Partida Rol por web

El principio del fin.

El Bosque

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06/09/2014, 17:00
Eric

Eric torció el gesto al escuchar que "un bicho idiota la había enviado allí". ¿Alicia se estaba refiriendo a su captor? Y recordó aquellas historias sobre horribles monstruos que secuestraban bellas doncellas: algunos simplemente las mantenían en un castillo lejano o un torreón abandonado; pero otros... los muy canallas las maldecían para obligarlas a cumplir órdenes a su merced, ya fuese usarlas como servidumbre o mandarlas a peligrosas misiones que ellos no tenían ganas de cumplir. Eric supuso que Alicia era una de estas últimas. "Pobrecilla... ¡malditos!" pensó indignado.

Como príncipe (y al contrario de su sensato y calmado padre), Eric era impetuoso en acciones y en pensamiento, sobre todo si implicaban ayudar a una dama en apuros. Así que el resto de la frase de la desquiciada muchacha ("búsquedas, órdenes sobrenaturales, misterios místicos, toda la farándula" había concluido ella) solo sirvió para darle la razón ante sus teorías: ¡Alicia era una pobre dama secuestrada y víctima de una terrible maldición!

"Debemos ayudarla" se dijo, y miró a Juan asintiendo levemente, como si él hubiese podido leerle la mente ante este último pensamiento. Seguidamente, volvió a dirigirse a Alicia.

- Sé algo sobre algunos de esos temas, sí -respondió, intentando aparentar serenidad ante sus recién deducidas conjeturas-. Cuéntanos algo más sobre ello, quizá podamos ayudarte.

Notas de juego

Disculpad el enorme retraso U_U

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07/09/2014, 10:16
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

No es que Alicia creyera que podía confiar en ellos, es que tenía la idea de que si dejaban de ser de confianza, les encargabas una corbata colombiana y a otra cosa. Por tanto, recogiéndose el pelo detrás de la oreja -no mejoraba su aspecto porque permitía ver mejor su mirada desquiciada-, se lo pensó tres segundos y contestó.

- En realidad no hay mucho que contar. Chesire fue tan críptico como siempre, el muy cabrón - giró la cabeza hacia un lado y escupió un poco de sangre. Le bailaba un diente del viaje dentro de la madriguera-. Ve al Mundo de los Cuentos y salva a esa caterva de princesitas. Y de paso -añadió con sarcástica amargura- acuérdate de comprarme algo bonito.

Se frotó los brazos con ansiedad.

- Necesito un cigarro -musitó para sí misma, y después volvió a hablar en tono normal-. Mira, va a nacer alguien. Una chica. La Oruga me soltó la profecía en toda la cara, pero ni esa cabrona críptica sabía de qué estaba hablando. Esa chica va a poner el Mundo de los Cuentos del revés, o quizá se lo cargue del todo. Y me ha tocado a mí encargarme de ello. ¿Porqué? Porque a Chesire le ha salido, así de claro. No creas que me ha preguntado si me apetecía dejar la cómoda calidez de las duchas heladas del manicomio para venirme aquí -empezó a divagar-. Tenía electroshock a media tarde, y me lo voy a perder - la locura de Alicia tenía muchas facetas, y una de ellas era un Estocolmo intermitente. Sus opiniones sobre el manicomio variaban entre el odio, la ira, el miedo y el afecto-. Así que si tienes algo que aportar, empieza -miró a Juan, sin entender todavía qué hacía un mocoso así con un príncipe-. ¿Y qué coño hace este chico contigo?

Notas de juego

Me gusta el retraso de Eric ^^

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18/09/2014, 11:02
Juan

Juan soltó una carcajada corta y ligera, algo contagiosa si eras de risa fácil. Su sonrisa bobalicona estaba dirigida a la chica, que hablaba sin sentidos uno tras otro.

