Partida Rol por web

El espacio era más reducido de lo que Jeremy había supuesto. Uno de los dos atriles seguía ocupado, pero el otro estaba vacío. Debían haberlo puesto en pie, porque recordaba que le habían dicho que lo habían encontrado volcado. 

Miró a su alrededor con cuidado, buscando algo extraño, o simplemente fuera de lugar. Una colilla (hubiera sido muy extraño, no se permitía fumar en las bibliotecas, pero bien...) o un papelito arrugado. Lo que fuera. Huellas de pies embarrados, pero tampoco pensaba que hubiera. Sin embargo, había que descartarlo. 

-¿En serio? -Respondió a la información de James.- Pobre tipo, si se perdió de verdad...

Se acercó al panel izquierdo, el de la estantería que decía que daba al cuarto de calderas, y que estaba clausurado. Y empezó a observarlo primero y a empujarlo después.

Tras ingresar al lugar, Elizabeth percibió el intenso aroma de los viejos libros que le trae recuerdos de su pasado junto a su abuelo y esa inmensa biblioteca que aún tenían en su casa. Es que para ella pese a la situación, el encontrarse en un lugar como aquel plagado de sabiduría, de un conocimiento incluso Arcano, ha llenado de satisfacción en lo más profundo y erudito corazón. Pero al margen de aquel viaje mental, donde desde su mente abandonó aquel momento actual, de alguna manera pudo regresar y tras quedarse en un costado luego de que James la dejó pasar, contempla al detalle todo lo que es capaz de observar. 

Ante ello, prefirió no interferir demasiado y permitir a los expertos que revisen el lugar. Todo resultó demasiado extraño para la estudiante de Medicina, no se lo imaginaba a Isaac tan impulsivo y de alguna manera en su fuero interno, sostuvo que algo más turbio ronda en torno a este suceso ya que no se explicaría semejante atropello por parte de su novio. Si bien Bermont tenía sus cosas, entre ellas el creerse mejor que nadie, no lo veía capaz. 

Jeremy examinó con detalle la estancia. Se aproximó a la estantería mencionada por James y la movió ligeramente. Esto pareció inquietar a Charles, que vio como algunos libros se tambaleaban. Pero el detective sabía hacer su trabajo y sólo necesitó moverla un poco para comprobar que efectivamente la puerta estaba allí. Le había costado moverla y se dio cuenta de que si lo hacía desde el otro lado —donde estaba la puerta— esto provocaría la caída de la estantería. Algo bastante notorio, sin duda, que armaría gran revuelo. Pero cuando se agachó vio que aquella estantería había sido movida recientemente. Unas marcas en el suelo todavía sin polvo así lo  atestiguaban. Dada su experiencia en casos similares habría apostado que el movimiento coincidía con la fecha de la desaparición del libro¹ pero ¿entonces no se lo habría llevado Bermont? ¿Buscaban dos cosas distintas? Aquello podría complicar el asunto.

James se había asomado por el hueco dejado al mover la estantería. Su mirada fue directa hacia la puerta. Igual que el detective se dio cuenta de que aquella puerta se había abierto recientemente, aunque él lo sabía porque el pasador de la cerradura estaba movido y limpio. Hacía décadas que nadie abría aquello, ni siquiera él mismo. Tendría que estar lleno de polvo y telarañas².

Elizabeth no tenía muy claro en que podría ser de ayuda, así que de momento se quedó a la expectativa de los sucesos³.

-Bien, bien...

Murmuró mientras movía la estantería lo suficiente como para abrir paso a una persona. Primero dudó, ¿acaso eso contradecía la hipótesis de que Bermont se había llevado el libro? Pero si se hubiera abierto la puerta desde el otro lado, el estruendo de los libros cayendo habría alertado a alguien. Había sido abierta desde dentro.

-Puesto que se abrió desde este lado, y hace poco, podemos suponer que fue nuestro joven desaparecido quien lo hizo. No con seguridad, pero es probable. Y que se llevó el libro con él. Lo que puede querer decir que realmente quiso robarlo, llevárselo sin que nadie de la Universidad lo viera y se lo impidiera. Usted mismo, Charles, o Armitage, Fisk o Machen. O cualquier estudiante o profesor, no, no podía sacarlo de aquí sin más.

Podía ser que realmente su tesis lo hubiera cegado, lo hubiera llevado a buscar más allá, y para ello necesitara el Necronomicón para él solo, en algún sitio distinto al siempre controlado cuarto prohibido de la biblioteca.

-James, ¿sabes a dónde lleva este pasillo? ¿vamos allá? -Se giró hacia Elizabeth y Charles.- Charles, Miss White, ¿vienen con nosotros? 

