Partida Rol por web

La enfermera acepto de buen grado y pese a sentirse por un segundo inseguro com, rápidamente lo espero y sintió calidez en aquel lugar tan frío. Se sintió bien. Pero lo bueno termina.

Cuando se separó, se quedó mirandola esperando observar, tipico de él, como afectaba aquello a la persona que tenía frente a sus ojos, desde su cabeza solo veía todo aquello como un juego de analisis del funcionamiento del mundo, pero eso no dejaba de lado los sentimientos compartidos.

-S-sí... -Respondió- Yo también debería descansar. - Terminó el vaso de leche de otro rápido gran trago para poderle preguntar antes de que se pudiera ir.- ¿Entonces nos vemos mañana?

- Suficientes detalles. - respondió la doctora mientras punteaba rápidamente en la tablet. Al comentario sobre el aparato simplemente respondió con una sonrisa. -  En realidad son síntomas que entran dentro de lo normal, así que no hay razón para preocuparse. - Guardo entonces el pequeño aparato en un bolsillo, y toco el avisador que llevaba en el cinturón. - Bueno, vamos a hacer las pruebas físicas, ¿de acuerdo?

Apenas unos instantes más tarde llego el enfermero y una vez más dedicaron los siguientes diez minutos a realizar pruebas de reflejos, visión, audición, y memoria. El primer día, ante las preguntas de Maia, la doctora le había explicado que preferían ser exhaustivos respecto a posibles efectos secundarios. Por suerte los análisis los hacían durante los periodos de sedación posteriores al tratamiento, por lo que el paciente se libraba de sentir los pinchazos.

Cuando el enfermero se marcho con los utensilios, la doctora se detuvo un instante.

- Hay algo más que tengo que decirte - su rostro era ahora más grave, como también su voz - Carlos falleció durante la pasada noche...

Fue como si dejasen caer una piedra sobre el pecho de Maia. Una piedra inmensa que caía sin previo aviso haciendo tambalear los cimientos de su confianza. Uno de los cinco había muerto en solo 4 días. ¿Como puedes digerir algo así?

La mujer a su vez se quedo helada ante la reacción y las palabras de Caroline. Sin duda había sorpresa, pero también algo más que la chica no pudo identificar. ¿Satisfacción? ¿Alivio? Desapareció rápidamente tras una máscara de comprensiva consternación.

- Calma Caroline. No se trata de ninguna prueba y no puedes haber visto a Carlos. - La mujer clavo sus ojos en los de Caroline y afirmo - Eso te lo aseguro.

Se hizo el silencio durante un instante mientras la doctora parecía tratar de decidir qué hacer a continuación.

- Lo más probable - comenzó a decir despacio, muy despacio, y manteniendo la calma. - es que hayas tenido un sueño muy vivido. De todas formas voy a pedir que te hagan unas pruebas más para asegurarnos. Podría ser algún extraño efecto secundario del tratamiento.

Toco el botón de su avisador, pero esta vez lo hizo tres veces.

- Mantengamos la calma. Voy a pedir que te hagan una batería completa de pruebas.

Aunque la reacción de la doctora la confundió aún más, Caroline no dijo nada al respecto, sino que se limitó a negar con la cabeza.

-Le juro que estaba despierta. De hecho, me desperté sobresaltada por un mal sueño y corrí al baño para vomitar. Me lavé la cara y cuando iba a regresar a la cama, vi a Carlos...- podría aceptar que fuera alucinaciones, pero estaba segura de que no lo había soñado -¡si hasta me acerqué a él y me pidió disculpas por no haber tenido más tiempo!- no gritó, pero se percibía alteración en su voz.

Cuando Neville dijo que le harían más pruebas, asintió, echándose el cabello hacia atrás con los dedos y dejando sus manos en su nuca mientras miraba, con súplica, hacia el techo de la estancia.

- ¡Si! - se apresuro a responder la enfermera.

Visiblemente contrariada ante su propia respuesta y todo lo ocurrido la enfermera se fue rápidamente.

Al final, ya fuese por la leche, o por el agradable contacto de la enfermera, Richard consiguió dormir un rato mas hasta que otra voz femenina lo despertó.

La doctora Julia lo miraba sonriente sentada en una silla a los pies de la cama.

- Vaya, veo que hoy ha logrado conciliar el sueño ¿verdad? - la mujer sostenía su tableta entre las manos mientras observaba con expresión amable, casi maternal, al joven. - Bueno, hoy puede dormir hasta tarde si quiere, pero antes debemos realizar los chequeos y las pruebas físicas ya sabe. ¿Alguna sensación o síntoma nuevo? ¿cambios en su estado desde ayer?