- ¡Conoces a gente mu rara! A mí mi Pá me mandaba po' pan, o a po' pollos pa' el cocido, pero de princesas na' de na'.- Cambió su alegría por una media sonrisa de suficiencia. O lo que pasaría por eso en alguien que no fuera Juan.- A'emás, ¿de donde has sacao una ducha en medio el bosque, eh? Pa mí que nos quie's tomar el pelo. Bueh, da igual. Na mas estoy acompañando a Eric, que parecía algo perdío. Que por cierto, ¿ande decías que ibas tu?

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19/09/2014, 14:36
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

Enfadarse con Juan era tan imposible como enfadarse con un campo de flores. Pisarías alguna caca de vaca, fijo; pero el conjunto era demasiado inocentón como para verle malicia alguna.

Alicia asintió a ese "conoces a gente muy rara". Sí, la conocía, y eso era innegable.

- Yo no pertenezco de este mundo -intentó que sonara casual, pero la elección de palabras no había sido muy apropiada. Sonaba demasiado ominosa-. Vengo de más allá de Nunca Jamás. Del mundo... -iba a decir "real", pero, ¿acaso esto no era real?-. De otro mundo. Y no sé a donde voy, porque esa rata con sonrisa hipertrofiada nunca me ha dado demasiada información. Creo que debería ir a alguna ciudad, eso me serviría para encontrar potenciales informantes -examinó el filo del cuchillo con interés. Podía sacar información y el hígado con un mismo movimiento. Cambió la sonrisa y de nuevo ofreció otra reverencia a la monarquía-. A no ser que sus altezas tengan a su disposición un mago de corte o equivalente. En ese caso, estaría encantada de solicitar una reunión con él.

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22/09/2014, 19:47
Director

La conversación llegaba a retazos a oídos de Coppelia. Por suerte parecía demasiado calmada para parecer realmente un conflicto, aunque desde luego tampoco parecía un reunión informal de conocidos. Aquella chica era muy extraña, con ojos crispados y piel pálida como si fuese mitad princesa y mitad bruja. Nada parecía tener demasiado sentido, pero hubo una frase que rompió por completos sus esquemas.

"Yo no pertenezco de este mundo" dijo la extraña chica y, sorprendida por la frase, la antigua muñeca pisó una rama más fuerte de lo debido, revelando su posición al mundo.

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22/09/2014, 19:52
Director

Un chasquido sobresaltó a Alicia. Sonaba a...Gato. ¡GATO! Le había oído hablar de él, ¿eh? ¿Se había ofendido, eh? ¿¡Dónde estaba aquella maldita sonrisa flotante y sus risitas de listillo ahora?!

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22/09/2014, 19:56
Director

El chasquido de una rama rompió la peculiar confesión de Alicia, como si el propio Bosque soltase un gemido de sorpresa. Sin embargo nada era tan poético, y en realidad el sonido reveló la figura de una mujercita semiescondida entre los árboles, cuya presencia se hizo obvia para todos los presentes.

No parecía nada amenazante, y en realidad no parecía encajar demasiado con el atractivo salvaje del lugar, mucho más en orden con la explosiva personalidad de Alicia. La recién llegada tenía un aspecto dulce y delicado, incluso dócil, que contrastaba profundamente con la mirada cargada de realidad de Alicia. Además, esta iba completamente vestida...salvo por unos llamativos zapatos rojos, que portaba en la mano mientras sus pies se llenaban de barro y restos de hojas. Ah, y no llevaba ningún cuchillo.

Desde luego parecía, de buenas a primeras, un encuentro bastante más agradable. 

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23/09/2014, 22:42
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

Alicia se giró, cuchillo en mano, hacia el GATO. Que no era el gato, vaya. Que era una suerte de Dorothy de cajita de música. Por suerte para todos, Alicia antes se volaría la tapa de los sesos que vestirse de muñequita, así que la recién llegada estaba a salvo.

Excepto si tenía tabaco, en cuyo caso estaba más que jodida.

- ¿Quién coño eres? - preguntó-. ¿Te manda ese puto gato? No, no te manda. Pareces normal.

