Partida Rol por web

Charles estaba a punto de ir a buscar el dietario de entradas cuando vio que los otros tres se adentraban con curiosidad en el túnel descubierto por James. De hecho éste primero se adelantó un poco hacia el túnel que, tal como esperaba, estaba lleno de polvo y telarañas. Pero su mirada profesional se dirigió precisamente a este último término. Algunas telarañas en la zona del suelo estaban desechas y rotas de forma reciente. ¡Alguien había pasado por allí hacía poco!

Ahora bien: aquellos túneles estaban oscuros. Necesitarían alguna fuente de luz si querían explorarlos a fondo y no parecía que el grupo estuviera preparado para una expedición inmediata en aquella oscuridad.

- Señor Greystone. - James indicó al detective el estado de las telarañas sin llegar a avanzar más para no destruir el rastro que quizá el detective podría seguir.

Dirigió la mirada hacia la oscuridad, torciendo ligeramente el morro.

- Algunos de estos pasillos llevan décadas cerrados y seguro que los registros no son tan fiables como deberían ser ya que a veces se desarrollaba sobre la marcha según las necesidades... quizá en el taller podemos proveernos de alguna lámpara. - sugirió James, poco dispuesto a internarse en aquellos pasillos laberínticos sin una fuente fiable de luz.

Mientras James iba a por la lámpara Charles regresó con el libro de registro de uso de la Sección de Literatura Reservada. Era un vetusto dietario, como los que se usaban en contabilidad, que contenía en sus páginas los accesos a la misma de los últimos tres años. Cada uno indicado en su línea: fecha de solicitud, persona que solicitaba y libros que pedía consultar. También tenía una columna para indicar si la persona entraba en la sala o si el libro era sacado para que lo consultase en la mesa que había tras el mostrador de la biblioteca, ya que no siempre se dejaba entrar al individuo en la sala. En caso de que entrase en la sala se marcaba también quien lo acompañaba: a veces Armitage, a veces Charles o en ocasiones otro auxiliar de biblioteca.

La última entrada era de ayer, miércoles 25 de abril, a las 17:00 y se correspondía con la solicitud de Isaac Bermont para acceder a la lectura del Necronomicon dentro de la sala. Estaba cubierto el permiso de acceso y el acompañante constaba como Armitage, coincidiendo con lo mencionado por el bibliotecario cuando estaban en la sala de dirección.

El que hubiera telarañas y polvo en el pasadizo no era de extrañar, y el que estuvieran rotas confirmaba lo que ya sabían, alguien había cruzado por allí, hacía poco.

Greystone se fijó en el sentido en que estaban arrancadas las telarañas, y la dirección del polvo en el suelo. Con la intención de saber si la persona había ido y vuelto, o sólo había ido de dentro a fuera. También si había huellas, por si sólo eran de una persona, o si había más de uno que hubiera estado allí. La luz que emanaba de la sala prohibida se quedaba a unos pocos pasos, por lo que asintió a James cuando le sugirió ir a buscar algo con lo que iluminarse.

No se adentró en la oscuridad, no tenía sentido. Mientras esperaba a por la lámpara echó un vistazo al Libro de Registro que acababa de traer Charles. 

-Bermont, con Armitage. Bien, bien... 

Se fijó también en las entradas anteriores: la inmediatamente anterior, y también si alguien era habitual en la sala, además de Bermont. Por si notaba coincidencias.

Una vez se decidió ingresar en aquel oscuro pasillo, todo se detuvo ante la inminente oscuridad que acecha en aquel lugar. Cuestión que forzó a pensar un poco más sobre el asunto, ya que si bien Isaac pudo haber desaparecido por allí, no sólo necesitó de una segunda persona, sino que ésta debió estar equipada para adentrarse sin mayores problemas. Muy raro todo en verdad, demasiado para dar por sentado nada. 

Por esa razón, en medio de sus cavilaciones personales, Elizabeth dejó escapar un suspiro cuando al acercarse junto a Jeremy, descubrió que Armitage estaba ahí. ¿Estaría implicado también o era mera casualidad? No lo sabía y ya era hora de encontrar un nexo que terminase hilando tantos interrogantes. Pero al ver que Greystone revisaba un poco más, no dijo nada y mantuvo la mirada pendiente en la lectura de aquel libro. Había que hacer tiempo, además aprovechó para realizar alguna que otra teoría. 

- « ¿Crees que Armitage está implicado? » - Preguntó entre susurros a Jeremy, al hacer uso de la cercanía entre ambos. 

