Partida Rol por web

Abres los ojos para descubrir que estas corriendo, el corazón parece latirte con mucha fuerza, casi como si se te fuese a salir del pecho. Miras a tu alrededor y ves que estas corriendo junto con Maia. Un par de pasos atrás se encuentra Richard que carga con Joy.

Antes de que puedas pensar donde te encuentras o porque, Maia os señala las luces del pueblo.

- ¡Tenemos que pedir ayuda! – dice con la voz ahogada.

Ves que Richard esta exhausto por correr con la niña, apenas puede dar unos pocos pasos más. La propia Joy está asustada, no parece entender lo que está ocurriendo. Maia llama de nuevo tu atención.

- ¡Tenemos que pedir ayuda Caroline!

Y sin esperar tu respuesta se lanza de nuevo a correr hacia el pueblo.

Ahora que habías logrado dormirte, y ese maldito zumbido no cesa. Quieres abrir los ojos pero te resulta casi imposible. Intentas apagar la fuente de ese sonido con una mano pero apenas lo alcanzas. Tu mano es increíblemente pesada. Un nuevo intento de abrir los ojos te regala un molesto brillo blanco que te deslumbra.

Maldita sea, con lo que te ha costado dormir estas últimas noches. Haces un último esfuerzo y logras abrir los ojos. Tu cuerpo te pesa enormemente, resulta doloroso moverse.

Lo primero que te llama la atención es no estar en tu habitación, pareces estar en alguna sala blanca distinta, pero no es tu habitación. Mueves la cabeza y te descubres conectado a un gotero con una sustancia negra que parece caer hacia tu brazo. Sientes repulsión al ver que no es una sustancia negra, sino un montón de moscas y hormigas que parecen haberse metido en él.

Te lo arrancas asqueado, y el zumbido regresa. Una pequeña mosca pasa ante tus ojos y se posa en la bolsa que te suministraba. Un líquido transparente sale de ella, y puedes leer en la etiqueta la palabra morfina. Eso explica la pesadez, pero ¿qué hacen esos insectos en la vía?

Tratas de nuevo de ver donde te encuentras, para descubrir otras dos camillas a pocos metros de ti. En una se encuentra Caroline, y en la otra Maia. Ambas tienen goteros de morfina como el tuyo, pero los suyos no están obstruidos.

Al fondo ves una puerta de quirófano.

-¿Pero qué...?

Caroline estaba corriendo junto a Maia y a pocos pasos tras ellas, Richard, cargando con la niña en brazos, las seguía. La joven no sabía cómo ha llegado hasta allí, ni siquiera por qué huyen. El corazón le bombeaba con tanta fuerza que Carol creía que sufriría un infarto en cualquier momento, del mismo modo que su respiración, entrecortada, no le permitía preguntar ni siquiera gritar.

No muy lejos,  vio las luces de un pueblo. Por las palabras de Maia, dedujo que era allí hacia dónde se dirigían. Caroline no se lo pensó... corrió tanto como su maltrecho cuerpo le permitía, en post de la joven asiática.

Maia parece inagotable, quizá porque al fin se siente libre o mas probablemente por la adrenalina. Corre delante de Caroline buscando la comisaria, pero esta sale a vuestro encuentro en forma de un vehículo policial que se detiene a pocos metros de vosotras.

Dos agentes bajan con gesto consternado del vehículo.

- ¿Qué les ocurre señoras? ¿Necesitan ayuda? – pregunta el primer agente, mientras se acerca a Maia con prudencia.

Ambos se os acercan con las manos en las cartucheras. Evidentemente muestran desconfianza. Dos mujeres corriendo de madrugada, probablemente ofrecéis un aspecto extraño. El segundo agente se acerca a Caroline.

- No se preocupe, estamos aquí para ayudarla. ¿Dónde están los demás?

Conformé iba observando a su alrededor, más vueltas le daba todo, su respiración empezó a acelerarse bastante. Cerró fuertemente los ojos en un intento de acumular fuerzas, y con la pequeña esperanza de que aquello fuese aun un sueño, y se levantó de golpe de la camilla. Al tocar el suelo sus piernas se doblegaron cayendo de rodillas, no podía con su propio cuerpo. Miró jadeante donde la vía había estado pinchada deseando no ver alguno de aquellas moscas u hormigas.

"¿Qué es todo esto? ¡¡¿Qué coño ha pasado??!!" 

Intentaba pensar sus últimos recuerdos, pero no había nada claro y la situación no ayudaba. Sirviendo la camilla como apoyo se levantó lentamente y miró hacia donde se encontraban las chicas. A paso seguro, para no caerse, se dirigió hacia la camilla de Caroline y miró su gotero, luego echó la vista atrás para volver a ver el suyo.