Jeremy había descubierto algo, que desde el lugar en donde se encontraba Elizabeth, era difícil de apreciar. Pero tampoco le costó demasiado dar unos pasos hacia delante tras toparse con el hecho de que existía una puerta allí detrás de la estantería. ¿Por qué nadie lo había mencionado? Es lo que se preguntó la joven estudiante de Medicina  cuando desvió la mirada hacia el muchacho que tenía las llaves de este lugar. Aquello era cuanto menos curioso, al menos a simple vista. 

Sólo que ante la pronunciación de su apellido, alzó la cabeza y tras asentir, se encaminó dispuesta a seguir los pasos de aquellos hombres que pensaban adentrarse en este oculto lugar. ¿Qué misterios se esconden detrás de esa puerta? No podría saberlo, quizás en medio del proceso se encontraban a Isaac, era una posibilidad, no quería dejarla escapar. Al margen de ello durante esos segundos, minutos de espera mientras James y Jeremy se organizaban, Elizabeth huele el lugar y observó con mayor precisión la zona en donde se encontraba el atril sin el Necronomicón. 

¿Algún rastro de sangre? ¿Un trozo de hoja? ¿El peculiar perfume de Isaac en el ambiente? Algo, lo que sea, ella estaba dispuesta a encontrar mientras revisaba con la mirada e incluso olía con descaro, dando la impresión de querer hallar algo que ante los demás quizás se pasó desapercibido o no. No estaba dispuesta a quedarse con sólo ese hallazgo, algo más tendría que haber. 

- Los acompaño. - reafirmó por si no habían captado el gesto, aún pendiente de algún detalle curioso en medio de su exhaustiva búsqueda. 

Charles acudió alarmado a ayudar al detective a desplazar la estantería, sospechando que esta acabaría de la peor de las maneras. Lo que no esperaba era hallar lo que apareció detrás de la estantería. 

-¿Una puerta oculta?-dijo realmente sorprendido-Es extraño ¿porqué la sección más y mejor custodiada de toda la biblioteca habría de tener una puerta oculta?¿Cómo es que nadie la conoce y si la conocen, como es que a pesar de ello decidieron mantener semejantes volúmenes aquí?

Escuchó las conjeturas del detective y asintió mostrándose de acuerdo con las mismas. 

-Sin embargo, si utilizó esa puerta para salir, sin duda necesitó tener ayuda desde dentro para poner la estantería otra vez en su sitio. De lo contrario, nos habríamos percatado al ver la estantería desplazada de sitio. 

Charles sudaba de puro nerviosismo ante el cariz que tomaba este asunto. 

Mientras todos observaban la puerta oculta —o más bien cegada— Elizabeth seguía revisando los alrededores y el propio atril que había contenido al Necronomicon, aquel libro que tantos quebraderos de cabeza parecía provocar, pero nada vio que le llamase en especial la atención¹.

Había imaginado que desplazar la estantería y abrir la puerta de detrás bastaba para mover de nuevo la estantería desde el otro lado sin complicaciones. Pero la idea de Charles era para tener en cuenta.

-¿Crees que si desplazamos de nuevo la estantería desde el otro lado, los libros caerán? Probémoslo. Porque si es así, tienes toda la razón, Charles. Hay alguien más implicado, entonces.

Miró el mecanismo con detenimiento, Se situó en el otro lado, y empujó con cuidado la estantería, cerrando la abertura intentando que no cayeran los libros, ni que hiciera ningún ruido extraño. 

-También es posible que dejara el libro en el pasillo, volviera a colocar la estantería y saliera tranquilamente mientras regresaba por otra entrada. - sugirió James, dirigiéndose en todo momento al detective y quedándose pensando un segundo. - De hecho, una de las veces vi al joven Bermont en uno de los pasillos porque, según él, se había perdido buscando a un compañero.

Se acercó para ayudar a Greystone con la estantería y asegurarse que los libros no se cayeran en el simulacro que quería realizar

- Los pasillos de mantenimiento se conocen desde hace tiempo, es la forma en que el personal de limpieza y mantenimiento se movía antiguamente sin molestar a los eruditos. - explicó James lo que le había contado su tío cuando comenzó en el trabajo. - Muchos se han cerrado pero siguen existiendo...

- Está claro que solo no hizo esto... - respondió Elizabeth mientras revisaba el atril con suma atención, pero lejos de encontrar algo que sea llamativo, allí quedó su duda, perdida en ese instante de teorías y conclusiones varias. No obstante cuando los hombres continúan conversando, ella intentó recordar si Isaac mencionó a alguien, ya sea un compañero o amigo. 

- El asunto está en saber hacia dónde lleva ese pasillo, quizás podamos encontrar algo más revelador que lo visto. - agregó un tanto nerviosa, es que le preocupaba en demasía la situación y necesitaba respuestas. Todo seguía pareciendo muy extraño para la rubia y si había que adentrarse en la boca del lobo, sí que lo haría. - ¿Vamos? 