Jeremy le dio un repaso rápido a las entradas anteriores.

Había varias accesos de Bermont. Las tres últimas con acceso a la sala, dos de ellas con Charles y una con Armitage. Las entradas anteriores donde aparecía Bermont —para consultar diversos libros, pero sobre todo el Necronomicon¹— eran de acceso externo. Es decir: tenía que leer el libro que sacaban de la sala en la mesa del interior del mostrador.

Revisó también los otros nombres. Había varias peticiones de Arnold Machen y aunque los otros no le sonaban memorizó los que pudo por si luego, en el curso de la investigación, alguien los mencionaba². Un momento. Había un nombre que sí le sonaba, aparte del de Machen: Thomas Dupont. ¿No había dicho Elizabeth que era un amigo personal de Bermont? Tres días antes había accedido a 'Unscprechiable Kulten'. ¡El libro al que al propio Machen no le habían dado acceso! ¿Significaba algo aquello?

Elizabeth dejó caer la pregunta mientras Jeremy devolvía el dietario a Charles, y justo en ese momento regresó James con una linterna de aceite por si querían explorar esos túneles oscuros y siniestros.

-¿Armitadge?-dijo Charles levantando la vista del dietario para mirar a la mujer-Desde luego que no. En mi vida he conocido a una persona más íntegra y que ame más esta biblioteca que él. Bajo ningún concepto permitiría algo así. De hecho, la idea de crear la sección de libros de acceso restringido fue suya; consciente de que estos volúmenes no deben caer en manos de cualquiera.  Además, él mismo nos informó de que le acompañaba. El dietario no hace otra cosa sino corroborar su versión. Pero...¡oh, fíjese!...Thomas Dupont accedió al Unscprechiable Kulten apenas hace tres días. No estará de más hacerle unas preguntas. Pero...¡Ah bien!, ya tenemos la linterna. No nos entretengamos. 

Jeremy cabeceó ante la rápida respuesta de Charles.

-Nunca se sabe, querido amigo, nunca se sabe. Armitage, Bermont... ¿quién iba a dudar de la joven promesa hace unos días? No podemos descartar nada hasta que sepamos exactamente lo que ha ocurrido. 

Tableteó los dedos sobre el libro de registro, y asintió a las palabras del ayudante bibliotecario.

-Sí que es curioso eso de Thomas Dupont. Usted le nombró antes, Miss White. Tiene razón, habrá que hablar con él. Además justo consultó el libro que Machen había negado a Isaac. Curioso... ¡Ah, sí! Gracias, James. Vamos.

El grupo se introdujo en el túnel de servicio. Era un lugar siniestro, repleto de telarañas, donde se podía escuchar el rápido repicar de las patas de algún roedor que moviéndose siempre fuera del ámbito de luz de la lámpara. Lámpara, por cierto, que proyectaba sombras inquietantes en las paredes. Ninguno de los presentes lo confesaría pero todos estaban, cuanto menos, inquietos en aquel pasaje. Incluso James, acostumbrado a lugares así por su trabajo, notaba algo inquietante en el ambiente de aquel conducto en particular. Si en grupo resultaba tan perturbador ¿qué no sería para alguien cruzándolo en solitario?

El túnel no tenía ramificaciones ni desvíos. En algunos puntos tuvieron que agacharse por unas viejas tuberías de hierro pasaban por encima de sus cabezas, haciendo que la altura descendiese hasta un tercio de lo normal. Después de eso vieron que había un descenso de un cuerpo —bajando por unas escalerillas de mano— que daba a un túnel todavía más estrecho por el que sólo podían avanzar aganchados. Esta postura incómoda duro unos cincuenta metros antes de desembocar en un espacio que podría parecer una pequeña sala —no más de tres metros de lado, pero suficientemente alta como para incorporarse de nuevo— en la que había una puerta de metal cerrada. Les llamó la atención que en el suelo había una lámpara¹ como la misma que ahora portaba en sus manos James. Al empujar la puerta levemente el muchacho se dio cuenta de que estaban en la zona de calderas de la Universidad.

James se dio cuenta de que en la entrada de la zona de calderas es donde había visto hace una semana escasa a Bermont cuando le dijo que se había perdido y estaba buscando por un amigo.
 

Cuando llegó con la lámpara, James comprobó que el resto estaba añadiendo nombres a la lista de posibles sospechosos.

Él dudaba que Armitage estuviese involucrado en este asunto, más aún por lo tosco y llamativo que había terminado siendo todo. Pero el joven Dupont sí podría ser el cómplice que les faltaba para sacar el libro.