Normalmente las mujeres no solían ser un problema. Eran los enfermeros los que te metían en grandes bañeras con hielo, las enfermeras solamente te daban pastillas, cambiaban sábanas y secaban sudores. Agradables dosis de felicidad. En todo caso la chica parecía estar de paso, porque mucha casualidad sería que... o igual también era una liada de la Oruga. 

Giró el cuello hacia Eric, señalando el camino con el cuchillo:

- Echa a andar, Alteza. Que tenemos un trato -le dedicó un gesto similar a Juan, el cual parecía completamente impermeable a las preocupaciones. Qué envidia.

Después se volvió a girar hacia la recién llegada, mirándola con desconfianza. Que bien pensado, no era una mirada excesivamente mala en ojos de Alicia. ¿Tendría algo que ver, formaría parte de la historia? ¿O sólo era una chica con mala suerte?

- Cómo te llamas y qué haces aquí -técnicamente preguntas, aunque la inflexión era neutra. 

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23/09/2014, 23:09
Coppelia

Coppelia escuchó el sonido de la ramita crujiendo bajo su pie descalzo y se quedó inmóvil, como congelada en medio del movimiento. Sus ojos se abrieron como platos y durante varios segundos dudó si huir corriendo por donde había venido. 

Pero esa idea desapareció de inmediato al ver a la damisela en apuros -que finalmente había resultado ser una especie de forajida descocada- apuntándola con el cuchillo. No es que Coppelia tuviera mucha idea sobre cómo funcionaba el mundo, pero esa mujer parecía estar a medio camino entre una princesa y una bruja. Y eso sumado a las cosas extrañas que decía era suficiente para provocar en la antigua muñeca un extraño cosquilleo en los brazos, mezcla de miedo y curiosidad.

Su mirada se dirigió intrigada hacia el joven al que Alicia había llamado Alteza. Nunca había conocido a nadie que se llamase así, aunque claro, tampoco es que hubiera conocido a mucha gente todavía. Sus mejillas se ruborizaron al ver lo apuesto que era y en sus labios se esbozó una sonrisa boba durante un instante. No había visto a un joven tan hermoso desde... Desde Franz, probablemente. Y pensar en Franz hizo que se centrase de nuevo en lo que sucedía en el bosque. Estaba indecisa todavía sobre si huir, o quedarse y su expresión corporal la hacía parecerse a un cervatillo a punto de echar a correr.

Sin embargo, Coppelius se había encargado de inculcarle una educación, aún cuando era tan sólo una muñeca sin vida, así que ante las preguntas de Alicia, Coppelia hizo una pequeña inclinación de forma automática, cogiendo con la punta de los dedos el borde de su vestido de encima, y dejando ver en ese gesto que llevaba otro debajo de ese. - Me llamo Coppelia. - Respondió con voz dulce y cantarina, sin estar segura de qué tratamiento debía darle a la otra muchacha. - Y estoy buscando a una joven que se parece a mí... Y a un apuesto caballero que la acompaña.

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24/09/2014, 13:46
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

La nueva no parecía un problema, pero tampoco algo útil -¡no tenía tabaco!-. Y, sin embargo, la mente desquiciada de Alicia veía hilos y patrones en todas partes -fueran ciertos o no-. La chica humana se apoyó la mano en la barbilla -la mano que llevaba el Filo- y se quedó pensativa unos instantes.

Instantes para ella. Para el resto de mundo, fueron unos incómodos quince segundos.

Vamos a ver, vamos a ver. Esta chica, ¿qué coño pinta aquí? Lleva dos vestidos, ¿esta puta tiene dos vestidos, está acaparando vestidos, dejándonos a las demás sin vestidos? ¿Es eso, es eso? ¿Es una especie de urraca de vestidos, cogiendo todos los vestidos? Buahj, pero ninguno es azul. El azul es correcto, el azul es correcto, EL AZUL ES CORRECTO.  Y yo no tengo botas, pero esta perra trae zapatos en la mano. Zapatos rojos. Zapatos rojos. El rojo es el Mal, el rojo es el Mal, EL ROJO ES EL MAL. Trae el Mal en las manos. Eso es algo. Tiene que ser algo. La Reina de Corazones ha puesto su marca en ella. Es un peón de la Reina de Corazones.