Cuando Jeremy tiró de la estantería desde el lado interior James tuvo que estar atento para que varios libros no se cayeran. Lo cual demostraba claramente que alguien había tenido que cerrar la estantería de nuevo. Irse por ella habría dejado un rastro de libros tirados en el suelo.

Así que quedaba claro que aquella puerta, para permanecer discretamente oculta de nuevo, debía operarse desde el lado de la biblioteca. De lo contrario en lugar del atril tirado tendrían que haber encontrado una estantería movida o los libros esparcidos por el suelo.

Elizabeth se preguntaba quien podría haber ayudado a Isaac. Sabía que tenía un compañero al que conocía de su Boston natal en la ciudad. Un muchacho llamado Tom Dupoint. Desgraciadamente la chica sólo sabía su nombre y que estudiaba Geografía e Historia Contemporánea en la universidad.

Volvió a centrarse en sus anotaciones una vez hecho el pequeño experimento. Y luego, girándose al resto:

-Armitage encontró el atril tirado, y Bermont y el Libro desaparecidos, después de ausentarse 20 minutos. ¿Quién enderezó el atril? ¿Alguno de ustedes?  ¿Fue él mismo? 

A Charles casi le da un ataque cuando ve a los dos hombres despacharse de semejante manera con la estantería. Incluso intenta sujetar la estantería para evitar que los libros y el propio mueble se vengan abajo, poniendo en riesgo su propia seguridad. 

-¡Por favor, tengan cuidado!¡Esos volúmenes tienen un valor incalculable!

Por suerte, no hubo nada que lamentar. 

-Yo no, desde luego-dijo Charles contestando a la pregunta de Greystone-Deberíamos ver a dónde conduce esa puerta, en cualquier caso.

- Estos pasillos no tienen apenas uso, mucho menos uno que en principio debería estar en desuso. - dijo al detective una vez volvieron a abrir la puerta - Seguramente hayan dejado algún rastro en las telarañas o en el polvo.

Sacó un trapo desgastado del bolsillo trasero del pantalón y se limpió las manos del polvo de la puerta, acostumbrado como estaba a tener siempre las manos limpias cada vez que necesitaba hacer un trabajo.

- ¿No tienen control de quién entra en la sala? - preguntó a Charles, devolviéndole ahora la carga de la culpa que había tratado de lanzarle cuando averiguó que había pasillos de mantenimiento. - Porque si saben quién entró después del joven Bermont, sabríamos quién le ayudó a dejar la estantería en su sitio...

A James aquello no le daba buena espina. Aunque se conocía al dedillo el plano oficial de la Universidad no tenía del todo claro por donde irían los pasillos que había tras la puerta ya que, como había dicho, llevaban décadas sellados. Sabía que, por lógica, deberían conectar con otras zonas más usadas y de hecho había visto varias puertas de metal con candado que siempre habían estado cerradas... como ésta, claro.

Sí, era más que posible que el lugar donde había encontrado en aquella ocasión a Bermont estuviera cerca de uno de los muchos puntos de acceso a los túneles de mantenimiento. Después de todo esos túneles recorrían toda la Universidad.

Y mientras Elizabeth esperaba con cierta impaciencia a que se tome la iniciativa para adentrarse a ese nuevo lugar, pensó en alguna que otra amistad que tal vez le nombró Bermont en aquellos momentos que juntos compartían. Un sólo nombre salía apareció en su mente cuando dio pequeños golpecitos con su dedo sobre sus labios. 

Tom Dupoint... ¿Tendría algo que ver? De momento podría ser una gran incógnita a resolver, otro nombre más en la lista mientras algunas preguntas fueron respondidas y otras necesitan un poco más de dedicación. Pero en medio de esa cavilación personal, la joven alzó la mirada con la intención de hablar. 

- Tom Dupoint, es un amigo de él. Acabo de recordarlo... - afirmó un tanto pensativa y continúo. - Está claro que Isaac sólo no pudo con esto, si bien esos pasillos deben estar comunicados entre sí con distintas salas... Tal vez descubramos más cosas si nos adentramos. Aunque claro, no puede cerrarse esta puerta desde adentro. ¿No? - preguntó. - Eso significa que había más personas... No descarto la posibilidad de un secuestro, por más que no encuentre el motivo. 

Charles arqueó una ceja advirtiendo, pero sin entender el tono de reproche del Señor Johanson.

-Sí, por supuesto que tenemos un control de entradas-. 

Charles se retiró un momento y fue a por el libro de registro. Una especie de dietario en el que se relacionaban las personas que accedían a la sala, con día y hora. Mientras caminaba de vuelta se anticipó a buscar quién era la siguiente persona que había accedido a la sala. En cualquier caso, lo cierto es que en ese dietario se relacionaban los visitantes, pero no el resto de personal del centro que podría en un momento dado acceder a la sección.