"¡¡No pasará nada, no pasará nada por quitárselo, ¿Qué va a pasar?!! A malas se lo vuelvo a poner..."

En su mente no paraba de repetirse aquello hasta que con cuidado le quitó la vía e intentó despertarla zarandeandola suavemente.

-¡Ey, ey! ¡Caroline! ¡Caroline! ¡Despierta! ¡Despierta! ¡¿Me oyes?!

El cuerpo de Caroline estaba helado, pero Richard no se desalentó. Retiro la via con cuidado en un intento de liberarla del efecto de los sedantes. Sin embargo, aun sin tener el gotero conectado, la joven parecía sumida en un sopor muy hondo. Richard trato de abrirle los ojos para encontrarlos cubiertos por un velo blanquecino. Solo el leve movimiento del pecho de la chica indicaba que la mujer seguía viva. Quizá tuviese más suerte con Maia.

Richard retiro la vía de Maia y la zarandeo despacio tratando de despertarla. A diferencia de Caroline, Maia si pareció reaccionar y Richard pudo ver como trataba de abrir los ojos.

El que Caroline no despertara lo alteró y al ver como Maia si parecía abrir los ojos, a Richard le pareció un milagro dada la situación.

-¡Maia! ¡Menos mal! No hay tiempo. -No quería ser brusco pero intentó levantarla un poco cogiéndola de la cabeza para que despertase, estaba bastante desesperado, todo aquello era muy raro, joder había moscas...- ¡Moscas! ¡Y hormigas! Y Caroline esta drogadisima y esto no es normal, coño, ¡HABÍA PUTAS MOSCAS EN LA VÍA!!!

Ricky miraba a Maia esperando que ella supiese que hacer.

Abre los ojos y todo le parece pesado y extraño a la vez.

¿Donde estoy? ¿Qué es ese sonido que oigo de fondo? Parece la voz de Richard…

Como si sus párpados no pudieran mantenerse en alto lo mira estrechando los ojos, enfocando la figura que distingue al muchacho. Lentamente va percibiendo palabras y las encuadra bien en su cabeza, entendiendo lo que le dice pero… ¿de qué está hablando?

Frunce el ceño y cierra los ojos tomándose un momento para pensar, dentro de sus posibilidades sensoriales.

Cuando Richard la sujeta de la cabeza así, abre mucho los ojos y lo mira, espabilando casi de golpe, alterna la mirada alrededor de su rostro compungido y llevado por la histeria. Sube una mano al brazo de él para tratar de transmitirle calma aunque ni ella misma lo esté. Lo sujeta con fuerza, o lo que ella cree que es fuerza - Richard… eh… Ricky, cálmate… - Le dice cerrando los ojos de nuevo y abriéndolos como si cargase con un enorme peso, en un tono de voz entonado en un hilo y ahogado por el cansancio - ¿De que hablas de moscas y hormigas? Me estás asustando…

¿Estaba alucinando quizá? ¿Debía hacerle caso?

Apartó su brazo con cuidado de que pudiese sostenerse ella sola y alargó un brazo señalando el gotero junto a su camilla por el cual circulaban las moscas y hormigas hacia él y con el otro señaló a Caroline, a quien ya le había quitado el gotero de morfina y no había conseguido despertarla.

-¡A aquello y a ella! - Dio un par de pasos hacia Caroline para luego retroceder y ofrecerle una mano a Maia recordando su patético despertar.-¿Puedes o te a ayudo a levantarte?

Maia abre los ojos para descubrir que se encuentra en una pequeña sala rectangular con tres camillas con ruedas. En una yace aun Caroline, la otra, sin duda de Richard, esta vacía. Parece que Richard les ha quitado las vías tanto a Caroline como a la propia Maia. La joven se fija en el gotero para ver que contiene una dosis bastante abundante de morfina. Sin embargo los aspavientos de Richard hacen que se fije en algo más.

Moscas y hormigas. Las palabras cobran sentido ante los ojos de Maia cuando se da cuenta de que la vía que presumiblemente llevaba Richard está totalmente obstruida por una gran cantidad de estos insectos. En un acto instintivo comprueba la suya y la de Caroline. No, solo ocurre con la de Richard, y eso parece explicar porque es el quien la ha despertado de su letargo.

Ambos tratan de entender lo que ocurre. Fueron a sus habitaciones para ese tratamiento fuera de hora y han despertado en este lugar desconocido.