Busca una chica que se parece a ella. Si se parece a ella pero no es ella, tendrá zapatos azules.  Tiene sentido. Y es por eso por lo que la Acaparavestidos Roja está aquí. Necesito azul para solucionar este asunto. 

¿Me puedo fiar de ella?

Por supuesto que no, no me puedo fiar de nadie. Vigila los zapatos. El Rojo es el Mal. Vigila los zapatos. Necesitas los zapatos azules.

- Vale -concluyó finalmente. Significara lo que significase ese "vale", no era nada hostil. Giró la cabeza hacia Juan y Eric, por si alguno de ellos tenía alguna pista sobre la Acaparavestidos Azul.

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29/09/2014, 14:26
Eric

La inesperada presencia de otra joven sola en aquel bosque sorprendió a Eric de nuevo, a pesar de que no tenía motivo para ello: rescatar damiselas en apuros era el pan de cada día para un noble caballero que se precie. Y más aún si dicho caballero era el príncipe del reino.

En este caso, la muchacha (que se presentó como Coppelia) era la completa antítesis de Alicia: delicada como una flor y con una elengancia innata, a pesar de la expresión de miedo y sorpresa con la que contaba, y que Eric achacó al tétrico bosque donde se encontraban. A eso y a tener a una persona como Alicia haciendo preguntas de manera incómoda, claro estaba.

Una vez más, el trauma de la pobre quedó al descubierto cuando ésta produjo un eterno silencio tratando de pensar la respuesta a una pregunta que nadie había hecho. El príncipe trató de ignorar (aparentando normalidad) la pausa que se tomó la joven desquiciada, pero no pudo evitar echar una rápida mirada a Juan con cara de incomprensión. Cuando Alicia salió de su trance y les miró de nuevo, Eric trató de sosegarla. Dios no quisiera que de repente se lanzara a estrangular a la recién llegada.

- Tranquila, Alicia, no tiene pinta de ser peligrosa. Y también busca a alguien, como tú -susurró haciendo un gesto de calma con las manos. Esperaba que la sensación de tener un objetivo común con Coppelia hiciese que la muchacha despeinada estuviese algo más receptiva con ella. Al menos, durante un rato.

Dirigiéndose a la bella desconocida, se presentó con una inclinación.

- Es un placer, Coppelia. Yo soy el príncipe Eric.

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04/10/2014, 01:35
Coppelia

Coppelia no se sintió incómoda, ni se puso nerviosa ante el silencio de la extraña joven, pues ni siquiera sabía que la gente no solía tardar tanto en responder. Sencillamente esperó con paciencia y ladeó la cabeza, contemplando a la muchacha con curiosidad. ¿Sería de mal gusto preguntarle si era una bruja? Coppelius había intentando inculcarle modales y el pudor adecuado a una jovencita de bien, pero nunca le había explicado nada sobre qué hacer en una situación así. 

Asintió con la cabeza cuando Eric le repitió a Alicia que estaba buscando a alguien y al escuchar que ella también lo hacía su expresión de temor se suavizó y una sonrisa empezó a dibujarse en sus labios. Sin embargo, la sonrisa se convirtió en un gesto de sorpresa al escuchar las siguientes palabras de Eric y los labios de Coppelia dibujaron una O mientras los tapaba con las puntas de los dedos. Sabía lo que era un príncipe, pero nunca había conocido a uno. Tan sólo los había visto en los dibujos del libro que llevaba en el hatillo. Ni siquiera se habría imaginado que una persona normal -si es que a ella se la podía considerar alguna de esas dos cosas- podía conocer a uno. Pensaba que para que un príncipe apareciese ante ti tenías que ser un dragón, o tal vez una princesa. - O una bruja. - Pensó mientras sus ojos se abrían enormes y echaban un rápido vistazo a Alicia. Aunque la chica podría ser una princesa. Desde luego un dragón no parecía ser, eso sí que lo tenía claro.