La mujer levanto las manos pidiendo tranquilidad.

- Caroline - dijo de nuevo lentamente - Yo te creo. Se que crees que lo viste, y quizá se trate de algún tipo de alucinación. Hablamos de un tumor en el cerebro, y las alucinaciones entran dentro de lo posible. Haremos unas cuantas pruebas y nos aseguraremos.

No había acabado de hablar cuando dos enfermeros entraron en la estancia apresuradamente. La doctora se levanto tranquilizándolos.

- Todo está bien. Sédenla y llévenla arriba. - Tras dar estas rapidas instrucciones se volvio hacia Caroline - Tranquila, vamos a hacerte unas cuantas pruebas y en un rato te traeremos de vuelta.

- ¡Más alto, papi, más alto!-gritaba la niña tras cada empujón que su padre le daba. Joy no podía dejar de reír, subida en ese columpio. Cuando llegaba a lo más alto, le gustaba echar la cabeza hacia atrás, ver como todo cambiaba de posición, como si el mundo estuviese al revés-¡Hasta las nubes, papi!-pidió cuando su padre volvió a posar sus manos sobre ella para impulsarla un poco más fuerte, un poco más alto. Escucha un zumbido en su oreja y la niña la sacude, pero no se va. Mira a ambos lados, confundida y molesta, pero el zumbido sigue allí, entonces una caricia en la oreja...

... Y Joy despierta en la blanca habitación. Sonríe por el bonito sueño, aunque eso la hace echar de menos a su padre. Se queda en la cama un momento, cierra los ojos muy fuerte, como si de ese modo pudiera transportarse de nuevo al columpio... tras unos minutos intentándolo, ve que es en vano y se incorpora, descubriendo así a la mosca que se había posado en su almohada. No se mueve nada. Joy la mira confundida y va a tocarla con un dedito.

- ¿Mosquita? ¿Estás bien?-pregunta al insecto, que no se movía. 

A lo mejor puede ser mi mascota aquí...

El dedo de Joy no logra hacer huir a la mosca, que aguarda como un cachorro ansioso de caricias. Con cuidado de no aplastarla, la niña consigue tocarla incluso dejar su dedo apoyado en ella sin que el pequeño insecto se aparte. Las pequeñas alas zumban produciendo un leve cosquilleo en la yema de su dedo.

Entonces se oyen las suelas de goma, el inconfundible sonido que cada mañana anuncia la llegada de la Doctora con más pruebas y preguntas. La pequeña mosca reacciona al sonido emprendiendo el vuelo repentinamente, pero en lugar de alejarse se mete bajo el pelo de la joven, posándose justo detrás de la oreja derecha.

La puerta de la estancia se abre, y la mujer vestida de blanco entra con una sonrisa. Siempre sonríe, sonríe mucho, casi todo el tiempo. Sin embargo Joy no cree que sea una sonrisa sincera, no cree que la mujer sonría de felicidad ni alegría. Es solo una sonrisa amable, pero vacía.

- ¿Qué tal has dormido princesa?

Entre el sueño y la mosca Joy casi ha olvidad como se encuentra. Sus manos están muy delgadas, le duelen cuando las usa. Siente muchas molestias en el estomago y el dolor de cabeza viene y va. El tratamiento no hace que se encuentre mejor, pero quizá tiene que empeorar antes de mejorar. Al menos ella tiene mejor aspecto que el resto, los cuatro adultos casi dan miedo por su aspecto. Cada día están más delgados y pálidos. Pero todos siguen siendo muy amables con ella, incluso juegan a sus juegos y le sonríen todo el tiempo. Todos parecen sonreír siempre cuando ella anda cerca.

Un zumbido breve en la oreja le recuerda que la mosca sigue allí, y justo en ese momento la Doctora vuelve a preguntar.

- ¿Princesa? Te preguntaba cómo has pasado la noche cariño.

Se siente realmente agotada tras todo el trabajo físico de las pruebas, cada vez lo odiaba más, y cada vez sentía más mono por el tabaco. Si el hecho de no fumar hacía recuperar la respiración y la agilidad física, ella no lo sentía ya que el procedimiento médico la tenía exhausta.

Cuando se sienta a descansar, deseando que la doctora se marchase para que la dejase descansar tranquila, la escucha con atención.
Al enterarse de que Carlos había muerto, su cuerpo se paraliza por completo y le recorre un escalofrío por la espalda. En otras situaciones aquello se lo hubiera tomado con más frialdad, sin embargo encerrada cual hamster de laboratorio y sufriendo las consecuencias de dejar el tabaco y de las pruebas, todo aquello le afectaba más de lo normal.

