Partida Rol por web

María abrió las puertas de su humilde casa recibiendo a los tres niños que aguardaban en su puerta.

-¡Hola chicos!-saludó sonriendo haciendo que entorno a sus ojos y las comisuras de sus labios se crearan unas pequeñas arrugas- pasad, hace frío ahí fuera-asomó la cabeza echando un ojo al cielo encapotado que oscurecía el día haciendo necesarias luces encendidas en las habitaciones. Cuando los niños pasaron cerró la puerta tras ellos, procurando ocultar la desazón que le producía el pensar en cómo subiría la luz si tenían que encender luces allá por donde iban por la escasa visibilidad en las habitaciones.

Esa reunión del club de las brujas no podía hacerse a cielo descubierto, el mal tiempo otoñal, cercano al invierno, lo imposibilitaba asíque Lucía había convencido a su madre para que sus amigos pudieran visitarla a casa. Subieron la escalera de madera que crujía bajo sus pies, quejándose de la humedad del ambiente. De algunas habitaciones se oían las actividades de los hermanos mayores de Lucía. Hermanos mayores que , fuera lo que fuera lo que estaban haciendo, lo hacían a puerta cerrada, celosos de su intimidad.

-¿Queréis algo de merendar?-la voz cálida y aterciopelada de María se alzó hasta el segundo piso, amortiguada por las paredes.

En un cuarto al final del pasillo se encontraba el cuarto de Lucía, con la pintura desconchada  en las paredes, mal disimulada con dibujos de la niña y trabajos de plástica del colegio. Sobre un colchón antiguo oculto bajo una colcha de lana, se encontraba Lucía, con un libro en blanco sobre las piernas y la espalda apoyada contra los barrotes del cabecero.

La puerta chirrió un poco cuando uno de los niños la empujó para asomarse y ella se giró hacia la  entrada con las gafas enormes asentadas en precario equilibrio sobre la punta de la pecosa naricita.

-¡Hola!-saludó con su vocecilla cantarina y ligeramente aflautada.

La fuente de luz del cuarto provenía de una antigua lámpara cuya mampara de papel estaba rota, proyectando un haz de luz desigual sobre las paredes y la enrejada ventana que daba a un cielo gris plomizo rayado por la presencia de las ramas semidesnudas de un castaño que casi casi acariciaban el cristal de la ventana.

Esteban entró en silencio observando con curiosidad todo a su alrededor. Conocía a Lucía desde hacía tiempo, pero nunca había estado en su casa. Tenía el aspecto de un lugar humilde pero muy acogedor.

Cuando la niña preguntó si querían merendar Esteban estuvo a punto de aceptar, pero finalmente no dijo nada, un poco por vergüenza al ser la primera vez que estaba allí. Al llegar a la habitación se quedó mirando los dibujos de Lucía.

-Me gustan tus dibujos-dijo con las manos todavía en los bolsillos.

Seguidamente buscó un lugar en el que acomodarse.

Franky en cuanto le permitió la entrada la madre de Lucía, entro al interior de la casa como si fuera un pequeño vendaval:- Buenas tardes...- Pero antes de que pudiera decirle algo amable ya se estaba fijando en la decoración de la casa, ahora con gente a su alrededor no temía a los espacios cerrados, si estuviese solo estaría temblando de miedo, pero y lo que molan esas escaleras serían geniales para esconderse.  Al escuchar la pregunta de María, Franky grita:- ¡Yo ya he merendado, gracias!-  Mientras que se acerca hacía la habitación de Lucía que estaba al final del pasillo. Cuando abrió la puerta vio a Lucía entre las sabanas le sonrío y le saludo:- Hola Lucía, la verdad es que se está a gusto aquí.-

-No os sentéis en el suelo, que está muy frío, no podemos poner la calefacción asíque nos taparemos con mi manta, quitaos los zapatos-dijo Lucía alegremente cerrando su libro y recogiendo la colcha de lana para que los niños subiera y se taparan con ella. 

El colchón cedió notablemente cuando Lucía se movió, dando muestras más que evidentes de lo viejo que era, sonando horriblemente pero la niña, con un leve rubor de vergüenza sonrió inocente palmeando su lado en la cama, sobre la colcha de lana.

Si, tienes todo bien montado- dice David, el cual había entrado el último en la habitación. Hizo lo que le pidió Lucía y se quito sus zapatos y se colocó a un lado tapándose con la manta- jolenes, si que pega calor- dice, riendo- menos mal que no hay calefacción. Estaríamos en una sauna

Franky hace lo que le dicen, porque la verdad le encantaba la idea de contar un cuento sin pasar frío, además siempre le había caído muy bien Lucía por eso no le importaba estar en la misma cama que una niña:- Voy, hazme un hueco...- Quitándose los zapatos se mete dentro y empieza a sentirse como una pequeña sardina tan apretado como en una lata de las susodichas.

Con ciertas dudas, después de haber escuchado el chirrido de los muelles del colchón, Esteban se animó a subir junto a sus amigos. Tan pronto como se tapó con la manta le inundó una sensación de calor y confortabilidad.