Recordando las ilustraciones del libro, hizo una pequeña reverencia delante de Eric. - Oh, el placer es mío, príncipe Eric Alteza. - Respondió, dando por hecho que Alicia debía haberse dirigido a él por su apellido antes. Al fin y al cabo aunque ella no tuviera uno, casi todo el mundo tenía un apellido. - Nunca había conocido a uno de los de vuestra clase. 

Al terminar la reverencia miró a su alrededor y la emoción por estar en un bosque volvió a recorrer sus brazos. - ¿Estabais paseando por el bosque? - Preguntó, sintiéndose orgullosa por conocer el nombre del lugar donde se encontraban y mirando también con curiosidad al niño que se mantenía en silencio. Sin embargo, antes de que nadie pudiera responder, continuó hablando. - Yo estaba buscando alguna fruta, he oído hablar de ellas y siempre he querido probar una. Además, empiezo a tener un poco de hambre y el pan que compré ya se ha quedado duro. 

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09/10/2014, 17:17
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

Un espectador externo podría haber disfrutado de la ironía de los subsiguientes pensamientos de Alicia:

¿Y esta pirada? ¿"He oído hablar de la fruta", en serio?

Su gesto de irritación se vio rápidamente sustituido por una sonrisa que nada tenía que envidiar a la de Cheshire, de oreja a oreja,  cuando asimiló ese "Eric Alteza". La Acaparavestidos Roja acababa de bautizar al príncipe.

- Sangre azul. Más difícil de quitar las manchas -dijo en voz alta el final de una conversación que había tenido lugar en su cabeza. Miró a su alrededor como medio despertada y añadió- Eric-Alteza podrá conseguirte fruta en el próximo pueblo.

Un plátano, si eso.

- Va-mos - clavó la mirada en Eric, afilando el tono.

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09/10/2014, 20:29
Eric

El príncipe se alegró de que la recién llegada fuese tan gentil e inocente, y sobre todo, de que no hubiera intentado matarle. "Tal vez sea un poco despistada si pretende encontrar frutas desconocidas en este bosque, donde solo hay bayas", pensó Eric creyendo que Coppelia buscaba una fruta exótica en concreto (que quizá no se pudiese conseguir fácilmente) y no fruta en general*. Pero no le dio más importancia a ese tema: la ocurrencia de la joven sobre su nombre le hizo reir, e incluso hizo sonreír a la variable Alicia. "¿Eric Alteza?"

- Oh, Coppelia, Alteza no es mi apell... -paró la frase en seco ante la fría insistencia de Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor en continuar, y tragó saliva antes de continuar, algo asustado- Eh... bueno, da igual -volvió a recuperar su tono de decisión y algo más alegre, siguió hablando-. ¡Sí, lo mejor es que continuemos! Juan, ahora tenemos dos empresas que cumplir con valentía: salir de este frondoso lugar, y proteger a estas bellas damiselas de cualquier peligro, ¿no os parece?

Y miró a Juan Sin Miedo buscando apoyo para relajar el ambiente. Era de suponer que el niño, que iba a su aire, no le hiciera ningún caso ante su propuesta de guardar el honor de las jóvenes, pero esperaba que rompiera su silencio con algún comentario informal que les hiciese más ameno el viaje**.

- Caminemos pues. Aún queda un trecho para llegar al pueblo más cercano -y suspiró con sutileza. Si al menos Juan y él no se hubieran perdido, sabrían por dónde se salía del bosque...

Notas de juego

*Mi tontico Eric debería dejar de pensar :_)

** Darkhar, postea. Guiño guiño :) (recordad que el pobre no cuenta con ordenador propio, de ahí sus retrasitos)

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11/10/2014, 16:50
Coppelia

Coppelia sonrió de forma automática como respuesta a la sonrisa de Alicia, a pesar de que no tenía ni idea de a qué se debía. - Parece mucho más hermosa cuando sonríe. Tal vez sí sea una princesa de tierras lejanas. - Pensó mientras escuchaba a la joven. Y al darse cuenta de que parecía estar invitándola a ir con ellos una sensación que no había sentido nunca hizo latir su pecho. No llegó a entender quién se suponía que tenía la sangre de color azul, ni tampoco había escuchado nunca que hubiera sangre de distintos colores. Pero eso le hizo preguntarse de qué color sería la suya. Y tanto pensar en sangre hizo que su mirada se desviara a los zapatos que tenía todavía en la mano mientras en su mente aparecía la imagen de Coppelius, perdiendo su vida para dársela a ella.