Siguió al detective mientras se encargaba de iluminar el camino al grupo, callado y nervioso por la situación que esos pasillos abandonados le provocaban. También se preocupó de ayudar a la señorita White a descender la escalerilla, por supuesto.

- ¡Que me aspen! - exclamó una vez comprobó a dónde daba aquella puerta. - Aquí fue donde encontré al joven Bermont, quien se excusó diciendo que se había perdido buscando a un compañero.

Aprovechando que en la sala de calderas había iluminación, se acercó a comprobar la lámpara que habían encontrado, esperando que no fuera una de las de mantenimiento.

James lanzó un suspiro de alivio: aquella lámpara no llevaba la marca que normalmente le ponía a las que pertenecían a la Universidad. Era una lámpara normal y corriente, que podría comprarse en cualquier ferretería, y de hecho se la veía bastante nueva. Tenía incluso el depósito de aceite casi lleno. Quien quiera que la hubiera dejado allí no le había dado más uso que recorrer aquel pasillo... y el joven se apuraría a decir que como mucho un par de veces¹.

Atento a lo que tenía alrededor Jeremy llegó a la sala de calderas sin decir palabra, pero una vez allí chasqueó la lengua, contrariado.

-Menudo trayecto para llegar a un sitio que debería estar siendo revisado cada cinco minutos, si se quiere que las calderas funcionen como dios manda... escalerillas, pasadizos de techo bajo... En fin, esto parece un recorrido de catacumbas, más que los sótanos de una Universidad.

Se acercó a James, que estaba con la lámpara.

-¿Aquí mismo le encontró? ¿Y qué estaba haciendo, lo vio? Imagino que si hubiera llevado el Necronomicón encima no habría sido fácil ocultárselo a usted. ¿Se marchó inmediatamente? ¿O lo hicieron juntos?

Mientras hablaba se fijó particularmente en las huellas del suelo, la distribución del polvo, y pequeños detalles que podrían haberse dejado descuidadamente, como un papel o similar. Si había ido allí con alguien, o se había encontrado con alguien más, era posible que hubiera rastros que lo confirmara.

- En la sala de calderas. - aclaró James. - Si hubiera sabido que éste pasillo estaba siendo usado, lo habríamos sellado inmediatamente. Las calderas están bastante bien ajustadas por lo que, salvo que notemos algún fallo, solo necesitan una revisión puntual, no constante.

No podía evitar sentirse parcialmente responsable de lo sucedido ya que había visto al muchacho allí y los pasillos de mantenimiento eran parte de su responsabilidad.

- La lámpara es bastante nueva. - informó, tratando de ser de utilidad para enmendarse. - Quizá si averiguamos dónde la adquirieron, sepamos si fue el propio Bermont u otra persona.

Luego de haber tomado la decisión, Elizabeth acompañó al resto sin esbozar palabra alguna, puesto que los hombres habían tomado la iniciativa y ella seguiría aquellos pasos con tal de desentrañar el misterio que se esconde en aquel rincón de la biblioteca. No obstante tras escuchar las palabras de James, alzó una ceja mientras continúo pensando en sus propias teorías. ¿Qué lo impulsó a vagar por esos lugares? ¿Qué secretos guardaba realmente? 

Sentía que la relación estaba llena de sombras, donde la verdad se ocultó a plena luz y ella en medio de tanto compartido, no fue capaz de ver más allá. Y por esa razón, no dijo nada, simplemente acarició con la yema de sus dedos la fría pared, preguntándose así misma que sucedió aquí. Así que acompañando en la iniciativa de encontrar algo significativo, la estudiante de Medicina revisó las paredes con sus manos, el suelo y los aromas circundantes. Algo tenía que encontrar...

El desplazamiento por los túneles de mantenimientos resultó árduo y penoso para Charles que no era una persona que practicase el ejercício físico con asiduidad. Para colmo de males, el polvo que quedaba en suspensión al pasar se le pegaba a las gafas haciendo complicado ver algo. 

Por fin llegaron a la sala próxima a las calderas donde sudoroso, sucio y jadeante se incorporó. Con un trapo de gamuza que extrajo de su bolsillo se dispuso a limpiarle las gafas mientras escuchaba la conversación entre el detective y el técnico de mantenimiento. Asintió. 

