Partida Rol por web

Las puertas dobles se abrieron antes de que Edward pasara por debajo. Lo que el ojo pirata maldito vio fue un espectáculo dantesco. ¡Lo que habían descartado como columnas eran, en realidad, los tentáculos de una criatura gigante encerrada mucho más abjo! Selvanegra yacía en el suelo en un charco de sangre, y uno de los tentáculos agarró a Aluvian por la cintura y lo aplastó hasta reventarlo en una lluvia de vísceras que cubrió la túnica del páter.

Jotnar y Aloysus, en cambio, vieron al atónito ojo de Edward en un pasillo abovedado de baldosas rojas y negras, que creaban un patrón como el de un tablero de ajedrez. Otro par de robustas puertas aguardaba al otro lado del pasadizo.

Estantes y más estantes cubrían las paredes de la habitación a la que daba el conducto, desde el suelo hasta el techo. Cada uno de ellos estaba lleno de frascos que contenían pequeños fetos suspendidos en un líquido transparente.

Una luz cálida y rosada bañaba la estancia, y provenía de cristales incrustados en la mampostería. Un orificio oblongo en el centro de la cámara continuaba hacia abajo más de veinte metros y estaba forrado con innumerables estantes de jarras. Varias escaleras se extendían desde la boca del orificio hasta el fondo.

Y la arquitectura... no se parecía a nada que hubieras visto jamás. El suelo y las paredes estaban construidos de piedra porosa, lisa como coral, y cada esquina  estaba redondeada.

Los ojos que perseguías rodaron hacia el norte y se marcharon por otra tubería. Era la única salida de esta extraña estancia además de la que habías utilizado para entrar.

Si necesitas un mapa me lo dices.

El Pater que no sabía donde ponerse tras ver pasar a todos los ojos hacia la habitación de las estatuas, el se había pegado contra la pared, como quien le pasa al lado un carromato cargado de piedras a toda velocidad. Lentamente abrió un ojo y luego otro para percatarse que pasaron todos. Con un suspiro y una sonrisa nerviosa se acerca de nuevo a sus compañeros que estaban junto a la puerta.

Se seca la calva con la manga de la inmaculada túnica y no puede evitar mirar la manchita de sangre del pecho y se le borra la sonrisa y por infinita vez, se moja el pulgar y lo frota contra la cara tela cuando le llega el grito de Aluvian y el Páter levanta la vista todavía con la tela agarrada entre sus dedos y su cara se queda de piedra al ver el amable elfo explotar como una fruta madura pisada sobre el suelo.

Una marea roja se encumbra sobre el sacerdote, él se encuentra en medio de un mar, en un pequeño esfique bamboleante y a su alrededor, un oceano de sangre se levanta hasta tapar el sol y le cae encima con la fuerza de un mundo. Le entra en la boca abierta, caliente, pegajoso, le resbala por la cabeza, nota el peso extra en su ropa al empaparse. Aloysus se queda petrificado.

-Aah..eer..aah- no puede articular palabra mientras su ojo izquierdo empieza a guiñar de forma incontrolada, tiene la cabeza inclinada hacia arriba, hacia el techo, con ambos brazos abiertos.

—¡JODER!—Jotnar brincó del sobresalto formando un remolino de brazos y piernas en el aire cuando de pronto lo que todo el mundo había creído columnas cobró vida rebelandose como tentáculos de a saber lso dioses qué clase de engendro del abismo. Cuando Selvanegra se convirtió en una masa de pulpa sanguinolenta y Aluvian hizo lo propio, agarró por una manga al Páter que parecía haberse quedado paralizado—. ¡Aloysus, muévete!

Entró corriendo hasta donde se encontraba el ojo de Edward para ponerse a salvo. Que le dieran con viento fresco a la sala del tapiz, no pensaba quedarse ahí.

Continuaban apareciendo extraños laboratorios. ¿Qué maldades habrán realizado en este templo endemoniado? ¿Qué conocimiento les habrá proporcionado? Cuántas preguntas, cuánto misterio...

Los ojos de Dizaker mantuvieron la persecución de los centinelas oculares, y se deslizaron por la sucia tubería con la esperanza de recordar el camino de vuelta.

—¡ME CAGO EN MI PUTA ESTAMPA!—gritó un Edward sin voz mientras daba un salto enorme—¿Pero qué está pasando aquí?

—Ya ves—respondió la voz misteriosa—. Se ha liado parda.

—¡Culoprieto!

—Si, te has quedado sin tu mestizo.