La sonrisa se había desvanecido mientras permanecía perdida en sus pensamientos, hasta que Eric habló de nuevo y parpadeó, sacudiendo la cabeza y recuperando la sonrisa. Miró al niño cuando Eric se dirigió a él y un brillo de curiosidad apareció en los ojos de la joven mientras comenzaba a caminar sin dudar, no sabía a dónde se dirigían, pero tampoco sabía con certeza qué camino debía seguir ella y tener compañía era una novedad muy atrayente. - Es un gran honor que un príncipe y su escudero -pues era lo único que se le ocurría que podía ser el niño que lo acompañaba- decidan escoltarme. - Finalmente volvió a mirar a Alicia y se colocó a su lado sin dejar de andar. - ¿Vos también buscáis a alguien? - Preguntó con curiosidad. - ¿Venís de muy lejos?

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12/10/2014, 17:49
Juan

Juan asiente de forma cortés con la cabeza, y una sonrisa se dirige a la nueva mujer. Las presentaciones ya habían sido hechas, pero el chico parecía ensimismado mirando lo que pudiera ser una mariposa. O una polilla, pues no se había acercado lo suficiente como para analizarla. Los insectos eran una cosa fascinante, pero vuelve a centrarse en la conversación con las últimas lineas. Según parecía por sus gestos, la nueva chica se ha encaprichado del apuesto príncipe

- ¡Sin problema, Eric! Si esto es solo echarse a andar y uno acaba saliendo de to los laos. A no ser que estés en una mazmorra claro, y pa eso hay que atravesar paredes.- El joven se dirige a la nueva chica, que parece haber entablado conversación con Alicia. El chico no guarda ningún respeto, y se mete como si le hubiesen preguntado a él.- Por cierto, yo no soy escudero de esos. Una vez intenté escudar en la forja, pero salió to ardiendo, y Pá me dijo que no me acercara más. Me llamo Juan. Soy rey. Nosotros buscamos una princesa desde hace un ratejo. ¿No será esta, no, Alicia? Se la ve princesal. Ese pelo rubio sin una miaja de barro ni pañuelo pa cubrirse yo so lo he visto en el castillo. ¿Naciste hace mucho, chica? Estamos buscando a una que haya nacío hace poco. O que aun no se ha decidío por hacerlo. No m'ha quedao mu claro.

Confuso, el chico se rasca la cabeza, como invitándola a funcionar. No sirve de mucho.

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13/10/2014, 21:52
Director

El grupo comienza de nuevo su caminaba con la inercia de Eric. Los cuentos son simples y está claro que, bajo el influjo de un príncipe, la gente solo puede seguir sus pasos encantada. Salvo Alicia, que se coloca casi hasta liderar la marcha, impulsada por el ansia de aquella misión cuasi mesiánica que le había ordenado el Gato. 

Amenizados por la conversación, el inicio del paseo se hace agradable y sin que nadie repare, realmente, en que no hacen otra cosa que dar vueltas sin conocer el camino. No existe ningún sendero bajo vuestros pies y lo único que pueden hacer Eric y Alicia es avanzar por donde el Bosque lo permite entre tanta raíz y arbusto, seguidos por sus peculiares compañeros. Un Príncipe en un terreno salvaje, colindante a su reino pero en el que nunca había puesto un pie, y una joven urbanita del Londres victoriano. No parece que existan muchas posibilidades de encontrar un camino salvador.

