Partida Rol por web

David, cansado ya de esperar abajo, decide subir con sus amigos.

- Oh sí, la merienda... - dice la señora cómo si recordase algo tiempo atrás olvidado.

La señora paree escuchar los pasos de David pero al ver que ninguno entra os llama de nuevo.

- ¿No venís María? Son fotos de cuándo era joven. ¿Queréis ver a mis amigas? 

María miró a sus amigos inquieta.

-¿No bajamos abajo señora? En el sofá estaremos mejor sentados-los cuartos de los viejecillos olían a viejo y tenía el típico momento de miedo no del todo injustificado.

Eso digo yo- dijo David, ya cerca de sus compañeros- nos ha tenido muy preocupados. Pensamos que le había pasado algo.

- Ay hijos... Es que las rodillas me están matando, a media tarde siempre es lo peor. Pero tengo aquí una caja de galletas de las buenas y muchas sillas. - insiste la viejecita desde la habitación - Vamos María hija, cómo si n me conocieses. Ya sabes que no muerdo, se me saltaría la dentadura. - bromea con una extraña risita.

No podía dejar de tener la sensación de que algo iba mal, estaba esa muñeca puesta en medio del pasillo y luego esa extraña luz, ahora la anciana parecía llamarnos como si fuera el lobo a caperucita, pero solo era una anciana, si nos quedábamos aquí observando como pasmarotes, no solucionaríamos nada, les susurro al resto:- Deberíamos ver si esta bien, si vemos que estamos incómodos nos despedimos y ya está.- Me acerco a la puerta, eso sin pegarle una patada a la muñeca, quizás la anciana se le haya caído y luego quiera recuperarla.

Bien- responde David ante el plan de Hector, aunque algo le decía que no debía entrar en esa habitación. Menuda tonteria. Era la señora Dolores, la mujer amable que siempre les hacía unas ricas galletas. ¿Como podía pensar mal de ella?

María rió sintiéndose tonta ante las palabras de la adorable anciana. Seguramente era por esa muñeca repelente y asquerosa que algún día tiraría por el váter...cuando tuviera valor suficiente como para cogerla.

Andó por el pasillo, pegando la espalda al papel pintado de la pared para alejarse todo lo posible de donde había visto a la muñeca (pues no sabía si estaba ahí ya que iba mirando hacia el techo) hasta acercarse a la puerta. Ninguno de sus amigos había intentado abrir asíque ella empujó con un breve titubeo la puerta de la habitación.

-Vamos a entrar, señora Dolores.

Entráis en la habitación esperando ver a la señora en una mecedora con el álbum de fotos, pero no es lo que veis. La habitación está iluminada con la misma luz anarajanda del atardecer que había en el pasillo, dándole ese brillo barnizado tan extraño. La señora Dolores está depié, casi en medio de la habitación, mirando por la ventana.

-Señoora Dolores-dijo María armándose de paciencia, aliviada hasta lo indecible- si le duelen las rodillas siéntese que nosotros le acercamos todo lo que necesite-se acercó hasta la señora tomándole de la arrugada mano.

Lo que nota María en ese momento no se puede explicar con palabras, pero al expresión de su cara asegura que hay algo mal. La mano de la señora está fría y es suave dura... cómo la madera. En cuánto María la suelta en acto reflejo, la señora cae al suelo, rígida, con un sonido hueco... Y se parte en dos. Cómo las muñecas rusas.

Al ver a la anciana quedar partida en dos partes iguales de madera, no puedo más que soltar un grito y preguntar:- ¿Pero que esta pasando aquí?- Aunque la hago en voz alta, me lo estoy preguntando a mi mismo, no creo que nadie tenga respuesta a eso. Cojo la mano de  María para llevarla atrás con cuidado de no tropezarme con nada, para salir de tan extraña y fantasmagórica habitación.

David no puede creer lo que ven sus ojos: ¿como era posible que la señora Dolores se partiese así por la mitad? mira a María sin comprender: ¿que le has hecho?

María retrocedió con los ojos desorbitados por el miedo y miró a sus amigos boqueando como un pez fuera del agua.
-¡No he hecho nada!¡¡lo habéis visto!!-dijo con un deje histérico-¡Hay que llamar a la ambulancia!

Mientras os alejáis del cuerpo de la anciana, en lugar de sangre, de sus "mitades" empieza a brotar serrín. Cómo un torrente de sangre en una herida abierta, pero en lugar del líquido rojizo, era el polvo de madera. Serrín, serrín, más serrín. Parece que nunca vaya a terminar, cómo si fuese a cubrir toda la habitación. La montaña crece sin parar, teniendo ya vuestra altura, y sigue brotando...

Me quedo patidifuso, pero en cuanto empiezo a notar que el serrín nos va a ahogar, miro hacía la escalera para ver si hay una posible salida, sino buscare algún mueble que nos permita por lo menos respirar por un tiempo. Al ver a David le grito:- Corre¡¡¡ Vete por la escalera que aqui esta pasando algo extraño.-

David, ante el grito de su compañero, no duda en correr hacia la escalera. Quería salir de allí cuanto antes. 

María, horrorizada intentó avanzar hacia las ventanas, si las abría el serrín se iría por ella y todo iría mejor.

-N.... nnnnn-se quejaba haciendo un visible esfuerzo por avanzar entre la creciente masa de serrín-vamos, un poco más...-estiró la manita para abrir la ventana.

Aunque María lo intenta con todas sus fuerzas, la ventana parece estar sellada. Es más, en ese momento la niña se de cuenta de que el atardecer de antes no era tal... Afuera no están las casas de los vecinos, ni la carretera... Tan sólo se ve una brillante y pulida madera que da ese brillo anaranjado que atraviesa las ventanas. 

Mientras tanto, David ha alcanzado las escaleras y ha empezado a bajar, aunque no se ha dado cuenta de que ha chutado algo hasta que lo oye caer por las escaleras. Y el serrín sigue brotando, cómo una fuente infinita...

Viendo que se puede bajar por la escalera, vadeo el serrín hacía ella para escapar, pero entonces me doy cuenta de que María está en la habitación, por lo que  le grito a María:- Corre María, sino nos vamos a ahogar¡¡¡-  Y espero a que salga de la habitación para ayudarla a bajar.