—¿Qué coño son esos tentáculos?

—No parece importarte la muerte de Selvanegra.

—¿Dónde coño nos hemos metido?

—¿En serio no te importa tu compañero?

—¿Qué es éste lugar?

—¿Estás perdiendo la cabeza?

—¿Cómo voy a recuperar mi cuerpo?

—Sí, se te ha ido definitivamente la olla.

—Mi cuerpo...

El Ojo Despreciable se quedó congelado sin moverse, su mirada había perdido brillo y no reaccionó al hecho de que Aloysus y Jotnar se acercaron hasta él. Parecía como si hubiese perdido su vida.

Edward dio un gran salto al ver la estampa que tenía ante sus ojos. De hecho fue tan grande el salto que seguramente hubiese batido algún tipo de record. Pero entonces, algo pareció ocurrirle porque al caer de nuevo al suelo, el ojo se quedó inmovil y su mirada perdió brillo. El Ojo Despreciable quedó inerte, como si hubiera perdido la vida.

Seguiste a los ojos por la tubería emergiendo en la pared sur de una habitación circular. Había altos tarros de arcilla espaciados uniformemente a lo largo del muro norte y... ¡un trío de mutantes pigmeos blandiendo afiladas cuchillas!

Los ojos rodaron, unos hacia la izquierda y otros hacia la derecha, en dirección a las dos salidas de la habitación. ¡Los pigmeos los ignoraron y blandieron sus armas directamente contra ti, como si supieran que eras un intruso! 

Jotnar aterrizó, afortunadamente, con los dos pies sobre la misma baldosa. El Páter no tuvo tanta suerte, y al pisar una baldosa de cada color disparó una trampa. El abad se sacudió espasmódicamente mientras una descarga eléctrica recorría su cuerpo artrítico.

Había una única salida de aquel pasillo que no volvía hacia atrás: unas puertas dobles.

Jotnar (22/26)
Edward el Ojo (ileso)
Los ojos de Dizaker (?)
Páter (13/18)

Dizaker se frenó en seco ante la desagradable sorpresa. Los pigmeos volvían a hacer acto de presencia, pero ahora el mago estaba solo...

—¡La madre que me parió! ¡Cuando crees que ya lo has visto todo en esta casa de locos hasta la mampostería está en desacuerdo!—había jadeado Jotnar una vez dentro. Había soltado al clérigo justo antes de que este pisara la segunda baldosa y recibiera una descarga. Aunque aquello también le sirvió para darse cuenta de que no lo había agarrado de la manga, lo había agarrado de las barbas—. Ay, la leche... Perdone, Páter, error de cálculo. Es lo que pasa con las prisas cuando todo es del mismo color...

Carraspeó mientras le sacudía el hollín de encima. El anciano estaba ligeramente chamuscado, hasta soltaba humito de la calva.

—¿Está usted bien?

Al parecer tendrían que pisar el mismo color cuando decidieran caminar. Y si no, daba igual, lo harían por si acaso.

Mientras esperaba una respuesta, miró en la dirección por la que habían venido y donde ahora las columnas tentaculares se agitaban alocadamente, de Aluvian y Selvanegra tan sólo quedaban manchurrones de sangre, iba a volver por ahí la panadera de la esquina. Así que barrió con la vista el pasillo dónde se habían metido y se dio cuenta de que Edward los observaba desde el suelo.

—Ajá, aquí estás—dijo dándole unos golpecitos con el dedo y ofreciéndole el tablero de comunicación con la otra mano—. Eh, déjate de drama o te uso para abrillantarle la calva al Páter. ¿Dónde se ha metido Dizaker? Hemos visto un montón de ojos salir rodando y meterse en la sala de las estatuas así que decidimos entrar y... bueno, ha pasado esto. Pero habla, o mejor dicho, rueda. ¿Qué pasó? ¿Habéis descubierto algo?

Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… Mi cuerpo… 

Así se quedó Edward repitiendo esas palabras ido hasta que los toques de Jotnar le hicieron volver en sí. El Ojo Despreciable miró al enano y al páter y con lentos movimientos se dispuso a responderles.

N-O-L-O-S-E-H-A-Y-M-A-S-S-A-L-A-S-C-O-N-P-U-E-R-T-A-S-D-I-Z-A-K-E-R-H-A-T-O-M-A-D-O--O-T-R-O-C-A-M-I-N-O

Los toques de Jotnar le hicieron volver en sí a Edward. El Ojo Despreciable miró al enano y al páter y con lentos y alicaídos movimientos se dispuso a responderles.

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