-Lo cierto es que resulta poco verosímil que Bremont fuese capaz de sacar el Necronomicon por un pasaje como el que acabamos de pasar. Es un tomo grande y pesado; de entre 30 y 40 centímetros de alto por veintitantos de ancho y varios kilos de peso. Y menos aún que haya conseguido escamotearlo sin que el señor Johnson lo viese. Probablemente lo escondiese momentos antes de ser descubierto con idea de volver a por él más tarde...si es que tuvo ocasión ¿Piensan que podría estar aún por aquí, oculto en algún rincón?

Charles echó un vistazo a la habitación para intentar buscar rastros o escondrijos. 

-Respecto a la lámpara, conozco apenas un puñado de sitios donde se podría comprar una linterna como esa. No tardaríamos en dar con el sitio, pero piénselo ¿usted revelaría la identidad de un cliente si un desconocido entrase por la puerta de su comercio haciendo ese tipo de preguntas?

Jeremy estornudó cuando el polvo del ambiente se le metió en la garganta. Intentaba ver algo pero la verdad es que aquel sitio le estaba jugando una mala pasada y tuvo que disculparse mientras salía a tomar aire en la sala de calderas.

Ajena a esto Elizabeth buscaba cualquier pista que pudiera arrojar algo de luz: un rastro, un olor, algo... Al no encontrar nada se acercó para ver como se encontraba el detective y en ese momento algo llamó su atención. Aproximándose a un lado de la caldera encontró un pañuelo arrugado. Parecía haber sido usado para limpiar algo —estaba lleno de polvo y suciedad— y seguramente su dueño pensó que lo guardaba en el bolsillo tras ello pero se le cayó. Tenía unas iniciales bordadas en una esquina: 'TD'. La chica miró alrededor de nuevo. Fue entonces cuando se fijó en una zona de las calderas que estaba más limpia. Alguien se había preocupado de quitar el polvo del pomo de una vieja carbonera que por su aspecto llevaba mucho tiempo en desuso. Al abrirla encontró un inesperado premio: ¡una llave oculta allí! Y por su tamaño y forma podría apostar a que se correspondería con la puerta que daba a la sala de lectura. Alguien la había dejado allí tras haberla usado ¿quizás para un nuevo uso en el futuro?

La joven novia de Isaac se aferró a la idea de encontrar algo, cuestión que favoreció con creces aquella curiosidad cuando al acercarse junto a Jeremy, ha descubierto un detalle que ínfimo ante los ojos de los demás, no lo era para Elizabeth. Sin decir palabra alguna, avanzó a paso tranquilo por aquel estrecho camino donde tras inclinarse ligeramente cogió un pañuelo lleno de polvo que se encontraba en el suelo. 

- «¿T.D? Tom Dupont...» - pensó entre susurros en el costado de la caldera, siendo aquel lugar donde se había dirigido con cierto interés para revisar lo que tiene entre manos. Pero incluso sin dejarse llevar por la madeja de pensamientos que llenaron su mente con cierto ímpetu, continúo caminando guiada por esos instintos que a la larga todos de alguna u otra manera ostentan. 

Pero tras alzar la mirada, siguió la estela de hechos que en su mente preclara forjó y para su sorpresa algo más le tocó descubrir en una zona bastante limpia en el costado opuesto de las calderas donde había estado. Un pomo limpio de una vieja carbonera, fue lo que instó a abrir la misma y al hallar la llave en su interior, rompió su propio silencio. 

- Dos cosas: Encontré este pañuelo y esta llave, las iniciales bordadas en la tela es TD. Claramente tiene que ser Tom Dupont y la llave... ¿Charles puede reconocerla? ¿Se asemeja a algunas de las que tienes? - preguntó un tanto curiosa al mostrar la misma. 

-¡Cof, cof, cof...! -El polvo en la garganta hacía que Jeremy no parara de toser incluso haciendo enormes esfuerzos para evitarlo. Los ojos llorosos, el pañuelo en la nariz y congestionado, se apartó a un lado intentando tomar algo de aire cuando el descubrimiento de Elizabeth le hizo volver a interesarse por lo que no fuera su maldita alergia. -¡Dioses, Miss cof,cof, White! ¿Una llave...? ¡Y TD en el cof,cof, pañuelo! ¡Qué hallazgo!

Para James no cabía duda de que aquella llave era de la puerta de la biblioteca. Pero ¿de dónde había salido? ¿cómo habría encontrado un alumno llaves que hacía décadas que no se usaban? Él tenía un juego completo, desde luego pero ¿habría alguno más? La verdad es que nunca se había preocupado por buscarlos porque ni siquiera sabía de su existencia.