La estancia es blanca, y carece de banda rosa en la pared que indique la zona en la que se encuentran. A ambos lados hay puertas, pero la de la derecha tiene un letrero que reza “Quirófano”. Ahora comienzan a oír el débil murmullo de un par de voces que salen de él. Una pequeña ventana en el centro de la puerta deja ver el potente brillo de una luz blanca que sale de su interior.

Desliza las manos por la cama acariciando las sábanas bajeras de la misma. Observa a su alrededor llevándose una mano al rostro y pasándola por su pelo, despeinándolo aún más, distinguiendo la sala y finalmente enfoca a Caroline.

Poco a poco va recobrando el sentido y al ver a Caroline que yace inerte, piensa al instante que está muerta y niega con la cabeza comenzando a angustiarse - No... ¡no!

Busca con la mirada a Richard y en seguida el color de su vía llama su atención. El asombro no sale de ella y se va incorporando del todo sentándose en la cama - ¿Pero que coñ...? - Mira al muchacho con los ojos totalmente abiertos, asombrada y horrorizada.

De pronto recuerda a Joy y de un salto se levanta de la cama, sin embargo se tambalea y termina apoyándose en el cuerpo de Richard. Se sujeta en sus brazos y se va levantando. Pero el sonido de unas voces la hace detenerse en sus movimiento y permanecer rígida pegada a él ¿Eran los médicos? Sin duda en su cabeza saltó una alarma que le decía salir de allí cuanto antes.

Sube las manos por el cuerpo de su compañero hasta apoyarlas en sus hombros - Escucha, hay que salir de aquí ¿Dónde está Joy? - Agarra su ropa con fuerza mirándole aún horrorizada y asombrada.

Trata de pensar rápido y sin soltarle estudia la situación alrededor de la habitación. Una puerta a un lado, otra al otro que da a un quirófano y una ventana - Salgamos ahora - El miedo se apodera totalmente de ella y el corazón le late a mil por hora, pero está decidida a actuar mientras le queden fuerzas.

Finalmente Maia terminó optando por la misma opción que Richard, saltar de la cama y que el destino se apiade de su cuerpo, solo que esta vez estaba él para detener la caída. 

-Cuidado...

Entonces, el sonido de las voces resonaron en su cabeza al tiempo que imaginaba un montón de alarmas rojas y sonoras retumbando peligro.

¡¿Cuando se ha vuelto esto una película de terror?!

Rápidamente volteó la cabeza hacia la puerta de dónde provenían sin soltar a la chica por si aun no había recobrado las fuerzas suficientes. Cuando subió hasta agarrarlo fuertemente por los hombros, volvió a mirarla.

-Vale, vale, tran...-No estaba tranquilo, él, no tenía sentido decir aquello.-Joy, Joy...-cerró los ojos con fuerza pensando-Mmm... ¡Mierda!

Un quirófano con luz, voces provenientes de él y tres de los cuatro pacientes en lo que parecía una sala de espera o recuperación o vete tu a saber que. Todo aquello apuntaba a que la cuarta persona podría estar allí dentro aun. Y Caroline seguía inconsciente.

Mierda, mierda, mierda mierdamierdamierdamierdamierda ¡Mierda! Todo se complica y no soy ningún tipo de héroe.

-Vale, mira tras aquella puerta. -Dijo señalando la puerta de la que no provenían las voces, no sabíamos que era, tal vez solo era un puto armario. - Y luego intenta ayudarme a ver si puedo con Caroline.

No es que piense en escapar de este lugar con ella a cuestas, pero si al menos podemos esconderla en algún lugar...

Cogió las manos de Maia separándolas de él con cuidado que no cayese para luego empezar a caminar con cuidado, pero no hacia Caroline, sino que hacia la puerta de donde provenían las voces, con la intención de asomarse con cautela y ver que estaban haciendo allí dentro y si Joy estaba con ellos. Luego iría a intentar cargar con Caroline, pero primero debía saber si los que se encontraban allí dentro estaban distraídos aun en alguna cosa.

Se va soltando lentamente de los brazos de Richard mientras le escucha hablar, con un gesto claramente compungido en su rostro.

Asiente a lo que le dice y camina con sigilo hacia la puerta contraria que examina su compañero. Trata de abrirla con cuidado para que no hiciera ningún ruido. Sólo pedía a cualquier dios que Joy no se encontrase en la sala de quirófano, aunque algo dentro de ella apostaba que así era.

Maia se acercó a la puerta con paso vacilante. No había marcas ni señales que le permitiesen saber lo que había al otro lado, y finalmente opto por tratar de abrirla con cuidado. La puerta no estaba cerrada y cedió ante Maia lentamente.

