tendría demasiados problemas para sobrevivir a la tormenta.
Pues buceando al fondo Del Mar, sus efectos eran casi nulos, y pudiste nadar sin problemas siguiendo de cerca al Santa Catalina.

Aún así, ya no podías hacer nada por ayudar a tus compañeros, y sólo podrías esperar que de algún modo resistieran.

El vendelio te miró desconfiado.
¡El pasillo está inundado y en cubierta saldríamos volando! ¡Además se supone que tengo que estar aquí! te dijo, fijándose en el agua más que en ti.
Si querías sacarlo de allí, harían falta mejores argumentos.

-Non que dicci, stupido.- Luca se puso serio, agarrándose a uno de los postes de la cama. -Il aqua sube. La cama baja. Fáccile. E la cama inundare di aqua, el plumón absorbe e hace blando e desciende y atrapa qui este sobre ella.- A Luca le estaba costando convencerlo. No por el argumento, sino por encontrar las palabras adecuadas para no revelar que sabía castellano perfectamente en una situación de estrés. -Io llevare a mi camarote, alli tengo una mesa grande, estable, no encogiere con il aqua. ¿Qui viniere qui con questa tempesta? Andiamo.- 

Luca volvió a ponerse de espaldas a él para llevarlo a la mesa de su camarote. Una cosa era cierta, no se hundiría como le pasaría con la cama si el agua llegara al colchón de plumas y las sábanas, que atraparían los pies de quien estuviera encima y lo últmo de su argumento, ¿Quién iba a ir allí con la que estaba cayendo?.

Cuando todo se calmara, podía volver tranquilamente al camarote y hacer que no había pasado nada. 

El vendelio murmuró algo en su idioma que parecía algún tipo de maldición y se ajustó las pistolas de las piernas alrededor del cuello.
Más te vale que tengas razón. Vamos... dijo, poniendo los pies dentro del agua con una expresión de fastidio.

El Santa Catalina seguía sacudiéndose de forma violenta y tuvisteis que esforzaros para llegar hasta tu camarote.
El agua llegaba ya prácticamente a la cintura, y los marineros corrían desesperados achicando el agua como podían.

Luca intentaba moverse con el agua llegándole a la cintura, el barco bamboleándose y aquél guaraespaldas que ahora parecía más un gato que un fiero guerrero. No paraba de moverse, de maldecir, de mascullar y de intentar levantar los pies para que no tocaran el agua.

Si conseguía su objetivo, la mesilla dejaría al hombre-gato a salvo del agua, aunque con menos espacio de movimiento y Luca podría dedicarse a encontrar y memorizar el mapa de Taylor para copiarlo y vendérselo por 30 coronas a aquél comerciante, y al otro y al otro... ya no pasaría más hambre. Otra sacudida sacó de su ensimismamiento al vodaccio mientras el agua salada le salpicaba la cara.

-Porca miseria.- Se quejó.

Seguí al Santa Catalina a suficiente profundidad para que la tormenta no me afectase. Era curioso, desde el punto de vista de un pez el agua no estaba. Era como volar sobre el fondo del océano (con un techo donde no se podía respirar (el aire). Era una sensación agradable (como siempre que cambiaba la piel), pero hice el esfuerzo de centrarme.

Mientras seguía al Santa Catalina me fijé en que cosas caían del barco (marineros incluidos). Puede que, debido al temporal, se les cayese algo interesante. Mientras tanto pensé en mi siguiente movimiento. ¿Podía volver como si nada? ¿Levantaría muchas sospechas?

El Santa Catalina sufrió otros graves daños al partirse parte de la barandilla, doblarse una de las velas e inundarse buena parte de la bodega.

Los que habían quedado en cubierta, como Lola, Angelique o José, comenzaban a tener un cierto pesimismo, quizás miedo, al sentir que aquello podía ser el final.
Pero lo último que se pierde es la esperanza, dijo alguien.
Lola ayudó al Capitán Rodríguez y a Taylor con el timón, ya al límite de sus fuerzas ambos hombres.

Y tras otro tramo de violentas sacudidas y vaivenes sobre las olas, de pronto, todo terminó.
Como por arte de magia, la tormenta terminó, los mares se volvieron en calma, y el cielo lucía despejado y soleado.

El Capitán se dejó caer exhausto, apoyando la espalda en el timón.
Taylor jadeando pero con una sonrisa, apoyó su mano sobre el hombro del Capitán, sentándose a su lado.
Lo... veis... lo hemos conseguido... pronunció un exultante avalonés.

Señorita De Santamaría... dijo Rodríguez mirando a Lola ...muchas gracias por su ayuda. ¿Seríais tan amable de bajar a bodega y ver cómo está la situación? dijo sonriente.