Y así, fueron pasando las horas y aumentando los dolores de pies y los estómagos rugiendo. Tras las frondosas copas el sol se fue poco a poco poniendo, cambiando las luces a suaves tonos amarillentos y rojizos que, pese a su calidez, presagiaban la noche fría y oscura. Los cantos de los pájaros se fueron apagando y la suave melodía que había cautivado a Coppelia fue sustituida por los quejidos lastimeros de los lobos, que lograron un escalofrío en su suave piel.

Pero la suerte aún seguía con ellos a su peculiar manera. El olfato de Juan, que había tenido que robar más de un pastel de un alfeizar, detectó un delicioso olor a carne a la brasa que hizo bailar felizmente las aletas de su nariz. Parecía que en aquel Bosque había alguien cocinando pero...¿quién?

Y lo más importante...¿lo habrían olido también los lobos? 

Notas de juego

Podéis seguir con la conversación, que el paseo ha durado un buen par de horas, tranquilos.

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17/10/2014, 23:56
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

Estaban perdidos. Se  podía decir más alto, pero no más claro. En términos filosóficos "estar perdida" definía gran parte de la vida de Alicia, de una u otra manera; pero eso no hacía que fuera más agradable estar innegable y definitivamente perdida en términos geográficos.

Si existía la posibilidad de alguna interacción Alicia-Lobos, la chica tenía bien claro que acabaría con un abrigo nuevo. Con el Filo en la mano se sentía capaz de cualquier cosa, y una gran parte de la victoria consiste en que no te importen las pérdidas. Pirro, un aficionado al lado de Alicia.

Y ahora lo que tenía era un hambre espantosa. Alguien cocinaba, ¿sería la clásica comida-trampa? Le daba igual. Lamentablemente, ella no tenía la capacidad de orientarse por el olfato. Se giró a Juan.

- Alteza -reverencia-. Bien pudiérais, su majestad, indicarnos el camino hacia las viandas.

O hacia los lobos. Que la carne es carne venga de quien venga, y peores cosas había comido en el País de las Maravillas.

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18/10/2014, 21:26
Coppelia

Coppelia se quedó mirando a Juan sorprendida por su revelación de ser un rey. Pero tampoco le pareció fuera de lugar, teniendo en cuenta que el otro chico era un príncipe. - Tiene sentido, un príncipe y un rey siendo amigos. Y si ella es una princesa, todo encaja.

Estaba a punto de empezar a plantearse qué hacía ella entre tanta realeza cuando el muchacho hizo su pregunta y se quedó mirándolo con los ojos muy abiertos. No tenía ni idea de qué responder, ya que ella no había nacido. Al menos no como suele nacer la gente. Finalmente atinó a hacer una nueva reverencia ante Juan. - Disculpad que os haya confundido con un escudero, señor rey. Pero yo no soy ninguna princesa. - Respondió antes de limpiarse el barro de los pies, ponerse los zapatos y continuar el camino junto a sus nuevos amigos.

El camino era más largo de lo que ella pensaba, pero no se le ocurrió pensar que podían haberse perdido. Ella seguía tan feliz en su mundo, creyendo que sus acompañantes sabían hacia dónde iban y su mayor preocupación era que no tenía suficiente pan duro en el hatillo para compartirlo con todos. Y ese olor apetitoso empezaba a darle hambre. 

Sin embargo el sonido de los lobos hizo que la piel de sus brazos se erizase con un escalofrío. - ¿Q-qué ha sido... eso? - Preguntó titubeante mientras se ponía cerca de Alicia, que no por nada era la que tenía el cuchillo. Y además tenía toda la pinta de saber usarlo.

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20/10/2014, 15:42
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

- Lobos -respondió la chica desharrapada casi inmediatamente, clavando los ojos en la amenazante espesura-. En el mundo real son tímidos y no se acercan a los humanos salvo que tengan mucho hambre. Aquí probablemente hayan comido más humanos que ciervos.

Permaneció en silencio unos segundos, tratando de atisbar por donde venían esos cabrones cuadrúpedos.

- Palos con fuego - concluyó, sin dar más explicaciones. No les vendrían nada mal, eso estaba claro.