Un pasillo de hospital se prolongaba hacia izquierda y derecha. Varias puertas daban a el, la mayoría cerradas mientras que en un extremo había una puerta de cristal o plástico transparente que separaba esa sección de pasillo de la siguiente. Un escalofrió recorrió la espalda de Maia cuando vio a un hombre vestido como un guardia de seguridad al otro lado de la puerta transparente.

Pero nada de lo que Maia pudiese imaginar respecto al guardia importo cuando un sonido gutural y angustiado escapo de la garganta de Richard. La joven se volvió rápidamente para descubrir a Richard mirando a través de la pequeña ventanita. Lo que había provocado esa reacción en su compañero no podía ser bueno, pero pese a ello Maia se acercó para verlo por sí misma.

El cartel no mentía, la siguiente sala era un quirófano. En torno a la mesa de operaciones se encontraban cuatro personas con las caras parcialmente cubiertas por las mascarillas. Una de ellas empuñaba un pequeño rotulador, y pese a su máscara ambos reconocieron a la doctora Neville.

Los peores temores de los dos pacientes se hicieron realidad cuando la mujer se movió para comenzar a dibujar algo en el cráneo de la paciente que se encontraba allí, que no era otra que la pequeña Joy. Si albergaban alguna duda sobre lo que estaba ocurriendo, se borró cuando escucharon el sonido de una pequeña sierra redonda, que uno de los ayudantes estaba probando.

Desde aquella distancia era imposible saber si Joy seguía con vida, pero tanto Richard como Maia se temieron lo peor.

Y de nuevo la vida le recordó lo duro de pensar. Con lo feliz que puede llegar a ser la ignorancia, por que siempre se empeñaba en pensar más allá de lo que debía, siempre terminaba en conclusiones tristes y horribles, ya fuese sobre la vida misma, o sobre donde se podría encontrar Joy. Tras ver como la niña se encontraba rodeada de aquellas personas y...aquella sierra con destino a su cabeza... deseaba haber cogido a Caroline y salir los tres con la dulce esperanza de que Joy estuviese bien.

Miró a Maia, quería ocultárle lo que había visto, pero su cara de angustia lo traicionaba.

-Será mejor que me ayudes, intenta no hacer mucho ruido.-Se dirigió hacia Caroline quitándole las sabanas y sentándola para poder cogerla y cargarla a la espalda. -¿Cómo está el asunto por aquella puerta?

Por su cabeza todo eran escusas para justificar el por que no iba a interrumpir dentro del quirófano en plan salvador, pero realmente no las necesitaba, la conciencia le reconcomía, pero NO era ningún HÉROE, y allí había 4 personas,(Una con una sierra joder) y quién sabe si podrían avisar a más, además, causarían un buen alboroto, todo indicaba a fracaso. Y Maia antes parecía que iba a irse sin más, no debería importarle ahora, espero.

"Moscas, hormigas, moscas, hormigas, Joy jugando con una mosca, hormigas, mos..."

Realmente odiaba no poder controlar sus pensamientos y necesitaba más que nunca fumar, necesitaba tranquilizarse, debía salir de allí e ir directo a ver a su camello, estaba decidido, pero...¿aguantaría?.

Cierra la puerta con sumo cuidado y se sobresalta al oír a Richard así. Asustada, corre hacia él y trata de visualizar lo que hay dentro de ese quirófano.

Y ahí estaba, lo que peor se temía, la niña sobre la cama apunto de ser abierta por el craneo. El cuerpo de Maia se paralizó al instante y por completo llevándose una mano a la boca para ahogar cualquier sonido que saliera de ella. Lentamente arquea las cejas y su rostro se compunge a medida que lo piensa. ¿Sería una operación para bien? No lo creo, Carlos no salió bien de aquello y hormigas y moscas no es lo más normal ver en unas vías.

La respiración de la joven comienza a acelerarse y camina hacia Richard mientras le tiembla todo el cuerpo, sin embargo eso no le impide actuar, si no todo lo contrario, quiere salir de allí cuanto antes, por lo menos los tres.

Que distinta sería la imagen si Richard cargara con Caroline y Maia cargara con Joy... Le dieron ganas de abrir la puerta de golpe y llevarse a la niña ante cualquier consecuencia. Haría un acto heróico y se llevaría a la pequeña estuviera viva o muerta, porque Carol le había pedido que cuidase de ella, y eso no podía estar pasando... eso no podía ser así...

