Partida Rol por web

Alexander reflexiono profundamente mientras su compañeros hablaban.
- esta claro que iremos a buscar a los de oros, son dos personas que quieren ir y una que no, aunque si fuera por mi iría a buscar a los de platas porque ellos, no son los santos mas fuerte, aunque los santos de oros han de guardar sus templos que guarda el templo de athena, son bien capaces de llegar hasta aquí con su propia fuerza, sino han venido es porque creen que hacen una labor mayor en donde están. -
Alexander miro con esos ojos sin vida a todo sus compañeros. 

- Al igual que vosotros habéis salido a realizar diferentes misiones fuera del Santuario, nosotros también las realizamos. 

La forma de hablar del santo es pausada, mucho más racional que Elena.

- El motivo por el que tenéis que ir a buscarlos es porque los métodos de comunicación que tenemos no logran contactar con ellos. Desconocemos la razón, pero las comunicaciones se anularon hace un par de días. Iréis a la última localización que tenemos de ellos e investigaréis desde allí... Y dado que no todas las armaduras de Oro tienen portador, no se ha hecho la elección del Patriarca, nos estamos ocupando nosotros de sus funciones... Los únicos santos de Oro que faltan son Libra y Leo, ¿Por cuál queréis empezar? 

-Leo- dije sin más- si su constelación lo ampara entonces no dudará en venir aquí cuanto antes y comenzar a impartir algo de orden y movimiento. Donde se lo vio por última vez?-

Ante mi desconocimiento sobre aquellos que portan las armaduras, me limito a asentir. 

- Empecemos por el Santo de Leo. Libra será el siguiente. 

No conocemos a ninguno de los dos asi que Leo es tan buena opción como cualquier otra.  Digo encogiendome de hombros, eran ellos los que conocían la misión de ambos si no nos indicaban cual tenía una misión menos prioritaria cualquiera de los dos estaría bien.

- ya esta decidido -
es lo único que dice Alexander mientras se cruza de brazos en la sala.

- Que así sea entonces... Que vuestras decisiones se entremezclen con los hilos del destino y os guíen hacia el mejor de los caminos...

Celia habla con calma, de forma pausada... Casi como si viera algo que el resto no...

- La última localización del Santo de Leo era en Australia... Se encontraba allí buscando un cosmos muy intenso... Tenía la esperanza de haber encontrado a un posible Santo... De manera que si no hay más dudas en vuestros corazones que requieran de nuestra atención, os sugiero que os retiréis a meditar sobre lo que el futuro os depara...

Una vez que estuve decidido comencé a caminar hacía afuera, no iba a meditar, sino a prepararme para mi viaje.

Australia, llevaría ropa ligera para andar por allí, tal vez molestara de paso a algún canguro.

Veo cómo Artemias no tarda avanzar hacia la salida. La actitud de este chico me llama mucho la atención. Es todo orgullo. Con mucha disciplina y se podría que decir elegancia. La armadura del Unicornio le viene como anillo al dedo. 

- Gracias por su confianza en nosotros. Estaremos a la altura de vuestras expectativas - digo, a modo de despedida. 

Dicho esto, inclino levemente la cabeza. Me doy la vuelta para abandonar la sala pero, antes de salir, me giro y hago un gesto de despedida para Mïra, que ella me devuelve. Quién sabe cuándo volveré a verla. Seguramente, dentro de mucho. 

La voy a echar de menos. 

Australia... ok, salgamos cuanto antes podremos meditar de camino. Sugiero Como bien han dicho antes somos de los que "más" enteros hemos salido del enfrentamiento no tenemos demasiado tiempo que perder.

Puedo ser lento tomando decisiones por qume gusta observar las cosas desde distintos angulos, pero una vez la decision esta tomada no hay tiempo que perder para llevarla a cabo, así es como deberían ser las cosas desde mi punto de vista.

Alexander se dirigió con sus compañero mientras estos abandonaban la estancia, permaneciendo en su sombras mientras caminaba antes de salir hecho una mirada atrás hacía los caballeros de oro antes de volver a mirar a sus compañeros y seguir hacía delante.
"Siento que algo no esta bien." fueron los pensamientos de Alexander mientras camina hacía su destino.

- Bien entonces... Tenéis dos horas para recoger lo que necesitéis, tras eso el coche os estará esperando para llevaros al aeropuerto. 

Durante ese tiempo que nos han dejado, me dedico a volver a la residencia a recoger mis cosas. Me preparo para el viaje, con ropa cómoda y botas de monte para lo que posiblemente será un larga caminata. También cojo material para conjuros que puedas sernos útiles (aún no me he perdonado por no llevar esas malditas velas encima la última vez).

Lleno mi bolso de lo que me gusta llamar "por si acasos". Una navaja multiusos, una linterna de llavero, un pequeño espejito, mechero (no quería depender de la magia para prender cosas) e ibuprofeno, que siempre viene bien. 

Además, me dedico a usar mi destartalado móvil para bajarme algo que leer para el camino. Ésta vez, además incluí leyendas y cuentos del continente, los poco que pudieran quedar. Por último, me dejo caer panza arriba en la cama, pensando en lo poco que voy a descansar durante estos días. 

Giro la cabeza, hacia donde se solía sentar Mïra en nuestras charlas las semanas anteriores. Echándole fuerza de voluntad, le escribo un mensaje corto y se lo dejo donde sé que lo va a encontrar: debajo del bote de las galletas que tanto le gustan. Se las come como lacasitos. 

Mientras salís del Santuario, pensando en lo que tenéis que hacer antes de vuestra partida, veis que desde el pueblo se acercan dos personas.

Uno de ellos parece un hombre. Mide un metro ochenta y va vestido con una gran gabardina verde que le cubre todo el cuerpo. También lleva una capucha, de manera que es imposible verle la cara por completo. En la tela veis deferentes tiras de color blanco que forman bellos dibujos, de manera que, a pesar de tratarse de una gabardina, es bastante bonita.

Su acompañante va un paso detrás de él. Es una mujer de metro setenta que va vestida os recuerda a algún tipo de secretaria. Lleva gafas, el pelo rubio recogido en un moño y un libro en los brazos. Os llama la atención que, a su alrededor, hay una pluma levitando. 

Ambos avanzan hasta que se detienen en medio de la plaza donde ocurrió el combate. El hombre parece mirar a su alrededor, como si se fijara en las marcas que hay en el suelo. Está ahí varios minutos, como estudiando las marcas, tras lo cual sigue avanzando. 

Me acerco a donde estan ellos como quien no quiere la cosa con curiosidad para ver si me suena quien es de todas formas y para ver si hay algo en los restos del combate queme pueda decir algo a mi.

Al igual que Opa, a prudente distancia de los recién llegados, trato de acercarme para ver qué marcas pueden llamar tanto la atención del desconocido. ¿Quizá algo que explique la naturaleza de nuestros atacantes? ¿Es posible que hayamos pasado por alto algo tan obvio en medio del caos y del desastroso final de la batalla?

Cuando pasamos por su lado, saludo con educación y continúo hacia el frente. 

- Buenos días. 

Mi voz suena quizá ligeramente más seca de lo normal. Sin embargo, dadas las circunstancias, me parece hasta lógico.