-Más vale que la historia sea buena, porque sino creo que me quedaré durmiendo.

Cuando se subieron a su cama estiró la colcha de lana para que los pies quedaran cubiertos y, sobre ésta, mantuvo su libro cerrado.

Carraspeó con nerviosismo y miró a sus amigos antes de comenzar con su historia.

El viejo campamento se alzaba entre el frondoso pinar a las afueras del pueblo, no muy lejos del lago.

Que los niños recordaran, el campamento no tenía más uso en la actualidad que servir de refugio a ratas, palomas, multitud de bichos y en ocasiones a gente que se escapaba de casa.

En el parque posterior del campamento,al que daban tanto el edificio principal como los distintos barracones se encontraba un parque infantil en el que dormían manchadas por el paso del tiempo y prácticamente comidas por la maleza el jardín de estatuas de temática circense.

Acabadas las clases, los niños del pueblo tenían mucho tiempo libre, tiempo que gastaban jugando y buscando nuevos escondites.

Esa tarde habían estado jugando en el pinar sin miedo a perderse entre los desniveles del terreno y el mar de troncos.

Entre risas y bromas uno de ellos, algo más adelantado del grupo sin duda por algún juego, se encontró prácticamente con la valla metálica destrozada por los vándalos y semienterrada en el suelo por el tiempo y sus inclemencias que limitaba el terreno que rodeaba al edificio principal del campamento.

No era una visión tranquila, pero sí hipnótica. Entonces, como si de una película se tratase, las nubecillas grisáceas (Que según el hombre del tiempo, ése fantoche de pajarita absurda, podrían descargar precipitaciones en la zona) cubrieran el sol y la fresca brisa proveniente del lago barrió la tierra bajo los pies de los niños y les alborotó el pelo. Al tiempo, una veleta oxidada , situada en el agujereado tejado de pizarra, giró y su chirriar fue acompañado por otros cuya procedencia no alcanzaba a descifrar como un coro metálico y sollozante.

¿Que haces hay parado Franky?- dice David mientras se acercaba a su amigo- no se, miras con cara de embobado el campamento abandonado- mira hacia el mismo mientras se encoge de hombros. No veía nada en especial en el mismo, salvo su evidente estado de deterioro producto del abandono. 

Al principio no me percato de la llegada de David, por lo que casi pego un respingo al escuchar su voz y le digo con una sonrisa:- Pues estoy observando una aventura, nunca me han dejado explorar el campamento y la verdad es que tiene que molar mucho, ¿Os apetece?- Aunque antes de que pueda contestar estoy buscando como saltarme al interior.

-No estoy seguro... ¿Creéis que hay culebras por esta zona?-preguntó Lucas mientras sentía en leve escalofrío. 

Era divertido explorar junto a sus amigos, y cuando estaba con ellos se sentía más seguro de sí mismo, pero algo en aquel paisaje le hacía sentir incómodo.

Pudiera ser- dice David, que la idea de que le mordiera una culebra no le apetecía en absoluto- podría haber hasta ratas

Lucas tragó saliva ante la expectativa de encontrarse con esos bichos que tanto miedo le daban. No obstante, no tenía intención de ser el más cobarde del grupo.

En ese momento, como si les diera la bienvenida, la puerta del edificio principal se abrió , seguramente por alguna corriente haciendo gemir los goznes oxidados. Desde donde se encontraban los niños el interior del edificio era oscuro, como si en su interior no existiera el día.

Al ver como se abre la puerta casi por ensalmo no puedo dejar de que mi curiosidad no sea saciada, por lo que digo al resto mirándoles sonriente:- Si hay ratas y culebras, molara más la aventura, de todas maneras es mucho mejor que estar aqui mirando ¿No?- Y sin mucha más ceremonia me acerco, eso si con cuidado de no hacerme una arañazo, que sino mi madre se va a cabrear conmigo...

-Está bien, te sigo...-dijo Lucas. Era otra manera de decir que no estaba dispuesto a ir el primero, sobre todo después de la conversación sobre las culebras.

El chirriar de aquellas viejas bisagras era como una advertencia de peligro a la que nadie hacía caso.

No entiendo vuestras ganas de meteros en líos- dice David- pero alguien tendrá que vigilaros. Voy con vosotros-

Al estar en el porche se dieron cuenta que, del oscuro interior del edificio principal salía un airecillo frío que contrastaba brutalmente con el calor de esa tarde.

Estaba demasiado oscuro, las ventanas cegadas con grandes tablones no dejaban entrar la luz, haciendo imposible distinguir qué había dentro exactamente.

Una paloma aleteó sobre sus cabezas saliendo de la penumbra del edificio, sobresaltándoles.

Ummm, al sentir el viento helado, me estremezco de frío, apenas llevo una camisa corta. Ante todo busco algo que sirva como tope a la puerta, por si hay que salir por piernas, que este sitio no parece estar en muchas condices, además si hay corriente o algo, prefiero que no se cierre la puerta en nuestras narices. - Voy a buscar algo para que no se cierre... Tendrá que haber una piedra lo suficientemente grande o algo asi, digo yo...-