Partida Rol por web

Un zarpazo proveniente, que casi te da, por tu perdida de atención a lo que estabas, y atender a la cría, no sale por la cocina. La chiquilla grita otra vez.

El ataque pille desprevenido a Liam, no se lo esperaba. Por suerte de alguna manera consigue esquivarlo.

Se gira hacia la cocina para enfrentarse a lo que allí haya mientras recuerda que la mujer estaba allí preparando la cena. Instintivamente se lleva la mano al cinto.

- ¡Elisse! Concéntrate. Dime qué ves.

La niña está totalmente paralizada.

No podía contar con Elisse, no reaccionaba.

Liam echó mano de la cintura y sacó su espada psi. Era una buena arma a corta distancia e infinitamente menos escandalosa que una pistola.

Se acercó con cuidado a la cocina, buscando a la mujer que les había invitado para sacarla de allí antes de enfrentarse a lo que hubiera dentro.

Cuando descartas el apoyo de la niña te encaminas a la cocina, desde donde ya habían lanzado un zarpazo contra ti, pero sin la mayor repercusión (Y sin haberle prestado tú ni la más mínima atención) de allí sale un ser resplandeciente, que incluso cuesta mirar y rivaliza con el haz polarizado de tu espada. Es extráñamente delgado, cuesta verlo por completo por su resplandor y tendrá como dos metros de alto y como 4 de cabeza a cola (sin contar esta). Además, lanza otro zarpazo. Este, a diferencia del anterior, es casi frente a frente, no desde el otro lado de la pared, a través del hueco de la cocina.

La reacción de Liam fue la que le salvó, dando un salto instintivo hacia atrás.

Nunca había visto una criatura así. Parecía más una alucinación que una criatura real, pero el zarpazo que casi le da era demasiado real como para no tenerlo en cuenta.

Ahora estaba en guardia y dispuesto a presentar batalla. Soltó un fuerte grito esperando sacar a Elisse de su trance.

- ¡¡ Elisse !!  ¡¡¡ DESPIERTA !!!

La chiquilla grita otra vez ante tu grito, y porque la empujas en tu salto atrás. La nena empieza a ponerse en pie, pero no tiene más opción que tumbar la mesa, para usarla de parapeto. Parecía que el grito la había traído a la realidad, tras asustarla otra vez. Daba igual; ya había regresado de la prisión del miedo. El zarpazo no era más que un pisotón mal dirigido, y no te costó gran cosa quitarte del medio, pero la cómoda, que adornaba la pared y sostenía la tele no dispuso de la misma suerte. Muchos trocitos de madera estaban esparcidos por el suelo, y el electrodoméstico, adornitos que lo rodeaban y los muchos retratos siguieron su ejemplo.

La bestia vio algo en tus ojos y te miró con odio. No había pasado más que unos centímetros del quicio de la puerta de la cocina y se paró en seco mientras vuestras miradas se cruzaron. Casi ignoró el gesto de la niña y la mesa. El señor no se movía. Estaba lívido, sudando frio y no parecía siquiera respirar.

Liam se puso entre Elisse y la extraña bestia, con el arma preparada pero aún sin activarla. La bestia era agresiva, pero podría ser por miedo y autodefensa más que por pura maldad. La misión de Liam era comprender, buscar y, aunque a veces era dudoso, salvar a gente con poderes. No podía destruir sin más al extraño y maravilloso ser.

Pero tenía que defender a Elisse. Ese ser podría realmente ser muy peligroso

No sabía si la bestia era inteligente ni si era capaz de reconocer un sable-psi, pero Liam mostró su arma a la bestia como advertencia de que no era una pobre alma indefensa mientras se concentraba en un único mensaje que intentó transmitir a la bestia por telepatía

- CALMATE. AMIGOS.

En función de su respuesta, Liam activaría o no su sable.

El bicho se giró sobre si mismo y conforme salía de la cocina, regresaba a entrar. Se volteaba como una lombriz. Tenía una cola corta, y el tipeteo de una uñas resplandecientes sobre el suelo parecía duras, por muy difícil que resultase verlas. Tras eso un ruido que resonó en la calle, a cristales rotos, y gritos de la misma procedencia.

Al menos había inhibido el ataque del extraño ser, pero aún no tenía claro si tenía un cerebro lo suficientemente avanzado como para comprenderle.

Liam no activó aún su sable y se mantenía entre la bestia y Elisse. Estaba preocupado por la señora que suponía que aún estaba en la cocina, pero no podía entrar. No podía estar en todo, espera que Elisse reaccionara de una vez, mientras se concentraba en la bestia.

Esta vez no usó palabras, quizás la bestia no entendía las palabras pero quizás sí la carga empática que estas llevaban. Inspiró hondo buscando tranquilizarse y transmitir esa paz al ser que tenía delante. Con movimientos suaves intentaba seguir apaciguando a la bestia.

No había respuesta, Liam no sentía nada. Con precaución se acercó a la cocina, la bestia ya no estaba.

Viendo que Elisse no corría peligro, entró en la cocina para auxiliar a la mujer.

La cocina estaba vacía. Parecía que una locomotora o un elefante habían paseado por allí. El hornillo de gas estaba encendido, las ollas por el suelo, cristales y platos rotos decoraban, acompañando a las cacerolas allá por donde tendrías que pisar. Todo en desorden. Ni un vendaval hubiera hecho tanto. La ventana había sido arrancada, junto a gran parte de la pared, haciendo un hueco redondo por el que se podía ver la calle. La mujer no estaba, y aquello que había empezado a cocinar había quedado por el mismo sitio que los recipiente para hervir, amenizados con agua y espaguetis, aún crudos.