La repentina calma hizo que varios marineros salieran a cubierta y gritaran eufóricos por haber superado aquella terrible tormenta.
Comenzaron a abrazarse entre ellos y varios propusieron brindar por su suerte.
No obstante, los daños habían sido muy graves, y el barco se movía prácticamente llevado por las pequeñas olas. El timón parecía haber sufrido daños y con el palo partido, y las velas dobladas, era prácticamente imposible navegar en condiciones.
Por suerte, el vigía trajo buenas noticias.
¡Tierra a la vista! gritó desde arriba.

Por fin llegasteis a vuestro destino.

El vendelio se subió sobre la mesa de tu habitación, que realmente no difería de la que había en la habitación de Taylor.
Probablemente Sigurd llegó a esa conclusión y te miró contrariado.
¡¿Qué tiene de especial esta mesa?! preguntó confundido. De todos modos se subió para no estar mojándose, y se agarró como pudo del techo.

Te miró malhumorado desde encima de la mesa, mientras te diste otro golpe en el hombro con la enésima sacudida.
La habitación de Taylor estaba ahora vacía, pero algo tendrías que decirle al vendelio para aplacar sus ánimos.

Tras nadar un buen tramo, percibiste que el barco se dejaba de sacudir, y las olas encima tuyo desaparecían.
Parecía que habían logrado atravesar la tormenta.

Ahora los rayos del sol se filtraban hasta las aguas, permitiéndote ver mejor los alrededores. Y no muy lejos de donde estabas, viste que las arenas subían hasta lo que probablemente sería una playa, así como una gran pared rocosa de unos acantilados probablemente.

Lola se dejó caer también exhausta contra la barandilla hasta caer sentada.

- Sí, claro, dentro de un rato, capitán. – le replicó cansada. No tenía muchas fuerzas ahora mismo y quería disfrutar del sol un poco antes de moverse. Seguro que 5 o 10 minutos no cambiaban mucho la situación.

- Parece que ya vienen los chicos aquí arriba – indicó con menos ganas todavía de moverse.

- Reparar todo esto nos va a llevar unos cuantos días… ¿cuántos calcula capitán? – preguntó tras un poco de silencio observando con ojo crítico todos los daños que había sufrido el barco.

Al fin, se acabó levantando sintiendo que había recuperado ciertas fuerzas y dirigiéndose a la bodega a ver qué había pasado por allí abajo. Esperaba que el alcohol no hubiera sufrido daños.

Luca le miró malhumorado. -¿Qui no entendere? La nave affonda, la tempesta afuria e la mesa e mas alta.- Después, con su habilidad interpretativa cambio el semblante y el tono de voz a uno de confianza, como dos amigos íntimos en una situación de máximo riesgo. -Non preocupare, io cuidare de ti. Agora io achicare agua per tutti salvaccione.

Con una sonrisa tranquilizadora se fue cerrando el camarote y colocando su propia chaqueta en la base de la puerta, que algo haria, para que no entrara tanta agua. 

Luca se dirigio rapidamente al camarote de taylor, buscando el famoso mapa de tchaluk, y si se encontraba con otra cosa de interes, mejor que mejor. 

Me alegré de que hubieran llegado sin hundirse. Esperaba que Oleg estuviera bien. Me planteé ir a la playa y hacerme el naufrago. Pero recapacite. Pensé que era mejor permanecer en las sombras. La expedición se dirigía a la Bahía Tchaluk. y mi intención era ir al lago Yuchaka. Todos me habían visto hundirme, así que tenía la coartada perfecta. Pero podía que me necesitasen...

Al final me decidí por explorar un poco la costa. Si había un lago lo lógico es que hubiera un rio. Así que nadé a lo largo de la playa, para ver que es lo que había un poco más allá. Luego volvería hacia la expedición. De todas formas el Capitán dijo que nos podíamos quedar. Pero por ahora seguiría la playa.

Sigurd creyó lo que le contaste y se quedó allí agarrado al techo y encima de la mesa.
Corriste pues hacia la habitación de Taylor de nuevo, dándote algún golpe más con las paredes. Ya tenías una herida sangrando en la frente y el hombro seguramente medio dislocado.
Pero llegaste al sitio, y abriste El Cajón de la mesa. En el interior había una cajita de madera bien cerrada, y con un pequeño candado que la cerraba.
No era un candado que no pudiera romperse a golpes por lo pequeño que era, pero obviamente requería algo de esfuerzo y sobretodo, dejaría evidencias de que alguien lo había roto.
Abrirlo sin ganzúas y en medio de ese vaivén sería complicado sin duda.