- No hay nadie por el pasillo. Pero hay... Hay un guarda tras una puerta de cristal o algo translucido, quizá tengamos suerte y no nos vea salir pero no lo sé... No lo sé...

Sus mejillas se bañan enseguida de lagrimas mientras ayuda a Richard a colocar a Caroline sobre su espalda, acomodando sus brazos y piernas - No podemos dejar a Joy... Dios... - Dice tragando saliva en un tono de voz quiebro. Se sorbe la nariz y se pasa mano por las mejillas para secarse - Richard... Tengo miedo... - Confiesa a la desesperada dirigiendo su mirada hacia él.

La joven estaba exhausta, pero Maia no parecía cansarse.

-Maia... ¡espera!- dijo Caroline, quedándose sin aliento -Ricky... Joy...- murmuró, refiriéndose a su compañero que cargaba con la niña, y estaba quedándose atrás.

Entonces un vehículo policial se detuvo cerca de ellas. Caroline paró en seco y alzó las manos en alto -Agentes, ¡necesitamos ayuda!- dijo, aunque no sabía muy bien  por qué. Giró la cabeza hacia Richard y volvió a mirar a los policías -Por lo menos ayuden a la pequeña... ¡por favor!

Mientras cargaba a  Caroline, escuchó a Maia hablar sobre el guardia. Saldría y evaluaría el también la situación. Entonces Maia empieza a llorar, añadiendo que no podemos dejar ahí a Joy. Richard apartó la mirada de ella, evitando que aquel rostro se contagiase al de él y tragando saliva y levantando por fin a Caroline suprimió las ganas de llorar por aquello que estaba apunto de hacer.

-Buscaremos por donde salir, si podemos, volveremos a por ella. -Aunque lo dudo mucho...- Pero ahora mismo no podemos entrar ahí como si nada. Vamos, abre la puerta.

Empezó a dirigirse esta vez hacia la otra puerta esperando a que Maia la abriese. Al salir y ver al guardia al otro lado de la puerta, no le pareció la mejor idea ir por ella.

-Vale, no creo que sea lo mejor salir por ahí ahora, tal vez si entramos en alguna de estas puertas podemos escondernos e ir mirando si en algún momento se va, o si se den cuenta que hemos desaparecido, aprovechar algún momento.

Asiente con pesdumbre y suspira tratando de calmarse. Se pasa las manos por las mejillas y acto seguido hace lo que le pide, abrir la puerta. Se acerca a ella y la abre lo más silenciosamente posible.

Al salir mira a Richard y asiente una vez, le parece lo más lógico - Vale, está bien, vamos por allí... - Dice tomando la iniciativa, tenían que actuar rápido también. Camina por el pasillo en busca de una puerta cercana a la del guarda para poder vigilar. Se acerca a una de ellas y gira el pomo de la puerta, esperando a que se abra...

El agente se volvió hacia donde Caroline miraba viendo a Richard y Joy. Entonces se volvió hacia su compañero e hizo leve asentimiento. Lo siguiente que escucho Caroline fue el sonido de una detonación, seguido por una mezcla de sangre y esquirlas de hueso que salieron despedidas desde la frente de Maia.

El segundo agente también había desenfundado su pistola apuntando en esta ocasión a Caroline. La mujer sintió una sacudida.

Caroline abrió los ojos para verse en volandas sobre el hombro de alguien. Tardo unos instantes en comprender donde se encontraba. Estaba en una especie de sala con tres camillas, y al parecer Richard la había recogido cargándola sobre su hombro.

Escuchas las voces de Maia y Richard, al principio como voces muy distantes.

- No podemos dejar a Joy... Dios... – dice la mujer y su tono de voz parece desesperado. - Richard... Tengo miedo... 

- Buscaremos por donde salir, si podemos, volveremos a por ella. –responde Richard- Pero ahora mismo no podemos entrar ahí como si nada. Vamos, abre la puerta.

Richard se mueve y tu lo haces con el. Sus palabras ahora son claras y nítidas, aunque es evidente que aun no se ha dado cuenta de que estas despierta.

- Vale, no creo que sea lo mejor salir por ahí ahora, tal vez si entramos en alguna de estas puertas podemos escondernos e ir mirando si en algún momento se va, o si se den cuenta que hemos desaparecido, aprovechar algún momento.

La voz de Maia le responde a pocos centímetros de ti.

- Vale, está bien, vamos por allí... 

 Sientes tu cuerpo pesado y dolorido, pero lo que es peor. Tienes una sensación de urgencia desde que has escuchado el nombre de Joy. De alguna forma sabes que corre peligro, y por alguna razón tienes el palpito de que la vida de la niña depende de Maia.