Desde allí los gritos de la calle eran casi vividos. Era como que estabas justo en la acera, y no en aquella planta.

La cocina, larga y fina ... necesitaba un arreglo. La puerta en un lateral de un extremo, y la ventana, justo en la pared del otro lado, eran lo más característico de un lugar donde muebles viejos, antíguos y gastados luchaban por sobrevivir. La pequeña mesa con las dos sillas que la flanqueaban, ahora tumbadas de costado, aún temblequeaba, como un péndulo oscilante al cual de habían dado un martillazo. Nada más lejos de la realidad.

Liam observo la ventana rota* que daba a la calle. Sea como sea la bestia había escapado y se había llevado la mujer con ella. O la mujer era la bestia... Liam no daba nada por sentado y tenía que estar abierto a cualquier posibilidad.

Regresó con Elisse, tenía que hacerla reaccionar y saber qué había sentido. A su lado estaba el marido en un estado casi catatónico de terror, Liam lo zarandeó para sacarlo de ese estado.

Tenía muchas preguntas que hacer.

Al verte regresar de la cocina, la niña había situado al señor tras la mesa, a modo de barricada, para estar ambos seguros. - ¿Está bien Don Liam? Ella daba por supuesto que si, ya que parecía poco preocupada, y si acaso, desconcertada por una situación que ella no se podría haber imaginado jamás.

- Una especie de dragón luminoso. ¿De qué peli de miedo ha salido este bicho?

Liam respiró profundamente cuando vio que Elisse por fin reaccionaba.

- Yo estoy bien, intenté calmarlo mentalmente y entonces se dio a la fuga... atravesando la pared. - Tomó a Elisse de la mano para ayudarla a levantarse mientras se despedía del hombre. - Su esposa ha desaparecido, vamos a intentar seguir a esa bestia y traerla de vuelta. - Las autoridades policiales no tardarían en aparecer, si querían irse e intentar seguir algún rastro, había que hacerlo ya.

Con Elisse de la mano, bajó al nivel de la calle donde la gente se arremolinaba en la zona donde la bestia había caído. Liam escuchaba los comentarios acerca de la dirección que había seguido el extraño dragón y, aunque había cierta confusión, decidió al final tomar el camino que le pareció mas probable.

- Elisse, se que sera desagradable, pero me tienes que contar todo lo que sentiste. Además, si percibes algo, lo que sea, que nos permita rastrear a ese ser, dímelo.

Al menos ya se alejaban de la zona, evitando incómodas preguntas por parte de la policía. Liam escuchaba a su alrededor todos los comentarios, pero, al menos de momento, ni preguntaba ni usaba ninguna de sus facultades para intentar percibir ningún pensamiento.

El pobre señor quedó muy asustado. - ¿Qué le ha sucedido a mi mujer?¿Dónde está? Cuando vio que sus respuestas nos llegaban, que la información que solicitaba no sería jamás entregada, solicitó: - Por favor, tráiganmela de vuelta. Y quedó llorando el señor ciego.

Elisse no llegó a asustarse, te explicó, fue ... sorpresa: - Yo ese dragón lo he soñado. Te confesó mientras bajabais por las humildes escaleras. Más que: "te confesó", fue un: "me lo digo a mi misma y estoy pensando en alto" sin verdaderamente ser consciente, hasta ya haberlo dicho (o habérsele escapado).- Fue una mezcla de sorpresa, al verlo, pero antes de aparecer el bicho fue miedo. Alguien sentía miedo ... y es como si se defendiera y ... defendiese su territorio. 

El dragún, o dragón de luz, os sacaba cierta ventaja. Se veía por donde estaba, no con los ojos, sino con el ruido, de gritos y demás sobresaltos de ciudad, que eran mucho más alto que el murmullo típico de una ciudad a estas horas. Parece que ha dejado esta zona discreta y humilde para pasar a la calle principal que está dos callejas más arriba.

Esto confirmaba lo que Liam pensaba, el monstruo posiblemente tenía más miedo de ellos que ellos del mismo. Tenían que establecer contacto, tranquilizarlo, ver su esencia e intentar comprenderlo.

Pero correr y concentrarse era imposible para Liam. No podía usar su telepatía como antes para hacerle ver a ese ser que no querían lastimarlo... tenía que confiar en su extraordinaria compañera y ver si ella era capaz de lo que Liam no conseguía.

- Elisse, intenta mandarle un mensaje, sentimiento... lo que sea... confianza... tienes que pedirle que confíe en nosotros.

Mientras, seguía corriendo tras el rastro que dejaba el extraño ser.

Cuando llegáis a la Calle Principarl, el caos se a adueñado de la misma. El monstruo, corriendo entre cornisas y paredes de los edificios, algunos de ellos antiguos palacios señoriales o ministeriales, se aleja a una velociad que no podríais alcanzar ni en vuestros mejores sueños.

Elisse, insensata pero obediente, intenta hacer lo que ha escuchado o entendido que debía hacer. Se pone los índices en las sienes y aprieta tanto los cojos como los dientes. Una mueca que casi te hace reir se plasma en su rostro: - Si parece que está apretando en el aseo. Durante un instante te la imaginaste cagando ... Pudiste controlar la risa, ... por poco.

- Jefe. La pobre chica sonaba decepcionada. - No puedo.

No tardan en escucharse alarmas y otras sirenas, como bomberos y policía.

El "bicho", con mucha ansia y velocidad se aleja dejando un leve rastro de destrucción donde sus uñas se clavan en el cemento y en el ferrormigón como si se tratase de papel. Grandes trozos de los edificios caen ocasionalmente, y te la sensación que hay heridos, tanto en el interior de las construcciones como a nivel de calle.