Sintió como el corazón se le encogía en un puño y se le hacía un nudo en la garganta. A su vez sentía gansa de vomitar, sin embargo lo único que salió de su cuerpo fue una lagrima que recorrió toda su mejilla. Luego suspiró forzadamente, ¿estaba llorando?

- No puede ser... - Dice en un hilo de voz, la siguiente podría ser ella misma, o Joy... o cualquiera...

Julia se tomo la libertad de acercarse y tomar la mano de Maia entre las suyas.

- Se que es difícil - comenzó a decir - pero Carlos entro con pocas esperanzas, era el caso mas grave de lejos, y si lo aceptamos fue por la pequeña esperanza de poder salvar su vida. Tu tienes una oportunidad mucho mayor que el.

Libero las manos de Maia y busco que sus ojos se encontrasen.

- Además necesito pedirte que vigiles a Caroline. Creo que estaba bastante unida a Carlos y la noticia le ha afectado… - Se mordió un labio mientras trataba de decidir si seguir hablando. Finalmente lo hizo. - …hemos tenido que darle un sedante, y se reunirá con el psicólogo asignado porque ha sufrido un ataque de pánico. Tememos por el impacto que esto ha tenido sobre ella, y quisiera pedirte que estés pendiente de ella. Puede que diga o haga cosas raras y si es así necesitamos saberlo todo para poder tratarla de acuerdo a su estado.

Hizo una nueva pausa como para dar seriedad a sus palabras.

- ¿Crees que podrás hacer esto por ella? 

Joy observa como la mosca ansía sus delicadas y suaves caricias, fascinada por la docilidad de la mosca. Deja su dedo posado sobre ella y ríe suavemente tras sentir el cosquilleo bajo su dedo. Entonces, escucha como se acercan a su habitación y la mosca va hacia su oreja, quedándose tras esta. La pequeña lleva uno de sus deditos al escondite de la mosca, como si no creyese que está ahí. En ese momento entra la doctora Neville con su sonrisa de fingida felicidad, a Joy le ponía triste saber que no la sentía realmente.

- ¿Qué...? Ah...-dice algo sobresaltada tras la segunda llamada de la enfermera. Se mira las manitas, cada vez más débiles, cada vez le dolían más-. Me duelen...-dice mirándolas-. También me duele la cabeza, y el estómago... no tengo ganas de desayunar...

En el momento en que Joy dijo que no quería desayunar, sintió un leve zumbido en su oreja derecha, como si la pequeña mosca estuviese batiendo sus alitas a toda velocidad. Solo dura un instante, pero no por ello resulta menos extraordinario.

Mientras tanto, la doctora asiente ante sus palabras.

- Lo se cariño, y lo siento, pero tienes que ser fuerte y valiente, porque en unos días comenzaras a sentirte mejor. Te hemos hecho algunas pruebas y parece que el tratamiento está funcionando muy bien - En ese mismo instante la mosca vuelve a zumbar de una forma casi demencial a juzgar por la vibración. De nuevo solo dura unos instantes. - Pero debes desayunar para estar fuerte. ¿Puedes hacer eso por mi?

Fue una pequeña buena noche.

El despertar, tampoco estuvo mal, había que mirarlo por el lado positivo, había otra mujer en la habitación a fin de cuentas.

-Oh, buenos días señorita Julia. -Y entre algunos quejidos y un bostezo, se sentó en la cama quitándose las legañas de los ojos- Pues, alguna que otra sensación buena -Dejó caer sin ser realmente el tipo de respuesta que querría seguramente.- Pero por lo demás, creo que todo más o menos igual. ¿Entonces no hay mucho plan para hoy?

La doctora anoto un rápido vise en su tablet antes de utilizar el pulsador que llevaba en el cinturón para pedir la asistencia de una enfermera.

- El mismo que ayer, lo siento. - responde la mujer - Comenzaremos con las pruebas entonces, si le parece bien.

La enfermera no tarda en aparecer en la habitación de Richard, aunque para su disgusto no se trata de la misma que le atendió la pasada noche. Una vez más pruebas de reflejos, visión, audición, y memoria llenan los siguientes minutos de la vida del joven. Tal y como ocurrió los días anteriores, aunque por alguna razón la enfermera hoy se muestra algo mas torpe. De hecho parece nerviosa, aunque trata de disimularlo.

Caroline abrió los ojos en una habitación. Era una habitación exactamente igual a la suya y sin embargo de alguna manera tuvo claro que no era la suya. Tardo un instante en darse cuenta de cual era la diferencia. La franja rosa omnipresente en las zonas asignadas a su grupo de pacientes. No había franjas de ningún color. Sin embargo esta peculiaridad pronto quedo relegada a un segundo plano.

Sentado a los pies de la cama se encontraba Carlos. Tenia los codos apoyados en las piernas, y el cuerpo reclinado hacia delante. Apoyado sobre las manos, su rostro quedaba oculto de la vista de la mujer. Se balanceaba levemente hacia delante y hacia atrás, y un lamento apenas audible salia de sus labios.

lo siento, lo siento, lo siento…

Al despertar, se sintió extraña. Lo último que recordaba, era estar hablando con la doctora Neville en su habitación... pero ahora, se encontraba en otra distinta. Frunció el ceño, antes de fijarse en una figura sentada al borde de su cama. Su corazón comenzó a latir rápidamente mientras abría los ojos de par en par. 

-¿Carlos...?- preguntó, incorporándose un poco. Sentía miedo y confusión a partes iguales. Está muerto, Carol... la doctora dijo que había fallecido, se dijo a sí misma mentalmente. Pero allí estaba él, lamentándose y moviéndose de atrás a delante, como un autista -No puedes ser real... estás muerto...

Pronunció aquellas palabras con sumo dolor, pues casi pareciera que intentaba convencerse a sí misma en vez de hablar con la figura allí sentada.

Observa como sujeta sus manos, y en el fondo siente como se va calmando y a su vez se angustia por la situación. Y nuevamente, asoma el mono de la nicotina que la zarandea junto a los síntomas del tratamiento, como si no tuviera suficiente…

Se encuentra con los ojos de la doctora en una mirada cansada y algo angustiosa.
Caroline… ¿Caroline? Vaya… no me esperaba eso de una chica como ella, se la veía fuerte, aunque estaba claro que todo esto supera a cualquiera.

- Quiero ayudarla… Pero aquí no distingo la diferencia de lo que está bien y de lo que está mal. Para mi estaría bien fumarme un pitillo para aliviar el dolor y lo echa polvo que me deja ciertos síntomas… Sin embargo para vosotros eso no está bien, y para mi ahora es una tortura… por lo cual ¿estáis haciendo bien por mi realmente? - Suspira, sabe que es una clínica y que es todo para su bienestar, sin embargo… Carlos había muerto…

- Primero necesito ver cómo está… Luego decidir, si me lo permites. Y no estaría nada mal fumarme un cigarrillo - ¿Estaba negociando con la doctora? Eso parecía. Quién lo iba a decir… no había duda de que el dolor físico la hacía más dura de lo que ya era.
Su educación japonesa le hubiera obligado a decir algún que otro "lo siento" y "por favor" sin embargo no fue así, y no vió la necesidad de usarlo.

El hombre observo a Caroline fijamente, y pareció asentir levemente.

- No estás loca.

La figura de Carlos pareció distorsionarse de una forma extraña, y repentinamente Caroline se dio cuenta de que se estaba volviendo translucida.

- No confíes en ellos Caroline, esto no es lo que crees.

La mujer se separa ligeramente de la joven, liberando sus manos en el proceso. Es evidente que esperaba la plena colaboración de la mujer asiática y no esperaba esta reticencia.

- De acuerdo, cuando vuelva a vuestra planta podrás verla y decidir por ti misma, y… - dice alargando esa y en el tiempo - …si decides colaborar estoy dispuesta a prescribirte tres cigarrillos al día. Para la ansiedad.

Dicho esto la mujer se levanta y comienza a salir de la habitación dejando de nuevo a Maia con sus pensamientos. Justo en el momento en que sale al pasillo añade.

- Y tira esa flor antes de que se pudra.

Maia observa el clavel, que ha durado menos de lo que ella esperaba. Alarga la mano para sacarlo del jarrón y examinarlo más de cerca. Al acercarlo hasta sus ojos sin embargo, observa que el aspecto de la flor es mucho mejor de lo que le había parecido cuando estaba en el jarrón. De hecho casi parece haber recuperado la viveza de sus colores, e incluso el tallo parece de nuevo firme, como si lo acabase de cortar.

Las pruebas tenían dos aspectos importantes, uno, el malo, era la monotonía y pesadez de realizárlas, la buena, que eras el centro de atención. A medida que pasaba el tiempo y las pruebas, se hacía más evidente aquel nerviosismo de la enfermera, pero Richard no sabía si debía preguntar o no, así que espero a que las finalizasen para soltar un simple y sencillo: 

- ¿Todo bien?